Aleppo, Martyr City

Troy (XIII BC), Jerusalem (70 AD), Guernica (1937), Dresden (1945), Aleppo (2016). The cities have been subjected to terrible destructions poetically provoked by the abduction of Helen by Paris, by the insurgency of the Jews before Augustus, by the instrumental malice of the Nazi and Spanish nationals, by the vengeance of the Allies for the bombings of London or By the preference of the powers by the dictators. For some reasons or others, the inhabitants were forced to keep their hands on a knife (Numancia, too), and from Guernica civilians are being mercilessly bombarded by the building of entire neighborhoods with debris. All the plagues accumulated in the criminal cowardice that kills and finishes, which destroys the few islands of sanity, which ravages schools and cuts supplies by causing hunger, prevents the entry of aid from the only decent souls of the conflict in the form of Altruistic suicide. Aleppo is the symbol of human madness in our generation, that of the 50’s. A generation that, between the Great Disgrace that was World War and the death of Fidel Castro, lived believing in the therapy Illustrated by education and enjoying the mega bubble created by neoliberalism at the stage where, at least in Europe, they did not yet dare to destroy public services. Today he wakes up proving that the whole educational effort translates into fear of life and encased around insane leaders well educated, but selfish until narcissism; With comfortable lives, but envious of the lives of the rich; With obvious problems to solve, but attentive, only attentive, to its governmental perpetuation. Leaders loose, without ideals, cynical, without vision of global problems and intellectually and emotionally disabled to address them. And yet, the alternative is worse, to fall into the hands of saviors with the same defects but with the brute force behind. This is the case of Assad, the still Syrian president who has preferred a destructive Civil War to prepare his country for democracy. And with the same pretext that is always the energy to prevent the arrival of Islamist extremism, as it was before to prevent the left movements. Lethal geostrategic movement that exports insecurity and suffering to Africa just as it does with electronic waste. And when this suffering materializes, cities are destroyed and with them civic life, rest after work, education and parenting, serene study of problems in the scientific fields and, ultimately, the life of the Civilized polis In Aleppo, where one lives in absolute desolation, unbearable pain, eternal resentment, biblical hatred, psychological misery and deep despair, that civilized life is already a memory.

Alepo, Ciudad Mártir

Troya (XIII a.C.), Jerusalén (70 d.C), Guernica (1937), Dresde (1945), Alepo (2016). Las ciudades han sido objeto de terribles destrucciones provocadas por razones diversas: poéticamente por el rapto de Helena por Paris, por la insurgencia de los hebreos contra Augusto, por la maldad instrumental de los nazi y nacionales españoles, por la venganza de los aliados por los bombardeos de Londres o por la preferencia de las potencias por los dictadores. Por unas razones u otras antes se pasaba a cuchillo a los habitantes obligados en general a mantener numantinas defensas (Numancia también) y, desde Guernica, se bombardea sin misericordia a las poblaciones civiles convirtiendo en solares con escombros barrios enteros. Todas las plagas acumuladas en la cobardía criminal que mata y remata, que destruye las pocas islas de sanidad, que asola escuelas y corta los suministros provocando hambre, impide la entrada de ayuda de las únicas almas decentes del conflicto en forma de cooperantes que rozan el suicidio altruista. Alepo es el símbolo de la locura humana en nuestra generación, la de los 50. Una generación que ,situada entre la Gran Desgracia que fue localmente la Guerra Civil y universalmente la II Guerra Mundial y la muerte de Fidel Castro, vivió creyendo en la terapia ilustrada de la educación y disfrutando de la mega burbuja creada por el neoliberalismo en la fase en que, al menos en Europa no se atrevían aún a destrozar los servicios públicos. Hoy despierta comprobando que todo el esfuerzo educativo se traduce en miedo a la vida y enrocamiento en torno a líderes dementes bien educados, pero egoístas hasta el narcisismo; con vidas confortables, pero envidiosos de las vidas de los ricos; con problemas evidentes que resolver, pero atentos, sólo atentos, a su perpetuación gubernativa. Líderes flojos, sin ideales, cínicos, sin visión de los problemas globales e intelectualmente y emocionalmente discapacitados para abordarlos. Y sin embargo, la alternativa es peor, caer en manos de salvadores con los mismos defectos pero con la fuerza bruta detrás. Es el caso de Assad, el todavía presidente de Siria que ha preferido una Guerra Civil destructora que preparar a su país para la democracia. Y con el mismo pretexto de siempre que es la energía para impedir la llegada de extremismo islamista, como antes lo fue impedir los movimientos de izquierdas. Movimiento geoestratégicos letales que exporta la inseguridad y el sufrimiento a África del mismo modo que lo hace con la basura electrónica. Y cuando ese sufrimiento se materializa, las ciudades son destruidas y con ellas la vida cívica, el descanso después del trabajo, la educación y crianza de los hijos, el estudio sereno de los problemas en los ámbitos científicos y, en definitiva la vida de la polis civilizada. En Alepo , donde se vive en desolación absoluta, dolor insoportable, resentimiento eterno, odio bíblico, miseria psicológica y desesperación profunda, esa vida civilizada es ya un recuerdo.

Y el cerebro creó al hombre. Antonio Damasio. Reseña (2)

damasio

IDEAS GENERALES

Este libro es una aproximación a una cuestión que debería interesarnos por su carácter fundacional. Se trata nada menos que de las bases biológicas de la conciencia. Antonio Damasio es un neurocientífico portugués profesor en la University of Southern California e investigador en el Salk Institute (del arquitecto Louis Kahn). Está interesado en interpretar los avances en el conocimiento del cerebro con los intereses más específicamente humanos. Como los último referéndum han demostrado cuando se lanza una cuestión aparentemente clara sobre el tapete la opinión de la población de divide prácticamente por la mitad. Desde luego, creer en que la conciencia tiene origen en una acción de un ser ultramundano que, en un acto voluntario, coloca la conciencia en cada cerebro en un determinado momento de la gestación, es una postura. Creer en que cualquier explicación sobre el ente que ha generado toda la cultura humana, incluido el deslumbrante edificio de la ciencia, reside en el estudio científico del cerebro y la interpretación filosófica de sus logros, es otra. Ignoro cuál sería el resultado de un referéndum sobre la cuestión. Naturalmente la cuestión debería ser planteada en términos más sencillos: ¿Cree usted en la existencia del alma, sí o no? Pues bien si esta circunstancia se diera antes de votar sugiero que se lea este libro. La mayoría de los textos proceden de sus páginas, aunque seleccionados para que constituyan un resumen coherente.

EL CONTENIDO

El libro de Damasio es provocador desde el título. Pero provocador en el sentido de que despierta interés para pensar sobre esta cuestión central. Uno puede pasar la vida usando el cerebro y sus extraordinarias posibilidades sin pensar ni un segundo sobre el origen de las mismas. Ser un gran artista plástico o escénico, un gran escritor con maravillosas páginas sobre los avatares de la comedia humana, un gran científico ocupándose sobre el cáncer o un trabajador ordinario durante toda la vida no reclama ninguna reflexión para ser mejor o peor en las relaciones profesionales o personales. Pero no deja de ser raro, de hecho no ocurre, que haya personas que no les interese de una forma central, nuclear la cuestión. Lo que pasa es que, desde el punto de vista de la economía psíquica, aprovechamos que, cuando nos educamos, en nuestro entorno existe ya una respuesta generalmente aceptada y, por tanto, si nos satisface esa respuesta, por ejemplo la que da la religión, no hay reflexión posterior que realizar. Sin embargo hay personas que no les satisface la respuesta y buscan otras.

Es el caso de Damasio que declara que la conciencia aparece en un cerebro con mente y la mente es resultado de la actividad del cerebro. Rechaza radicalmente el dualismo de cuerpo y mente. Para Damasio la hipótesis de trabajo es que los estados mentales y los cerebrales son esencialmente equivalentes. Todas nuestras experiencias hasta las más sutiles y emotivas tienen origen en la actividad de nuestro cerebro que, además, es una parte muy importante, pero una parte de nuestro cuerpo. Es tan disfuncional un cuerpo sin cerebro como un cerebro sin cuerpo, incluidos los casos de más radical tetraplejia. Durante millones de años la evolución ha seleccionado por su eficacia para la supervivencias entre las soluciones que las mutaciones ofrecían en forma de variaciones individuales respecto de la estructura más frecuente de las especies. En este proceso evolutivo, Damasio considera que la individuación está ya presente en los organismos unicelulares, pero que la mente requirió de cerebros más complejos y la conciencia de mentes más elaboradas. Considera que los insectos cuentan con cerebro y mente, aunque mecanizada por las instrucciones genéticas, pues los genes son la memoria de la evolución.

Los organismos elementales tenían mecanismos de regulación pero ni cerebro ni mente hasta la aparición de las neuronas que transformaron el comportamiento de los organismo con movilidad. La complejidad está asociada al número de neuronas. Cuando las neuronas se organizaron en tejido constituyeron cerebros primitivos que pudieron trazar mapas y producir imágenes. Placer y dolor regularon la aparición de las emociones. De este modo en la evolución nos encontramos con tres niveles: cerebro, mente y conciencia que deben ser diferenciado aunque cada nivel necesita del anterior. A su vez la conciencia surge en un proceso en el que aparece primero, cronológicamente hablando, el «proto en sí«, después el «en sí central» y finalmente la conciencia. Todas las fases están impregnadas con las emociones y los sentimientos y en todas se trazan «mapas» y generan «imágenes» . Vamos ahora a proporcionar un cierto detalles sobre algunas de estas cuestiones para tener una visión en la que todo debe ser verdad aunque no puede estar toda la verdad porque ni el que escribe ni, probablemente, el que lea esto es un neurocientífico.

ARQUITECTURA DEL CEREBRO

Antes de proseguir hagamos un esquemático repaso a lo que Damasio llama «arquitectura del cerebro». El cerebro está constituido por neuronas, que son células corporales que se diferencian de las demás en que viven tanto como el cuerpo (no son sustituidas durante la vida);  que se comunican entre sí mediante impulsos electrónico de salida a través de fibras llamadas axones que toman contacto con las fibras de entrada a la neurona, llamada dendritas, en un proceso llamado sinapsis. Las neuronas están sujetas por un andamiaje de células llamadas gliales que soportan y nutren a las neuronas y forman las vainas de mielina que protegen los axones. Los axones permiten que las neuronas transmitan mensajes a las células musculares provocando movimiento. Pero si las neuronas están activas formando parte de sistemas que elaboran mapas el resultado son imágenes. La señales electroquímica van de una neurona a otra liberando en la zona de sinapsis los llamadas neurotransmisores. El aprendizaje hace más rápida la transmisión de impulsos entre neuronas. La memoria depende también de este proceso. La neuronas «hablan» sólo con unas pocas neuronas de su entorno. Hay miles de millones de neuronas. Se agrupan en circuitos que se agrupan en una región. Las neuronas se despliegan sobre vainas que apilan en capas que constituyen núcleos. Los núcleos son ya una unidad sintáctica porque pueden acotar mapas. Los núcleos tienen misiones, contienen ya un know how que controla la vida, el metabolismo, la actividad sexual o afectiva. Cuando aparece la mente, los núcleos reciben instrucciones también de ella. Los núcleos forma circuitos a una escala mayor llamados sistemas y, estos, sistemas de sistemas. Las neuronas y circuitos son microscópicos mientras que las regiones, los núcleos y los sistemas de sistemas son macroscópicos. Esta configuración se da en cada una de las partes del cerebro, pero da lugar a constituyentes cuya diferenciación es necesario resumir. El cerebro tiene dos hemisferios unidos el cuerpo calloso que es un sistema de fibras que hace posible la coordinación entre hemisferios. Están cubiertos por la corteza cerebral que se organiza en cuatro lóbulos: occipital (parte superior del cuello), parietal (coronilla), temporal (laterales) y frontal. Regiones de la corteza no visibles son la corteza cingulada, la corteza insular y el hipocampo. Por debajo de la corteza y no perteneciendo ya a ella se encuentran los siguientes conglomerados de núcleos: la amígdala, el tálamo y el hipotálamo. Finalmente encéfalo que se une a la médula espinal por el tronco encefálico que tiene detrás al cerebelo. Todas esta complejidad está conectada con el cuerpo mediante haces de axones llamados nervios.

