«El mundo no tenido jamás una buena definición de la la palabra «libertad», y los americanos, justo ahora, la necesitan. Todos reclamamos libertad, pero aún usando la misma palabra, no queremos decir lo mismo… aquí tenemos dos cosas diferentes e incompatibles a las que damos el mismo nombre: libertad» – Abraham Lincoln.

«No hay ninguna palabra que admita más diferentes significado o que haya producido impresiones más variadas en la mente humana, que la palabra «libertad». Algunos consideran que significa deponer a alguien que ejerce una autoridad tiránica; otros el poder de elegir a quien han de obedecer, otros al derecho a llevar armas, y así poder usar la violencia; otros, finalmente, por el privilegio o ser gobernados por un compatriota, o por sus propias leyes» – Montesquieu

Friedrich Hayek (1899-1992) fue un economista vienés, que vivió de cerca las dos grandes catástrofes bélicas europeas durante el siglo XX. La tradición intelectual a la que pertenecía lo colocó desde el principio enfrente de su colosal rival, el inglés John Maynard Keynes. Pero, aunque recibió el Premio Nobel de Economía en 1974, será más recordado por su influencia ideológica en los grupos liberales y conservadores a partir de la publicación de sus libros «Camino de Servidumbre» de 1943 y «El Fundamento de la Libertad» de 1960. Éste último un libro que influyó sobre estadistas como Margaret Thatcher y es la biblia de todo liberal moderno.

Los liberales menos intelectualizados, en general los empresarios, se limitan a proclamar la libertad económica y a rechazar cualquier restricción a sus movimientos durante las épocas expansivas para enriquecerse y suelen acudir en tropel a pedir ayudas al Estado cuando truena en las épocas depresivas. El propio Hayek se sorprendió de los escasos conocimientos que los grandes empresario norteamericanos tenían cuando hizo su primera visita a Estados Unidos. Sin embargo, Hayek quiso proporcionar unas sólidas bases al liberalismo, no sólo como una doctrina económica que rechaza toda planificación centralizada, sino como una actitud ante la realidad. Por eso la libertad le parece un concepto tan importante y así lo trata en su libro más importante.

En este artículo, solamente haremos ver su posición respecto de la libertad como concepto y su convergencia con los puntos de vista de Isaiah Berlin sobre la misma cuestión. En general los textos citados provienen del libro de 1960 Fundamentos de la Libertad.

La libertad proporcionaba en los siglos XVII y XVIII cuatro derechos:

  • Estatus legal como miembro protegido de la comunidad
  • Inmunidad frente de una detención arbitraria
  • Trabajar donde uno deseara hacerlo
  • Moverse a dónde uno le plazca

Estos derechos eran considerados las condiciones esenciales de la libertad en estos siglos. Se omitía el derecho de propiedad privada solamente porque incluso los esclavos podían disfrutarla.

Hayek considera que la libertad genuina implica la reducción hasta el máximo posible de la coerción que un ser humano puede infligir a otro. Por tanto define la libertad como la independencia de la voluntad arbitraria de otro. Por simple que sea esta definición, considera que debe ser defendida frente a otras versiones de la libertad que, en su opinión, confunden y abren la vía a regímenes opresivos. Los conceptos inaceptables de libertad son:

  • Libertad política

El consentimiento tácito al orden social que un joven se encuentra cuando crece no implica su libertad aunque, ése régimen, incluya la participación en la elección de gobierno, los procesos legislativos y de control económico. Se puede elegir gobernantes y participar en procesos legislativos en sociedades no libres. Cuando se participa en un proceso de independencia de territorio respecto de una nación, se busca ser gobernados por los semejantes, pero no hay garantía alguna de libertad individual. Es complicado mantener que mientras se está bajo la autoridad militar o bajo las reglas de una orden religiosa se es libre,

  • Libertad psicológica o interior

Según Berlin tiene origen en el concepto de autonomía en Kant, que supone el control de la razón sobre las «bajas» tendencias de los individuos. Según Berlin es fácil deslizarse de esta aceptación de la razón propia razón a la aceptación de la razón colectiva de una ideología o de las creencias de una religión o una secta. Hayek, sin embargo, simplemente considera que este tipo de libertad, en la que se controlan las pasiones para evitar ser prisionero de ellas, no es otra cosa que una confusión adicional sobre en qué consiste la libertad, que es, fundamentalmente, una cuestión que concierne a las relaciones entre personas y no a un conflicto interior con un supuesto deber racional para comportarse de una u otra manera.

