Tensa espera

Lo siento, pero no puedo trivializar la situación de Cataluña que afronta hechos consumados y nuevos desafíos. Cuando muchos miles de personas, equivocadas o no, están dispuestas a salir a la calle y afrontar lo que sea poniendo sus cuerpos, es que algo indeseable puede suceder. La virtualidad de las tragedias que nos permite ver en los telediarios las más horrorosas escenas sin que nos afecten más allá de un comentario sobre la locura del ser humano, nos ha llevado a un estado de insensibilidad que no impide ver los peligros de según qué situaciones. Y la situación en la que estamos se caracteriza por:

  • desconfianza entre entidades policiales, con situaciones cómicas como que una de ellas se aloja en barcos de recreo lo que produce enfado en sus componentes por experimentar una suerte de humillación.
  • potencial enfrentamiento entre cuerpos policiales en función de cómo transcurran los acontecimientos.
  • una muchedumbre excitada por los responsables políticos y civiles que les prometen lo que no está en su mano conceder. Nada menos que una gloriosa secesión.
  • una muchedumbre compuesta por todos los tipos de género y edades lo que podría dar lugar a situaciones insoportables en una sociedad civilizada.
  • estancamiento de las posiciones que se ubican en los extremos respectivos: la independencia unilateral tras la celebración de un simulacro de referéndum, de una parte, y aplicación fría de la ley y los medios antidisturbios, de otra.
  • con ambas partes eludiendo ante su público las respectivas responsabilidades por acciones u omisiones legal y emotivamente disparatadas que, de una parte, consiste en la desfiguración de toda legalidad y de otra, una historia de desprecio por las reivindicaciones, primero moderadas y constitucionales y ahora radicales hasta extremos de difícil reconducción.

En definitiva, creo que hay un enorme peligro de enfrentamiento duro que traiga como consecuencia heridas incurables entre personas y entre instituciones. Los amargos enfrentamientos verbales en los medios de comunicación y las baterías de falsedades que las emociones obligan a urdir para no admitir los fallos de cada uno, producen un clima de repugnancia intelectual y casi física. Las posturas adoptadas por unos y otros, que van desde la más lunática intransigencia contra toda evidencia, a la más empalagosa petición de confianza basada en la bondad intrínseca de las personas y las intenciones, invitan a ser pesimista.

Por otra parte, produce una gran extrañeza el fenómeno de la incorporación de emigrantes recientes a las posiciones independentistas, no tanto por la parte positiva de adhesión, como por la negativa de desafección con sus orígenes. Un fenómeno que produce perplejidad y que aumenta la sensación de enfrentamiento entre iguales, además de relativizar el carácter identitario de la revuelta, que pasa a parecer más una reivindicación de una forma de ser convencional y asumible por un recién llegado, que la exigencia de autonomía para un origen milenario. Una perplejidad que refleja bien esta viñeta del Diario de Jaén:

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Los independentistas en el gobierno autonómico y en las asociaciones civiles se sienten ya incapaces de desinflar el globo de las ilusiones de los ilusos y los gobernantes se sienten incapaces de ofrecer nada, una vez que perdieron la ocasión que se les brindó antes de que se conformara el bloque radical. Además de que experimentan el vértigo, que todos compartimos, de que se abra una vía por la que se escape cualquier pretensión de mantener la unidad nacional. Un peligro que se ha puesto de manifiesto inmediatamente cuando los nacionalistas vascos han dado un paso atrás en su apoyo al gobierno y han rebuscado en su baúl de reivindicaciones para esperar y ver. El gobierno de la nación se ha colocado, sin necesitar ayuda de nadie, en una posición que es consecuencia de su actitud en todas las fases del ser de un partido político, pues ofendieron estando en la oposición para minar al, entonces, gobierno socialistas y ofendieron cuando ya en el poder no han comprendido que el estado natural de la derecha catalana dista de ser el aparecer aliado con partidos anti-sistema.

Pero a mi los que me importan, frente a sueños utópicos y siestas pragmáticas, son las personas y son éstas las que pueden estar en peligro. Por eso, dado que falta una semana, debería ser aprovechada para encontrar una solución que haga que todos nos vayamos a casa y nuestros representantes resuelvan el crucigrama sin poner a la gente o a los agentes como escudos humanos que protejan una reputación que ya ha sido arrastrada por el fango por sus propios titulares.

Sin embargo, tal parece que no habrá un escenario de negociación, ni propiciado por la retirada de la pretensión de celebrar un referéndum a pesar de tener el barco organizativo desarbolado, ni por la promesa gubernamental de unas negociaciones para un referéndum legal. Por tanto, creo ya será a partir del día siguiente cuando cabe esperar un escenario dialogante, siempre que no haya una declaración lunática de la independencia o un enroque gubernamental en la esquina constitucional.

En caso de diálogo, de todos los escenarios el que me parece más sensato es la exploración de un Estado Federal, que no es otra cosa que la evolución natural de la actual estructura estatal, dado que en la redacción de la constitución del 1978 no se tuvo la capacidad de haber dado un estatuto especial a Cataluña y el País Vasco, mientras el resto de España se constituía conforme a su vocación de unidad. El «café para todos» del gobierno de Adolfo Suárez fue una estación de paso que tenía como desarrollo natural un estado federal. Todo esto no es otra cosa que el reconocimiento de la historia, pues la convivencia no es un objeto descarnado que puede ser tratado exclusivamente con la lógica. Obviamente no es necesario que se derive de esta fórmula un reino de taifas con 17 «estados». Creo que lo natural sería que las actuales autonomías, sin perder tal condición, tuvieran la libertad de asociarse por afinidades, cuyas características ignoro, para formar estados con entidad suficiente.

Cuando ví la película «Midnight Cowboy» advertí el profundo desprecio mutuo que hay entre neoyorquinos y tejanos sin que eso impida un patriotismo común. El cine y la literatura están llenos de enfrentamiento entre regiones que forman parte de la intrahistoria de los países, pero que raramente dan lugar a conflictos tan agudos. A pesar del carácter montaraz de nuestra historia, no ha pasado en vano medio siglo desde que practicamos alegremente el cainismo. La Guerra Civil está a una distancia temporal que permite sentir todavía el escalofrío de su crueldad y, al tiempo, tener la esperanza de que el misterioso fenómeno de la transmisión del odio a través del tiempo no se haya apoderado de una nueva generación de españoles.

Una vez que la transparencia social y política ha puesto de manifiesto que la dignidad y capacidad de los dirigentes era una quimera construída a base de distancia y oropel, polichinelas con hambre de celebridad atrapados en un torbellino de prejuicios e intereses, es el momento de modificar nuestra actitudes para poner nosotros la sensatez a la hora de elegirlos y a la hora de exigir. Por tanto, creo que la reforma constitucional a la que estamos abocados debería incluir:

  1. la modificación de la forma de estado para reconocer la compleja historia de nuestro país. Llamando a los componentes de la federación landers, estados, naciones o nociones que tanto da, pero con un cierre a cualquier forma de secesión.
  2. la modificación de la ley electoral para que la corrección de la relación número de votos-número de escaños resulte menos sorprendente que lo es ahora y
  3. la modificación de las listas electorales para que el elector no esté obligado a elegir candidatos desconocidos o sin reputación, pudiendo elegir candidatos de listas distintas si confía más en ellos que en los partidos que los proponen. También es explorable la fórmula inglesa de que el político responda ante sus electores de distrito.

Es muy importante que en el fragor de esta discusión de gran calado no se escapen impunemente aquellos que, tanto en el plano económico, con sus conductas corruptas, como político, con sus conductas irresponsables, han llevado al país a esta peligrosa crisis de confianza y respeto entre sus gentes.

El historiador francés Pierre Vilar nos dice que fue en el año 1640 que se perdió la ocasión de eliminar la futuras y recidivantes crisis identitarias. Este fue el año en que se perdió Portugal y la desafección de Cataluña llegó al paroxismo. Entre las torpezas de Felipe IV, estuvo el aplastamiento económico de la nobleza portuguesa, que se permitió nombrar otro rey, y el maltrato de la población catalana por parte del ejército de los austrias, lo que provocó la rebelión de los segadores. La debilidad del reino era tan grande que hubo sublevaciones descentralizadoras en Navarra, Aragón y Andalucía. ¿Seremos capaces de superar nuestra historia y, con los pies sobre estos sólidos casi 40 años de democracia y respeto mutuo, construir un país en el que se armonicen la capacidad de autogobierno con la unidad nacional? o por el contrario, ¿nos dejaremos arrastrar a un período de incertidumbre y desunión que nos destruya como nación, contribuyendo, para nuestra vergüenza y condición maldita, a la destrucción de Europa?. Esta semana y los próximos meses serán decisivos para evitarlo.

OTROS ARTÍCULOS SOBRE LA CRISIS DE CATALUNYA

Marcel, no te olvidan

INTRODUCCIÓN

Ernst Gombrich el afamado historiador del arte nacido en Austria dejó dicho en su biografía que lamentaba haber vivido en un siglo en el que se consideró a La Fontaine de Marcel Duchamp una obra de arte. Bueno, ya veremos qué se dice dentro de unos años. Porque el siglo XX ha sido atropellado por los efectos de la tecnología hasta el extremo de ver alterada o  transformada su sensibilidad estética, que nadie dijo que debía quedar asociada a la representación figurativa. A nadie le extraña que los edificios muestren sus entrañas desde la obra de Richard Rogers y Renzo Piano en París, ni que en las paredes blancas de los museos aparecen enmarcados exquisitas muestras de la imaginación matérica o colorista abstracta.

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La Fontaine (1917). Marcel Duchamp

Un día en la Francia de la III república, las formas de Ingres se disolvieron en un proceso de unos veinte años hasta llegar a la acuarela informe de Kandinsky. Otro día, en los años veinte, en el café Voltaire los dadaístas conceptualizan el arte y llevan a cabo las primeras performances. Y aún queda otro día imaginario para que aparezcan las instalaciones, esas provocaciones tridimensionales que, a menudo, desconciertan al público dada la finura de la raya de separación con la realidad, si no fuera por el efecto pedestal. Una propuesta artística que nace en el propio Duchamp con sus ready-made.

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Mademoiselle Duvaucey (1807). Jean Auguste Dominique Ingres
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Primera acuarela abstracta (1910). Vassily Kandinsky.
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Primeras performances. Café Voltaire. Zúrich
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Instalación. Una rueda de bicicleta (1913). En la foto el propio Marcel Duchamp.

Un proceso de búsqueda, a veces infructuosa, que parece estancado en este momento en que el arte vuelve, cansado del viaje al interior del ser humano, y regresa a la realidad exterior tal y como la percibimos. Se ha cerrado un ciclo, un círculo en el que el arte se busca así mismo transitando los mismos caminos mientras combina materia y energía sin más resultados que el efectismo. Quizá la tecnología digital con su promesa de realidad virtual, traiga novedades que aún no se perciben, quizá, las fuertes transformaciones del espíritu humano en estos últimos años provoque una eclosión artística proveniente de la desesperación que el futuro ofrece a los jóvenes. En todo caso, el artista actual no tiene la culpa de no haber estado en los efervescentes años del siglo XX en que la ruptura la protagonizaron los titanes de lo no convencional en las artes musicales, literarias, plásticas y escénicas. Y, desde luego, si es un artista real estará atravesado, como en el Ión de Platón, por el rayo divino de la inspiración y producirá gran arte aunque su tiempo lastre su vuelo artístico.

Dicho todo esto, quiero comentar una exposición que he visitado esta mañana en la más completa soledad en el Centro Párraga ubicado en uno de los pabellones del antiguo cuartel de artillería, Campaña 18, en el que, por cierto, pasé un año preguntándome qué hacía allí yendo de un pabellón a otro vestido de caqui. Esta mañana sí sabía a qué iba. Por cierto, qué gran transformación de la zona, una vez derribados los muros del cuartel que, en aquellos tiempos (los años setenta) ya sólo servían, no para que no entrara el «enemigo», sino para que no se escaparan los soldados de reemplazo para irse de juerga (un ejemplo más de cómo se han derrumbado todos los relatos sin que tengamos uno alternativo que compartir). El entorno africanista de los pabellones militares están tan lejos de lo que albergan que parecen pertenecer a otra dimensión.

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Estanque árabe donde antes se hacían concursos de tiro. Al fondo un pequeño pabellón con el estilo africanista característico de muchas de las instalaciones militares del norte de Marruecos. La estampa en su conjunto nos traslada a una época ya inexistente y de la que queda sólo el cascarón.

LA EXPOSICIÓN

Pues bien, ya en la sala, veo el manifiesto de la exposición que se titula:

FUENTES DE SOMBRAS. Visiones femeninas sobre Duchamp y el urinario, y leo que el propósito es «un intento de ampliar el marco de reflexión del urinario a partir del punto de vista de nueve artistas mujeres, cuyos trabajos reabren un debate aparentemente cerrado»

Hay que decir que no hay debate cerrado mientras queden dos seres humanos vivos, uno que abre el debate y otro que atiende o no la petición de discusión. Pero hay debates multitudinarios y otros más marginales, como probablemente sea este. La sala está vacía, desoladoramente vacía. Probablemente sea por el día (lunes) y la hora (las 12). De modo que los objetos se interpelan unos a otros. Una vez repasada geográficamente la exposición destaca una instalación que no parece guardar relación alguna con el resto. En ella predomina el color rosa y el buen gusto. Transparencia plástica y evocación primitiva. Se trata de la propuesta del colectivo Fru-Fru. El misterio sólo lo podría desvelar la comisario de la exposición. Pero vamos poco a poco:

El visitante se sube a la pared de la izquierda y reptando encuentra una imagen letrada en la que faltan algunas vocales. Le evoca la pipa de Magritte. De la lectura de la tarjeta obtenemos la ayuda para interpretar la obra Te siento tanto (2016) de Jana Leo:

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Te siento tanto (2016). Jana Leo

Hay un mensaje truncado y una imagen sangrante. Sangre que se usa para trazar los arañazos. La relación con Duchamp estriba en las ausencias de vocales que evocan el Ruido Secreto del lenguaje ausente como extrapolación del ruido de cualquier objeto físico al que se excite convenientemente. Es el ruido del universo ¿la armonía de las esferas celestiales de los pitagóricos?

Un poco más allá, una foto de Jana Leo con unas provocadoras siglas en la frente evoca las fotografías de Man Ray y el propio Duchamp transvestido. Pero Jana reclama la atención sobre el urinario de Duchamp como flecha que señala el espeso clímax de las relaciones homosexuales de su época. La alusión al sida es la alusión a la marginación. Si los varones de la época se crearon su propio ambiente, Jana reclama que se preste atención a la marginación de otros grupos castigados por las convenciones sociales. Entre ellos a las mujeres. La obra se titula Estigmas fatales (1994).

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Estigmas fatales (1994). Jana Leo

Más allá, encontramos las instalación de Fru-Fru, que ya hemos comentado que no encaja en el propósito de la exposición, si no es tangencialmente, pero que reclama nuestra mirada magnéticamente. Su tamaño, su frescura e, incluso, su posición ladeada atrae a nuestro observador que se baja de la pared para acercarse a todos sus matices. Es una obra que nos permite un descanso entre el alto simbolismo de las funciones bológicas. Como no hay nadie, el observador sube a la cresta y recorre los espacios llenos y vacíos de la obra. La obra se titula Eurasic Bath (2017) y no habla del urinario, sino que evoca el conjunto de la estancia para la higiene como lugar sagrado para el alma y el cuerpo en su intimidad.