El cerebro desarrolló la capacidad de acotar los estímulos en mapas detallados. La metáfora de un mapa sería el dibujo de un perfil que representa algo trazado sobre una red cuyos nodos son las neuronas. Estos mapas generan en la conciencia imágenes, que son todo aquello de carácter icónico, ecóico o semántico que se aparece a la conciencia en formas peculiares como las llamadas qualia (color, sonido, olor, sensaciones de calor o frío…) o de conceptos. Todo esto puede ser percibido por una mente consciente o no. El único ser que tiene mente consciente es el ser humano, pero mente, entendida como imágenes organizadas que fluyen de forma coordinada, tiene muchos seres en la escala del ser.

EMOCIONES Y SENTIMIENTOS

Según Damasio todo empezó con los sentimientos. Para mantener el cuerpo vivo el cerebro coordina los estados fisiológicos a partir de la información que le llega del propio cuerpo. Con esta información el cerebro elabora constantemente mapas del cuerpo en todos sus aspectos, una parte de los cuales entra en la mente consciente. Estos mapas son elaborados en el tronco encefálico y los llama sentimientos primordiales. Es experiencia sentida. El cerebro ha aprendido a anticipar sus respuestas simulando estados corporales que se han dado repetidamente con anterioridad. Al dispositivo de simulación corporal se les llama neuronas «espejo». Esta capacidad de conocimiento anticipado y su correlato la simulación se aplicó más tarde a los demás congéneres pudiendo empatizar con ellos. Los actores son maestros en el uso profesional de esta capacidad.

Las emociones son programas complejos de acciones, en gran medida automáticos, confeccionados por la evolución que produce cambios en las expresiones faciales, posturas o vísceras. Son acompañadas de ideas y modos de pensamiento. Se desencadenan a partir de imágenes que hacen de estímulo del proceso. Provocan acciones mecánicas (huída) o secreción de determinadas glándulas (cortisol), contracciones intestinales. Las emociones no se aprenden, son resultado de las instrucciones genéticas. Es muy importante tener en cuenta que las emociones se personalizan en el sentido de, siendo iguales para todos los seres humanos, no son activadas por los mismos estímulos.

Lo sentimientos primordiales son percepciones que se basan en la relación única entre cuerpo y el cerebro.

Los sentimientos de las emociones son percepciones mixtas de lo que sucede en nuestro cuerpo y mente cuando experimenta emociones. Son imágenes de acciones.

Sentimientos y emociones contribuyen a la homeostasis pues equilibran la situación amenazante provocada por el estímulo.

FASE DE LA CONSTRUCCIÓN DE UNA MENTE CONSCIENTE

La mente consciente se constituye formando un «sí mismo» en una mente despierta. Su elemento distintivo es el sí mismo. El sí mismo se forma escalonadamente. La etapa más simple surge en la región del encéfalo que representan al organismo. El proto sí mismo es una recopilación de imágenes que describen aspectos relativamente estables del cuerpo y generan sensaciones espontáneas del cuerpo vivo (sentimientos primordiales). La segunda etapa es establecer una relación entre el organismo representado por el proto sí mismo y cualquier parte del encéfalo que represente un objeto, naturalmente en forma de imágenes. El resultado es el sí mismo central. La tercer etapa permite que múltiples objetos, igualmente representados como imágenes, previamente registrados como experiencia vivida o como futuro anticipado, interactúen con aquel proto sí mismo produciendo numerosos pulsos del sí mismo central. El resultado es el sí mismo autobiográfico, que no puede constituirse sin recuerdos, sin la memoria. Tres etapas y tres tipos de imágenes, pero con diferencias sustanciales. Las del proto sí mismo son sentidas antes de cualquier operación que intervenga en la formación de la conciencia. Son los sentimientos primordiales. Estas imágenes sentidas tienen origen fundamentalmente en el tronco encefálico con la colaboración de áreas corticales. El proto sí mismo es la plataforma base del sentido de sí que emerge en la fase del sí mismo central cuando a las imágenes del cuerpo se asocian imágenes de objetos externos. Las imágenes del cuerpo procedentes de los portales sensoriales (ojos, nariz, oídos…) constituyen desde la cabeza una perspectiva para el sí mismo en relación con el mundo exterior. Nuestro mundo interior cuando tenemos salud constituye un fondo estables sobre el que contrasta la información captada por los sentidos desde el exterior. Pero los sentidos no reaccionan de forma extrema en general a los estímulos exteriores. Tienen un estado basal que asociado al visceral proporciona una isla de estabilidad que fundamenta el sentido del sí mismo. Un sí mismo resultado de una conexión permanentemente activada entre cuerpo y mente. El proto sí mismo no es un homúnculo, no tiene más información de la que contienen sus mapas. El proto sí mismo es resultado de la concentración en un área determinada del cerebro de información corporal integrada. Cuando vaciamos nuestra mente de todo contenido estamos viviendo la experiencia de una mente primaria en reposo sintiendo su cuerpo. La siguiente etapa sucede cuando el proto sí mismo interactúa con un objeto exterior (su imagen). El proto sí mismo se diferencia del objeto y al tiempo «le presta atención». Es decir, atrae recursos cerebrales y los dirige hacia un objeto particular y no hacia otros. Lo selecciona. El objeto modifica el proto sí mismo y el resultado es el sí mismo central un sí mismo capaz de centrarse en un objeto experimentando el protagonismo de conocer un objeto exterior desde una perspectiva determinada y sentida por la asociación con los sentimientos primordiales también modificados por la intromisión del objeto. Estas experiencias se acumulan en cerebros que como el nuestro está dotado de amplios recursos memorísticos. Esta secuencia constituye un biografía que constituye un sí mismo biográfico que emerge aún más que el sí mismo central como protagonista. Añadamos que la complejidad de la actividad mental aumenta cuando el proceso de emergencia de un sí mismo central se produce por la relación entre el proto sí mismo con objetos contenidos en la memoria o generados por la imaginación. Objeto que en su representación mental contienen todos lo procesos fisiológicos que acompañaron a la captación original. Esto explica que no perdamos la conciencia cuando en condiciones que reducen los estímulos acudimos a nuestros recuerdos. En estos procesos intervienen el culículo superior y el tálamo. El sí mismo central resultado de la aparición de un objeto exterior emite un pulso sistemático y presta atención al objeto mientras un estímulo más fuerte no dirige la atención del cerebro a otro objeto. La acumulación de objetos con sus representaciones asociadas a sentimientos generan una biografía que es tan fiel como modificable por su mezcla con otra imágenes procedentes de otros acontecimientos. El cerebro organiza, sintetiza y jerarquiza los recuerdos hasta convertirlos en unidades que puede presentar ante el proto sí mismo para generar emociones y la reacción ondulatoria del sí mismo central. La acumulación de secuencias necesita de una coordinación. El mejor candidato a esa labor es el tálamo por su estructura y su posición intermedia entre la corteza y el tronco encefálico con la ayuda de otras regiones del encéfalo como las cortezas posteromediales.

En esta parte del libro Damasio estudia las situaciones del cerebro, patológicas o no, para identificar a los principales participantes en el mantenimiento de la conciencia. Así, el Alzheimer, el estado de coma, el estado vegetativo, el sueño y la anestesia entre otras. El resultado de estos estudios es que la conciencia es resultado de la acción asociada de distintas partes del encéfalo. Principalmente partes de la corteza asociada al tronco encefálico. Éste ayuda a gobernar la atención en cooperación con el tálamo y la corteza. El tálamo participa en el estado de vigilia, fundamental para la conciencia. También contribuye a la comunicación de reentrada entre la corteza y el tronco encefálico. La corteza nos mantiene despiertos y no ayuda a seleccionar a qué debemos prestar atención. La corteza con la ayuda del tálamo y el tronco encefálico construye los mapas que constituyen la mente. Con los bancos de imágenes, la corteza construye nuestra biografía y nos proporciona, por tanto, una identidad que se sitúa en el centro de la mente.

Aborda también Damasio el famoso problema de los «qualia». Los divide en dos grupos: los qualia I y los qualia II. En ambos casos se está refiriendo a la experiencia sensorial y sentimental de la conciencia tan diferente de su sustrato neural. Así los sentimientos, el color, el sonido etc. Es decir la forma en que la conciencia percibe la realidad corporal y exterior. Damasio considera que el carácter cualitativo de la experiencia en la conciencia es resultado de la fusión de tres fuentes de mapas: los sensores del sentido que se trate, la actividad del portal sensorial, el entorno corporal en el que los sensores están situados y los mapas de los sentimientos asociados.

En todo caso no parece haber mucho misterio en que la evolución se encontrara y seleccionara un modo cualitativo de experimentar la actividad del cerebro por las posibilidad que proporcionaba al yo de controlar el conjunto de la actividad. El vértigo cerebral subyacente hubiera hecho imposible la serenidad necesaria para la reflexión y la toma cuidadosa de decisiones para la supervivencia en el grado que el ser humano ha llegado a tener (texto del autor de este post)

SECUELAS

Una vez que Damasio cierra sus aportaciones a la comprensión del proceso de generación de la conciencia extrae algunas consecuencias de interés que resumo a continuación:

  • En la historia biológica la conciencia no se impuso porque fuera potencialmente capaz de generar cultura, sino porque resolvió mejor los problemas de supervivencia.
  • La conciencia surge después de largos evos de gestión del cuerpo por una mente inconsciente
  • La conciencia está en continua negociación con el inconsciente cuyos mandatos no siempre considera adecuados para la supervivencia social
  • Los comportamientos morales (éticos) son un conjunto de habilidades adquiridas a lo largo de repetidas sesiones prácticas en un extenso periodo de tiempo que se rigen por razones y principios articulados conscientemente con el inconsciente cognitivo.
  • Las deliberaciones conscientes dependen de la capacidad de planear con anticipación y decidir qué hacer. La usamos para dominar nuestras pasiones, amores y amistades, así como para regir la educación que recibimos.
  • Las decisiones morales se toman en diferido y desplazan por completo a la percepción externa porque utiliza el mismo espacio cerebral que gestiona la imágenes exteriores.
  • La neutralización de nuestras pulsiones inconscientes (heredadas o adquiridas) requiere de una larga preparación consciente. Decir que no a una adicción no es fácil.
  • Está demostrado que los procesos de deliberación tienen también una fuerte inspiración inconsciente, pues estos procesos son capaces de un cierto razonamiento lógico.
  • Por eso en las deliberaciones conscientes debemos tomar en consideración las emociones y los sentimientos.
  • Las habilidades repetidas conscientemente pasan a ser controladas por procesos inconscientes liberando espacio para la conciencia que no está sobrada de él.
  • Los factores emocionales inconscientes son uno de los principales problemas a los que se enfrentan los votantes den las elecciones políticas.
  • El genoma como memoria biológica es portador de instrucciones cuyos efectos sobre nuestra vida deben ser debidamente tasados para que resulten útiles para la vida personal y social.
  • Para Damasio el inconsciente genómico participó en los inicios del arte, la religión y los relatos míticos con argumentos sobre las dificultades de eludir mandatos como los celos, el poder, la dominación sexual…
  • El inconsciente genómico explica lo que de común hay en el comportamiento humano entre civilizaciones con reglas sociales muy distintas.
  • Los actos de voluntad son, a veces, la constatación en la conciencia de una decisión tomada en ámbito inconscientes. De ahí la importancia de distinguir un cierto control pues asumimos la responsabilidad de respaldamos el mandato del cuerpo (sexo, dietas, vicios…). Es el malestar de la cultura propuesto por Freud.
  • Los rituales del pasado tienen origen en la creación de pautas sociales que sustituyeran las decisiones individuales tomadas sin la reflexión necesaria. Rituales que quedaban asociados a las emociones (banderas, himnos, tabúes alimentarios…)
  • Conviene con Spinoza en que la fuerza de una emoción asociada a un comportamiento inadecuado sólo puede ser contrarrestada por un comportamiento asociado a una emoción igualmente fuerte o mayor.
  • Las leyes tendrán que ir tomando en consideración las pruebas aportadas por la neurociencia en relación con casos en los que las fuerzas desatadas en un ser humano no pueden ser controladas. La cuestión central sería ¿delito o enfermedad?
  • Cuando la conciencia se hizo con la mente empezó la historia de la cultura.
  • La historia de la cultura es la de la autoconciencia.
  • La cultura busca la homeostasis social prolongando la acción de la homeostasis biológica.
  • El arte se convirtió en una vía para explorar la propia mente y las mentes de los demás. Un medio que permitía ensayar aspectos concretos de la vida.
  • Las artes se impusieron por su valor de supervivencia compensando los desequilibrios que producía el miedo, la ira, el deseo y el pesar.

Filosofía naif. (8) La belleza

Armados de ardiente impaciencia, entraremos en las espléndidas ciudades, dice eternamente Rimbaud. El siglo XX ha separado la belleza del arte. Se ha considerado arte lo que no producía emoción alguna distinta de la asociada al concepto que justificaba su presencia en un pedestal. El concepto es la coartada del arte abstracto y performativo. En el arte no bello, si reservamos la expresión arte bello para lo que despierta fruición una vez que nos perfora por la vista o el oído, es necesario un poderoso paquete de antecedentes explicativos para no considerarlo superchería. Las diferentes opiniones sobre la belleza se basan en los distintos patrones con los que abordamos el juicio estético. La seguridad asociada a dos juicios distintos de una misma obra de arte no es distinta de la que se da en otros tipos de juicio alimentando el reproche de relativismo. Relativismo que queda cuestionado por la existencia de obras de arte clásicas celebradas por todas las épocas, lo que, a su vez, queda cuestionado por el hecho de que la cultura oriental se cuestionan los clásicos occidentales y viceversa. De nuevo el relativismo. Al final de estos vaivenes, sólo hay una solución la fijación convencional de un “cero” un valor absoluto arbitrario pero conveniente. En el caso del comportamiento, el cero es la salud física y mental de las personas. Y esto, aún, queda cuestionado, en el ámbito privado, por los gustos sadomasoquistas. En el juicio estético no hay más cero que los patrones más extendidos entre la población que se reconoce como perteneciente a un mismo grupo social. ¿No existe la belleza absoluta, pues?  No, pues nuestra especie no contempla ni presta oído a una realidad bella, sino a una realidad que nosotros hacemos bella cuando nos produce placer. Toda referencia absoluta es un espejismo donde los haya. Pero eso no le quita ni un ápice de goce a la contemplación o a la audición cuando se produce el milagro de la convergencia entre un acontecimiento y un observador. Es decir cuando una determinada parte de la realidad contempla a otra. La belleza es tautológica pues es bello “lo que nos lo parece”.

La Belleza. La Arquitectura

 La arquitectura es un arte útil que busca la belleza útil y puede encontrar sólo la utilidad y también nada. La belleza en arquitectura como en el arte desinteresado es reconocida cuando produce emoción en el observador dotado espontáneamente o mediante formación de los patrones correspondientes. La belleza de la naturaleza va unida también a la novedad, al nacimiento de nuevas formas y sus relaciones en la mente de los arquitectos más dotados. La arquitectura cobija amorosamente, pero también produce placer; estimula la inteligencia a la búsqueda de soluciones para cada sociedad, para cada familia y para cada individuo; está emparentada metafóricamente con el habitar el mundo, dando sentido a nuestra pertenencia al ser; transforma el mundo todos los días de forma pacífica, aplicando todo tipo de artes, artefactos e instituciones para su realización; pone a prueba el nervio ético, moral y legal de todos los profesionales participantes a los que pone cotidianamente ante la necesidad de llevar a cabo juicios que retan su prudencia. La arquitectura busca todos los días su alma entre embates de la torpeza que quiere reducirla a la banalidad para poder reprocharles inanidad práctica y la realidad física que la desafía para conseguir armonía civilizada entre la utilidad y la emotiva experiencia de vivir bajo techo o deambulando la ciudad.

 El placer

El placer es tautológico, pues ponemos este nombre a lo que nos hace experimentar parcialmente en nuestros tejidos y totalmente en nuestro cuerpo sensaciones beatíficas que nos estimulan a su consecución e, incluso, a su repetición. Placer es lo que buscamos. Dolor lo que repudiamos. El placer es un hallazgo que en su búsqueda impulsa a perseverar en conductas que, a posterior, resultaron buenas para la supervivencia.  El placer es un estado de armonía de un organismo con sus fines no escritos. Una piedra es feliz caliente al sol o fría intercambiando energía con su entorno. El girasol es feliz si recibe savia y energía solar. El gato es feliz si duerme bien alimentado dejando que su organismo trabaje para permitirle responder con agilidad a las amenazas. El ser humano es feliz si todo su cuerpo (incluida la mente) le dicen: tienes energía almacenada para seguir vivo, ninguna incertidumbre amenaza tu vida social; ninguna amenaza psicológica está registrada en su memoria; ninguna amenaza psicológica es construida lunáticamente por tu mente. La felicidad es un todo en el que todos los sentidos mandan señales positivas o neutrales y el conjunto cuerpo -mente abraza al mundo con suavidad amorosa por el goce de la belleza, la salud, la comprensión y la ausencia de culpa.

 

Carlos Arroyo, un pensador que hace cosas.

OLYMPUS DIGITAL CAMERALos jóvenes arquitectos se caracterizan por estar dotados de la capacidad de la paradoja y la contradicción. «Paradoja: para – doxa» significa «lo que contradice las opiniones aceptadas». «Contradecir» es más explícito y, como se ve, es oponerse también pero a una escala menos provocadora. De modo que el joven arquitecto aprende a cuestionar lo conocido doblemente gracias a sus también jóvenes profesores. Un buen ejemplo de esta actitud es el de Carlos Arroyo, que habiendo cumplido los 52 años se mantiene fresco mentalmente ofreciendo un ejemplo para los jóvenes que ahora buscan su camino. Estudió lingüística en Londres, lo que pone de manifiesto una vez más la importancia del mayor grado posible de formación extra técnica para quienes han de manejar la tecnología en el futuro. Carlos Arroyo reflexionando sobre la sociedad moderna no se limita a escribir, con todos los respetos a quien escribe bien, sino que pasa a la acción. Su ayuntamiento y centro cívico de Oostkamp en Bélgica es un ejemplo de lo que proclama. Cumple todo el programa de sostenibilidad, flexibilidad y bajo costo global todo considerado en el marco de una economía circular. Y todo ello sin renunciar a la expansión del espíritu que la buena arquitectura produce en los usuarios de un edificio. Aprovechó la infraestructura y la estructura preexistente pensando de forma paradójica al hacerlo contra la opinión general de derribarlas; creó un espacio mágico en el interior y consiguió las metas de flexibilidad funcional y transparencia orgánica de una forma absolutamente brillante. Seguramente se entendió bien con sus interlocutores porque habla un inglés impropio de un español.

Este ejemplo de arquitectura coherente con el pensamiento es magnífico, pero mejor aún es que el pensamiento subyacente sea tan pertinente a los problemas de la sociedad actual. La sociedad líquida es una metáfora de Zigmunt Bauman, el sociólogo polaco que puso sobre la mesa las consecuencias de la postmodernidad. Obviamente la metáfora tiene sus límites pues nadie compara a la sociedad actual con el agua como líquido paradigmático, sino las características de los líquidos expuestas de una manera abstracta. Es claro que la sociedad, siguiendo con la metáfora, ha introducido más energía en el sistema produciendo «vibraciones» en las partículas y las separa lo suficiente como para que el conjunto se adapte a cualquier continente o situación. Hay quien se extralimita y habla ya de la sociedad gaseosa, obviamente más flexible pero con la característica adicional de desorden endógeno y no impuesto por las coacciones de, pongamos, una institución y sus reglas. Cuidado, porque el término «gas» procede del griego «chaos» lo que supone volver al estado de violencia e individualismo descrito en el Leviatán de Hobbes. Desde luego si se rompe el contrato social mínimo de distribución justa de la riqueza y la libertad está garantizado el desorden en una sociedad bien informada. Entre tanto la liquidez postulada por Bauman es tomada por Arroyo para hacer el bien. Para proporcionar a los nuevos tipos de familia y empresa (las dos formas de ser productivo) y para las muchas formas de participar en la política o para nutrirse del amor nuevos espacios que, obviamente, dota de todas las características propias de una sociedad líquida no turbia: transparencia, flexibilidad y una aspiración de trascendencia inmanente para que nuestros hijos reciban edificios útiles por su capacidad de cumplir nuevos programas o de ser desmontados para incorporarse a la economía circular, aquella en la que el residuo lo es de una materia previa concebida para ser útil más allá de su muerte. Cuando se hace arquitectura con un buen fundamento intelectual sin pretensiones del oscurantismo, y este es el caso claramente, el arquitecto se transforma en un pensador que hace cosas. Cosas que ya no son sólidas rocas, sino evanescentes acontecimientos. Justo lo que necesitamos pues con rocas se hicieron los palacios y sus lúgubres sótanos que fueron rehabilitados por la arquitectura del perdón, Ahora hay que construir en un mundo complejo pero que queremos abierto y al servicio de la gente, lo que requiere una arquitectura inteligente y decente a la altura del desafío que nos plantean aquellos que quieren hacer de la liquidez social una poción oscura y deletérea.

Carlos Arroyo dará mañana, día 23 de noviembre de 2016, una conferencia en la ETSAE de la Universidad Politécnica de Cartagena.

