El Quijote bajo el microscopio

Atravesado por la lectura del Quijote estoy leyendo artículos críticos de la obra para completar la visión. Me sirvo de los que el Instituto Cervantes proporciona y los que acompañan a la edición del 400 aniversario de la publicación de la primera parte, publicada por la Real Academia de la Lengua y la Asociación de Academias de la Lengua Española. También he leído reseñas de otrod autores a los que tenía acceso por otras razones.  A continuación, voy a resumir la ideas más interesantes que he hallado, desde mi punto de vista.

Franz Kafka La verdad sobre Sancho Panza (1883)

Ficticiamente podemos suponer que, en una noche de insomnio, Kafka tuvo un destello, se levantó bruscamente y escribió este texto:

Con el correr del tiempo, Sancho Panza, que por otra parte, jamás se vanagloriaba de ello, consiguió mediante la composición de una gran cantidad de cuentos de caballeros andantes y de bandoleros, escritos durante los atardeceres y las noches, separar a tal punto de sí a su demonio, a quien luego llamó Don Quijote, que éste se lanzó inconteniblemente a las más locas aventuras; sin embargo, y por falta de un objeto preestablecido, que justamente hubiera debido ser Sancho Panza, hombre libre, siguió de manera imperturbable, tal vez en razón de un cierto sentido del compromiso, a Don Quijote en sus andanzas, y obtuvo con ello un grande y útil solaz hasta su muerte.

Ya despejado, decidió arreglarse y tomar el camino de la compañía de seguros en la que trabajaba.

Miguel de Unamuno El sepulcro de don Quijote (1905)

Unamuno vivió el Quijote de la forma apasionada que lo hacía todo. Consideraba al quijotismo la verdadera religión española. Su síntesis es que la locura de don Quijote procedía de su aliento de supervivencia.  Le dice a un amigo ficticio:

Fíjate y observa. Ante un acto cualquiera de generosidad, de heroísmo, de locura, a todos estos estúpidos bachilleres, curas y barberos de hoy no se les ocurre sino preguntarse: ¿por qué lo hará? Y en cuanto creen haber descubierto la razón del acto —sea o no lo que ellos suponen— se dicen: ¡bah!, lo ha hecho por esto o por lo otro. En cuanto una cosa tiene razón de ser y ellos la conocen perdió todo su valor la cosa. Para eso les sirve la lógica, la cochina lógica…

Es el valor que más falta nos hace: el de afrontar el ridículo. El ridículo es el arma que manejan todos los miserables bachilleres, barberos, curas, canónigos y duques que guardan escondido el sepulcro del Caballero de la Locura. Caballero que hizo reír a todo el mundo, pero que nunca soltó un chiste. Tenía el alma demasiado grande para parir chistes. Hizo reír con su seriedad…

¿No crees, mi amigo, que hay por ahí muchas almas solitarias a las que el corazón les pide alguna barbaridad, algo de que revienten? Ve, pues, a ver si logras juntarlas y formar escuadrón con ellas y ponernos todos en marcha —porque yo iré con ellos y tras de ti— a rescatar el sepulcro de don Quijote, que, gracias a Dios, no sabemos dónde está. Ya nos lo dirá la estrella refulgente y sonora…

Y su amigo le contesta:

«Todo eso que me dices está muy bien, está bien, no está mal; pero ¿no te parece que en vez de ir a buscar el sepulcro de don Quijote y rescatarlo de bachilleres, curas, barberos, canónigos y duques debíamos ir a buscar el sepulcro de Dios y rescatarlo de creyentes e incrédulos, de ateos y deístas, que lo ocupan, y esperar allí, dando voces de suprema desesperación, derritiendo el corazón en lágrimas, a que Dios resucite y nos salve de la nada?».

José Ortega y Gasset Flaubert, Cervantes, Darwin (1914)

Si la novela contemporánea pone menos al descubierto su mecanismo cómico, débese a que los ideales por ella atacados apenas se distancian de la realidad con que se los combate. La tirantez es muy débil: el ideal cae desde poquísima altura. Por esta razón puede augurarse que la novela del siglo xix será ilegible muy pronto: contiene la menor cantidad posible de dinamismo poético. Ya hoy nos sorprendemos cuando al caer en nuestras manos un libro de Daudet o de Maupassant no encontramos en nosotros el placer que hace quince años sentíamos. Al paso que la tensión del Quijote promete no gastarse nunca…

Las ciencias naturales basadas en el determinismo habían conquistado durante los primeros lustros el campo de la biología. Darwin cree haber conseguido aprisionar lo vital —nuestra última esperanza— dentro de la necesidad física. La vida desciende a no más que materia. La fisiología a mecánica…

Se habla de producir el ambiente. Se somete el arte a una policía: la verosimilitud. ¿Pero es que la tragedia no tiene su interna, independiente verosimilitud? ¿No hay un vero estético —lo bello—? ¿Y una similitud a lo bello? Ahí está, que no lo hay; según el positivismo: lo bello es lo verosímil y lo verdadero es sólo la física. La novela aspira a fisiología.