  • Libertad como poder

Hayek considera que, de todas las versiones espúreas de la libertad, la más dañina es la de confundirla con la capacidad para hacer algo que se desea. Su fundamento psicológico está en la pulsión de volar que muchos experimentan en sueños. Hayek cree que no se puede confundir la capacidad de hacer con la libertad individual que puede asegurar un determinado orden social. Además, cuando el socialismo ha identificado la libertad con el poder, pudiendo dar lugar a la paradoja de que la palabra «libertad» pueda usarse para apoyar medidas que destruyen la libertad individual. Esta concepción de la libertad conllevaría que la libertad aumenta cuando se cuenta con mayores recursos. Así un rico sería más libre que un pobre. Hayek rechaza de plano esta concepción de la libertad como poder por lo que él considera peligro de tiranía. Esta libertad es la que Isaiah Berlin llama «Libertad positiva» y a la que atribuye los mismos efectos dañinos para la libertad individual genuina que él llama «Libertad negativa» y cuya definición coincide con la de Hayek y, más atrás, con la de John Stuart Mill. Hayek cree que se puede ser miserable económicamente y, al tiempo, libre.

Hayek dice que la definición de libertad depende del significado del concepto de coerción. Entendemos por «coerción» un control del entorno o las circunstancias de una persona por otros, con el objeto de evitar males mayores, se le fuerza a actuar no de acuerdo a un plan coherente establecido por él, sino para servir los fines de otros. Las sociedades libre debe reducir al máximo la coerción mediante reglas generales para que los individuos sepan en condiciones pueden sufrir tales coerciones.

CONOCIMIENTO Y LIBERTAD

Hayek justifica, de forma muy original, su concepción de la única libertad a partir de la finitud del ser humano y la correspondiente limitación en relación con el conocimiento. La civilización se configura a partir de los conocimientos individuales que surgen y se acumulan en un clima de libertad. Los individuos se encuentra con un acervo intelectual adquirido en generaciones anteriores y, si no tiene trabas a su creatividad aumentan el conocimiento de una sociedad con sus aportaciones. Sin embargo, ningún individuo es capaz de reunir toda la información que el progresos social requiere, por lo que éste se produce en una mezcla de propuestas racionales, descubrimientos azarosos y mecanismo de prueba y error sin fundamento teórico. Cuando un plan se activa empieza inmediatamente a tener fricciones con la realidad que obligan a modificaciones imprescindibles para continuar. La propuesta de utopías tiene un componente de fe en la perfección de nuestros conocimientos que ha llevado en su aplicación ortodoxa a grandes desastres, se llame la utopía «El Capital» o se llame «Mi lucha». Dice Hayek .

Si queremos entender cómo funciona la sociedad debemos intentar definir la naturaleza general y el rango de nuestra ignorancia. Aunque no podamos ver en la oscuridad debemos ser capaces de trazar lo límites de las áreas oscuras.

En base al autoengaño el hombre puede creer que las instituciones sociales en sus prestaciones actuales son resultado de un diseño premeditado. En realidad son el resultado de las correcciones llevadas a cabo por cientos de generaciones. Por esos Hayek considera que:

 Si el hombre fuera omnisciente habría poco espacio para la libertad, pues sabríamos exactamente qué hacer y no hacerlo sería una irresponsabilidad. La libertad es esencial para dejar espacio para los imprevisto e impredecible.

Hay, pues, una relación entre la incertidumbre asociada al futuro y la libertad. No se puede abordar la solución de problemas consecuencia de nuestra ignorancia planificando a partir de lo conocido, sino dejando que las creatividad individual y el azar seguido con atención presione sobre la opacidad de la realidad para progresar. Nada debe quedar fuera de escrutinio, pues ninguna teoría actual puede explicar acontecimientos aún no producidos de forma significativa. En todo caso, no se puede llamar irracional a los hechos que no encajan en nuestros esquemas actuales.

Hayek insiste:

La argumentación a favor de la libertad no son argumentos contra la organización social, que es uno de los más poderosos instrumentos que la razón humana puede emplear, pero sí un argumento contra todo lo exclusivo, privilegiado, monopolístico. contra el uso de la coerción para para impedir que otros lo hagan mejor.

El éxito de una organización reside en la creación de un atmósfera de libertad sin prejuicios. Obviamente de aquí se deduce la impertinencia del intervencionismo de un Estado prohibiendo por razones ideológicas o de mero interés político las ideas. Pero, esto último, se refiere a la imposición de límites a la libertad por razones espúreas, pero el racionalismo cree en el control y la predictibilidad cuando el avance de la propia razón depende de la libertad y la imprevisibilidad. La razón necesita ser usada, pero a condición de que se deje formar por los resultados de su acción previa. En definitiva,

«el proceso social del que emerge el crecimiento de la razón debe permanecer libre de su control… No cabe duda de que el hombre debe algunos de sus mayores éxitos en el pasado al hecho de que no ha podido controlar la vida social. Su continuo avance bien puede depender de que se abstiene deliberadamente de ejercer los controles que ahora están en su poder«

Por eso, Hayek, se teme que el exceso de control con la ayuda tecnológica pueda destruir las fuerzas espontáneas que han hecho posible el avance.