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Eurasic Bath. Fru-Fru. London Victoria&Albert Museum. 2017

Provocadoramente sugiere que son formas y colores para el año 4017 (de nuestra era). En rosa se propone al cuarto de baño como una especie de Aleph desde el que mundo se contempla y hacia el que el mundo mira condicionando lo que en él ocurre haciendo caer las paredes para que se advierta hasta qué punto en él todas las barreras caen mientras el individuo se resiste a disolverse por las fuerzas de la ambigüedad, lo biológico y lo económicos. En un sector del círculo interpretativo habla de la intimidad difusa de Amanda Lear, una de las musas de Dalí. Enorme esfuerzo sintético de esta instalación que posiblemente fuera más explícita en su formato original en la exposición en el Victoria & Albert Museum de Londres en febrero de 2017.

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Presentación para la exposición de algunos elementos del Eurasic Bath. Fru-Fru. London Victoria&Albert Museum. 2017

Refrescado el observador vuelve a la pared y avanza hacia la esquina donde hay una figura con apariencia informe sobre un pedestal. El ojo se ajusta para aplicar patrones a las formas y encontrar similitudes con algunas de sus partes. La operación tiene éxito y una vagina aparece en la parte posterior, mientras un pene emerge hacia las alturas como el promontorio de Whitman. Pero al leer su tarjeta, un escalofrío recorre la espalda del observador varón, pues se trata de una picadora de carne. Chelo Matesanz presenta una obra El fuente de (2017) cuya relación con La Fontaine está más cogida por los pelos, pero que, una vez establecida, hace inevitable un pensamiento funesto cada vez que en el futuro el observador haga uso de un urinario. Las emociones del arte contemporáneo no tienen que ser placenteras. Pero podemos hacer un viaje de retorno desde el punto al que la analogía urinario-picadora nos ha llevado, pero requiere un esfuerzo de anulación de la memoria que hoy no vamos a hacer, para irnos bajo el efecto de la ansiedad que la obra produce.

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El fuente de (2017). Chelo Matesanz

Dos pasos más por la pared, un tránsito por el techo y el observador baja acercándose a una obra enigmática en primera instancia. Es la obra A diamond or a Coin (1984) de Almudena Lobera. Es una obra que evoca a Duchamp, pero el observador no se resiste a que su mente piense en Magritte de nuevo. Se trata de un dibujo de la obra Un ruido secreto del propio Duchamp, pero la artista ha llevado a cabo un atrevido gesto para provocar la sorpresa y las sinapsis del observador. Del dibujo bidimensional «ha extraído» los cuatro clavos. Clavos que, en la realidad, harían posible el montaje y en el dibujo son echados de menos aunque toda representación tiene derecho a la incoherencia. Tal parece que, en cualquier momento, la mano va a salir del plano para reclamar sus clavos. La contemplación de la obra obliga a un viaje entre dimensiones sumamente sugerente. Desde la capacidad de «engañar al ojo» del descubrimiento de Brunelleschi no había visto nada igual. Porque aquí no se quiere «trompe l’oil» sino dejar la mente en suspenso una milésima de segundo mientras descifra el rompecabezas. El observador no toca los clavos por si es absorbido hacia el interior del dibujo.

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A diamond or a Coin (1984). Almudena Lobera

Aún sobrecogido por las dos últimas obras que le han producido espasmos físicos y calambres mentales (Wittgenstein), es decir placer estético, se dirige al cuarto oscuro. Oscuridad que despierta todos los temores infantiles y desorientado el observador va hacia la luz del fondo donde la cartagenera Rocío Abellán ha instalado su habitación Été donné. La mère, la chambre, la pot (2017) (lo dado, la madre, la habitación, el orinal). Desde luego, la familia es dada y los amigos elegidos. Miedos infantiles resueltos con el familiar orinal. Tiempos de retrete (lugar retirado) y fantasmas. El vestido de novia, quizá, evoca la huída de lo dado hacia lo elegido.

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Été donné. La mère, la chambre, la pot (2017). Rocío Abellán

Un sonido reclama la atención del observador que se vuelve y se ve ante una pared negra en la que una forma de transforma e interpela. Al modo del test de Rorschach reta a nuestros patrones para interpretar su dinámica. Así ante este observador aparecen abrazos y cuevas (amor y sexo).

Cerrado el ciclo se vuelve a la luz y repta rápido por la pared izquierda, pasa por encima de «A diamond…» y «Eurasic…» y dobla una esquina sin esfuerzo y tropieza con Montserrat Mesalles y su interpretación de la Fontaine a la que llama Punto i aria (2017). Un urinario masculino se ve feminizado por una urdimbre que enlaza con el Gran Vidrio de Duchamp, donde una novia conceptual pinta en el aire como se teje el tejido utilizado para enfundar la pieza. Todo son alusiones al salto del arte desde lo matérico a lo mental que propuso Deschamps.

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Punto i aria (2017). Montserrat Mesalles

Sin solución de continuidad, en la misma pared, con sólo tres o cuatro ondas, el observador se encuentra con las obra de Paula Rubio Instalación (2017), Fotografía I (1998) y II (2007) y Prototipo I, II yIII (2017). Todas ellas voceando su mensaje de marginación desde las ruinas urinarias de la prisión de Carabanchel. Paradójicamente recuerdan que el primer urinario exhibido fue indultado y ensalzado por el Gran Arte a pesar de las objeciones de Gombrich.

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Instalación (2017), Fotografía I (1998) y II (2007) y Prototipo I, II yIII (2017). Paula Rubio

El arte conceptual cansa, porque el ser humano tiene «pereza de concepto» como Hegel nos hizo saber. No en vano fuimos instinto, primero, emoción, después, y reflexión al final de un largo camino del que todavía tenemos el recuerdo. Pero el observador está solo y puede descansar hasta la siguiente etapa.

Recuperado, ordenadas las ideas, afronta una instalación de la que no tiene tarjeta. Respira aliviado, porque puede interpretarla por su cuenta. Una barandilla de escalera que conduce a ninguna parte y, sin embargo, el observador quiere subir por ella. Sabe que detrás le esperan los recipientes para recoger sus restos si la aventura acaba mal, pero persiste. Espera a que se abra la no puerta a la que conduce la no escalera. Dicho esto, reflexiona y llega a la conclusión que esta instalación forma parte de la de Paula Rubio, por lo que expulsa sus propias reflexiones y abandona la sala con los ojos mirando hacia dentro para encontrar el hilo de Ariadna.

 

 

El nuevo medievo

Hace unos años, todavía entrar en el casco viejo de San Sebastián producía hormigueo por las extrañas criaturas que se veían por las estrechas calles de su trazado. Unas criaturas en cuyos cerebros aún habitaban el gusto por el homicidio alevoso. Pues bien, en el escaparate de una librería había desplegado un mapa con con todas las «naciones sin estado» de Europa. Lo compré por curiosidad, con lo que estaba financiando el independentismo vasco, y me lo traje a Murcia. Ya no sé dónde está, pero en Internet hay de todo y he encontrado algunos que muestro en este artículo.

Regiones de Europa Impresionista
Impresionismo europeo

En el siglo XVIII especialmente Alemania, que todavía era un mosaico de principados, fue la cuna de un fuerte movimiento anti ilustrado que se extendió, durante el siglo XIX, a toda Europa en forma de romanticismo. Este movimiento desconfiaba de la razón y su eco llegó hasta nuestro genial pintor Francisco de Goya, que acuñó aquello   de «El sueño de la razón producen monstruos» inscrito en el grabado nº 43 de sus Caprichos. Por otra parte, podríamos parafrasear a Goya diciendo que «El sueño de las emociones crean paraísos tóxicos«. Desde entonces, románticos e ilustrados batallan en Europa tratando, unos, de desagregarla en regiones, normalmente con lenguas específicas y, otros, de mantener unas entidades supra identitarias para manejarse en el mundo globalizado con cierta potencia económica y política.

El sueño de la razón
El sueño de la razón produce monstruos. Goya

Los unos gustan de la idea de una europa teselada en la que el sujeto se afirma en el confort de su matriz cultural, desde la que se ejerce y defiende con los recursos de un estado independiente. Como juzgan las cosas desde la posición identitaria, no les gusta ninguna unidad supraregional y se sienten continuamente agraviados. Borges decía que «los irlandeses se sienten incesantemente irlandeses«. No se adivina cómo desde esta fragmentación se puede ordenar la convivencia sin que surjan aquí o allí conflictos, una y otra vez. Quizá con una gobernanza global que sustituiría ex novo a la que, ahora, creen estar sufriendo en las entidades que la historia ha creado y con las que mantienen resentimientos que, misteriosamente, pasan de unas generaciones a otras. Los románticos piensan que el orden racional de un estado supra identitario ha traído muchas desgracias al mundo, como el exterminio de los armenios, la convivencia forzada de los yugoslavos o, en el pasado, la «normalización» que los imperios llevaron a cabo con aztecas, incas, indios norteamericanos, intocables asiáticos o el pueblo paraguayo por parte de la Triple Alianza…

Los ilustrados, por su parte, piensan en la unidad de la ley y desconfían de la emoción de la identidad. Creen que en la falta de control de la razón está en el origen de las grandes tragedias. No pocos jóvenes arrebatados por la emoción de la defensa de su tribu han ido entusiasmados a la guerra y o no han vuelto o lo han hecho mutilados. Jan Pieterszoon Coen, un oficial de la Compañía de Indias Holandesa (VOC) dejó dicho, allá por el siglo XVII, que «No podemos hacer la guerra sin comerciar, ni el comerciar sin hacer la guerra«, lo que debería ponernos en alerta respecto de lanzarnos emotivamente a defender el señuelo que nos pongan los fenicios de la tribu. Los ilustrados saben que unas pocas palabras tóxicas sembradas en el ánimo de alguien, y que aludan a reales o ficticios agravios, genera el curioso fenómeno de unir a miles de personas por un vínculo muy estrecho, que los puede lanzar a las más disparatadas acciones. Los ilustrados piensan que los románticos han traído muchas desgracias al mundo como los enfrentamientos letales entre serbios y bosnios, hutus y tutsis, protestantes y católicos, chiitas y sunies…

En fin, estamos en un buen lío, cuando creíamos que todas la supersticiones, incluída la de la identidad, racial o cultural estaban superadas. El cerebro humano primero fue cerebelo para reaccionar mecánicamente a los estímulos físicos, después fue sistema límbico para reaccionar ante las tribulaciones mediante los avisos de las emociones (miedo, asco, ira…) y finalmente, fue neo cortex, es decir, lenguaje, cálculo, razón. El de hoy, es un combate entre la amígdala y los lóbulos frontales (vaya por Dios). Si usted no puede modular  los derrames de hormonas de las glándulas suprarrenales, entre otras, con las sinapsis de los lóbulos del neo cortex, porque el placer que le produce supera a cualquier razonamiento, dese unos golpes en el pecho como un gorila macho y adelante con los faroles, como se dice en Cartagena para arrancar con los pasos de procesión. Si a usted, por el contrario, la frialdad, suavidad y silencio de la actividad cerebral le empuja a actuar conforme a las conclusiones a las que llegue, coja la ley y golpee con ella al adversario. Y, finalmente, si usted es esclavo de las emociones y, al tiempo, usa la razón para las tácticas que le lleven a conseguir lo que sus emociones le piden. ¡cuerpo a tierra! porque vamos hacia un nuevo medievo, pero ahora con rayos láser y armas atómicas.

Una vez, en Madrid, el taxista que me conducía a ver a un amigo, llevaba la radio puesta en una emisora defensora de la teoría de la conspiración según la cual, los socialistas habían tramado el 11-M. Mostrando alguna duda, provoqué la siguiente teoría epicíclica: «Los atentados de Londres (julio de 2005) es cosas de Zapatero«. Me vió la cara por el retrovisor y me dijo: ¿Es que no sabe usted que hay un ferry de Bilbao a Inglaterra? Le dije, alarmado, que había llegado a mi destino, y me bajé tres kilómetros antes aliviado. Lo dicho ¡Cuerpo a tierra que llegan las emociones, o la razón o el nuevo medievo! ¡Vaya usted a saber!

OTROS ARTÍCULOS SOBRE LA CRISIS DE CATALUNYA

 

(III) Historia crítica de la Arquitectura moderna. Kenneth Frampton. Reseña (7)

… viene de II

CHARLES-ÉDOUARD JEANNERET  (Le Corbusier)

Este arquitecto, nacido en Suiza en 1887 y nacionalizado francés en 1930, murió biológicamente en Roquebrune-Cap-Martin en 1965. Lo hizo poéticamente adentrándose en el mar Mediterráneo para no regresar vivo. Lo hizo bajo su original vivienda (Le Cabanon) conectada a un restaurante costero y su tumba está sobre ella con buenas vistas al horizonte.

Profuso escritor dejó dicho en su libro Vers une Architecture:

«Mediante el uso de materiales inertes y bajo condiciones más o menos utilitarias, se establecen ciertas relaciones que me conmueven. Esto es Arquitectura» 

Le Corbusier Roquebrune
Vivienda de veraneo de Le Corbusier (Le Cabanon). Roquebrune-Cap-Martin. 1952

Frampton es consciente de la importancia de este arquitecto y le dedica varias secciones de su libro. En esta reseña se respeta esta poliédrica visión del arquitecto, pero, al contrario que en el libro de referencia, se comentan todas juntas para facilitar la visión completa con las limitaciones del carácter sumario de este artículo.

Le Corbusier (el cuervo) adoptó este seudónimo de un antepasado que tenía este apellido. Por él es conocido y por la calvicie y gafas redondas que caracterizan su figura. Una conjunto físiomático que casi representan a la arquitectura, como el triángulo a Dios. No son pocos los jóvenes arquitectos que, al menos durante una época de su vida, han imitado este aspecto. Obviamente esta admiración señala al mito que fue en vida y más allá este arquitecto. A su muerte, los remitentes de condolencias, tenían el nivel de grandes artistas y Jefes de Estado.

Le Corbusier Primera CasaSu primera obra la realizó con dieciocho años en su pueblo natal La Chaux-De-Fonds en el cantón francófono de Neûchatel. Fue la Villa Fallet construida en 1905 en el estilo Juger Stijl (versión alemana del modernismo)  bajo la influencia de su maestro L’Eplattenier, que, a su vez, se basaba en el libro The Grammar of Ornament (1856) de Owen Jones. Una teoría que su maestro proponía adaptar al medio concreto de la región del Jura. Un mandato que el joven arquitecto cumple a la perfección en su primera obra, al tomar como referencia las granjas de las zona con sus motivos ornamentales tomados de la naturaleza circundante.

Al ser Charles-Édouard su mejor alumno lo envió a Viena a continuar su formación con Josef Hoffmann. Una influencia (modernismo clasicista) que apenas se observa en los diseños que hizo para casas suizas durante su estancia en Viena.

Su familia, de tradición Albigense, probablemente le transmitió un sentido maniqueo de la existencia, que se traducía en sus oposiciones entre luz y oscuridad; entre sólido y vacío; entre Apolo y Medusa. Una nítida polaridad que constituía su forma de pensar y escribir. 1907 fue un año crucial para Charles-Édouard pues conoció al arquitecto Tony Garnier, que le hizo ver la importancia del planeamiento urbanístico y su potencial importancia para el desarrollo de ideas socialistas que, tanto su maestro como Garnier, le transmitieron. Unas simpatías que se acentuaron con su experiencia en el monasterio a la Cartuja de Ema en Toscana. La vida en común y la disposición de sus estancias tuvo una influencia decisiva en sus proyectos posteriores y su concepción socialista de la vida. En la cartuja era posible disfrutar de silencio, soledad y, al tiempo, contacto diario con otros hombres.