Filosofía naif. (7) La cultura

… viene de (6)

El individuo es un acontecimiento físico y temporal cuya complejidad organizativa lo dota de atención, memoria, pensamiento, imaginación, voluntad y capacidad de juicio. Estas son funciones sutiles y frágiles que le permiten experimentar el entorno, retenerlo, elaborarlo en forma de un Yo estable con pasado recordado y futuro imaginado, así como capaz de actuar de acuerdo a decisiones tomadas condicionado por patrones heredados o adquiridos. En el tiempo (entendido como cambio de una referencia externa o interna) que este acontecimiento dura experimenta emociones y sentimientos sin objeto consciente como la ansiedad y la depresión o con objeto consciente como el amor. La ansiedad puede llevarlo al odio por la vida. El amor le hace experimentar los más fuertes vínculos con la vida, a la que sirve con su aportación de alegría y cooperación o con su contribución a la reproducción. En general estos sentimiento intensos se dan pocas veces en la vida, aunque el amor se puede transformar en una forma mitigada de amorosa amistad que se prolonga durante años. La ansiedad en individuos sanos se da cuando la sociedad evoluciona demasiado rápido hacia patrones nuevos que aumentan las probabilidades de sufrir perplejidad, pobreza, desamparo, enfermedad y muerte. Es el caso de la guerra o del hundimiento de la economía de un país. También se da en circunstancias menos sistémicas y más cercanas a la vida personal del individuo. El amor se puede dar en todas las circunstancias y con todo tipo de objetos aunque es con las personas como se manifiesta de forma más completa al involucrar todas las capacidades del ser humano para excitar unas y mitigar otras. En la concepción de Hegel de lo humano, éste desea sobre todas las cosas, antes que cosas, deseos, es decir, a otros seres deseantes. De ahí la búsqueda continua de amor y admiración o, en las formas patológicas, sometimiento. Nuestras vidas individuales ganan y pierden con la existencia de los demás.

El número aumenta la fuerza pero disminuye el valor relativo. Las causas nacionales o religiosas son formas a las que los individuos dotan de materia necesaria incorporándose a instituciones o movimientos sociales cíclicos, pero son sustituidos de forma natural o forzada muy a menudo. La vida personal hay que vivirla en esta paradoja entre el valor intrínseco para sí mismo y el entorno afectivo y el valor de número para el conjunto social. Es insoportable la muerte de un ser querido, pero la muerte de millones en un país ajeno no es mucho más que una noticia en los medios de comunicación. La desaparición de personas es constante cada minuto sin producir conmoción salvo que sea síntoma de un desastre que se aproxima hacia nosotros. La conmoción se aleja de nosotros con características como la lejanía geográfica, la edad o la ideología a la que se le asocia. La muerte de los individuos ha dejado, de momento, de estar permanentemente presente gracias a la medicina moderna por lo que hemos podido dejar de pensar en ella durante la mayor parte de la vida, salvo que la lotería negra de los accidentes nos convierta en víctimas directas o indirectas. El individuo, entre el amor y la muerte, se adormece olvidando algo tan elemental como preguntarse la naturaleza del espacio en el que se despierta al nacer, las causas que lo trajeron aquí y qué le espera como especie. Preguntas que nos haríamos angustiados de ser objeto de un secuestro y que no nos hacemos arrastrados por el vértigo de la supervivencia biológica o social cotidianas y la huída de la ansiedad de la segura desaparición personal. En esa paradoja se viven las vidas entre la felicidad y la desesperanza, según los avatares personales.

Apuntada la naturaleza del mundo como eternidad mutable y la del ser humano como uno de sus acontecimientos, el más complejo conocido, con las características esenciales de sensibilidad, memoria, inteligencia e imaginación precursoras de la acción, necesitamos como tarea dilucidar qué realidad artificial queremos contribuir a crear en el futuro para que la aventura del mundo que ahora podemos comandar no quede en una explosión de estupidez homicida y, por tanto, destructora de la realidad compleja y sutil que somos. En todo caso, si ocurre, el mundo se dará otra oportunidad creativa a despecho de la locura siempre amenazante.

 El hombre es un ser social en cumplimiento del mismo principio por el que los átomos son seres sociales que se asocian sin descanso. El ser humano desarrolla su inteligencia siempre asociado a otros. Los destellos de talento surgen en el trajín social aunque un individuo lo acabe materializando. Todos los avances esenciales se producen en un caldo de cultivo en el que muchos, manejando los mismos datos, porfiaban por la mejor solución. Desde el cálculo diferencial a la espiral de la vida pasando por la tabla periódica o la teoría de la relatividad se dan de la mano de seres especiales en un caldo de cultivo común alimentado por las aportaciones previas. La frase de Newton «Si he visto más lejos es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes» es un buen ejemplo de cómo un genio reconoce el carácter comunal del progreso humano.  La percepción personal de la belleza la queremos compartir; el placer más intenso se da en compañía; la ciencia brilla en equipo; la utilidad de nuestras producciones no tiene sentido si no hay destinatarios; nuestras tribulaciones éticas lo son en relación a otros vivientes; la moral es la costumbre de muchos y las leyes son para el gobierno de todos. Entre los individuos se genera un dialéctica sencilla de entender pues, si el individuo sólo se justifica en sociedad, a ella y su bien debe hacer tender su acción. El egoísmo es un mal muy perjudicial cuya expresión más tóxica es el nacionalismo en su versión homicida, tanto cuando se expresa en los individuos como cuando lo hace colectivamente creando el espejismo de que es posible protegerse prescindiendo de los demás, de los diferentes. La actividad artística, sensual, científica, utilitaria y normativa es social. Por eso es tan penoso ver adultos viviendo patológicamente en una niñez impostada e inoportuna protegiendo un yo que nunca estará más protegido que con los demás.  Náufragos en su biografía viven vidas despistadas por no mirar al otro con amorosa intuición de expertos en la vida; intérpretes de los espléndidos acontecimientos que son sus prójimos. El adoctrinamiento de niños identitarios es una muestra de debilidad, pues ni dedicar esfuerzos estructurados al bien común axfisia al individuo, ni crear nuevas tribus lo protege. Hay que saber vivir en la paradójica tensión entre el gen egoísta y su necesidad de cooperar para sobrevivir.

 La cultura es el más preciado tesoro del ser humano. La cultura es el rastro que el ser humano deja en su búsqueda cósmica por entenderse a sí mismo y a la naturaleza. En una primera etapa se declara ajeno a ésta, a la que considera fría, objetiva y externa. Esta actitud dura hasta prácticamente el siglo XIX. El idealismo abraza a la naturaleza y dice de forma elocuente que la naturaleza abre los ojos en el ser humano. Pero lo hace dejando algunas puertas entreabiertas a misteriosos absolutos e infinitos. Afortunadamente, durante un tiempo, el positivismo cientifista con sus arietes las ciencias biológica, física y química disipan la niebla sin dejar de mirar de frente a la complejidad de todas las dimensiones de la realidad. Así la naturaleza va siendo considerada una realidad total que incluye al ser humano y a sus desvaríos transcendentes producidos por la necesidad de darle esperanzas al individuo mediante ficticias soluciones. Una trascendencia que, en realidad cada uno reclama para sí mismo, porque la muerte, incluso de seres queridos que tanto nos lacera, se va convirtiendo en un tibio y nostálgico sentimiento que desaparece con el transcurrir de los acontecimientos. Qué esperar de nuestra reacción a la muerte de miles de seres humanos cada día en condiciones penosas. La única muerte que nos preocupa realmente es la nuestra. Quizá lo más penoso no sea morir, sino el cómo se hace. Personalmente sólo me corroe la curiosidad, esa ansia por completar el puzle de nuestra imagen de la realidad con nuevas piezas de conocimiento sobre las cuestiones que más nos interesan.

Instalados en la convicción de nuestra radical pertenencia a la naturaleza; conscientes de que nuestra lucha por tener una vida íntegra es, en realidad, por tener una vida integrada en esa naturaleza a la que humanizaremos sin remedio; seguros de que nuestro conocimiento individual está condicionado por los patrones que enmarcan nuestros puntos de vista y la propia relatividad de la realidad, es un buen momento para entender nuestro papel en el juego vertiginoso que la naturaleza juega consigo misma. Un juego que comienza sin propósito y acaba cobrándolo cuando de él surge un ser propositivo, como es el ser humano. Propositivo porque en él se da la consecuencia inmediata de tener memoria (el fundamento de todo progreso). El ser humano propone porque lleva en sí el recuerdo de lo sido provocando inmediatamente el anhelo de lo que puede ser y, más allá, de lo que debe ser. Deber ser que lleva a la naturaleza de la era de ciega adaptación al medio a la era del diseño, la acción, el control y el feed-back (tesis, poiesis, aesthesis y catarsis). Una era que debe ser gobernada por la verdad tal y como la hemos definido aquí. Es decir gobernada por la belleza, el placer, el conocimiento, la esperanza, la utilidad y la convicción internalizada y normalizada de la preponderancia de la vida buena para todos los seres humanos. Una visión a la que se opone el miedo y la impaciencia que son dos emociones que dejan al individuo en manos de predicadores del nacionalismo o la religión en sus versiones homicidas.

En este punto profundicemos en la naturaleza y papel de la cultura en esta verdadera lucha cósmica de la humanidad (Kosmos significa orden) por armonizar su modo de vida a las estructuras profundas de la naturaleza que nos constituye. Cuando el ser humano es más original es cuando conoce y se adapta a su propia naturaleza eliminado todos los obstáculos sensitivos, cognitivos y conductuales, que el lento despertar de su historia ha supuesto para conocer la humildad de su condición y el esplendor de su gloria. La cultura surge en el primer momento en que se transforma la biografía fijada vacilante en la memoria en el ejercicio de la imaginación o, lo que es lo mismo, de los proyectos humanos. Es decir la capacidad de procesar el recuerdo y proyectar el futuro con el pensamiento. Estas posibilidades nuevas e inéditas que el ser humano aporta se traducen en cultura desde que una mano tintada deja su marca en una cueva o le da ritmo al golpe sobre un tronco hueco; cuando hace el amor por placer; cuando concibe una estrategia de caza; cuando concibe los dioses; cuando descubre el fuego y cuando establece la ley  tribal. En definitiva, cultura es utilizar todas las posibilidades sensoriales que la naturaleza utilizó para la supervivencia biológica como generadores de experiencias nuevas con determinados fines extra naturales. Estos fines son el goce  de la belleza y los sentidos, el conocimiento, la respuesta trascendente al dolor y a la muerte, la funcionalidad y la normatividad. Estos fines han producido el arte, la cocina, la ciencia, la filosofía y la religión, la medicina, la ingeniería y la arquitectura, la ética, la sociología y el derecho. En la cultura, especialmente el arte, el ser humano reconoce su aventura vital, ya sea en una comedia ligera o en un drama de Shakespeare.

La cultura ha llegado a cotas tan abstractas que el goce de sus productos requiere de un amplio background para ser disfrutado. Sólo el arte figurativo parece ofrecerse de forma transparente, pues tenemos patrones naturales para juzgarlo. Pero cómo reaccionar ante un cuadro azul de Klein o el blanco sobre blanco de Malevich sin llevar en la espalda una mochila llena de conocimiento sobre las razonables razones de la evolución de las artes plásticas desde finales del siglo XIX. La cultura es la oportunidad única de vivir muchas vidas en nuestra corta existencia. Cada obra de arte es un aviso para no cometer el error de Macbeth en cada una de las encrucijadas de nuestra vida.

Sigue en (8)…

Operamos bonito y barato.

Al menos en la emisora de radio que suelo escuchar se me ha hecho evidente que la privatización de la sanidad tiene una consecuencia inmediata: la necesidad de hacer publicidad para que la gente vayamos al hospital A en vez de a la clínica B. Así empezamos a escuchar las ventajas de las coloproctología para estar al día siguiente en la oficina con el final de la espalda en orden o de quitarse el familiar cristalino para sustituirlo por una fría lámina de silicona. Si esta lógica se lleva hasta el final escucharemos anuncios del tipo «podrá seguir bebiendo whisky si se trasplanta el hígado en nuestra clínica» o «¿por qué quedar mal en los vestuarios de pádel cuando se quita los calzoncillos?, ¡doble su apuesta viril!»; quizá también escuchemos ofertas especiales del tipo «Dos eutanasias por el precio de una, ¡convenza a un amigo!».