RIQUEZA Y LIBERTAD

Hayek considera que cabe la posibilidad de una tendencia al conservadurismo en un sentido muy amplio, con sesgo de izquierdas, que detesta el avance tecnológico, el capitalismo o, lo que él llama, exceso de refinamiento, debido al desfase entre los producido por el hombre y sus propias mentalidad, aún presente, de cazador errantes. Pero hay que considerar que, como el progreso es el descubrimiento de lo no conocido, sus consecuencias deben ser impredecibles. El progreso no puede planificarse. En su ayuda cita a Adam Smith:

«El estado progresista es en realidad el estado alegre y cordial de todos los órdenes de la sociedad. El estacionario es aburrido; La triste melancolía «

Pero el progreso empieza entre unos pocos que generan y disfrutan riquezas gracias a sus esfuerzos. Riquezas que se difunde más tarde a todos, pero de forma progresiva:

«Es engañoso pensar en esas nuevas posibilidades como si fueran, desde el principio, una posesión común de la sociedad que sus miembros pudieran compartir deliberadamente; Se convierten en una posesión común sólo a través de ese proceso lento por el cual los logros de unos pocos se ponen a disposición de los muchos»

Y aunque el crecimiento de los ingresos depende en parte de la acumulación de capital, depende más probablemente de nuestro aprendizaje de nuevo conocimiento. Pero el despliegue de los descubrimiento necesitan concentración de capital en pocas manos.

Hayek dice con claridad:

«En una sociedad progresista tal como la conocemos, los relativamente ricos están por lo tanto un poco adelantados al resto en las ventajas materiales de que disfrutan. Ya están viviendo en una fase de evolución que los demás aún no han alcanzado»

Emplea la expresión relativamente ricos, porque, simétricamente, hablará de pobreza relativa. Y ello porque la pobreza absoluta no la concibe, como ha dejado dicho en su texto Camino de Servidumbre: que no hay razón para que en una sociedad que ha alcanzado un nivel general de riqueza que tiene la nuestra, no pueda ser garantizada la seguridad basada en dotar de medios para la subsistencia (alimento, cobijo, vestido para preservar la salud) a aquellos que ha quedado al margen. Tampoco hay razón alguna para que el Estado no deba ayudar a organizar un sistema de seguridad social para cubrir los riesgos habituales que sólo unos pocos puede adecuadamente cubrir.

La pobreza, en consecuencia, se ha convertido en un concepto relativo, más que absoluto. Esto no lo hace menos amargo. Aunque en una sociedad avanzada las necesidades insatisfechas suelen ser no más las necesidades físicas sino los resultados de la civilización, sigue siendo cierto que en cada etapa algunas de las cosas que la mayoría de la gente desea pueden ser proporcionados sólo para unos pocos y sólo puede ser accesible a todos por nuevos avances.

«Aunque hoy en día la mayoría de las personas del mundo se benefician de los esfuerzos de los demás, ciertamente no tenemos ninguna razón para considerar el producto del mundo como el resultado de un esfuerzo unificado de humanidad colectiva. No sólo son más ricos los países de Occidente porque poseen conocimientos tecnológicos más avanzados, sino que poseen conocimientos tecnológicos más avanzados porque son más ricos. Y el don gratuito del conocimiento que ha costado mucho a los que lideran, permite a los que siguen alcanzar el mismo nivel a un costo mucho menor»

Hayek aplica este enfoque al Reino Unido de esta curiosa forma, que justifica la desigualdad entre sus élites y el pueblo:

«Todas las clases habían aprovechado el hecho de que una clase rica de viejas tradiciones había exigido productos de calidad y sabor insuperables en otros lugares y que Gran Bretaña, en consecuencia, vino a abastecer al resto del mundo. El liderazgo británico se ha ido con la desaparición de la clase cuyo estilo de vida los otros imitaron. No pasará mucho tiempo antes de que los trabajadores británicos descubran que se han beneficiado de ser miembros de una comunidad que contiene muchas personas más ricas que ellos y que su ventaja sobre los trabajadores de otros países es en parte un efecto de una ventaja similar de su Propios ricos sobre los ricos en otros países… Si a escala internacional, incluso grandes desigualdades pueden ser de gran ayuda para el progreso de todos, ¿puede haber muchas dudas de que lo mismo ocurre con esas desigualdades dentro de una nación?