En 1908 trabaja en el estudio del arquitecto Claude Perret. Los catorce meses que pasó allí le pusieron en la pista del hormigón armado, del que Perret era un experto. Una técnica que Charles-Édouard transformó en todo un programa para la arquitectura del futuro. Su entusiasmo con el hormigón armado provocó el disgusto de su maestro L’Eplattenier. Esta estancia fue, también, una oportunidad extraordinaria de conocer a fondo la cultura francesa por la extraordinaria concentración de testimonios en los museos y bibliotecas de París. En 1909 vuelve a su ciudad natal y realiza un proyecto de Escuela de Arte en el que se funden ya algunos de sus presupuestos reinterpretando la Cartuja de Ema. En 1910 va a Alemania con el objeto de mejorar sus conocimientos del hormigón armado, pero, también, recibe el encargo de la Escuela de Arte de su ciudad de informar sobre el progreso de las artes decorativas. Este encargo le permite tomar contacto con las más importantes figuras de la Werkbund y, especialmente, Peter Behrens, lo que tiene influencia en sus dos últimos trabajos en su ciudad: la Villa Jeanneret y el Scala Cinema:

La estancia en Alemania le proporciona una visión de los logros de la ingeniería en las formas funcionales de barcos y aviones. Sus reflexiones las vierte en su polémico capítulo «Les yeux qui ne voient pas», de su libro ya citado, en el que dice:

  • La arquitectura se ahoga con las costumbres
  • Los estilos son una mentira
  • Nuestra época fija cada día su estilo
  • Nuestros ojos, desgraciadamente, no saben discernirlo aún.

Hace un canto a la inspiración que debe suponer para el arquitecto las formas que los ingenieros extraen de sus propósitos funcionales. Una sensibilidad ante las formas que no puede dejar de impresionar por lo que emerge del progreso tecnológico. Pasa cinco meses en el estudio de Behrens, donde probablemente coincidió con Mies van der Rohe. Al terminar este periodo, vuelve a su ciudad como profesor de la Escuela de Arte llamado por su maestro. No sin antes hacer un viaje a Turquía y los Balcanes. Finalmente, rompe intelectualmente con su maestro y, simultáneamente, rechaza a Frank Lloyd Wright, cuyo trabajo conocía, y abre una oficina profesional en la que ofrece su especialización en hormigón armado. Junto a su amigo de juventud, el ingeniero Max du Bois, reinterpreta  a Hennebique y su marco estructural, definiendo la Maison Dom-Ino, como la referencia de sus futuras viviendas, así como la viviendas sobre pilotes. Ya ha concebido su «máquina de habitar» con los productos industriales en mente. En 1916 lleva a cabo su última obra en La Chaux-de-Fonds con la Villa Schwob como síntesis de todo lo aprendido hasta ese momento. Aprovecha las ventajas de la estructura de hormigón, incorpora elementos estilísticos inspirados en Hoffmann, Perret o Tessenow y le da un aire palaciego de villa palladiana, destacando su tratamiento conjunto de formas rectangulares y circulares.

Le Corbusier Schwob
Villa Schwob. La Chaux-de-Fonds. 2016

En esta obra, Charles-Édouard pasa a ser Le Corbusier, pues abandona su ciudad natal para lanzarse a la más asombrosa aventura que un arquitecto haya experimentado jamás. En esta villa ya mantiene el control dimensional usando la proporción áurea en las dimensiones y distribución de las ventanas. Un control formal que se atreverá a utilizar en dos escalas: la villa aislada y los edificios de viviendas colectivas, que concibe como palacio barroco en incluso en sus escarceos urbanísticos.

Al llegar a París en este año de 1916, Perret le presenta al pintor Amédée Ozenfant con el que va a desarrollar una teoría cultural (el Purismo) basada en la filosofía Neoplatónica que cubra todas las formas de expresión plástica, desde una pintura de salón a la arquitectura, pasando por el diseño de objetos. Es una teoría total civilizatoria que trasciende el cubismo. Le Corbusier la expresa en un artículo titulado «El Purismo» que se publica en la revista L’Esprit Nouveau usando ya su seudónimo Le Corbusier. En él ya quedan establecidos los dos polos de su arquitectura futura: la necesidad de satisfacer unas necesidades y el impulso de usar formas abstractas para afectar a los sentidos y nutrir el intelecto.

Los primeros cinco años en París se dedica a pintar y a escribir, ganándose la vida como gerente de una fábrica de ladrillos y un almacén de materiales de construcción. Pero es sólo un paréntesis. En 1922 funde en la Maison Citrohan la concreción de sus ideas Dom-ino y Villa Pilote anticipándose a sus cinco punto de una nueva arquitectura. 

Ideas que prolonga a bloques multivivienda (130) en Liège and Passac en 1926 para el fabricante de azúcar Frugés. Pero, a Le Corbusier no le bastaba con expandir sus ideas compositivas y modulares a la multiplicación de viviendas relacionadas entre sí y da el salto a la ciudad con su Ville Contemporaine, en la que se cita a los edificios en altura de los Estados Unidos y la imagen de la City Crown de Bruno Taut.

Taut City Crown
City Crown. Bruno Taut. 1919
Le Corbusier Ville Contemporaine
La Ville Contemporaine. Le Corbusier. 1925

Es imaginable la emoción de contemplar esta maqueta en 1925 como máxima expresión de las propias ideas: luz, espacios verdes y rapidez de circulación: «Una ciudad rápida es una ciudad de éxito». Se atendía también la especialización del territorio conforme a las ideas de Garnier, pues se trata de edificios para oficinas. Le Corbusier adapta para los edificios en altura sus ideas de doble piso (duplex) en el salón y terrazas ajardinadas encontrando un punto intermedio entre la villa burguesa y las viviendas colectivas de los obreros. En 1926 presenta sus cinco puntos para una arquitectura nueva:

  1. Pilotes (pilares) soportando el conjunto de la vivienda y elevándola del suelo
  2. La planta libre por el uso de pilares y muros que subdividen el espacio
  3. La fachada libre como consecuencia de la planta libre
  4. La ventana alargada, horizontal y corredera
  5. La cubierta plana y ajardinada

Armado de estos principios, Le Corbusier aborda los problemas de la arquitectura moderna sin perder de vista las soluciones rítmicas palladianas tipo ABABA (A=crujía ancha; B=crujía 1/2A). En su mente está presente su última villa en su ciudad natal (la villa Schwob. Aborda el problema que plantea la comodidad interior con la composición de la fachada, que Loos no solucionó por no contar con el marco de hormigón armado y la posibilidad del voladizo a gusto del diseño.

Colin Rowe encuentra en la villa  Garches de 1926 una reorganización del ritmo paladiano y, al tiempo, un abandono del carácter centrípeto de Paladio en la Villa Malcontenta.

Rowe va más allá y compara la Villa Savoye de Le Corbusier con la Villa Rotonda de Palladio en sus ritmos compositivos. y lo hace sustituyendo de forma acusada el efecto centrípeto ya mencionado. Veamos:

Le Corbusier Savoye 1
Villa Savoye. Le Corbusier. 1931

Le Corbusier Savoye 2

Le Corbusier PinturaEn 1927, junto con su primo Pierre Jeanneret, compiten para el edificio de la Sede de la Sociedad de Naciones. Es su primer diseño de un gran edificio público. Utilizan el tipo «palacio» para abordar su concepción. Es un momento crucial en su carrera. Utiliza la tradición elementarista que le llega a través de Garnier y Perret para componer varias opciones del conjunto. Coincide con el final de su período purista y empieza a introducir objetos en su pintura. También su fama es ya universal y tiene tanto seguidores como detractores. Uno de ellos incluso fue ambas cosas. Es el caso del checo Karel Teige que, de admirador, se convirtió en feroz crítico de su propuesta para Ginebra como Ciudad Mundial. La crítica se hizo desde una ideología socialista igualitaria. Le Corbusier se defendió desde su presupuesto básico: el de asimilar el diseño de un artefacto ingenieril a los objetos arquitectónicos, buscando la armonía entre la función y la forma en el seno de una arquitectura imperialista que llegaba al diseño de un buque, el de una casa o de un objeto manual. Por eso, dada su radical funcionalismo, no entendía la crítica que le llegaba de la izquierda de ser frívolo en las formas resultantes y, en concreto, el Museo Mundial en forma de Zigurat.

Le Corbusier Zigurat

Frampton concluye del análisis de las propuestas de Le Corbusier que hay una lógica de fondo con la que estructura sus propuesta a cualquier escala, ya sea para la fachada de la villa Garches que para la Ciudad Mundial. Es decir, que en el corazón del arquitecto que fundó el Movimiento Moderno late el clasicismo paladiano, a pesar de la estética maquinista del purismo.

Le Corbusier Cudad Mundial
La Ciudad Moderna. Le Corbusier.

LA VILLE RADIEUSE 

Frampton encuentra en Le Corbusier una lucha (un cisma dice él) entre la monumentalidad de la Ciudad Moderna y la delicadas piezas tubulares de acero en muebles que diseña al mismo tiempo con Charlotte Perriand.

Le Corbusier sostenía que cuanto más cerca estaba el objeto del cuerpo más debía adaptarse ergonómicamente al sujeto en el marco de la estética del ingeniero y que, en el otro extremo, cuanto más lejos mayor abstracción en la forma de lo objetos en el marco de la estética arquitectónica. En cuanto a la vivienda utiliza dos criterios. En la Villa unifamiliar el salón de doble altura, la terraza ajardinada y la constancia de la dimensión eran los rasgos de un tratamiento cualitativo. En la Ville Radieuse, la vivienda se desarrolla en una sola planta y su extensión es variable por criterios económicos. Son los rasgos de un tratamiento cuantitativo. Hasta el punto de que el espesor de los tabiques rozaba la falta de aislamiento acústico. Frampton encuentra el origen de este afinamiento de la vivienda popular en el desafío que le planteaban jóvenes arquitectos alemanes y checos del ala izquierda de la CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna) en los años 1928 y 1929.  Busca la vivienda mínima formando alineamientos ilimitados para constituir la ciudades organizadas por zonas a partir de bandas paralelas y rascacielos cruciformes. Las zonas principales eran las de negocios, la cultural y la residencial. Un combinación de sus rascacielos cruciformes y las viviendas en hileras con todo elevado sobre pilotes para hacer permeable las zonas.

Le Corbusier Ville radieuse
La Ville Radieuse. Le Corbusier. 1931

Aunque la Cité Radieuse no llegó nunca a realizarse los desarrollos urbanos de la posguerra fueron influidos por las ideas de Le Corbusier, que ya había abandonado la idea de una ciudad finita con una forma significativa.

Le Corbusier Fernand Léger
The Four Ciclist. Fernand Léger

Tanto a Le Corbusier como a su fiel colaborador y primo Pierre Jeanneret, siempre les pareció, al principio de su carrera con la arquitectura doméstica de los años veinte, que había una fuerte conexión entre la vivienda y su entorno natural, pero nunca habían pensado a la extraordinaria escala que podían llegar en esta relación con la naturaleza. Buena parte de esta transformación fue el abandono del purismo, en sus expresiones geométricas con superficies blancas, para prestar atención a la mampostería rústica de la construcción vernácula. Una conversión acelerada por su decepción con el maquinismo, del que ya no sólo esperaba beneficios para la humanidad. Desarrolló entonces un estilo inspirado en el brutalismo del pintor Fernand Léger. Pero una mente compleja como la de Le Corbusier era capaz de emprender nuevos camino sin abandonar del todo los ya recorridos. Así en la realización en los años treinta de edificios con muro cortina o en la faceta surrealistas puesta de manifiesto en el ático de Beistegui; en la adopción de lo vernáculo en la capilla de Ronchamp de 1950, evocando el carácter monástico de su iniciatoria experiencia en Ema y en la casa de Les Mathes de 1935 con sus muros rústicos.

Le Corbusier Ático
Ático De Beistegui. Le Corbusier
Le Corbusier Mathes
Casa Mathes. Le Corbusier. 1935
Le Corbusier Capilla
Capilla Ronchamp. Le Corbusier. 1950

Este cambio lleva a Le Corbusier a enfatizar los materiales y su textura, usándolos como protagonistas de su expresividad en forma de collage. Abandona así el envoltorio clásico de las viviendas de los años veinte con sus tersas superficies y la claridad formal de cubos y prismas. En la vivienda Jaoul (1956) no quedan rastros del purismo mítico. La obra usa ladrillo cara-vista, madera y hormigón. Irracionalidad controlada de un arquitecto libre de sus propios dogmas, que reinterpreta la arquitectura vernácula mediterránea en una versión solemne e introspectiva.

Le Corbusier Jaoul
Casa Jaoul. Le Corbusier. 1956

Al realizar en Marsella el edificio de viviendas Unité d’habitation en 1952 vuelve a un maquinismo transformado ahora por el brutalismo de su etapa de posguerra. La superestructura de hormigón del primer nivel exhibe una textura premeditadamente rugosa e hipertrofiada. Va más allá de la Cité Radieuse creando una estructura celular con el uso de balcones con parasoles (brise soleil) y marquesinas de hormigón que sobresalían del cuerpo principal. La modulación del edificio inaugura un nuevo orden «clásico». La dotación de servicios emulaba el falansterio de Fourier por su tamaño y aislamiento del entorno. La idea es democrática: se trata de alojar al hombre corriente en un recinto principesco, dignificando, al tiempo, a la propia arquitectura.

Le Corbusier Unité
Unité D’habitation. Le Corbusier. 1952

La capilla de Ronchamp expresaba un interés por el carácter escultórico de los objetos arquitectónicos. Un interés que se consolida en los monumentos de Chandigarh, la nueva capital administrativa de la región india del Punjab. En esta oportunidad, Le Corbusier retomó el orden urbanístico de su Ciudad Mundial. El arquitecto consigue la unidad simbólica a partir del concepto tradicional del parasol de Fatehpur Sikri y la aplica de forma original en los distintos edificios y de forma ejemplar en la Asamblea.

Le Corbusier Chandigarth
Asamblea de Chandigarh. Le Corbusier. 1965

Frampton reconoce que el carácter abstracto de esta ciudad abstracta, puede que cumpliera con las ambiciones del Primer Ministro Nehru de mostrar, tras la independencia de la India en 1945, una India moderna y mecanizada. Pero, en palabras de Frampton «la naciente crisis de la ilustración europea, su incapacidad para alimentar una cultura existente o incluso para mantener la significación de sus propias formas clásicas, y la falta de cualquier objetivo más allá de la constante innovación técnica y el óptimo crecimiento económico: todo parece estar resumido en la tragedia de Chandigarh, una ciudad diseñada para los automóviles en un país en el que muchos aún carecían de bicicleta»

Este breve repaso de la obra del arquitecto más célebre de la era moderna, en un resumen de los sutiles artículos de Frampton, ha puesto de manifiesto la compleja personalidad profesional y el total compromiso de Le Corbusier con los retos que su tiempo le planteó. Los encaró con su personalidad completa, en su faceta racional e irracional, como, probablemente hizo con su muerte cuando entró en el mar mediterráneo para no volver.