Salvador de Madariaga Guía del lector del Quijote (1926)

Dice el tío de Luis Solana:

Deshelados de la rigidez simplista que los presenta como dos figuras de antitética simetría, don Quijote y Sancho adquieren a los ojos del observador atento la movilidad vital y humana que heredaron de su humanísimo padre y creador. Circula por todos sus actos la misma jugosa savia cervantina que los hermana. Y así, interpenetrados por un mismo espíritu, se van aproximando gradualmente, mutuamente atrayendo, por virtud de una interinfluencia lenta y segura que es, en su inspiración como en su desarrollo, el mayor encanto y el más hondo acierto del libro.

Alexander Parker El concepto de la verdad en el Quijote (1948)

Piensa Alexander que:

Tiene razón Castro en señalar la importancia fundamental de este tema para la comprensión de la novela, pero me parece que su afán de presentar a Cervantes como un pensador «moderno» que se adelantó a su época, rechazando la filosofía y teología de la Contrarreforma, le lleva aquí, como en otras partes de su obra, a cierta exageración.

Mantiene Castro que a Cervantes le preocupa, en casi todas sus obras, el problema de la realidad objetiva, de si el testimonio de los sentidos es seguro o falaz. Para él el pasaje más significativo de toda la obra de Cervantes son estas palabras que dirige don Quijote a Sancho: «Eso que a ti te parece bacía de barbero, me parece a mí yelmo de Mambrino, y a otro le parecerá otra cosa». Basándose en este texto, Castro nos presenta a Cervantes como uno de los pensadores anti escolásticos del Renacimiento, para los cuales la mente humana no refleja pasivamente la realidad, sino que se vuelve «su modelador ideal»

De todo esto se deduce claramente el concepto de la verdad en el Quijote. Cada cosa y cada persona tienen su identidad inalterable, pero la mente humana tiene que interpretarla. Los sentidos no engañan, pero los hombres sí. Y puesto que el hombre es un ser social, el conocimiento de la verdad no sólo depende de cómo interprete él la realidad, sino que depende también del testimonio de los demás hombres. Y cuando éste falla, surge la confusión y la perplejidad.

Sancho también falsea la verdad con deliberación, haciendo que su amo no dé crédito a sus propios ojos y que acepte a una labradora como Dulcinea. El motivo de Sancho es el deseo egoísta de ocultar una mentira anterior, pero en vez de arrepentirse de este cruel embuste, se envanece luego de su industria. Habiendo aprendido que la mentira le puede aprovechar, Sancho ya se va volviendo otro. Cuando miente otra vez con el cuento fantástico de lo que vio en su viaje por el cielo, su motivo es ya la vanidad: creyendo las mentiras de los demás, que han hecho de él una persona importante, no vacila en mentir a su vez para levantarse a sí mismo a las estrellas. Esta mentira le sitúa en un plano de locura semejante al de su amo, pues don Quijote dice con mucha razón, aunque quizá con cierta socarronería, que si Sancho quiere que él crea este cuento, Sancho tendrá que creer el cuento igualmente fantástico de lo que él vio en la cueva de Montesinos.

En resumen, la realidad no es ambigua; el mundo es razonable de suyo; sin embargo, reina en todo él la discordia del campo de Agramante, puesto que los hombres son muy propensos a falsear la verdad cuando creen que esto les conviene. Que el mundo es, en efecto, el campo de Agramante, formado de «máquinas y trazas contrarias unas de otras», lo sabemos, por desgracia, muy bien hoy día; y este desconcierto la filosofía del idealismo ni nos lo explica ni nos prepara para superarlo. Si no hubiera más que esto, creo que el Quijote sería una obra desconsoladora. Pero hay algo más: hay una realidad, la última de todas, que no es fácil de falsear; y es muy consolador el que nos sea difícil a los hombres burlarnos con el alma a la hora de la muerte.

Francisco Ayala, La invención del Quijote (1950)