Hayek cree sinceramente que la igualdad lleva a la paralización. Una sociedad justa, desde el punto de vista de la igualdad, es una sociedad desincentivada, sin razones para progresar. Cree que el disfrute de los más de los avances sociales debe llegar a largo plazo, pues a corto es un lastre para el progreso:

«En cualquier momento podríamos mejorar la posición de los más pobres dándoles lo que tomamos de los ricos. Sin embargo, si bien esta equiparación de las posiciones en la columna de progreso aceleraría temporalmente el cierre de las filas, con el tiempo, ralentizaría el movimiento del conjunto y, a la larga, retendría los de atrás… La reciente experiencia europea lo confirma firmemente. La rapidez con la que las sociedades ricas aquí se han convertido en sociedades estáticas, si no estancadas, a través de políticas igualitarias, mientras que los países empobrecidos, pero altamente competitivos se han convertido en muy dinámico y progresista, ha sido uno de los más conspicuos»

LIBERTAD Y MORAL

Un mundo esterilizado de creencias, purgado de todos los elementos cuyo valor no podría ser demostrado positivamente, probablemente no sería menos letal que un estado equivalente en la esfera biológica.

Si bien esto se aplica a todos nuestros valores, es muy importante en el caso de las reglas morales de conducta. Al lado del lenguaje, son quizás el ejemplo más importante de un crecimiento no diseñado, de un conjunto de reglas que gobiernan nuestras vidas pero de las cuales no podemos decir ni por qué son lo que son ni lo que nos hacen. Y es contra la exigencia de sumisión a tales reglas que el espíritu racionalista está en constante revuelta. Insiste en aplicarles el principio de Descartes que era «rechazar como absolutamente falsas todas las opiniones respecto de las cuales podría suponer el mínimo motivo de duda». Los racionalistas del siglo xviii, en efecto, argumentaron explícitamente que, puesto que conocían la naturaleza humana, «podían fácilmente encontrar la moral que le convenía». No entendían que lo que llamaban «naturaleza humana» era en gran medida el resultado de Las concepciones morales que cada individuo aprende con el lenguaje y el pensamiento.

El argumento racionalista aquí pasa por alto el punto de que, en general, la dependencia de las reglas abstractas es un dispositivo que hemos aprendido a usar porque nuestra razón es insuficiente para dominar los detalles completos de la realidad compleja. Todos sabemos que, en la búsqueda de nuestros objetivos individuales, no es probable que tengamos éxito a menos que establezcamos para nosotros algunas reglas generales a las cuales nos adheriremos sin reexaminar su justificación en cada caso particular.

Y en este punto de aceptación de lo heredado por su aparición paulatina y tras múltiples pruebas de ensayo y error, que Hayek reivindica la libertad individual como un principio a respetar sobre toda consideración.

«El más importante entre los pocos principios de este tipo que hemos desarrollado es la libertad individual, que es más apropiado considerar como un principio moral de la acción política. Como todos los principios morales, exige que sea aceptado como un valor en sí mismo, como un principio que debe ser respetado sin preguntarnos si las consecuencias en el caso particular serán benéficas. No lograremos los resultados que deseamos si no lo aceptamos como un credo o presunción tan fuerte que no se puede permitir que ninguna consideración de conveniencia lo limite»

La reciente experiencia europea lo confirma firmemente. La rapidez con la que las sociedades ricas aquí se han convertido en sociedades estáticas, si no estancadas, a través de políticas igualitarias, mientras que los países empobrecidos, pero altamente competitivos se han convertido en muy dinámico y progresista, ha sido uno de los más conspicuos.

«La razón es, sin duda, la posesión más preciada del hombre. Nuestro argumento pretende mostrar simplemente que no es todopoderoso y que la creencia de que puede convertirse en su propio amo y controlar su propio desarrollo puede destruirlo. Lo que hemos intentado es una defensa de la razón, contra su abuso por parte de quienes no comprenden las condiciones de su funcionamiento efectivo y su crecimiento continuo».

FINAL

Hayek depura el concepto de libertad de competidores y lo reduce a la eliminación de obstáculos a la acción individual, al tiempo que combate otros conceptos que se ha refugiado bajo el nombre de libertad. Especialmente la asociación de la libertad con el poder de hacer o tener. Cree que es una ideología socialistas que conduce a la igualdad y, por tanto, a la paralización de las energías creativas de la sociedad. Razona que, como el conocimiento de la realidad no puede ser abarcado totalmente en el continuo progreso de la sociedad, se debe rechazar toda coerción, pues es el progreso es una mezcla de azar y propuestas teóricas, cuyos errores, deben ser puestos de manifiesto para corregir. Finalmente, considera que la pobreza relativa no debe ser corregida a corto plazo, transfiriendo dinero de los más ricos a los más pobres, sino a largo plazo difundiendo los adelantos al resto de la humanidad porque considera que la desigualdad es fuente de progreso y, por tanto, la igualdad un lastre que paraliza a la sociedad. Sin embargo, si cree que la pobreza absoluta debe ser combatida para hacer posible la subsistencia y la atención social a la enfermedad y la vejez.

 

 

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