El cuerpo enfermo y no digamos la mente enferma es una situación de vulnerabilidad a proteger del comercio. Estamos acostumbrados a la intimidad profesional del médico y la enfermera entregadas al servicio público. Nos cuesta mucho trabajo desnudarnos ante un empresa compitiendo con otras a base de bajar costos con los aspectos serios de la sanidad y mostrando, por otro lado, una clara apuesta por los aspectos más superficiales. No son pocas las noticias de jóvenes doctores mal pagados y con contratos temporales que emigran de una empresa a otra después de una década de preparación para cuidar nuestros cuerpos. Obviamente no postulo la desaparición de la sanidad privada, sino evitar la destrucción de la pública a la que algunos aspiran.

Si se contagia de comercialización todos los aspectos de la vida y la muerte se ofrecerán a los ancianos mantener la jubilación a sus nietos durante dos años si aceptan morir antes de los 75 años escuchando a Richard Strauss o convencer a la iglesia católica para que neutralice el éxito del protestantismo, al estimular la riqueza, proponiendo la austeridad como condición sine qua non para pasar por el célebre ojo de la aguja. Vienen tiempos difíciles si no has tenido la precaución de pertenecer al grupo de los «ganadores». También colaboramos nosotros cuando al perder una pareja declaramos «estar de nuevo en el mercado».

Al deslizamiento por la pendiente sanitaria se ha añadido ahora la vuelta de los «Montes de Piedad». También he oído en la radio publicidad para que empeñe sus joyas si ha alcanzado el grado adecuado de desesperación. Vamos bien.

Filosofía naif. (6) La verdad

… viene de (5)

esquema

La verdad es la forma más perfecta de amor. La verdad, en su definición primera es ajuste imperfecto entre lo que un ser expresa y aquello a que señala tal expresión. Expresión que se refieren no sólo al uso del lenguaje, sino a cualquiera de las manifestaciones de la complejidad humana. En la propuesta que hacemos aquí, es el abrazo del vacilante ser que es el ser humano a la realidad, incluido él mismo. Hay varios tipos de verdad que tienen origen en los canales por los que el mundo entra en nosotros. En su componente estético el ser humano es informado de lo que acontece en el exterior a través de ondas luminosas y sonoras, mientras él abraza a la naturaleza imponiéndole sus preferencias formales como ser especial, aunque proceda de ella. En su componente hedonista, el ser humano es abrazado por la naturaleza para estimularlo y protegerlo en su duro acontecer. En su componente cognitivo, el ser humano, una vez constituido dolorosamente como ser pensante, abraza al mundo adaptando la propia estructura para desentrañar dolorosamente su estructura funcional  haciéndolo propio desde sus limitaciones de ser finito y hermenéutico. Con la mirada de la razón se abraza al mundo de forma escrutadora, buscando un sentido que nos reconcilie con el sorprendente hecho de la mera existencia. Con la utilidad se abraza al mundo, al prolongar la acción creativa de la naturaleza para la mejora de la vida con la tecnología y las instituciones. Finalmente, el componente ético, moral y legal de la verdad es la estrategia amorosa del ser humano cuando actúa. En el coloquio interior, en el diálogo con el otro y en el compromiso legal democrático, se produce el compromiso ético de cada individuo, al tiempo que se admite la influencia social en un interrogarse continuo sobre la pertinencia de la acción que espera o la valoración de lo ya hecho. La pregunta por la verdad es la pregunta por el ser, y preguntar es el comienzo del camino a la verdad. Una meta que cada individuo y cada civilización debe alcanzar por sí misma.

¿En cuántos aspectos encontramos que el mundo se puede ajustar a nuestras expresiones?. Los ocho aspectos, como hemos razonado más arriba, son: la belleza, el placer, el conocimiento, el sentido, la utilidad y la bondad individual (Ética), social (Moral) y legal (L). Los tres últimos son meta juicios, como se ha dicho más arriba, que juzgan todos los tipos de acción humana y podemos reunirlos bajo el concepto de lo práctico (en el sentido que le da al término Aristóteles). Así, emitimos juicios estéticos, hedonistas, científicos, metafísicos, útiles y prácticos . Estos juicios son verdaderos en un sentido poliédrico. Se da la verdad estética, si decimos que algo es bello para nosotros, y si tal carácter es compartido diacrónicamente estamos hablando de belleza clásica. Se da la verdad estética, si expresamos nuestros juicios de belleza porque así lo pensamos (en ese momento) y no por conveniencia social o esnobismo. Se da la verdad hedonista, si nuestro cuerpo expresa el placer que siente sin fingimiento. Se da la verdad cognitiva, si afirmamos algo sobre el mundo y en un determinado momento de la historia de la ciencia todos los acontecimientos son explicados por nuestras teorías. Se da la verdad metafísica, cuando afirmamos algo sobre el sentido de la vida, que es coherente con nuestra propia madurez metafísica, lo que incluye nuestras esperanzas más profundas. Se da la verdad útil, cuando fabricamos algo que se ajusta a la función que la inspira. Se da la verdad ética, cuando actuamos (sintiendo, pensando o produciendo) conforme a nuestros principios éticos, normas morales o leyes. Pero esta verdad poliédrica es inalcanzable en el día a día de individuos y de las sociedades, pero ya sabemos qué es y cómo se alcanza. La tarea es esa, pues. Pero no se debe perder de vista que, en el acontecer juzgado desde un punto de vista determinado (el de la especie humana), es más fácil identificar los extremos de cualquier dimensión que un centro equilibrado, lo que retrasa encontrar la posición propia. Nada puede ser llevado tan lejos que no regrese a su origen. Por eso, el exceso de ajuste estético es manierismo, kitsch; el exceso de placer es doloroso; el exceso mostrado de conocimiento es pedantería; el exceso mostrado de metafísica es diletantismo; el exceso de utilidad es tosquedad o sequedad malhumorada; el exceso de ética es puritanismo; el exceso de moralidad hipocresía y el exceso de legalidad parálisis. Igual ocurre con los defectos, que en la belleza es fealdad; en el placer dolor igualmente; en el conocimiento ignorancia; en la metafísica nihilismo; en la utilidad frivolidad o corrupción institucional; en la ética psicopatía; en la moralidad anomia y en la legalidad delincuencia. La verdad es el reino de la aurea mediocritas horaciana. No en vano llamamos esperanza matemática al valor al que apuntan todas las vacilaciones estadísticas. En ella juzgamos al mundo conforme a nuestros patrones idiosincráticos y a nuestros patrones heredados en formato biológico o social. Este juicio puede ser verdadero o no. Verdadero cuando cada dimensión de la verdad es captada en su carácter y en equilibrio con el resto de aspectos. Equilibrio que no implica reparto igualitario, puesto que cada acontecimiento juzgado tiene uno o dos componentes predominantes de la verdad.

Habría un componente de verdad por cada criterio de verdad. Hay una verdad estética, hedonista, fáctica, metafísica, utilitaria, ética, moral y legal. Cuando se duda de la verdad de un aserto es necesario afrontar un proceso hermenéutico de deliberación que ayude a dirimir la cuestión. Según el tipo de verdad la cuestión se hace más o menos complicada. Las dimensiones de la verdad son las de la realidad que podemos conocer a partir de nuestras experiencias. Experiencias que lo son en la medida en que nuestra naturaleza está habilitada con los cinco canales sensoriales para mostrarnos el carácter complejo de la realidad. Todos los tipos de verdad son objeto de discusión porque ninguno de los canales por los que nos llegan los objeto de conocimientos es completamente fiable no por defectos, sino por la complejidad asociada a la relación objeto, canal, sujeto, que genera nuestros patrones de referencia, aquellos con los que enjuiciamos el mundo y nuestra conducta.

La verdad estética dependerá de nuestros patrones estéticos; la verdad hedonista de nuestras constitución y formación; la verdad fáctica, la de los hechos, podrá ser buscada con herramientas científicas de carácter físico o histórico, con deliberaciones y, para los casos más recalcitrantes, por la carencia de pruebas de cualquier naturaleza con careos. La verdad metafísica es derivada de nuestra resultante de experiencia con todos los aspectos de la verdad que crearán en nosotros una difusa imagen de la existencia. Imagen que será el punto de partida de cualquier indagación. Entre los distintos componentes de la verdad existen relaciones evidentes. Así los códigos éticos estarán alerta en nuestro comportamiento utilitario fundamentalmente. Es decir, cuando producimos o usamos los artefactos que la tecnología pone a nuestro alcance o las instituciones que nuestras necesidades sociales reclaman. La belleza es también una parte abarcadora, puesto que casi todo lo que hacemos, concreto o abstracto, puede ser juzgado por su estructura formal, aunque le falten los componentes sensuales. Así si juzgamos como bella una escultura figurativa o una melodía popular, son los sentidos de la vista y oído los que aportan la mayor parte de la información para nuestra reacción. Sin embargo, cuando se trata de arte abstracto o una composición de música contemporánea, es posible que sea necesario contar con unos antecedentes que alimenten nuestro patrón de juicio para entender y disfrutar a través de fuentes más abstractas como el origen, el fundamento teórico o la expectativa humana que alienta en ella. Se necesita, en estos casos, contar con una taxonomía de esperanzas vitales en las que encajar gestos pictóricos, visuales o sonoros sin aparente significado evidente. El caso es, que dotados del patrón de la belleza y despojado de sus componentes más sensuales, puede ser aplicado al aspecto de un plato de cocina o a teorías científicas, estructuras organizativas o a comportamientos humanos. Del mismo modo el componente principal de la ciencia, que es el rigor del contraste con la realidad experimentada y su formalización matemática, puede ser transferido a la danza o al funcionamiento institucional. Es decir al examen de cualquier realidad extra natural (en el sentido restringido del término) como, de hecho, ocurre.

Estas son las relaciones sinérgicas, pero hay conflictos. Conflictos graves, como el de la belleza y la ética. La parafernalia nazi es probablemente el símbolo de la maldad humana absoluta y, sin embargo, fascina a propios y ajenos que, una y otra vez caen en apreciar los uniformes negros y los pendones rojos con la esvástica, las paradas iluminadas por las antorchas, los cánticos y la arquitectura de Speer. Qué fotógrafo no aspira a ganar el Pulitzer, aunque sea con alguna foto en la que se mezcle la estética y la muerte violenta. Ejemplos supremos son la foto del buitre y el niño de Kevin Carter o la del asesinato de un vietcong con un tiro en la nuca de Edward Adams. Naturalmente estos conflictos son posibles porque la repugnancia está mitigada por la distancia a los hechos (temporal o espacial), mientras que la fuerza plástica de la escena está en plenitud en la imagen. Otros conflictos asociados a la belleza tienen origen en la utilidad con la está obligada a convivir en el espacio axiológico y con la que tropieza en determinados casos de la arquitectura. Es difícil parar en el progreso hacia una forma con el freno de la utilidad para los potenciales usuarios. Pero no hacerlo, pone en acción otro componente de la verdad: el sentido ético. Un conflicto que subyace a todo el desarrollo de la ciencia es su aplicación a algún tipo de armamento. Cuestión planteada desde antiguo, pero que llega al paroxismo con la bomba atómica. Una situación en la que Albert Einstein se vio preso sintiéndose obligado a enviar una carta al presidente de Estados Unidos para interesarlo en su fabricación. La ética se filtra en todos estos conflictos porque es la más fluida de las partes de la verdad. De hecho su patrón se configura allí dónde el centro de gravedad del acontecimiento que somos reside en su forma dinámica de adaptación  temprana y duradera al mundo. Si esa configuración se trunca, resultará un yo tullido y, por tanto, peligroso en mayor o menor grado.