Sigue en IV…

 

La leche derramada

«No se debe llorar por la leche derramada» es un buen consejo que quiere decir: no se debe perder el tiempo lamentando lo ya sucedido, sino afrontar la situación. Esta actitud está llena de buen sentido, salvo que el que la pronuncie haya tirado la jarra de leche. Algo así está pasando en España con el desafío de los independentistas catalanes. De una parte, la fuerza de la libertad positiva que llama Isaiah Berlin y que yo llamaría libertad «tóxica». Es decir, la expansión de un sentimiento de euforia por librarse de una supuestas cadenas. Una euforia tóxica que, una vez internalizada, conduce a los individuos hacia un éxtasis o al desastre. De otra, un tipo de gobernanza del país que cree que puede enredar en determinados avisperos sin que pase nada. El caso es que, los que creemos en toda España que Cataluña es parte de nuestra historia política, económica y emocional, no concebimos que sea posible, que ante la galbana que la vida razonable produce para lo heróico y la excitación de una libertad imaginaria, acabemos siendo la primera gran nación europea en caminar hacia un nuevo feudalismo.

A un profano en las complejidades de la historia le puede resultar difícil entender por qué ocurrió la Guerra de los Treinta Años, pongamos por caso, pero qué nos ha llevado a la actual situación en España, eso no, pues ha ocurrido delante de nuestros ojos y nadie nos tiene que interpretar la situación. Es la tormenta perfecta resultado de las siguientes torpezas en orden cronológico:

  1. Noviembre de 2003. José Luis Rodríguez Zapatero promete, por razones electorales, apoyar «cualquier» estatuto que aprobara el Parlamento Catalán.
  2. Enero de 2006. Provocación innecesaria del Partido Popular, por razones electoralesrecogiendo firmas en mesas petitorias en la misma Barcelona.
  3. 31 de julio de 2006. Consumación de la oposición al estatuto,  por razones electoralesaprobado en el Parlamento Catalán, presentando un recurso ante el Tribunal Constitucional.
  4. Diciembre de 2007. Pérdida de nervios por parte de los dirigentes de la antigua Convergencia y Unió, por razones electoralescuando las torpezas 2 y 3 llevaron a la calle a más de dos millones de personas. Nace el «derecho a decidir«
  5. Julio de 2010. El Tribunal Constitucional recorta el Estatuto de Cataluña.
  6. 2011-2017. Degradación de la situación sin que el Gobierno, presidido por Mariano Rajoy, moviera un músculo, quizá debido a que la mayoría absoluta le hacía creer que no había nada que temer. Una ocasión única que se dejó pasar sin advertir hasta qué punto le venía bien a la derecha catalana autonomista distraer a la gente de la crisis económica con el muñeco independentista.
  7. Septiembre de 2017, el independentismo «cruza el Rubicón» y sin fe en su plan «a la vista» de pasar de «la ley a la ley»,  espera que algún movimiento del Gobierno cree las condiciones para que algún incidente, con rasgos de afrenta insoportable, lance sin control a los ciudadanos a la calle.

En el punto 4 la jarra de leche se agrietó, pero nadie hizo nada. Ahora está rota con toda la leche derramada y se finge que lo anterior no tiene importancia, pues «hay que mirar al futuro«. Los independentista plantean la cuestión en términos de «democracia antes que ley«, como si esta frase en sí misma no fuera un disparate lógico en tiempos de paz y parlamentos. El Gobierno y el resto de los partidos nacionales menos Podemos, que es una fuerza muy condicionada por su estructura asambleísta y descentralizadora, plantean la cuestión en términos simétricos «sin ley no hay democracia«. Pero esto son ya frases para la historia, una vez que se han dejado pasar todas las oportunidades. El punto 6 es clave. En ese momento el partido de la derecha catalana autonomista movía la colita para que desde el Gobierno se le echara una mano para evitar su autodestrucción por la fuerza utópica de Esquerra Republicana. Los grandes gobernantes se caracterizan por su capacidad de leer las coyunturas y, en ese período nuestros gobiernos estarían leyendo otra cosa y dejaron pasar la ocasión. La consecuencia fue que, de repente, políticos catalanes conservadores y prudentes se desmelenan, se abren la camisa y aparece una camiseta con la estelada, mientras bajan corriendo de su sede partidaria y se agarran a la pancarta de otros con el fingido entusiasmo del recién converso.

Una vez la leche derramada y todo el mundo pringado, la cuestión se plantea en los corazones de los contendientes en términos muy inquietantes: ¿Cómo va a permitir un heredero de Pelayo y El Cid que España pierda Cataluña siendo él presidente del Gobierno? y ¿Cómo van a permitir los herederos de Casanova y Company que todo el esfuerzo de desparpajo legal y apoyo popular no culmine en la parusía de la república catalana independiente?. Mala cara tiene el procés.

OTROS ARTÍCULOS SOBRE LA CRISIS DE CATALUNYA

 

«Es la economía, ¡estúpido!, ¿o es la libertad?, ¿o es la igualdad?… no sé»

«Es la economía, estúpido! Este fue el grito de guerra del presidente Bill Clinton en su campaña a la presidencia de los Estados Unidos en 1992. Tuvo éxito y gobernó ocho años con aciertos y grandes errores (y no me refiero a su vergonzoso episodio con Monica Lewinsky). Su gran error fue derogar en 1999 la ley Glass-Steagall de 1933 que controlaba el comportamiento de la banca y que había surgido, precisamente, para evitar los comportamientos lunáticos de los bancos que acabaron produciendo la  Gran Depresión de 1929 y acabaron con la Gilded Age, la de la prohibición del alcohol, el charlestón, el ragtime y la juega permanente del Gran Gatsby.

Clinton viene a colación porque, junto con su colega de posición ideológica Tony Blair, pertenecientes ambos, de algún modo a la socialdemocracia anglosajona, perpetraron la demolición de los fundamentos de las posiciones llamadas progresistas provocando el actual desastre de la izquierda europea y los disparatados criterios con los que las clases bajas y medias eligen a sus dirigentes últimamente.

El cero absoluto es un estado de mínima energía. Pero conviene saber que eso rige en nuestro planeta pues la materia que tenga prácticamente paradas su moléculas al alcanzar los -273 ºC, de hecho contempladas desde otros sistema están en movimiento relativo. Viene a cuento de que la estructura de nuestro universo, más que «odiar» el vacío, no es compatible con el reposo, tanto en términos físicos, como, hablando de forma figurada. Es decir cuando en asuntos de conocimiento social hablamos de un punto de apoyo absoluto, sabemos, o deberíamos saber que ese punto de reposo es una parada no menos convencional que las hora, minutos y segundos con los que enmarcamos nuestra actividad. Detrás de toda decisión política hay un trasdós económico. Hoy en día la economía se ha vuelto compleja y dinámica porque se cuenta con las herramientas para hacerlo así. Por eso se globalizado y, por eso, es más vulnerable.

LA SOCIALDEMOCRACIA

Si la socialdemocracia quiere encontrar un punto de apoyo convencionalmente absoluto, debe practicar una cierta antropología renovada que elimine algunas ideas desgastadas por el uso u oxidadas por el abandono. Una antropología moderna incluye:

  • Un ser resultado de la evolución no intencional de la naturaleza
  • Un ser, cuyo órgano rector gobernó, primero, lo instintos, después la emociones y, finalmente, la conciencia y el pensamiento formal.
  • Un ser que, probablemente, guarda en su profundidad los reflejos y hábitos de nuestros antecesores cazadores y recolectores de hace 600.000 años. Téngase en cuenta que el hombre empieza a construir sociedades urbanas hace «solamente» 10.000 años.
  • Un ser cuyo comportamiento diferencial está configurado genéticamente con una probabilidad entre el 10 % y el 75 %.
  • Un ser cuya actividad ha generado instituciones productivas extraordinariamente sofisticadas gracias a un impulso individual, a la recepción mayoritaria y siglos de afinamiento intuitivo por ensayo y error, compitiendo con las pretensiones de planificación organizativa para estabilizar los logros.
  • Un ser que ha creado una extraordinariamente placentera esfera cultural en base a dos objetivos implícitos: aprender y disfrutar contando con un relato de su origen y propósito, además de vivir mil vidas en la ficción de las artes literarias, plásticas y escénicas.
  • Un ser que ha creado un asombroso sistema siempre provisional llamado ciencia, que le ha permitido a una velocidad creciente interrogar a la naturaleza y modificarla mediante la producción artificial de artefactos crecientemente inteligentes.
  • Un ser que ha ido más allá de los relatos míticos y de las aserciones científicas, para generar un modo de reflexionar sobre la existencia crecientemente devastador en las creencias de la primera hora y con una mirada lúcida en su relativa madurez, que trata de encontrar un sentido propio al sin sentido originario.
  • Un ser que, tras los grandes sistemas racionalistas, ha puesto los pies en tierra, al menos en algunas de sus élites intelectuales, para mirar con sospecha a la razón y al entendimiento, sin dejar, obviamente, de utilizarlos para una mirada crítica y e interrogante de la naturaleza, de una forma menos ingenua aceptando sus leyes, no como una pasajera carga de la que liberarse al morir, sino como la fundamental estructura, siempre presente, tanto en su efectos más obvios (gravedad o inercia), como en sus manifestaciones en las creaciones sociales a través de la compleja realidad humana.

Si esto es así, no hay aportación inteligente que descartar sin un examen cuidadoso. Y, puesto que estamos en una época en la que, al contrario de lo que ocurría en tiempos tan próximos como el siglo XVIII, cada uno se guarda sus creencias, por disparatadas que sean, para sí, y sólo se discuten aquellos puntos de vista en las que todos somos afectados: es decir, en la política, como capa interpuesta entre nosotros y la administración de la realidad física y virtual que es la economía.

El argumento del derrame de riqueza desde las capas más ricas de la sociedad hacia la más pobres gracias a la desigualdad necesita ser justificado, filosóficamente o empíricamente. Empíricamente ya hay respuesta: en tiempos de expansión todos se benefician, pero con diferencias obscenas y en tiempos de contracción sólo los pobres se perjudican. Que la competencia genere riqueza, ya sea por obligar a ser capaz de ofrecer mejores productos a precios iguales o iguales productos a precios más bajos, pero que la desigualdad genere prosperidad tiene que ser demostrado porque no es evidente y la experiencia lo niega.

Advertidos por Berlin sobre los defectos del ser humano de 1) imponer a otros la «verdadera» libertad y 2) ser capaz de racionalizar la opresión llamándola libertad; advertidos por Sowell de que, desde la cuna, los seres humanos son llevados o hacia la convicción de que el mundo no tiene remedio, o a la convicción de que cabe la reforma social, hay que aceptar que el camino de la liberación y la justicia social pasa por la persuasión tensa entre estos dos polos, a los que el desarrollo de la historia irá dando la razón alternativamente, pues sus propias acciones u omisiones cambiarán su curso. Alternancia que se dará por pretender alguna de las partes llevar su creencia al extremo donde le espera la demencia. Ese estado de ánimo del que se suele salir usando la violencia porque no se soportará el reproche de la realidad, como nos ocurre cuando somos niños. La opción política que consiga evitar la demencia que habita en el dinero o la demencia que habita en el poder nos dará tiempos de paz social. Pero, ahora, más que nunca para ese propósito se necesita acumular mucha información sobre lo ocurrido, mucho conocimiento para interpretarlo y mucha prudencia para activar políticas correctoras. 

Los desarrollos académicos tienden a encontrar la coherencia y sus aplicaciones la incoherencia. Dado que el planteamiento teórico no está continuamente siendo corregido por la realidad, la aplicación práctica no está continuamente afectada por la teoría, pues está más presente las infinitas combinaciones de circunstancias que la corroen. Si a Karl Marx se le atribuye la desviación hacia el genocidio grosero de cárcel, tortura y deportación o muerte, al neoliberalismo se le puede atribuir la desviación hacia una sacralización de la libertad económica que lleva a desigualdades insoportables en una sociedad justa. En un caso, los pobres lo son a cargo del Estado y en el otro, simplemente, están dejados a su suerte. Si al marxismo se le puede atribuir que el mero concepto de «dictadura del proletariado» ya implica un proceso de reeducación forzada inhumana, al neoliberalismo se le puede atribuir que su convicción teórica de que el mecanismo ciego del mercado no puede ser alterado, implica que la mayoría de la población mundial debe resignarse a una vida de pobreza y marginación.

La humanidad ya viene equipada con un sentido claro de la libertad y la justicia. No es necesario engañarla con la falacia de que la desigualdad es la fuente de riqueza para todo aquel que combata en el mercado, ni reeducarla para que comprenda que, sean cuales sean las formas de generar riqueza, ésta ha de repartirse de forma injusta. Falta una teoría del mérito que incluya otra de la redistribución. Un presidente de una gran compañía o un accionista temerario, que ganan mil veces lo que sus empleados no reúnen el mérito para esta situación, aunque la mecánica de adquisición haga pasar provisionalmente el dinero o la riqueza por sus manos. La actual tendencia al «low cost» en los productos y servicios son uno de los últimos malabarismos del sistema de acumulación de capital. En este caso se utiliza la tecnología para crear igualdad social, basada en el diseño o la virtualidad, que atemperar la injusta distribución de la riqueza. A la sociedad en su conjunto le interesa un sistema de generación de riqueza eficiente, pero en absoluto una mala distribución de la riqueza que provoque la generación de una industria del lujo en vez del impulso a la reinversión y la investigación de los problemas que genera la propia producción sobre el planeta. Quizá, en este punto esté la clave. El reparto del dinero acumulado en pocas manos entre la población mundial es absurdo pues disuelve en poco tiempo todo el esfuerzo colectivo. Ejemplos se dan en la reseña del libro Choose Freedom de Roy Hattersley, pero sirva esta muestra: el último informe Oxfam destaca que 62 personas poseen la misma riqueza que la mitad de la población mundial (3.500 millones de personas). Pues bien, el 1,8 billones de dólares que poseen los 62 billonarios más ricos del mundo, según la lista Forbes, repartidos entre los 3.500 millones suponen una aportación de 500 euros de una sola vez. Parece más razonable utilizar ese dinero para estrategias humanas y humanitarias más eficaces.

Hayek y sus discípulos desconfían de la democracia, porque una mayoría puede arrebatar el botín que los ricos han conseguido en el mercado. Pero, si considera que el mercado es la única forma justa y moral de distribuir la riqueza, es un ingenuo, porque la herencia como sistema de conexión entre generaciones puede perpetuar en un sistema sin impuestos el monopolio de unas cuantas corporaciones de ámbito mundial, que poseerán, además ejércitos privados. No digamos si Peter Thiel y Google consiguen su propósito de inmortalidad. La pulsión de los ricos por ser inmortales va a ser tan fuerte que intentarán que nos gobierne una gerontocracia mercantil.

