Psicología del jubilado (4)


Un breve artículo para reseñar que pasados veinte días y toda la compulsión por el orden de estas semanas, puedo observar que la nueva rutina, que carece de rutina, resulta estar compuesta de obligaciones autoimpuestas y placeres aceptados sin rechistar. Pasado un cierto tiempo, las obligaciones se lleva a cabo placenteramente y los placeres se convierten en obligaciones. La plasticidad del cerebro es extraordinaria. Tipos de obligaciones: buscar un fontanero, comprar alguna comida, pelearte con una compañía de seguros, renovar el DNI. Tipos de placeres: progresar con el inglés, leer a Javier Gomá, Leer a Colin Davies, Leer a Antonio Damasio, escuchar a Edward Elgar, Tony Bennet o Diane Krall, pasear, jugar al padel, charlar con mi mujer, charlar con amigos, ir al Romea o al Auditorio, ver una serie que no le guste a Pablo Iglesias y dormitar. Lo de viajar más adelante.

He optado por trabajar en las obligaciones un máximo de dos horas y cuando se acaban pasar a los placeres. Naturalmente, con el tiempo irá tomando su tiempo las consultas de los médicos y la rehabilitaciones hasta que ocupen todo el tiempo. En ese momento espero que no me pase como al estadístico De Moivre, que pudo predecir el día de su muerte estudiando la serie del incremento de tiempo empleado en dormir. Al llegar a las 24 horas se durmió del todo.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.