La verdad es el ajuste de nuestras expresiones, en forma de acción corporales, verbales o escritas (cotidianas o elaboradas) a la realidad que significan. La verdad, como la realidad a la que apunta, es construida, tautológica y relativa. Este último carácter tan inquietante, que la presenta como resultado de un determinado punto de vista diacrónico o sincrónico con legitimidad incuestionables, puede ser neutralizado si con arbitrariedad consensuada por toda la especie se pone el punto de referencia en la salud física y mental de todos los seres humanos y el entorno natural. La relatividad es para el pensamiento metafísico (en el sentido nietzscheano) un enemigo a la vista, pero su carácter tautológico es su enemigo oculto. Tautología significa “utilizar palabras innecesarias que no añaden nada nuevo a la idea que se quiere transmitir.” y por tanto expresar una frase vacía de contenido informativo. La verdad es decir de forma diversa sobre la realidad. Si al decir lo hacemos sobre una realidad cuyos principios rectores son los mismos que los que nos constituyen (a despecho de la evolución interna), la diferencia entre la realidad 1 (el mundo) y la realidad 2 (nosotros) es organizativa y no cualitativa. No somos diferentes en lo esencial, sólo en la forma en que hemos  sido organizados en mutuo contacto evolutivo. Contacto que ha nutrido y condicionado nuestra evolución y constitución. Cuando la realidad 2 mira a la realidad 1 se mira los pies; cuando la realidad 1 mira a la realidad 2 se mira la cabeza. En estas condiciones, nuestros procesos sensoriales y mentales siguen patrones de reconocimiento formal y material de su realidad subyacente, que transfieren a realidades imaginadas, artísticas, hedonistas, cognitivas, metafísicas, tecnológicas, institucionales y normativas. Cuando decimos del mundo decimos de nosotros; cuando modelamos el mundo, buscamos torpemente en nosotros patrones formales (matemáticos o lógicos) que nos ayuden a entenderlo por lo que no nos puede extrañar que sirvan para describir la misma realidad que somos nosotros. Tautología porque cuando decimos del mundo, decimos de nosotros. Si nos parece que hay información nueva es porque no han transcurrido experiencias de reconocimiento suficiente. En realidad es nuevo para nosotros como individuos. A medida que se acumula conocimiento, quien lo posee entiende mejor el carácter tautológico de la realidad y de su enunciado complejo (la verdad cognitiva). Para el reconocimiento de la realidad exterior una realidad mental como la conciencia individual actúa como un cuello de botella.

Si el mundo es tautológico, es decir, la realidad exterior constituye la realidad interior, es inevitable el carácter relativo de la verdad, es decir de la perspectiva, de los patrones desde los que juzgamos tal realidad. Pero la verdad es relativa, no sólo porque nuestro decir depende de unas coordenadas estéticas, sensuales, cognitivas, etc, sino porque determinadas características de la realidad (como el principio de inercia, la velocidad de la luz como tope universal o su afección por la gravedad) hace imposible discernir la simultaneidad o no de acontecimientos y afecta a aspectos tan intensamente anclados en nuestros prejuicios como que el espacio y el tiempo son absolutos y, por tanto, independientes del movimiento o de su nivel de energía). El principio de inercia fue pensado como la cualidad de la materia de mantenerse en movimiento o reposo hasta que una fuerza la afectara. Ahora sabemos que no hay reposo, sino movimiento compartido, lo que queda explicado por la acción sobre cada parte del universo del resto en forma de campos de fuerzas. Esta situación nos pone en la pista de la razón de la relatividad generalizada de todos los componentes de la verdad. Esta pista es que la razón de la relatividad física consiste en que las experiencias físicas en dos sistemas a velocidades distintas o en sistemas sometidos a campos gravitatorios o a fuerzas mecánicas son las mismas. Esta igualdad hace imposible distinguir qué sistema de mueve o cuál es la naturaleza de la gravedad experimentada. Del mismo modo, dos morales distintas (cristiana y musulmana)  pueden ser defendidas por el mismo ardor porque la experiencia ética asociada es exactamente las mismas. Si en el caso de la realidad física, el origen está en la constancia de la velocidad de la luz o independencia de la fuente, en el caso de la moral, es la constancia de las emociones o independencia de éstas respecto de la naturaleza de las acciones concretas que se lleven a cabo, lo que provoca la relatividad de las posiciones. Obviamente son los distintos patrones culturales los que quedan asociados a las mismas emociones, pues no hay otras para la especie. Del mismo modo que la afección de la luz por los campos gravitatorios hace imposible distinguir la acción de una fuerza de la de un campo gravitatorio, la afección de los principios éticos por la culpa hace imposible distinguir entre bien y el mal cuando se ha cometido un hecho inhumano y se actúa racionalizando el hecho. Es la curvatura de nuestro espacio moral impelidos por la necesidad de evitar el remordimiento como eco de lo que Damasio llama el valor biológico.

Los principios éticos favorecen el confort moral al creerlos intrínsecamente nuestros aunque algunos tengan una clara procedencia social. Esta situación se ve favorecida por la lentitud de adquisición de los patrones y la edad temprana en que este proceso ocurre de forma cuasi inconsciente. Esto explica que un cambio brusco de patrón, como le ocurre a un joven soldado que pasa de su hogar cristiano a matar sanguinariamente, cuando no a participar en terroríficas sesiones de tortura o muerte de inocentes, provoque la locura. No es de extrañar que las autoridades traten de ocultar en ominosos sanatorios a los soldados veteranos más dañados. El mecanismo de curvatura asociado a esta discusión es el conocido de racionalización que se utiliza por individuos cuando violan el patrón ético o moral lentamente adquirido o aceptado. En este caso se deforma el espacio axiológico para no sentir remordimiento. Es la prueba de que en espacios morales muy distintos se siente lo mismo y, cuando no, se crea uno en el que, de nuevo, las emociones sean benevolentes con nosotros. Como hemos dicho, en la realidad física la independencia de la velocidad de la luz respecto de la velocidad de la fuente provoca la deformación del espacio y el tiempo, dado que la velocidad se define como su cociente. Todos necesitamos la felicidad (como suma de emociones y sentimientos pacíficos y benéficos) y eso ocurre cuando nuestro patrón coincide con el del medio en el que estamos. Si lo violamos sufrimos y tenemos la necesidad de creamos otro a base de esfuerzos lógicos, aunque nuestro entorno considere que hemos perdido la razón. En política el código lunático de no enmendar los errores lleva a patrones lógicos delirantes, a la búsqueda de una coherencia imposible y debilitada por la sensación interna de falsedad. Con el añadido de que el que propone el nuevo patrón sabe que los comulgantes saben, pero está incapacitado para algo tan sencillo como decir lo siento, me he equivocado, no volverá a pasar. Esto último reside en la falta de reputación de la debilidad. Y debilidad se considera aceptar la comisión de un error.

Las dos características de la realidad lo son de la verdad porque ésta aspira a ser el ajuste entre nuestras expresiones respecto de todos los aspectos de la realidad y la realidad misma. Así, nuestra mente responde a los mismos principios que la realidad que explora y cuando se expresa busca decir lo que la realidad es, aunque esa realidad tenga que ser declarada análoga a uno mismo y resultar esquiva en sus manifestaciones observables, porque los parámetros emocionales clave adaptados a los distintos contextos impiden distinguir las diferencias entre ellos. El parámetro clave en la estética es la fruición; en la experiencia hedonista es el placer; en la experiencia cognitiva, la convicción; en la experiencia metafísica la plenitud; en la experiencia utilitaria es la función y en las experiencias de comportamiento es el estado de beatitud o el orgullo. El ser humano experimenta fruición, placer, convicción, plenitud, funcionalidad y beatitud en circunstancias muy diferentes condicionado por los patrones que previamente ha heredado o construido. Patrones que tienen su origen en el intercambio tautológico entre mente y no mente. En todo caso, no se olvide que la salud mental del ser humano es posible porque en la mayor parte de su vida no es víctima de la relatividad descrita más arriba, dado que se toma a sí mismo y a su entorno como referencia. De este modo evita el vértigo del relativismo.

Si la verdad es relativa, ¿todo vale? En lo dicho hasta ahora queda clara la estructura compleja de la verdad como consecuencia de nuestra forma compleja de examinar y juzgar la realidad. Complejidad que tiene origen en la diversidad de canales por los que palpamos la realidad. Diversidad que es resultado de la tortuosa historia evolutiva que la propia realidad hace experimentar a sus hallazgos individuales (mineral, vegetal, animal o humano) en el marco de las leyes naturales universalmente vigentes (de momento). Sea como sea, nos hemos hecho una idea de cómo es esa realidad que nos constituye al tiempo como seres individuales y sociales. Una idea que hemos plasmado en el arte, en nuestra forma de disfrutar, en la ciencia, en nuestras religiones y creencias, en nuestras obras útiles, en nuestras instituciones y códigos de conducta más o menos íntima. Escribiendo así un mega libro tan complejo como nuestras formas de aproximarnos a la realidad mutante. Mutación resultado de que nosotros mismos, como parte de esa realidad, contribuimos a modificarla con la tecnología y nuestras costumbres. Un juego apasionante de bucle cósmico en el que cada movimiento significativo modifica incluso las reglas del mismo. Siendo así las cosas, es decir, siendo la realidad y, por tanto, la verdad como ajuste de nuestros discursos a ella igualmente relativa ¿cómo saber cuándo se dice la verdad o se miente? De entrada diremos que cuando se habla de la verdad nos referimos a los que nosotros sentimos, decimos o hacemos porque la realidad no miente, es. Nosotros somos parte de esa realidad, pero sí podemos mentir porque tenemos la capacidad de esconder a los demás lo que sentimos, pensamos o hemos hecho. También tenemos la capacidad de cometer errores al pensar o al actuar, lo que nos permite dar versiones distintas o producir objetos inútiles (mentirosos). La verdad se refiere a lo acontecido. No se puede mentir en futuro. Incluso cuando alguien nos miente en nuestra cara, esa mentira se materializa cuando ha acabado de proferirla. También la verdad lógica, científica, metafísica, utilitaria o judicial se refiere a lo acontecido. De todas las verdades, la que hasta ahora más nos ha importado es la que afecta más directamente a nuestras vidas.