La socialdemocracia ya nació en tierra de nadie ideológica entre el marxismo y el capitalismo. Todavía en los años noventa pensaba ser una «tercera vía», pero ya no como opción ideológica, sino como opción pragmática dispuesta a redistribuir los beneficios del capital, pero que dejaba intacto al sistema. Hoy en día, cuando la última crisis ha golpeado, no ha sido capaz de sacar réditos del desplome moral del capitalismo financiero y ya no es mirada con confianza por los electores de forma masiva como antaño. Entre tanto está siendo minada por el movimientos de los comunes que tratan de encontrar un vía de administración de los beneficios alcanzando el poder y distribuyéndolo a una ciudadanía supuestamente más inteligente, formada y responsable. No sé si siquiera un líder carismático podría salvarla momentáneamente, pero, para el largo plazo, se ha quedado sin combustible ideológico, pues ni moviliza, ni promete algo distinto de lo que ya hemos tenido en los últimos treinta años. Al contrario, puede ser tachada de conservadora por los neoliberales que llegan cargados con una promesa antigua que, por haber permanecido oculta debajo de la supuesta primacía moral de la izquierda, sabe a nueva: «sólo si les va bien a los ricos, le irá bien a los pobres«. Nunca la sociedad europea ha sido más próspera de forma generalizada como entre los años ochenta y dos mil. Un período comprendido entre el euroentusiasmo y el euroescepticismo. El primero fue gestionado por la socialdemocracia y el segundo por el neoliberalismo.

LA INTANGIBILIDAD DEL MERCADO

Tiene sentido que la humanidad acepte la leyes naturales con sus correlatos de respeto al medioambiente, pero no tiene ningún sentido someterse a supuestas leyes telúricas, como las del mercado, cuando son resultado de decisiones interesadas. Sí tiene sentido reconocer que la imposibilidad de controlar todas las variables en juego (de momento) entreguen al mercado la fijación de precios, pero, en ningún caso, prescindir de la corrección ponderada de sus efectos negativos. Hay que tener en cuenta que se entrega al mercado en competencia la fijación de precios porque la capacidad formal de establecer los costos de un producto, más un determinado beneficio para el resto de costos de la empresa y estímulo de sus accionistas, no puede tener en cuenta la multiplicidad de variables relacionadas con los deseos de los seres humanos (de momento).

Un grupo de hombres se ponen a producir. Cuando acaban ¿qué ley moral o lógica les va imponer un reparto desigual? Puede ser inteligente reconocer que el ser humano se estimula por el reconocimiento de sus méritos diferenciales, pero es completamente absurdo que una especie se niegue a sí misma el derecho a disfrutar de una condiciones de vida dignas como resultado de su trabajo e inteligencia y que, dejando un margen para estimular la acción, destine todos los esfuerzos diferenciales a los graves problemas que lo acucian a nivel planetario.

Es un extraño resultado del mercado ampliado al pago de salarios que los que mayor beneficio saquen de los resultados sean los gestores, dejando de lado a la inteligencia de los científicos, la entrega de profesores, fuerzas de seguridad, servicios de extinción de incendios, doctores, enfermeras, etc. ¿Cómo ha sido posible que durante un tiempo se haya considerado una ley natural la acumulación sin límite del tremendo poder que da el dinero en una oligarquía de decadentes aventureros. Nada habría que objetar a esa distribución si los afortunados cresos dedicaran esas fortunas a resolver los graves problemas de la humanidad, en vez de al lujo crecientemente caro y a la evasión fiscal.

La justicia social es una intuición sin concepto tan básica como no dañar o matar. Tradicionalmente ha habido tensiones entre dueños y servidores que han sido neutralizadas con pequeñas o grandes represiones facilitadas por el hecho elemental de que siempre es posible garantizar a una parte de la población un cierto privilegio a cambio de situarlos como capa intermedia de protección de la acumulación. Pero el que vive en malas condiciones no necesita elaborados argumentos para su reivindicación, aunque raramente ha pasado del motín a la revolución y, no digamos, del desahogo de la revolución a la estabilidad de un régimen capaz de mantener un ojo en la vida digna y otro en las necesidades de investigación de los problemas estratégicos y conservación del planeta . Por eso es tan complicado el problema de cómo estabilizar una situación de desorden social mediante un Estado, pues cada cambio social ha traído su propio sistema de explotación desde el feudalismo al comunismo. Del capitalismo habría que decir, hoy por hoy, parafraseando la conocida definición de democracia que es el peor sistema «si se quitan todos los demás». Pero reconocida su eficacia de producción, es necesario corregir su defectos de distribución de los resultados del esfuerzo conjunto.

LIBERTAD E IGUALDAD

Si la socialdemocracia quiere tener opciones debe rescatar a la doncella de la libertad de las garras del neoliberalismo. La justicia social no tiene por objeto dar cobijo y alimentar a la gente sin que tenga oportunidad de escoger acciones y pensamientos. Por eso hay que armonizar la tarea de aumentar la igualdad a la de su valor en conflicto: la libertad. Para armonizar la libertad y la igualdad el programa tiene que ser crear las condiciones para que la libertad pueda ser ejercida, ya sea eliminando restricciones o aportando recursos. Es decir, para que, estando todos los miembros de la sociedad protegidos de las eventualidades de la vida ajenas a sus capacidades individuales, sea posible que cada uno despliegue sus deseos y capacidades idiosincráticas sin más límites que el daño a terceros recibiendo una recompensa diferencial que, premiando su mayor contribución, permita destinar el resto a la financiación de las empresas o a la mejora de los problemas generales de las instituciones. Y, más allá, probablemente sea necesario un grito de «austeridad para todos» si se quiere conservar el planeta hasta que se encuentre la posibilidad de hacer compatible determinados juegos consumistas con la racionalidad ecológica.

Hayek rechaza la existencia de libertades (en plural) y lo hace con el argumento de que sólo hay una libertad y que el resto de propuestas son, en todo caso, derechos. La libertad de hacer cosas no es, para él, una libertad por extraño que parezca. La diferencia entre la libertad negativa (natural) y positiva (artificial) propuesta por Isaiah Berlin, no es otra que, en el caso de la primera, se requiere una base física, emocional y cognitiva, mientras para la segunda se precisan, además, medios materiales. La primera hace posible ejercer los derechos civiles, políticos y económicos, mientras que la segunda hace posible a la primera, pues ninguno de estos fines puede llevarse a cabo sin medios materiales que permita su adquisición. La primera explica la acción de las sociedad civil y la segunda la acción del estado. La libertad positiva expande la libertad negativa. Ambas tienen su cara benigna y maligna.

Si intervenir fijando precios máximos para un arrendamiento es una interferencia no legítima en la competencia del mercado, ¿por qué los defensores de tal libertad tienen la extraña tendencia a tolerar el monopolio y el cartel? ¿Por qué el estado no puede intervenir en el primer caso y lo hace arrastrando lo pies en el segundo, poniendo multas que producen la carcajada de los sancionados?

Los defensores de la libertad negativa sin restricciones en el plano académico saben que es una sustancia conceptual aislada «químicamente» que, al no estar mezclada con otras acentúan sus efectos más corrosivos, como la acumulación de riqueza y poder con su correlato la pobreza y la paradójica sumisión . Del mismo modo que el concepto de igualdad aplicado en su forma «químicamente pura» corroe la motivación y dificulta la expansión del talento. La libertad negativa sin moduladores lleva a la servidumbre económica y política y la libertad positiva sin contrapesos lleva a la servidumbre política y económica. En un caso, el poder económico concentrado genera la corrupción del estado, primero, y la tiranía corporativa después. En el segundo caso, llega primero la tiranía por el empeño del gobernante en imponer por la fuerza su utopía igualitaria y, después, la sumisión económica por el enervamiento de una sociedad que no reconoce ni premia las diferencias individuales de talento y trabajo.

Hayek propone una única libertad, pero trata de deslegitimar cualquier pretensión de hacer traspasos de recursos de los que acumulan, usando o abusando de las reglas del mercado, a los que son despojados. Berlin acepta este tipo de libertad, a la que llama negativa, pero denuncia la corrupción del concepto de libertad que supone pensarse libre cuando se aceptan las ideas de un grupo sectario que las impone de forma más o menos sutil, considerando al individuo como un menor de edad que no sabe lo que le conviene. Este tipo de tiranía basada en una supuesta autonomía preocupa tanto a Berlin (era la época de las grandes tiranías modernas) que se le escapa la libertad potencial que reside en las amplias capas de la sociedad que no tiene recursos por los «defectos» de los mecanismos de mercado. De ahí la propuesta de tres tipos de libertad que hacemos a continuación:

  • La libertad negativa es elegir sin restricción externa entre medios y fines posibilitada por los propias dotes o recursos materiales y económicos a disposición de cada individuo. Se nutre de las capacidades naturales y la explotación de los mecanismos del mercado. Es posible en ausencia (-) de restricciones premeditadas de otros. En su versión más débil se limita a la acción física o la participación política y en la más extrema llega a la acción omnipotente y frívola que conduce a la explotación de otros y el escándalo del lujo. Los derechos civiles y la eliminación de los obstáculos relacionados con el género, sexo o raza, han expandido la libertades negativas al eliminar las restricciones a las minorías afectadas.

 

  • La libertad positiva es elegir entre medios y fines posibilitada por los recursos económicos directos (prestaciones económicas) o indirectos (prestaciones de servicios sociales) puestos a disposición por las políticas de igualdad económica del estado. Es posible en presencia (+) de recursos materiales públicos. En su versión más débil se limita al disfrute de servicios sociales y en su versión más extrema llega al abuso de los recursos públicos y a la creación de aparatos estatales abrumadores y tiránicos. Todas las políticas de dotaciones económicas o de recursos a disposición de todos para posibilitar la acción individual o las fiscales para recortar el uso irracional de grandes fortunas, permite ampliar la libertad positiva.

 

  • La libertad tóxica es elegir, como ejercicio de la voluntad propia, aquello que una secta, una ideología o religión considera que deben hacer sus correligionarios a base de técnicas de persuasión psicológica ad hoc con individuos intelectualmente predispuestos. Tiene su origen en la desconfianza en que el individuo sepa lo que le conviene. En su versión más débil se limita a la militancia política o ideológica y en su versión extrema a la total sumisión del yo a las consignas emitidas en el grupo sectario. Ejemplos de marcos tóxicos son las posiciones extremas de cualquier ideología como el considerar que sólo es legítima la libertad negativa, incluida la económica, sin moderación alguna de sus consecuencias o considerar que toda la actividad debe ser sostenida por fondos públicos. Obviamente, también lo son cuerpos ideológicos cerrados y excluyentes, especialmente los que implican para su implantación el uso de la violencia física o psicológica.

La libertad tóxica es una excrecencia de las libertades negativa y positiva. En los dos casos su hipertrofia produce monopolio del pensamiento por la vía económica, política o religiosa. «¡que me quiten todos los obstáculos a mi dominio!» y «¡que se admita mis libertad de ser esclavo!» son los dos gritos extremos de ambas libertades.

Como se puede comprobar he utilizado el carácter positivo de la libertad para introducir la fuente de libertad que es la igualdad, creando un tercer tipo, el llamado tóxico, para cubrir, la tantas veces observada, libertad de escoger la tiranía.

El tratamiento abstracto del concepto de libertad permite fundirlas en una sóla si se admite que no tener recursos económicos es una restricción que debe ser eliminada por la acción del estado con la condición de no utilizar su posición de fuerza para establecer un pensamiento unitario de carácter político, económico o religioso. En ese caso la propuesta de definición unitaria de libertad sería:

La libertad es elegir sin restricción externa entre medios y fines posibilitada por los propias dotes y los recursos económicos a disposición de cada individuo. Se nutre de las capacidades naturales, la explotación de los mecanismos del mercado o la acción correctora del Estado. Es posible ejercerla en ausencia de restricciones físicas, intelectuales o legales y es legítima siempre que no elimine la libertad de otros. La libertad permite comerciar, educarse, curarse y vivir la propia vida conforme a los propios deseos.

Hay que combatir los fundamentos de la argumentación de Hayek sobre la existencia de un único concepto de libertad (la irrestricta). Hayek rechaza todo lo que estorbe a la libertad individual, como si una acción del estado para garantizar la educación de los hijos de los pobres no redundara en la libertad de estos jóvenes. Libertad ésta sobrevenida tan genuina como la de un heredero que, sin mérito adicional, puede ir a la universidad sin ayudas externas. La libertad individual sólo se puede ejercer si uno tiene las condiciones naturales (motoras e intelectuales) y artificiales (recursos). Sí la sociedad de partida es desigual, sólo una parte muy reducida de la población podrá ejercer la libertad. No es de extrañar que esta anomalía produzca revueltas políticas o delincuenciales, de aquellas partes de la sociedad que, sintiéndose marginadas, es decir, restringidas, se niegan a aceptar las leyes que impiden su incorporación a un marco legal. Naturalmente con su reacción restringen gravemente la libertad de otros y por eso la solución hay que buscarla en la evolución pactada.

Si todos viviésemos de la renta ¿quién iba a trabajar? Si las posibilidades de ser rico (juegos de azar, dotes artísticas, trabajo empresarial) están restringidas a unos pocos, la desigualdad es inevitable y, según algunos, una condición necesaria para el funcionamiento del sistema. Si es así, habría que encontrar un punto de equilibrio entre la necesaria desigualdad y la depauperación de la mayoría. Generalmente se ha resuelto el asunto haciendo posible una clase media que reduce a muy pocos los desafectos. Pero corren tiempos en los que irresponsablemente se está empobreciendo a la clase media para crear dos polos potencialmente explosivos. Es una ley natural y, creo, que psicológica que la acción se genera en la diferencia. Por eso sospechamos que una sociedad matemáticamente igualitaria no podría funcionar bien. Pero tenemos la constancia histórica que el modelo de la desigualdad sin trabas trae sufrimiento y bloquea la expresión del talento potencial que reside en todas las clases sociales. Se impone, pues, el equilibrio pues entre estas dos formas de resolver los problemas vitales.

Una parte de la sociedad se encuentra más realizada trabajando por cuenta ajena, cumpliendo con sus obligaciones, pero esperando contar con las cobertura social que le permita mantener la salud propia y la de su familia, poder educar a sus hijos y contar con una pensión proporcionada a su esfuerzo laboral continuado. Las minorías que han poseído y poseen la riqueza nacional y, en muchos casos, viven de las rentas de capitales acumulados por sí mismos o por sus predecesores, están formadas por individuos con gran mérito porque, en general, han aportado capacidad de gestión, ambición y acierto en aquellas partes del proceso de creación de riqueza donde se dirime la propiedad de tal riqueza. Pero también, y en la mayoría de los casos, por parásitos colgados de los méritos de sus parientes o del talento de los detentadores del talento científico o artístico.

El único modo de preservar este estado de cosas es insistir en la libertad negativa, la herencia y el derecho de propiedad y herencia. En el pasado este estado de cosas provocaba diferencias sociales monstruosas. En el estado actual de la tecnología la percepción de contar con una vida buena es mayor, porque se ha puesto a disposición de la mayoría de la gente mercancías y servicios a unos precios que eran inalcanzables para ellos en el pasado. El low cost ha aumentado la percepción de bienestar, acercándo la situación al ideal de Irving Kristol expresado en su artículo de 1997 Income Inequality Without Class Conflict publicado en el Wall Street Journal. Pero, en realidad, esta situación, en la que un rico se puede encontrar con su secretaria en su restaurante favorito, ofende a los poderosos que han llegado a la convicción que grandes capitales se sustraen a los negocios al utilizarse en el bienestar social. Por otra parte, el consumo universal produce un impacto notable en los equilibrios micro y macro ecológicos. Naturalmente los empresarios que vieron en la producción barata facilitada por los avances tecnológicos (Turismo, cultura, ropa, comida) una oportunidad de negocio, lo han explotado al máximo. Así compañías de vuelo (Easy Jet), prestadoras de servicios (Amazon), suministradoras de alimentos (Mercadona) o vestidos (Inditex) etc, han puesto a disposición de millones de personas lo que antes estaba solamente a disposición de unos pocos. Lo ocurrido es que se ha conseguido una bajada simultánea de ingresos y precios en el comercio mundial y, al tiempo, una concentración enorme de la gestión para acumular grandes fortunas a partir de pocos beneficios relativos en cantidad inmensas de mercancías. Estos nuevos millonarios,  desplazaran a los que se empeñen en negocios periclitados a cierto plazo como el de los combustibles fósiles. Es de suponer que lentamente los grandes capitales se desplazarán a los negocios compatibles con el mantenimiento de la sensación de bienestar a bajo precio y el respeto al medio ambiente. Naturalmente los bajos ingresos no pueden descender por debajo de la capacidad de vivir dignamente, pagar impuestos y asegurarse asistencia social y una pensión. Paralelamente, en el otro extremo de la escala social, los impuestos deben evitar que las grandes fortunas eluden sus responsabilidades fiscales, que la inversión innovadora sea esquilmada convirtiéndose en beneficios particulares y el desarrollo de una escandalosa industria del lujo.

Otra cuestión será el impacto de la robótica sobre los puestos de trabajo y cómo conseguir que millones de personas tengan ocupación que justifique la necesaria capacidad de consumo. La tecnologías establecerá la forma en que compatibilizar el bienestar social con la salud del planeta. Mientras esto no llega, la receta tiene que ser «austeridad para todos», manteniendo bajo control fiscal unas diferencias de ingresos suficientes para mantener la sensación de que se premia la iniciativa.

Los libertarios dicen que la libertad positiva lleva a la tiranía. Es un claro ejemplo de pendiente deslizante sin mecanismos de freno. Del mismo modo, se puede asegurar por lo socialistas que la libertad negativa lleva a total exclusión social de la mayoría. ¿Cuál es el freno para evitar la tiranía? que los individuos se negarán a perder su libertad negativa. ¿Cuál es el freno para evitar la total exclusión? que se necesita a la mayoría para que consuma los productos por lo que habrá que dotarla de ingresos y respaldo en las necesidades básicas.

GRANDES REFERENCIAS

Adam Smith (1723-1790) fue un economista escocés (es reconocido como el primero en el sentido moderno del término) que en su famoso libro, El origen de la riqueza, teorizó sobre economía y su funcionamiento a partir de la libertad de mercado. Su metáfora sobre la «mano invisible» hizo fortuna. Expresa la idea de que los individuos, en la consecución de sus fines particulares, contribuyen a la creación de riqueza para todos. Sus puntos de vista están en la base del pensamiento de Hayek sobre lo impertinente de intervenir en un proceso cuya complejidad supera las capacidades humanas. La consecuencias favorables o desfavorables de una economía libre deben disfrutarse o sufrirse, pero, en ningún caso, modificarse.

John Maynard Keynes (1893-1946) murió joven, pero dejó una huella que todavía perdura entre sus seguidores y sus adversarios. Cuando tenía 26 años recibió el impacto de las torpeza de las potencias vencedoras de la Gran Guerra que impusieron un régimen económico de reparación tan absolutamente insoportable que colocó a Alemania y a Austria en una situación dulce para la aparición de profetas de la patria, tal y como ocurrió, permitiendo la aparición de la que, sin duda es la más peligrosa ideología jamás concebida. Ni siquiera el stalinismo que partía de una propuesta ideológica y política totalitaria para resolver problemas reales que favoreció que un homicida como Stalin tuviera una gran nación a su merced. Nadie añora el estalinismo, pero demasiados jóvenes añoran el nazismo. Keynes y sus colegas de Cambridge generaron un teoría económica que partía del propósito de reducir las tasas de desempleo en la crisis económicas. La Gran Depresión provocada por un sistema financiero descontrolado en la práctica del más salvaje Laissez-Faire, fue la gran oportunidad de Keynes que realizó la propuesta, totalmente novedosa, de crear empleo con inversiones públicas para sacar de la atonía del sector privado. Aunque murió joven, aún tuvo influencia en la mítica conferencia de Bretton Wood, donde se crearon las organizaciones de ámbito mundial que aún perviven (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial). Su influencia aún está presente en cada fracaso de las políticas exclusivamente monetaristas.

Friedrich Hayek (1899-1992) perteneció a una generación que, como la rusa Ayn Rand (1905-1982) y el británico de origen letón Isaiah Berlin (1909-1997) vivieron de lleno en su edad más productiva los horrores de los regímenes comunistas staliniano y del nacionalsocialismo hitleriano. Una experiencia que los vacunó de cualquier propuesta más o menos mitigada de colectivismo. Es probablemente el más influyente intelectual del neoliberalismo, más incluso que el hiperactivo Milton Friedman. Hayek con los antecedentes de la Escuela de Viena, con su maestro Von Mises al frente, y la ayuda impagable de Lionel Robbins en la London School of Economic combatió las propuestas de Keynes con fiereza intelectual. La gran novedad de su propuesta no está tanto en el ámbito económico, en un sentido estricto, sino en el fundamento antropológico de las doctrinas económicas que defendía contra toda clase de intervención colectiva, aunque viniera de la mano de un Estado democrático. En su versión más radical, Hayek ve las orejas del socialismo en cualquier intromisión del Estado en el proceso económico. Sostiene que las crisis no se gobiernan, se sufren. En su honor hay que decir que es coherente, hasta el extremo de que considera que hay que limitar el poder económico monopolístico, por la importancia que da a la competencia, y que hay que establecer mecanismos de seguridad social y sueldos de subsitencia para aquellos rechazados por el sistema. Su influencia ha llegado hasta nuestros días tanto a manos de los genuinos economistas neoliberales, como de los espúreos conservadores que utilizan sus puntos de vista para fines menos intelectualmente honrados. Por eso trató de distinguirse de ello con firmeza empezando por recordar, que, antes de que apareciera el socialismo, el adversario político de los conservadores eran los liberales. La frontera la sitúa con claridad en base al miedo de los conservadores al progreso de las ideas y su consecuencias. En su interés por marcar distancias propone cambiar el nombre de liberal, que en Estados Unidos ha quedado asociado al partido Demócrata con sus adherencias socialdemócratas, por el de Whig, en honor de los patriotas americanos que fundaron la nación. También rechaza el nombre de «libertario» porque lo considera muy artificial. Un nombre que hoy se ha generalizado entre los que de forma más radical son sus seguidores en uno de sus principios más firmes: la apertura al progreso intelectual sin ningún tipo de traba y la aplicación la desarrollo de estas ideas sin mirar atrás. Curiosamente, estos mismos libertarios, rechazan, al contrario que Hayek, cualquier limitación a su riqueza y ni se plantean la generalización de los avances. Es llamativo que Hayek no considerara el nombre de «progresistas» para sus ideas. Hoy lo rechazaría de plano, pues los que se llaman así, son los herederos del racionalismo de izquierdas de los que sospechas su dogmatismo.

Isaiah Berlin (1909-1997), nacido en Riga se formó en Londres. Sus padres tuvieron que emigrar huyendo del comunismo y del antisemitismo. Si a esta experiencia directa se suma haber vivido la primera guerra como oficial y la segunda como espía, se puede entender que se sumara a aquellos que odiaban todo tipo de totalitarismo y que, como intelectual en Oxford, se centrara en el concepto de libertad. Sus coordenadas intelectuales son el pluralismo frente al monismo, con sus consecuencias en la interdependencia de valores (justicia, libertad, igualdad) y el rechazo al determinismo y la filosofía perennis. En materia de libertad distinguió entre la libertad de acción sin más límite que la acción de los demás, que llamó negativa; y la libertad mixtificada que supone considerarse libre bajo el control por ideas ajenas, a la que llamó positiva. En mi opinión queda por completar el espacio definitorio del ejercicio de la libertad contando o no con los medios materiales para ejercerla. De este modo habría una libertad negativa (hago voluntariamente lo que deseo), otra positiva (hago voluntariamente lo que puedo) y otra tóxica (hago voluntariamente lo que me mandan). El rechazó ésta última con el argumento de que no contar con los recursos no elimina teóricamente la capacidad de acceso a un bien, pero esa libertad teórica tiene el carácter de la negativa (puedo llegar hasta el mostrador de un hotel caro y allí me encuentro con la oposición del recepcionista cuando compruebe que no puede pagar). Lo sustantivo es la libertad positiva, real, de acceso al bien que requiere, obviamente, el desarrollo de valores como la igualdad de oportunidades en un sociedad avanzada. Leyendo a Berlin es inevitable entrar en combate intelectual. Creo que se equivocaba en negar el carácter triédrico de la libertad. La libertad negativa es la fuente de creatividad, pues ninguna acción ni idea deben ser rechazadas o reprimida hasta comprobar argumentalmente o experimentalmente su valor. La libertad positiva es fuente de la lucha por la justicia social, pues todos deben tener igualdad de oportunidades contando con los recursos para su desarrollo y, finalmente la libertad tóxica es la fuente de la lucha contra la alienación de las conciencias por doctrinas socialmente rechazables. A esta última la llama Berli positiva, tratando de cerrar el camino a la acción correctoras de las injusticias sociales sin un propósito claro. Creo que se debió a que él quería dos cosas: la simetría de dos libertades y poner el énfasis en los riesgos de la aceptación sin lucha del adoctrinamiento. Pero, al mismo tiempo, estaba cerrando el camino a la legítima contienda contra la libertad del laissez-faire que tanto daño sigue haciendo a la humanidad.

Michael Foucault (1926-1984) impartió un curso en 1979 en el Colegio de Francia que llevó al pensamiento moderno a un cruce de caminos con una gran osadía. No es casualidad, pues su mirada lúcida ya había caído sobre la mixtificaciones de los regímenes carcelarios, mentales e, incluso, sobre la todavía incómodo tema de la sexualidad fuera de la cama. Una mirada desveladora de las capas de ideología puestas sobre realidades tan penosas en la forma en que eran gestionadas. Esa lucidez seguramente encontró atractiva algunas de las premisas del neoliberalismo, dando una lección de valentía intelectual entrando en combate con un cuerpo de pensamiento siempre sospechoso para la tribu intelectual a la que, probablemente sin preguntarle a él, le habían asociado.

Robert Nozick (1938-2002) fue un filósofo norteamericano que pretendió fundar una filosofía liberal en su libro Anarquía, Estado y Utopía. Piensa que el estado debe limitarse a evitar los robos y garantizar el cumplimiento de los contratos. Lo contrario supone violar los derechos de los individuos, que deben ser tratados como adultos que asumen las consecuencias de sus actos. De esta forma no hay que corregir las desigualdades que emerjan de la aplicación de las reglas del mercado, por extraordinarias que sean, siempre que hay un inicio en igualdad. Combate a Rawl y su teoría de la justicia. Lleva al extremo sus propuestas cuando considera que debe admitirse una relación de esclavitud, siempre que se establezca sin coacciones (?).

John Rawls (1921-2002) fue un filósofo norteamericano que consideró que el conflicto entre libertad e igualdad era ficticio. Una reseña completa de su obra se redactará más adelante.

Roy Hattersley (1932) fue vicepresidente del Partido Laborista Británico. Escribió un libro sobre el conflicto entre libertad e igualdad que está injustamente olvidado. En él expresa su opinión de que ni el libre mercado, ni la igualdad de oportunidades resuelve el conflicto planteado. Ésto último debido a que, en su opinión, las becas educativas, por ejemplo, palían las carencias intelectuales y materiales de un hogar pobre. Combate con Hayek y Berlin y sus conceptos de libertad para concluir que la libertad no es posible sin la igualdad y que el estado debe intervenir para hacer la libertad posible para todos. Unas ideas que el considera programáticas para el socialismo moderno. Poco después pudo comprobar hasta qué punto el éxito del laborismo de Tony Blair se alejaba de sus propuestas. Coherentemente abandonó sus cargos en el partido.

Joseph Stiglitz (1943) es un economista norteamericano que ha trabajado teóricamente en el problema de la desigualdad en su país. Destaca que en otros países con economías de mercado, especialmente europeas, el reparto de las rentas deja espacio para una seguridad social aceptable, mientras que en su país, el estado ha renunciado, en base a teorías falazmente liberales, a cualquier tipo de soporte de los ciudadanos de menor renta. Considera que el mercado no puede ser dejado a su suerte en los resultados y que las regulaciones gubernamentales pueden corregir la situación. Cree que la labor de «convencimiento» del 1 por ciento más rico del país ha tenido éxito sobre el 99 por ciento restante, que acepta la falacia de que corregir el mercado perjudica a todos. Stiglitz cree que es posible en términos de ciencia económica una sociedad más eficiente y más justa.

Paul Krugman (1953) es un economista norteamericano que considera que la estabilidad de un país depende de que se mantenga su clase media, que el ala radical de los conservadores republicanos la está destruyendo junto a las instituciones que crearon en su momento la red de seguridad de la sociedad, poniendo en peligro la democracia y el Estado de Derecho (rule of law). Considera que los conservadores están en una peligros deriva hacia el autoritarismo. Al denominar liberal al Partido Demócrata, Krugman da la razón a Hayek que consideraba que el nombre de «liberal» había sido utilizado para políticas y actitudes cercanas al socialismo o al menos al racionalismo, por lo que tenía que repudiarlo. Krugman define su liberalismo como la creencia en una sociedad relativamente igualitaria (que limita tanto la riqueza como la pobreza), demócrata y defensora de los derechos civiles, así como respetuosa con el Estado de Derecho. Hace una interesante distinción entre igualdad económica e igualdad social basada en las ideas de Irving Kristol . La segunda hace referencia al espejismo de igualdad que produce el que en la mayoría de los aspectos de la vida, el rico y el que no lo es pueden estar sentados el uno junto al otro (restaurantes, medios colectivos de viaje, etc.) Es la igualdad que ha traído el low cost y la clase media.

(II) Historia crítica de la Arquitectura moderna. Kenneth Frampton. Reseña (7)

… viene de I

Hasta que Le Corbusier monopoliza el discurso arquitectónico y crea la ilusión de unidad, la Viena fin de siglo y la ruptura formal en mil pedazos de la interpretación de la mirada que cubistas, expresionistas, dadaístas y demás seres del universo vanguardista generan en las artes plásticas y la literatura de la primera mitad del siglo XX es decisiva. Incluso, la política se ve influenciada: ¿habrá un régimen más surrealista que el fascismo italiano?. Generado en el subconsciente, donde reside la voluntad de poder, y expresado en trazos compulsivos se prepara para conmocionar el mundo con su irracional propósito. En ese caldo, en el que el maquinismo ha superado su fase de curiosidad, que daba lugar a escenas anacrónicas de autos y caballos, y los vapores de las máquinas ferroviarias ya no atraen la mirada de Manet, en ese ambiente, los futuristas cantan poseídos por el atractivo de los avances tecnológicos. Toda novedad pasa en nuestra alma por fases que van del asombro al hastío. Como nos ocurre ahora con los juguetes electrónicos, mientras no llegue una convincente realidad virtual.