Queremos saber la verdad, decimos, sobre la historia, sobre un crimen reciente o sobre las actividades de nuestros próximos, pero tenemos un interés más vago por la verdad científica o metafísica. Este tipo de verdad que podemos llamar episódica es muy importante para nosotros porque nos permite tener vidas pacíficas reconciliadas con el pasado y el presente, al tiempo, que construimos la confianza para el futuro. Por eso resultan tan perturbadoras la dificultades que los políticos ponen para recuperar la verdad de los crímenes del pasado. También produce gran inquietud que crímenes actuales queden impunes o que sospechemos de la fidelidad de nuestro entorno íntimo. El problema de esta verdad, como el de todas, es la dificultad de su establecimiento tanto porque no quede registro como porque sospechemos de los testimonios (personales, escritos, audiovisuales). Salvo que se haya estado presente y, aún así, la propia condición de testigo fiable se cuestiona porque se sospecha tanto de la capacidad fisiológica para apreciar lo ocurrido, como del filtrado que los intereses o creencias del testigo puede realizar para mejorar lo sucedido. También se puede cuestionar el mismo hecho de haber sido realmente testigo. Por eso cuando del establecimiento de la verdad de lo acontecido se derivan responsabilidades sean tan importante las garantías en los procesos. Nuestras dificultades con este tipo de verdad se derivan de nuestra convicción de que alguien llevó a cabo los hechos pero no podemos demostrarlo. Para hacerlo existen sistemas cuyo rigor intencional no garantiza que acertemos. En este caso la dificultad no estriba en lo que cada uno piense con sus patrones mentales, sino en la desaparición o inexistencia de un rastro tangible de cómo sucedieron los hechos. La realidad prosigue sus procesos sin tener en cuenta nuestro interés por congelarlos para poder demostrar un acontecido. Esta verdad tan importante se nos escapa por la falta de registro de cada acontecimiento. De ahí la multiplicación de cámaras para tal registro en tantos lugares públicos en la actualidad y, probablemente, en lugares privados en el futuro. Un continuo copiar la realidad acontecida para poder rebobinar y escrutar el pasado. Una especie de memoria universal y accesible a todos. Así las discusiones domésticas serán zanjadas con un par de click sobre un teclado desmintiendo o confirmando un “yo no he dicho eso”. Registro amenazante que provocará con toda seguridad una cuidadosa reserva con lo que se dice incluso en los momentos más apasionados. La fatal sospecha sobre la fiabilidad de los testigos tiene origen en nuestra convicción de que creencias o intereses pueden estar contaminando el testimonio. Los intereses implican malicia, pero como pueden ser probados pueden ser neutralizados. Más difícil es resolver el relativismo de las convicciones, que sí que será estructural y contamina lo que se diga y escriba sobre la cuestión porque, cuando de asuntos humanos se trate, es muy difícil ser absolutamente sincero o neutral. La verdad episódica es la prueba de nuestra convicción de la existencia de la realidad y, al tiempo, de su evanescente naturaleza. Esa debilidad de su establecimiento es la fisura por la que se cuelan distintas versiones de la historia, de algo que sucedió ayer o de algo que sucede en nuestra propia casa cuando no estamos en la habitación concreta.

 El hecho de que sospechemos del riesgo de relativismo en la verdad y dramatizamos pensando que no existe La Verdad, sino muchas verdades, nos obliga a aclarar algunas cosas. Las experiencias intersubjetivas con su estabilidad y el refinamiento en el establecimiento de pruebas históricas o episódicas, coherencia y robustez nos permiten creer que el ser humano tiene acceso a su verdad y que esta verdad, aún siendo lastrada por su paso por todo nuestros complejo aparato perceptivo y mental, es una imagen correlacionada con la versión que otra especie inteligente pudiera hacer. Como esto nos sitúa ante el problema de la cosa en sí, hemos de decir que el carácter tautológico de la realidad resuelve la cuestión pues, no es que no sea accesible al ser humano, sino que la cosa conocida se constituye en el acto de ser detectada por otra cosa (humana o no). Porque la detección u observación de algo no es un acto ajeno a la realidad observada. Estamos todos en la sopa. ¿La Tierra atrae a la Luna o viceversa?  ¿En qué momento consideraremos que hemos dado con la verdad? ¿En el momento en el que tengamos ante nosotros el registro que el acontecimiento dejó alterando de forma permanente su entorno (con un escrito, una marca, una ADN)?, no. Todavía nos queda salvar el obstáculo de la interpretación de los hechos. Descartada la malicia, unos mismos hechos serán interpretados de forma distinta desde distintas creencias sinceras. ¿Unos huesos en una zanja son la prueba de los crímenes de un dictador o la prueba de la anarquía generalizada en la sociedad del tiempo juzgado? ¿Cómo salir de esta aporía? En realidad no se sale, sino que nos quedamos dentro y establecemos la referencia de forma consensuada. No hay otro camino que fijar el cero, el punto de reposo, el lugar de referencia de todo para la propia especie que juzga. Y de todos los valores de nuestra especie y, probablemente, de cualquier otra que se pueda concebir con capacidad de juicio, los nucleares son la integridad física y psíquica de cada individuo y hoy sabemos que hemos de añadir, por nuestra propia conveniencia, la integridad de nuestro entorno natural. Todo lo que viole estos principios debe ser considerado rechazable. No hay meta que justifique trasgredir el fin que el propio ser humano es, ni meta que justifique la destrucción de nuestro soporte material y energético en el nivel de complejidad alcanzado.

Es una ley que nos damos a nosotros mismos y que sirve de referencia a todo tipo de creencia. Si una acción realizada daña al ser humano concreto o la naturaleza debe ser objeto de reproche ético, moral y legal. No vale acudir al contexto histórico aunque sirva para entender, para justificar el desmán porque sospechamos que el crimen siempre ha sido objeto de rechazo como patrón que nuestra propia naturaleza ha portado siempre, precisamente por atentar contra el carácter tautológico de la realidad. La realidad es pura superficialidad. Está todo a la vista. Lo oculto, en realidad, es pliegue de la superficie. Visto así se hace más urgente considerar un crimen telúrico toda actitud, estrategia o propósito basado en la desgracia de la irrepetible vida de cada subjetividad.

 La verdad científica tiene los mismos rasgos de la episódica aunque los problemas se mitigan porque las pruebas y los testimonios permanecen siempre a nuestro alcance, pues no se pregunta por acontecimientos individuales, sino por su estructura permanente. Otra cuestión es que sepamos preguntarle a la naturaleza. La dificultad fundamental es el patrón, la concepción en el marco de la cual preguntamos a la naturaleza. Este marco nos permite interpretar los hechos o los experimentos (hechos provocados), pero si alguien cuestiona el marco se produce una perplejidad cósmica, como la que experimentó Lord Kelvin al conocer la teoría de la relatividad. No pudo soportar la rotura de su patrón interpretativo. Afortunadamente, la ciencia no sufre con el sufrimiento de los científicos. En todo caso, la verdad científica, como todas las verdades es relativa pero útil. En este caso resolvemos el problema, no tomando como referencia los intereses del ser humano, sino utilizando el conocimiento como los tramos de un cohete propulsor de una cápsula, es decir, como un medio para un fin: que la cápsula llegue a su destino. En este caso, la cápsula es la tecnología y el destino mejorar la vida del ser humano, con lo que, al igual que con la verdad episódica, el ser humano se coloca como destino de sus propios esfuerzos, lo que no deja de ser tautológico ¿no creen?

 La verdad lógica es la más tautológica de todas, pues normalmente afirma cosas difícilmente refutables porque son verdades auto referidas. Por eso la tentación de tantos pensadores de colocar estas verdades en un topos uranos  de Platón a Husserl. La verdad tautológica es el eco de la experiencia (curiosamente) pues es experiencia formalizada. La verdad lógica reside en un topos bien cercano: nuestra mente, pero no es un producto de su funcionamiento óntico, sino el descubrimiento de las leyes universales en nosotros mismos. Son para siempre no por lejanas, sino por cercanas.

 La verdad estética es el ajuste entre nuestras expresiones de admiración o rechazo y lo que nuestra sensibilidad y convicciones estéticas nos dice. La verdad metafísica es el ajuste entre nuestro gran relato, naturalista o religioso y nuestras convicciones más firmes (procedentes de nuestra historia individual con las grandes e inagotables preguntas). Verdades con las que tenemos que tener la precaución de que más que contenidos inocentes revelado por los dioses, sean mecanismo falsos para el control social. La verdad ética es nuestro ajuste a los patrones de conducta insertos en nuestra mente por nuestra naturaleza humana y nuestras convicciones construidas en el complejo proceso de la vida. Todas estas verdades naufragan si se arrogan la condición de absolutas, puesto que, como queda dicho, no hay más referencia que el ser humano concreto. No hay una Verdad al final del camino al margen de nuestras tribulaciones, sino interpretaciones honestamente fundadas.

 ¿Y la falsedad? La falsedad es el desajuste entre lo que se expresa y la realidad. La falsedad es causada porque el ser humano se confunde con el hecho de que la realidad se manifiesta en él de muy diversas formas, por lo que puede ser seducido por uno de las manifestaciones y olvidar las demás o la mayoría. Así, si es un diletante extremo, no le importarán los problemas de los demás; si ama el placer, puede violar los códigos para obtenerlo; si prefiere el pensamiento huirá para aislarse; si su código ético le hace sentir culpa, se mentirá a sí mismo. Se miente por evitar un mero disgusto cotidiano, pero también para eludir responsabilidad penal o económica o política. Se expanden opacas capas de falacias o se destruyen pruebas o se legisla para obstruir o se buscan coartadas y cómplices, siempre con el objeto de pasar por veraces (en la versión más inofensiva) o para eludir la responsabilidad, en la versión más maléfica. Se reescribe la historia o, peor aún, se eliminan testigos para ocultar una y otra vez ignominias que pacientemente esperan a que las expresiones registradas puedan presentarse de nuevo para que reluzca la verdad.

La única verdad que está fuera de toda interpretación es aquella que se refiere al daño físico y mental de un ser humana, lo que incluye el expolio económico o patrimonial (incluido el medio ambiente). No se debe dañar a ningún ser humano. Esto no es discutible, pero sólo si hay un acuerdo previo, porque si no, la venganza será la excusa de legitimidad esgrimida por quien cometa el crimen compensatorio.  Si tales desmanes se dan se podrá tratar de evitar que se sepa quién los cometió, pero probar su comisión es la tarea primera. Cuando socialmente preguntamos por la verdad con cadáveres sobre la calzada, la cuestión ya no es si sucedió el hecho, sino a quien se le debe atribuir. Un terreno más resbaladizo es el de qué forma social es más conveniente para el buen gobierno de una sociedad, pero los relativos puntos de vista al respecto siempre han de neutralizar las diferencias buscando el bien común que las legitima (aunque sea irrelevante para otras formas del ser). Un buen resumen de ésta búsqued la ofrecen los conceptos de igualdad y libertad, con el correspondiente reto de su necesaria armonía.

Sigue en (7)…

© Antonio Garrido Hernández. 2013. Todos los derechos reservados.

La profecia gráfica

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Esta foto es más que una crónica gráfica de la protección forzada por las protestas ante la Torre Trump en Nueva York. Esta foto es el anticipo de un futuro ominoso que debe ser evitado. Esta foto es una profecía. La profecía como las maldiciones son deseadas o temidas en las sociedades incultas y supersticiosas que atribuyen a algunas personas la capacidad de anticipar realmente el futuro. Pero no se ha conocido nunca un profeta en este sentido, sino gente que se ha atrevido a prolongar un tendencia o los signos presentes que parecen indicar un proceso con un determinado resultado. Por eso no hay profetas profesionales. Por eso, los pronósticos unas veces se cumplen y otras no. La suerte de que una proyección acabe ocurriendo se da pocas veces a poca gente. Nostradamus fue un tramposo que se aprovechó de la ambigüedad semántica de las palabras para hacer todo tipo de propuestas que pueden ser interpretadas conforme a las intenciones del que busca alguna respuesta. Un buen pronosticador no puede ir más allá de unos pocos meses y es, sobre todo, una persona inteligente y atenta que deduce unos hechos futuros de los hechos pasados. En ese sentido las mejores profecías son las leyes de la naturaleza que predicen en qué momento me romperá la cabeza una maceta conociendo su posición inicial y la mía. En ese caso, lo último que pasaría por mi cabeza sería el reconocimiento de los certero de la profecía. Podemos decir que los grandes problemas sociales no mejorarán nada de aquí a mañana, pero que todo habrá cambiado en 100 años. El primer pronóstico es infalible y del segundo no tendremos que responder, suceda lo que suceda.

Esta foto es una profecía porque nos está diciendo en qué tipo de sociedad vivirán nuestros hijos si no reaccionamos. Unos policías vestidos a la última moda «cuidado conmigo» y portando las últimas tendencias en armas automáticas con caras de estar preguntándose «qué hago yo aquí» cuidan la entrada de la Torre Trump. La Torre Trump es la residencia y lugar de trabajo del presidente electo de los Estados Unidos de América el empresario y millonario Donald Trump. La combinación de la presencia de la policía y la condición de residencia de una empresa del edificio parece decirnos: «este es el futuro«. ¿Qué futuro? aquel en el que los intereses generales serán gestionados desde las grandes corporaciones. Ese futuro en el que los empresarios se desprenden de su timidez para presentarse ante la sociedad sin intermediarios: esos pusilánimes y corrompibles políticos que en el pasado (respecto del futuro) transmitían implícitamente las políticas verdaderamente sensatas dictadas por las corporaciones. Hasta ese futuro que anuncia la foto, el mundo de la empresa se mantenía al margen usando algunos rudimentarios mecanismos como la presión lobista en los parlamentos o alguna declaración sonora en la prensa. Pero llegó un momento en que se vió que la presión de los ciudadanos introducía demasiado ruido en la interpretación de los mensajes enviados desde el mundo de la empresa. Por eso Trump es un adelantado. Es «el esperado«, aunque sus motivaciones fueran de carácter muy personal. Por ejemplo, su orgullo herido por Obama en una distendida reunión con la prensa hace unos años o el retorno de la inversión en la campaña o cumplir una autoprofecía que hizo en una entrevista de televisión hace todavía más años. Da igual, porque él está dando cuerpo a una tendencia implícita en el sistema. Una tendencia que no era la única. Al fin y al cabo la socialdemocracia era una posibilidad real, pues funcionó muchos años. Pero en un momento determinado la influencia de la Escuela de Chicago señaló a los políticos otro camino y los «socialistas» picaron en el anzuelo. No hay más que ver la «tercera vía» del laborista Blair o la expresión «es la economía, ¡estúpido!» del demócrata Clinton para comprobar hasta qué punto el anzuelo se clavó en las bocas abiertas de los papanatas izquierdistas.

En la película Blade Runner Ridley Scott muestra en 2019 un mundo oscuro en las alturas, donde los trumps gobernaban y mal iluminado en los sótanos y corredores donde la gente mal vivían. La novela 1984 de George Orwell famosamente nos describe un mundo en el que los gobernantes de Blade Runner controlan la psique de todo ciudadano hasta la locura. Nuestra sociedad juega con estas ideas realizando programas de televisión en la que irresponsables organizadores e irresponsables concursantes dan cuerpo, bien que con poca clase, a la distopía. En fin, los literatos y los cineastas con más o menos torpeza avisan de un futuro siniestros, que pudiendo ser evitado, se va perfilando por la enorme capacidad que el dinero tiene de reunir a la gente más inteligente del planeta para que le diseñe la estrategia a seguir para su irracional propósito. Probablemente el éxito de Trump les haya inspirado la necesidad de tener bolsas de trabajadores empobrecidos y desesperados dispuestos a todo con tal de salir de su situación o, en el caso de los más lúcidos, dispuestos a una nihilista pedorreta a los políticos adictos a la mentira suave, eligiendo a los políticos adictos a la mentira dura. Quizá Hillary pertenezca a los mentirosos suaves, aquellos dispuestos a gozar del poder sin molestar a los poderosos. Pero Trump claramente pertenece al grupo de los mentirosos duros, aquellos que han decidido dejarse de paños calientes, utilizar a los desesperados y desplazar a las «hillaris» para ejercer sin intermediarios. Así crear un mundo de hombres blancos temerosos de Dios y creyentes del dinero que debe ser gobernados por quien cumpla escrupulosamente estos criterios. Trump los cumple claramente, pero también Erdogan, Urban, Putin o Assad.

La foto de la cabecera de este artículo es una profecía, pero las profecías no tiene porqué cumplirse. Lo que sí parece cumplirse es que si una parte de la población sufre, suele escoger salidas desesperadas. En estos casos la democracia sirve de herramientas para los fines de los monstruos del subsuelo que mienten mejor y pagan más a los sociólogos, politólogos y demógrafos que les sirven. Ante esta amenaza hay que levantarse como en Hamlet «contra un mar de problemas» y usando también la democracia hacer valer la fuerza de los más cuyo horizonte es la justicia y la igualdad entre los seres humanos. Los ángeles no existen, los diablos sí.

Despeñaderos y laderas

Hay dos formas de destruirse y el PSOE está utilizando las dos: la tipo despeñadero y la tipo ladera.  Un ejemplo de la primera es protagonizando grandes escándalos como el del 1 de octubre de 2016 y un ejemplo de la segunda es el apoyo a la candidatura de Fernández a la presidencia de la Comisión de Exteriores de nuestro Parlamento. El gran escándalo produce caídas verticales y las pequeñas muestras de debilidad y confusión producen una caída gradual que con el tiempo puede llegar bastante más abajo. Grandes escándalos no han faltado en la historia reciente de este partido: así, Filesa y GAL con apoyo vergonzoso a condenados por la justicia en la mismísima puerta de la cárcel. Tampoco estuvo nada mal la entrega con armas y bagajes de Rodríguez a la «austeridad para los muchos» aquel ominoso mayo de 2010 «costara lo que costara, le costara lo que le costara». Aún recuerdo mi sorpresa por aquella rendición revestida de entrega personal a una causa tan errónea. Pero hay acciones tipo ladera que llevan después a despeñarse cuando el suelo minado poco a poco se hunde bruscamente. Un caso manifiesto fue la incapacidad, primero, para hacer aterrizar suavemente la burbuja inmobiliaria y, después, para afrontar las consecuencias. Empezando por la lunática actitud de negar lo que estaba sucediendo.

Estas lecciones de historia política no han servido para nada porque el descrédito ha producido el gran fiasco para la izquierda que ha supuesto que, tras cuatro años de gobierno del PP apretando las tuercas hasta el punto de rozar la revuelta social, la derecha saque 11 millones de votos, que contando con las derechas nacionalistas suponen 1,5 millones más de los conseguidos por la izquierda. Pero añádase que a esta derrota se suma la división cainita entre PSOE y Podemos en una operación de neutralización mutua que anula la propia división de la derecha entre PP y Ciudadanos. Pues de derrota en derrota, política y ética el PSOE se desliza por la ladera camino del despeñadero. Y lo hace perseverando para hundirse con la cabeza bien alta.

Y las grandes cuestiones esperando a que sus señorías se distribuyan las sillas: veamos algunas que permitirán saber si el PSOE le ha tomado el gusto a la derrota y quiere apurar el cáliz u ofrece alguna salida a los desafíos de nuestra sociedad:

  1. Afianzamiento de las tres grandes bases de la paz social: Sanidad, Educación y Pensiones.
  2. Explotación del talento nacional en las ciencias, tecnologías y las artes
  3. Acabar con el esperpento de las sanciones a las Energías Renovables
  4. Reforma fiscal con persecución diligente de defraudadores para la financiación

Nuestro país puede tener una regresión grave si no afronta rápidamente un sistema de estímulo y aprovechamiento del talento de nuestros jóvenes. En la encuesta PISA ocupamos los últimos lugares mundiales (gráfico 1).

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Gráfico 1

Es llamativo el mal papel de los países meridionales en el marco internacional y el mal papel de las regiones del sur en el marco nacional en lectura y matemáticas (Gráfico 2 y 3). El país con mejores resultados es Corea del Sur. Un reciente vídeo de la BBC (http://www.bbc.com/news/education-24446608) lo explica en base a la ética del trabajo de los estudiantes, que consideran su deber evitar gastos excesivos a sus familias. Una prueba más de la afirmación de Adela Cortina de que la ética es rentable.

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Gráfico 2
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Gráfico 3

Por otra parte, nuestro país será objeto de burla internacional si persiste en no aprovecha su índice de soleamiento para reducir la factura del petróleo. Una burla merecida porque, además, lo hace para preservar los intereses de grandes compañías que quieren decidir cuándo se abandona un recurso y cuándo se toma otro para la optimización de sus beneficios y amortización de instalaciones.

La paz social no es resultado de la acción de la policía, como sabe hasta la policía. Por eso, cuando la indignación sube de grado, se legisla para quitar a los jueces las sanciones por las manifestaciones y se lleva al terreno más doloroso de la multa individual que, obviamente inhibe al ciudadano que precisamente se manifiesta por su falta de recursos o servicios públicos. Esta es la versión perversa del uso de la inteligencia para evitar las molestas protestas. Pero ese recurso tiene un límite que es el de la degradación permanente y premeditada de las tres joyas de la corona social (Sanidad, Educación y Pensiones). España tiene un 25 % de población formada por menores de edad en fase de educación y otro 25 % de pensionistas y, obviamente, un 100 % de potenciales usuarios de la Sanidad. Sólo una ceguera política irreversible o una maldad insana podría explicar abandonar estos pilares de una sociedad civilizada. Para evitarlo se necesitan dirigentes que no estén en connivencia con los interesados en privatizar hasta la corona si diera beneficio. También se necesitan dirigentes que no hayan leído el libro de cabecera de Margaret Thatcher (The constitution of liberty). Un libro en el Hayek hipostasia la libertad a tal extremo que la convierte en un arma de destrucción masiva de la sociedad civilizada para instaurar un neomedievalismo con señores y siervos. Naturalmente no faltará en el esquema una religión que le dé forma metafísica al sistema y consuelo al sufrimiento moral de los perpetradores del sufrimiento físico de la gente.

Cualquiera de estos proyectos necesitará de fe en las propias fuerzas, visión de qué país queremos ser en el concierto internacional. ¿Vamos a permitir que los Farage, Trump o Le Pen empiecen a salir de nuestro propio subsuelo o vamos a cegar las salidas incorporando a nuestra ciudadanía a un proyecto común basado en la libertad, por supuesto, pero conciliada con la justicia y la igualdad?. O al menos combativo con la injusticia escandalosa y la desigualdad extrema.

El primer partido que quiera encarnar estos valores tendrá que empezar por inventar un nuevo lenguaje político. El actual está inservible porque la polisemia y las ambigüedades intrínsecas a cada acto de comunicación están siendo meticulosamente utilizadas para la mentira transparente. ¿Es el PSOE ese partido? si no lo es, que deje paso. Si prefiere seguir descendiendo está en el camino. Si no, que busque pronto entre los suyos quien encarne frescura y resolución para abordar estos grandes desafíos y dejen de enredar.  Por cierto los jóvenes de Podemos están, de momento al menos, pareciéndose más a sus hermanos mayores que a ese esperanzador movimiento de cambio inteligente que esperábamos algunos.  Véanse los casos, menores pero ilustrativos, de la deriva hacia la complacencia y la reacción tribal del caso Espinar. Naturalmente com no es posible quedarse en una repisa de la montaña, si no se quiere ni el despeñadero ni la ladera, pues a escalar hacia la cumbre. La sociedad espera.