La arquitectura está en el mundo y, por tanto expresa a través del arquitecto ese mundo. Y el mundo previo a la Segunda Guerra Mundial es Europa, o por lo menos, eso creía Europa, hasta que supo de Frank Lloyd Wright. Es época de convulsiones políticas en las que cae un imperio (el Austro- Húngaro) y, ya desde su comienzo, empieza a caer el que pretendía ser su sucesor (el III Reich). Pero es también una época de convulsiones en filosofía: en 1927 publica Heidegger su «Ser y Tiempo» y los proto analistas de Oxford empiezan a pelearse con el lenguaje, mientras en Francia los estructuralistas dan el toque necesario para lanzar otro punto de vista completamente original sobre el mundo: la lengua, los mitos y los signos y su cabalístico mundo constituyen una tesoro que atrae la mirada intelectual del arquitecto que sabe que su misión es dar, también, cobijo a las ideas para que se encuentre «como en casa«. Así la «máquina de habitar» responde al maquinismo y su poesía, pero la casa familiar a la nueva fenomenología y su excitación espiritual. El arte se vuelve abstracto con Kandinsky y la arquitectura busca la abstracción en la blancura y la lisura de paredes que parecen disiparse en el aire. Su evolución es rápida, tan rápida que madura en poco años y deja la semilla de la mirada bizca que hoy produce contemplar como «moderno» un edificio de los años treinta o sufrir un calambre al ver surgir edificios ahora que «fueron pensados» hace 100 años. Quizá por eso, la arquitectura moderna, huyendo de la lisura y la blancura obsoletas, ha abierto, con la complicidad de la tecnología (como siempre) la puerta al universo de lo informe con la mala conciencia de que ese camino ya lo recorrió Miró. Tras el manierismo de la llamada postmodernidad, el manierismo de la contemplada exhibición de músculo tecnológico en altura, anchura y profundidad. Estamos en una época olímpica, es decir del «altius, fortius, citius» = «más alto, más fuerte, más rápido«.

HAY QUE DESPEJAR EL PANORAMA

Frampton empieza siempre sus capítulos con un texto que considera una introducción atractiva para lo que sigue. En este caso empieza con un texto de Adolf Loos del que extraemos este párrafo:

«Llamo cultura a ese equilibrio entre el interior y el exterior del hombre, que solo puede garantizar un pensamiento y acción razonables»

Adolf Loos (1870-1933) es hijo de un cantero que recibe formación tecnológica en el Royal and Imperial State Technical College y, posteriormente, en el Dresden College of Technology. Ya con 23 años viaja a Estados Unidos y, aunque no encuentra trabajo, se familiariza con la arquitectura de chicago y los escritos de Sullivan (1856-1924), especialmente Ornamento en la Arquitectura, que tiene, en opinión de Frampton, influencia sobre su célebre texto Ornamento y delito, escrito dieciséis años después. Extraemos un párrafo de este texto:

«Ornamento es fuerza de trabajo desperdiciada y, por ello, salud desperdiciada. Así fue siempre. Hoy significa, además, material desperdiciado, y ambas cosas significan capital desperdiciado. Como el ornamento ya no pertenece a nuestra civilización desde el punto de vista orgánico, tampoco es ya expresión de ella. El ornamento que se crea en el presente ya no tiene ninguna relación con nosotros ni con nada humano; es decir, no tiene relación alguna con la actual ordenación del mundo. No es capaz de evolucionar»

Cualquiera puede entender la perplejidad del ojo contemporáneo al ver brazos tatuados en los jóvenes actuales. Es la misma que experimentó Loos por su condición pionera. Por eso, fue capaz de experimentar en su sensibilidad el cambio que los tiempos estaban experimentando. Naturalmente, sus contemporáneos reaccionaron con ironía, si no burla a su propuesta como muestran las viñetas de enero de 1911.

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Un ciudadano descubre la «inspiración» de Adolf Loos para su edificio de la MichaelerPlatz

La ruptura de Loos se produjo, para más provocación, enfrente del Palacio Real, donde todavía residía el emperador Francisco José I (el marido de la célebre y desgraciada Sissi). El heredero del imperio, Franz Ferdinand (aquel que fue asesinado en Sarajevo en 1914, dando un pretexto a Alemania para comenzar la Gran Guerra de 1914) solía salir de palacio por la puerta de la Michael Platz (donde está el edificio de Loos). Se dice que abandonó esta costumbre por no ver el edificio encargado por la firma de sastres Goldman & Salatsch.

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La casa de Loos frente al Palacio Real

El propio Loos se había mofado del movimiento de la Secesión liderado por Klimt con un texto (Historia de un pobre hombre rico) en el que un arquitecto «total», que había incluído, el diseño de muebles y la ropa de la familia, montó en cólera cuando en una visita a su cliente observó sus pantuflas. El dueño de la casa, aliviado, le dijo ¡Pero son las que usted diseñó!. «Sí, le contestó el arquitecto, fuera de sí, «¡pero para el dormitorio!, ¡usted está estropeando todo el ambiente con esas dos horribles manchas de color!»

Aunque el inspirador de este cuento fue el artista belga Henry van de Velde, Loos dirigía sus dardos contra Olbrich. Sobre el que se preguntaba retóricamente «dónde trabaría Olbrich en diez años«.

En todo caso, la revolución de Loos es tan anticipatoria, que todavía hoy experimentamos una extrañeza simétrica, la que el buen arte produce, cuando contemplamos una obra de Loos como la Casa Müller de Praga con un coche de época en la puerta. Naturalmente, para sus contemporáneos el coche era familiar y la casa un horror en su simplicidad. Un sentimiento que puede ser aún medido entre la ciudadanía que aprecia los edificios «que les dicen algo«. Con este edificio, Loos, expresaba al final de su carrera, su plan para los volúmenes.

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Casa Müller en Praga

Él mismo se quejaba de que sus contemporáneos, poco cultivado para los nuevos tiempos, consideraban que la auténtica grandeza residía en un libro cerrado. Loos consideraba, además, que el ornamento era un sistema de esclavitud de los artesanos y una pérdida de tiempo y dinero social. Ya en 1989 ironizaba con los edificios concebidos usando el Renacimiento italiano y todas sus combinaciones de elementos posibles que flanqueaban el Ring de Viena (el trazado de la antigua muralla de la ciudad). En su obra Arquitectura, Loos argumenta que en lo edificios modernos hay más construcción que arquitectura como arte, pues ésta reside fundamentalmente en los cenotafios y monumentos, quedando el resto, aquello que tiene una utilidad, alejado del arte. La arquitectura moderna ha tomado de Loos sus propuestas de diseño, pero no sus ideas meta arquitectónicas, pues ha incorporado a la construcción y a las más desornamentadas superficies a su seno. (Flaneur)

Su posición teórica se inspira en los años que pasó en Estados Unidos, un país en el que el sentido práctico es una seña de identidad. Pero su simplicidad exterior se transforma en elegantes interiores eclécticos basados en su convicción de que no hay visionarios rupturistas sino diseñadores capaces de enlazar con el pasado armónicamente. Por eso usaba frisos y superficies pulidas sin temor a contradicción. Pensaba que las paredes y las piezas fijas (por ejemplo un mostrador) «pertenecían al arquitecto» y que los muebles debían ser al gusto de los propietarios. En el caso de edificios públicos escogía muebles estándar.

Para Frampton, Loos fue el primero en plantear el problema de cómo combinar los sólidos platónicos con las necesidades de volúmenes irregulares para dar satisfacción a las necesidades. Este problema lo expresó en sus villas para el Lido veneciano en 1923. Volúmenes que sirvieron a Le Corbusier para su más pura villa: la de Garches de 1927.

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Adolf Loos. Viviendas para el Lido (1923)
Le Corbusier Garches
Villa Stein-de-Monzie en Garches. Le Corbusier (1927)

RESTOS DEL NAUFRAGIO

Henry van de Velde (1863-1957) o cuando la arquitectura se ocupaba de los muebles seriamente. Loos consideraba un agravante para un condena aceptar tener muebles Velde en la celda. Sin embargo, fue un arquitectos consecuente con su idea de arte total desde su incorporación al grupo Les XX en Bélgica. Tuvo fuertes influencias del Art&Craft británico de Morris y los prerrafaelitas. Aunque rechazó la pretensión de medievalizar la arquitectura. También fue un convencido socialista que compartió ideas con Emile Vandervelde la cliente de Horta para la Casa del Pueblo. Estaba convencido de la influencia del entorno físico sobre la conducta social y política, partiendo de la casa familiar. Distinguía sutilmente entre ornamentación y ornamento. La primera no tenía relación con el objeto que decoraba, pero la segunda sí, por ser funcional, estructural, integrando al objeto en ella. Se suma al desmontaje de la fantasía de la Secesión vienesa. Fue profesor en la Escuela de Arte del Gran Ducado de Saxe-Weimar, lo que le dió responsabilidad sobre la Academia de Bellas Artes que fue el antecedente de lo que sería más tarde la Bauhaus. Tuvo una trascendente reformulación de su postura teórica al considerar que no tenía derecho a imponer sus formas al mundo. Pensaba que no había relación entre sus ideales y la realidad. Se interesó por la escenografía en la medida que encontraba una unión ejemplar entre el desempeño de los actores y los espectadores como punto culminante de la vida social. Concibió varios teatros a partir de esas ideas, tales como el Dumond en Weimar, el Teatro de los Campos Elíseos en París y en el Werkbund Exhibition Theatre en Colonia (1914). El teatro de París fue concebido en hormigón armado y Van de Velde encargó la ejecución a los hermanos de Auguste Perret con la consecuencia de que perdió su influencia sobre la obra, siendo relegado a la condición de arquitecto consultor para Auguste Perret.

Van de Velde TCE
Teatro de los Campos Elíseos. 1913

Auguste Perret (1874-1954) todavía prolonga el Racionalismo Clásico desde el inicio de su carrera. Así, el Casino de Saint Malo en 1899 y el edificio de apartamentos en la avenida Wagram de París en 1902 con su llamativa bay-window en su racionalista eje de simetría. El ornamento floral evoca el estilo de la Belle Epoque.

Perret Avenida Wagram
Edificio de la Avenida Wagram París. 1902
Perret NDR
Notre Dame du Raincy. 1924

Fue pionero en el uso del hormigón armado tras la lectura de Hennebique El hormigón armado y sus aplicaciones de 1902 y lo utilizó en sus edificios. También fue influido por Auguste Choisy (1841-1909) un ingeniero convencido de que los estilos arquitectónicos no eran consecuencia de la fantasía de la moda, sino de los avances tecnológicos. Para Perret el hormigón armada permitía actualizar la virtuosa y sincera arquitectura de lo edificios góticos. Compitió con energía con Van de Velde para acabar quedándose con la dirección final del Teatro de los Campos Elíseos, respetando la idea general de aquel, pero mostrando su maestría en los detalles. En 1903 repitió la forma de la avenida Wagram en el edificio de la Rue Franklin de París. Con su pragmático ajuste a las normas urbanísticas mantuvo su intención de evocar su admiradas formas góticas al forzar la estilización de la fachada partiéndola en volúmenes cuya esbeltez es manifiesta. Junto con Choisy consideró al marco estructural la quintaesencia de la forma del edificio. El encargo de una iglesia en 1922, le permitió mostrar su dominio en el diseño servido por estructuras de hormigón armado. Para la Exposición de las Artes Decorativas de 1925, llevó a cabo una rehabilitación en la que una ligera simulaba ser una estructura pesada. Esta falta de «racionalismo» la excusó Perret por el carácter temporal del edificio. En contraste, solo falta un año para que Le Corbusier publique su «Les 5 points d’une architecture nouvelle. 

Pasado el tiempo, se puede disfrutar de la mutación de la arquitectura de esta época, aún anclada en ideas y formas al pasado, que puede representar Perret, que incluso al novedoso hormigón armada lo pone al servicio de formas inspiradas en el gótico o el clasicismo, y la arquitectura moderna del siglo XX y aún del XXI que representa Loos e intelectualiza Le Corbusier.

ROMPIENDO CON EL PASADO

Agotadas las posibilidades de los antiguos órdenes e, incluso, declinando el uso de nuevas técnicas al servicios de viejas ideas, empiezan a mostrarse en Europa las posibilidades que estaban enunciando los pioneros. Entre ellos y a pesar del dominio de los británicos en la industria, destacan los alemanes que supieron ver la importancia de renovar la arquitectura industrial. Quien mejor vió las posibilidades fue el arquitecto Gottfried Semper (1803-1879) con su libro Ciencia, Industria y Arte de 1852. Un libro con el que hizo mirar a su tiempo hacia un nuevo arte, contradiciendo la pretensión de los prerrafaelitas de volver la mirada hacia el pasado. Su tesis general sobre la influencia socio-política sobre el estilo fue malinterpretada hasta que llegó al intensa expansión industrial en Alemania durante el último cuarto del siglo XIX. En esa época, la industria alemana era considerada barata y «antipática». Lo que era resultado del impulso político de Bismarck a una rápida expansión de la industria tras la unificación del país. Una de las consecuencias fue la creación de la Sociedad Alemana de Electricidad (AEG) que en siete años tuvo un crecimiento extraordinario con clientes en todo el mundo.

Tras la muerte de Bismarck en 1890, se vió la necesidad de pasar de una industria rudimentaria en sus formas a otra en la que el diseño y la calidad tuvieran una importancia decisiva. Había, pues, que formar a una generación de artistas que estuvieran orientados hacia la industria. El enfoque tomó escala nacional, si no nacionalista, y se envió en 1896 al arquitecto Hermann Muthesius (1861-1927) con el encargo de estudiar la arquitectura y diseño inglés. A su vuelta en 1904, recibió el encargo de renovar la formación alemana en materia de artes aplicadas. Resumió su experiencia inglesa en el libro Das Englische Haus, impreso en 1904. El impulso llevó a Peter Behrens (1868-1940) a la dirección de la Escuela de Arte de Dusseldorf.  Muthesius, Neumann y Schmidt se aliaron para fundar la Deutsche Werkbund (Federacion Industrial Alemana) a la que se adhirió desde el primer momento Peter Behrens. De este modo trataban de neutralizar la resistencia de los artesanos tradicionales. Para Behrens el contacto con AEG y la industria en toda su potencia práctica, le supuso el abandono de su ideas juveniles relacionadas con la «voluntad de forma» de Nietzsche, concluyendo que la industria era el destino de Alemania en el marco del «espíritu del pueblo» al que él debía servir como artista. Así cristalizó su concepción de la industria como espíritu de los tiempos en la Factoría de Turbinas.

Beherens Turbinas
Factoría de Turbinas (AEG). 1909

Para Frampton es una obra de arte premeditada, «un templo del poder de la industria». Pero Behrens que lleva mal el predominio de la industria evoca en la factoría a la granja que resuelve la nostalgia de la todavía reciente prevalencia del campo. Behrens que es un conservador, aclara su posición en el texto ¿Qué es el arte monumental?, pregunta a la que responde que es la expresión del poder dominante en cada época. También aprovecha para polemizar con Semper y su teoría de la influencia de la tecnología y los límites de los materiales sobre la arquitectura. En su opinión, es la voluntad de forma que reside en unas élites con el talento suficiente para no ser esclavos de la tectónica. Una postura que traslada a los productos de la AEG. Plantea así un conflicto entre Norma y Forma y entre tipo (genérico) e individualidad, que influye en la Werkbund que redacta en su asamblea de Colonia de 1914 un manifiesto sobre cómo abordar la relación del diseño y la producción industrial. Walter Gropius (1883-1969) trabajaba en la oficina de Behrens desde 1910. En marzo, cuando tenía veintiséis años envió a AEG un memorándum para racionalizar las casas de los trabajadores. El documento es magnífico y todavía conserva valor como muestra de un trabajo exhaustivo sobre cómo prefabricar. En estos años, tanto él como Adolf Meyer trabajan para la industria con el diseño de la carrocería e interiores de locomotoras y coches-cama. Releen la sintaxis de Behrens y sus esquinas ya no son de mampostería como en la factoría AEG, sino de cristal. El logro armoniza el clasicismo marca de Behrens de las columnas colosales de ladrillo con el friso horizontal del mismo ladrillo y la novedad industrial de paneles de cristal de toda la altura del edificio produciendo la ilusión de que cuelgan milagrosamente de la parte superior.

Gropius Fagus
Fagus Factory. Gropius y Meyer. 1911

Behrens FrankfurtLa historia se echa encima de los arquitectos alemanes de la Werkbund y reciben el encargo de diseñar las tumbas destinadas a los caídos en la Gran Guerra. Tras la guerra, Behrens es otro hombre. Abandona el clasicismo y el misticismo asociado del poder industrial. Ahora investiga buscando un arte edificatorio que exprese la verdad del espíritu del pueblo alemán y la encuentra en un neomedievalismo. Una síntesis que pone a prueba en el encargo de Frankfurt-Höchst en 1920. Finalmente Behrens se aproxima al Art Deco en sus últimas obras, mientras la Werkbund pasa el testigo a la «nueva objetividad».

TRANSPARENCIA

Paul Scheerbart (1863-1915) era un hombre apasionado. Y si lo fue en la vida para la promoción poética del vidrio en la construcción, no lo fue menos para su muerte, que se provocó por inanición, dada su condición de pacifista durante la Gran Guerra. Su utopía del cristal se expresa bien en esta frase de su libro Arquitectura de Cristal:

«La faz de la Tierra experimentaría un profundo cambio a partir del momento en el que la Arquitectura del cristal suplantase por completo a la Arquitectura del ladrillo. Sería como si a la Tierra se la engalanase con joyas de esmaltes y brillantes. La maravilla de un espectáculo semejante es del todo inimaginable»

Todo ello se piensa y se dice en una atmósfera de expresionismo artístico que las artes plásticas lideran y la arquitectura anhela y persigue en oposición a la cultura oficial. La Werkbund cumple un papel de cohesión en esta búsqueda. La tensiones se perciben en le contrate entre el neo-clasicismo de Behrens y el organicismo de Henry van de Velde (1863-1957) o entre las formas de tratar el vidrio en la factoría de Gropius y Meyer frente a la fantasía del pabellón de Bruno Taut (1880-1932). La «voluntad de forma» de Behrens convive con el aforismo «La luz reclama al cristal» de Scheerbart. En 1914 las Werkbund muestra el pabellón de cristal de Taut, que como un nuevo Tempietto despierta pasiones que certifican la muerte del ladrillo (Qué diría el Moneo del museo de Mérida). Desde luego el vidrio y el hormigón ha formado una pareja imbatible en los últimos años con su contraste textural y sus distintas propiedades física y térmicas. Aún todavía se está aprendiendo a usar el cristal para evitar los inconvenientes de un uso ingenuo de sus cualidades, provocando falta de confort en los usuarios. En 1918, con el eco del Gran Berta aún en los oídos, Taut y Behne se dedican a promover el arte en cooperación con la gente. En 1919 su manifiesto dice:

«El arte y la gente deben ser una única entidad. El Arte no será mucho tiempo más un lujo para una minoría, pues debe ser disfrutado y experimentado por las masas»

Suena aquí el eco de la pretensión de las vanguardias de un Arte para la vida. El movimiento del Comité por el Arte (Arbeitsrat für Kunst) reúne a unos cincuenta artista, arquitectos y clientes de los alrededores de Berlín. Se incorporaron artista del movimiento Die Brücke (el puente) como Nolde o Marcks.

En 1919 llevan a cabo una exposición bajo el título de «Arquitectura desconocida» y en cuya introducción Walter  Gropius (1883-1969) lleva a cabo lo que se podría considerar las proto ideas para su Bauhaus en Weimar. Es un momento muy brillante en el que la arquitectura es flanqueada por el arte, como en el medievo, para dar un salto cualitativo. Una postura que es rechazada por quienes ven ella el eco de la cultura de la temida Unión Soviética. El final de la revolución espartaquista de Rosa de Luxemburgo, pone, también fin a la actividad de Arbeitsrat für Kunst, o como sus miembros gustaban decir a la «cadena de cristal«. Ha llegado la corta época de la nueva Objetividad (Neue Sachlichkeit) que involucra a Gropius, Meyer y pretende salir de la paralización del ideal previo dándole salida por una apuesta por el realismo de inspiración socialista llegada del suprematismo soviético, encontrando en la arquitectura una forma de expresarse poderosa para atender necesidades masivas de habitación resueltas con ingeniosos empotramientos de elementos funcionales. Quien más se acercó a la utopía del cristal no fue Taut, sino Poelzig (1869-1936) con su teatro para Max Reinhardt en 1919.

Poelzig
Teatro. Poelzig. 1919

Y quien mejor expresó la nueva objetividad en su trabajo fue Gropius con su Teatro Total de Berlín. Un teatro proletario concebido para Piscator (un director artístico amigo de Beltor Brecht) un edificio versátil por su movilidad que permitía ser proscenio, zona de orquesta o pista según necesidades.

Erich Mendelsohn (1887-1953) materializa la utopía de la época con la orgánica Torre Einstein de 1921 inspirado por Van Velde y el pabellón de Taut. En su pretensión de encontrar una arquitectura que responda a sus preocupaciones de que la arquitectura de puro funcional derive en mera construcción se aparta de sus experiencias holandesas y trata de encontrar su propio camino que bordea el organicismo mientras trata de optimizar los nuevos materiales. Sus almacenes Petersdorff en Breslaw construidos en 1927 es una magnífica síntesis que ha inspirado a muchas obras posteriores.

Hay que destacar también los esfuerzos de Stefan Häring para que el Movimiento Moderno tuviera trazas de organicismo, lo que no pudo conseguir debido a la oposición de Le Corbusier en el acto fundacional del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, celebrado La Sarraz (Suiza). Häring compartió despacho con Mies y cuenta Frampton que se influyeron mutuamente. Eran tiempos complicados en la que, en algún lugar de Alemania un joven arquitecto de veintiséis años se apunta al partido nazi que barrerá toda la efervescencia artística de la época por «degenerada» para atender la demencia de su jefe.

ASPIRANDO AL TODO. La Bauhaus.

Gropius, como Wagner, quería reunir en torno a la arquitectura a los artistas y a una nueva artesanía que posibilitaran la obra material y artística total. Su Beyruth fue la Bauhaus de Weimar, probablemente el esfuerzo colectivo más ambicioso que la arquitectura podía disfrutar, estando en el centro de un vertiginoso vórtice de talento. Que en un mismo edificio, pudieran estar Paul Klee, Van der Rohe, Gropius, Vassily Kandinsky, Gerhard Marcks, etc. es una prueba de la potencia e inteligencia de una parte de la sociedad alemana. Gropius quería una institución en la que cayera la «arrogante barrera» que existía entre artesanos y artistas. La Bauhaus, un nombre elegido por Gropius, fue la prolongación de un programa de formación artística generado a partir de la conciencia del carácter «nasty» de los productos industriales alemanes. Primero la Deutsche Werkstätten con Poelzig y Behrens y, después con la Escuela de Arte y Artesanía del Gran Ducado en Weimar bajo la dirección del arquitecto belga Henry van de Velde, que no tardó en ser despedido por su condición de extranjero. No fue tarea fácil para Gropius hacer valer su criterio de crear una institución así, pues había quien solicitaba una escuela de Bellas Artes separada. Gropius venció, pero la fisura ideológica persistió durante toda la vida de la Bauhaus (1919-1932). El programa coincidía con las ideas de Bruno Taut para la Arbeitsrat für Kunst: la suma compleja, sin límites entre las especialidades, de escultura, pintura y artesanía era igual a la Arquitectura. La palabra Bauhaus evocaba la Bauhütte o logía de los constructores medievales y su programa era crear la catedral del socialismo con la cooperación de todos los que aportan a su «construcción».

IttenLos primeros tres años, la personalidad más influyente fue la del pintor y profesor Johannes Itten (1888-1967) que trató de crear un método pedagógico para la formación de los alumnos basado en la realización de collages para estimular el aprendizaje por la acción. Estaba inspirado pedagógicamente por Froebel (que tanto influyó en Wright), Montessori y John Dewey. Itten era un místico antiautoritario influido por la sensación de decadencia que la obra de Spengler y la desgracia de la Gran Guerra le produjo. Las divisiones entre Itten y Gropius, en torno a una enseñanza mística o racional, se acentuaron cuando se incorporaron a la escuela Theo van Doesburg y Kandinsky. Pero la personalidad de Doesburg influyó en Gropius hasta el punto de que los muebles de su oficina y el proyecto con Meyer para el concurso del Chicago Tribune tenían muchos de los rasgos de sus propuestas.

Gropius Chicago Tribune

Un artículo de Gropius proponiendo de nuevo la reconciliación de la industria y el diseño artesanal provocó la dimisión de Itten, al que Gropius reprochaba su místico rechazo del mundo. De forma rápida se le sustituyó con el artista constructivista húngaro László Moholy-Nagy (1895-1946). Su diligente uso del teléfono para, por primera vez, transmitir información artística a un fabricante impresionó a Gropius.

Su pintura «del teléfono» bien podría ser el diseño inspirador del primer iphone de Apple.

 

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El círculo amarillo. László Moholy-Nagy

La conjunción de la Stijl en la persona de Theo van Doesburg y de Maholy-Nagy tuvo una rápida influencia sobre la arquitectura de Gropius y Meyer, influencia de la que el edificio de la Bauhaus en Dessau en 1926 es una buena muestra. Dos modelos de casas entraron en contraste la casa Sommerfeld, concebida  y la que se construyó para la exposición de la Bauhaus de 1923. La primera se presentó con una intención conservadora con un interior con productos de la propia bauhaus que incluía madera tallada y vidrio coloreado. La segunda fue concebida como una «máquina de habitar» con las instalaciones de calefacción vistas, ventanas de acero y muebles sencillos. El traslado a Dessau reforzó las ideas básicas de derivar la forma de los métodos productivos y atender las limitaciones impuestas por las características de los materiales y las necesidades programáticas. También aumentó la generación de nuevos diseños de muebles en madera y acero con la dirección del arquitecto Marcel Breuer (1902-1981). En 1928 Gropius dimite con naturalidad y nombra a Hannes Meyer (1889-1954) como nuevo director. Lo siguieron Moholy-Nagy y Breuer al comprobar que bajo la dirección de Meyer la Bauhaus enfatizaba el diseño metódicamente riguroso. Meyer, en efecto, impuso un programa de contrachapados, desmontables, sencillos y baratos, aunque fueran criterios de diseño antes que ideológicos los que primaron. Meyer fue víctima de las presiones de la izquierda política alemana para cesarlo, pero, además, los partidos de derecha propusieron el cierre de la institución. El alcalde de Dessau intentó por todos los medios que la Bauhaus permaneciera allí bajo la dirección de Mies van der Rohe (1886-1969), pero fue trasladada a Berlín en 1932 y nueve meses después fue cerrada.

LO UNO Y LO UNIVERSAL

Antes de que el mundo europeo se desplomara en la segunda Guerra Mundial trasladando, de alguna forma, la inteligencia artística a los Estados Unidos empujada por la estulticia nazi y fascista,  el continente era un burbujeante lugar lleno de iniciativas. Viena, Weimar, Amsterdam y París fueron verdaderos faros de luz creativa que le dió forma y expresión al mundo moderno. Los nuevos bárbaros artísticos, fauvistas, cubistas, expresionistas, dadaistas, surrealistas buscaban y rebuscaban movidos por el vértigo del maquinismo y el rechazo de las convenciones nuevas formas de expresar el mundo a través de su sensibilidad. Una explosión de talento de la que todavía vivimos.

Las permeables fronteras europeas permitían que los arquitectos holandeses, belgas y alemanes verdaderamente comprometidos con el progreso que parecía pedir los tiempos, se influían mutuamente. En Holanda este bullicio tomó el nombre de De Stijl (El Estilo) y fue obra de tres hombres: Piet Mondrian (1872-1944), Theo van Doesburg y Guerrit Rietvelt (1888-1964). Su manifiesto declaraba la guerra al individualismo, una guerra que a la altura de 2017 está completamente perdida, pues ha reverdecido con potencia con el fuel neoliberal. Este movimiento duró unos 14 años. Fueron influidos por el pensamiento neo plástico del matemático Mathieu Schoenmaekers (1875-1944). El nombre ya había sido manejado por Semper en su estudio crítico Stil in den technischen und tektonischen Künsten oder partische Ästhetik de 1860. Quizá de ahí lo tomó Berlage para proporcionarlo involuntariamente al grupo. La influencia del matemático tuvo que ver con la elección de los colores básicos (amarillo, rojo y azul) para la pintura de Mondrian. Mondrian frecuenta a Schoenmaekers mientras sienta las bases de su posición teórica sobre un Neo Plasticismo que publica en 1917. Junto al pintor Bart van der Leck (1876-1958) concluyen que han llegado a un nuevo y puro orden plástico. Las líneas horizontales simbolizan el movimiento de la Tierra alrededor del Sol y las líneas verticales al rayo que proviene del sol. Obras significativas son The Cow de Doesburg e Interrelation of Masses de Vantongerloo.

El principio de De Stijl no incluye obra arquitectónica. Entre los primeros figura el arquitectos, Gerrit Rietveld (1888-1964), el creador de la silla Roja/Azul, quizá la primera incursión del movimiento en las tres dimensiones desplegando las formas de Van der Leck. Un modesto mueble que hizo visible las posibilidades del desarrollo estético del movimiento.

En coherencia con el movimiento Doesburg y Van Eesteren diseñan en 1923 una casa a partir de sus investigaciones con la influencia de Rietveld y a espaldas de la influencia de Wright:

El propio Rietveld proyecta en 1924 la Schröder-Schäder House fuertemente influido por los preceptos estéticos de Van Doesburg.

El grupo vino a romperse por las amargas discusiones relativas a la introducción de la diagonal en sus composiciones, los aspectos sociales y la tecnología. Unos enfatizaban la unión del arte y la vida, considerando que la pintura, si no se prolongaba en la arquitectura, no tenía sentido de existencia. Con el tiempo los principales protagonistas del movimiento abandonaron el Neo-plasticismo y fueron influidos por la «Nueva objetividad» con ecos sociales del socialismo internacional. El arte vuelve a su reducto de creación de un lenguaje universal y renuncia a sus aplicaciones prácticas compulsivas en muebles o edificios. Sólo Mondrian parece permanecer fiel a los principios del movimiento. En 1937 escribió en su Plastic and Pure Plastic Art que

«El Arte es sólo un sustituto mientras la belleza de la vida no se ha completado. El Arte desaparecerá en la misma proporción que la vida gane en equilibrio«.

Adolf Loos, La Bauhaus y De Stijl constituyen los tres focos simultáneos de misticismo y realidad que forjaron la arquitectura moderna. Por eso, una vez reseñados, dejamos para la tercera parte de esta reseña a los grandes arquitectos que en el siglo XX sacaron fruto de esa mezcla de pensamiento y acción que Frampton sintetizó magistralmente.  Así pasarán por esa tercera parte Le Corbusier, Mies, Wright, Aalto y Khan.

Sigue en III…