  • Para el lector moderno, los personajes del Quijote existen previamente a la lectura del libro, en muchos casos. Para nosotros, cuando tenemos noticias del Quijote y Sancho, sus aventuras están ya terminadas, escritas, impresas y publicadas esperando su encuentro con cada uno de nosotros.
  • El Quijote y Sancho funcionan en el lenguaje como paradigmas de comportamientos idealistas o pragmáticos antes de que sepamos algo de ellos a través de la lectura.
  • El Quijote es un héroe sin precedentes al que se enfrentó el lector del siglo XVII, Un caso único y nuevo. Al contrario que don Juan o Fausto, don Quijote nace en la pluma de Cervantes. Se necesitaron trescientos años para empezar a desentrañar su significado.
  • La estabilidad de los personajes centrales contrasta con la desaparición de todo su entorno de aristocracia, campesinos, bachilleres, instituciones represoras, pastores, amores desgraciados… Todos estos personajes anacrónicos han llegado a nuestra época colgados del Quijote y Sancho.
  • Se han invertido los términos: para el lector del siglo XVII los extraños era la pareja Quijote-Sancho y, para nosotros, lo es todo lo que para ellos era natural, es decir, su entorno histórico y social.
  • Ayala rechaza la idea, sostenida por Unamuno, de que Cervantes no sabía, no podía, entender a su criatura. Y con ella, la de que Cervantes creó un personaje eterno preexistente, asociado al ser español, que le permite defenderse de la fugacidad del tiempo.
  • Cree que Cervantes capta con genio la esencia de la coyuntura histórica de la España y, con ello, su destino. Es la universalización de esta coyuntura y no la intuición de una esencia caracterológica eterna lo que Cervantes logra. Cervantes vive en un mundo que se cierra con la Contrarreforma a toda innovación. Bien que hemos pagado ese giro de bisagra histórica.
  • La segunda parte del Quijote, en la que los protagonistas tropiezan continuamente con su fama, permite a Cervantes poner a prueba su personaje en medio de quienes ya lo conocen.
  • Cervantes escribe ya viejo el Quijote. Sus sueños engendrado en la grandiosidad histórica de Lepanto, han desaparecido y busca cómo expresarlo con el recurso de un mundo desaparecido (que paradójicamente nunca existió). Su personaje enajenado permite el contraste con la realidad de la España de su siglo. Con sutileza, sin aspavientos expresivos explícitos, la realidad es sometida a escrutinio en su vulgaridad.
  • En especial el relato del cautivo es considerado por Ayala un espejo austero de auténtica heroicidad, biográfico por más, que es la almendra del relato enajenado principal.

Pedro Salinas El polvo y los nombres (1958)

La prosa de un poeta es tan hermosa:

Todos, gente de verdad y gente fingida, héroes de carne y de letra, en la España del xvi y el xvii, nacieron, se diría, fadados al caminar. Con sus barajas marcadas en la faltriquera, aprendices aventajados de tafurería, los mozos de la picaresca; recatadas en sus carros, a tumbos, bajo un sol de justicia, monjas fundadoras; gran fieltro de viaje en la cabeza, botas de baqueta, cabalgando arrogante el caballero que va con pretensión de hábito, a la corte; llevándose tras sí todos los ojos de las mozas, por su buen ver, ese doncel, que no lo es, sino ultrajada damisela, que corre, disfrazada, tras el ladrón de su honra; pastores con carga de penas y desdenes, arrumbados a la cueva de la hechicera, que les haga elixir de enamorar; traficantes castellanos, que bajan a las moraledas de Murcia, a traerse sedas. Y hasta la más extraña de las parejas, el sabio y el inocente, los que persiguen la luz del conocimiento, Critilo y Andrenio, corren mundo y se manchan de polvo, no de los libros, sino de las rutas de la tierra. Todos, andarines, jinetes, van y vienen con sus mercancías, y a sus negocios, celestiales o terrenales. Quiénes, a salvar almas con rosario a la cintura; quiénes, a jugárselas, o a perderlas, salteando por dinero, o desgarrándose del hogar paterno, por pasión de malos amores.

A aquel árbol que mueve la hoja
algo se le antoja,

había dicho un exquisito poeta. Así siente don Quijote. Todo lo que asoma a la mirada, entre cielo y tierra, raro será que no tenga signo y no lleve su querencia. ¿Polvareda a la vista? Magna aventura en puerta, dice don Quijote. Y de aquella masa de polvo se apodera su imaginación, afanosa de sacar de sus indecisos contornos rasgos precisos; de erigir un mundo heroico en su aparente vacuidad.

Mi recomendación es leer el artículo completo

Michel Foucault Las palabras y las cosas (1966)

No podía faltar a esta cita el post estructuralista Foucault. En su libro Las palabras y las cosas incluye un artículo sobre El Quijote en el que sostiene:

  • El Quijote se ve obligado a convertir en realidad las historias que se cuentan en los libros de caballería. A convertir un signo sin significado en verdadero. «El Quijote lee el mundo para demostrar los libros». Pero, como las cosas (las ventas, los sirvientes, los rebaños) no se dejan convertir en castillos, damas y ejércitos, su intento se frustra, transformándose en burla y dejando a los signos vacíos. Pero don Quijote tiene una explicación: los encantamientos de los magos introducen las diferencias entre lo que las cosas son en los libros y lo que son a los ojos.
  • «La escritura ha dejado de ser la prosa del mundo». Las cosas siguen en su identidad irónica y las palabras vagan sin contenido ni similitud. Entre las palabras y las cosas vaga don Quijote. Ha acabado el Renacimiento.
  • Pero las palabras no pierden todo su poder. En la segunda parte de la obra, don Quijote que se reconoce en la primera parte ya editada se convierte en defensor de lo que allí se cuenta (la realidad de sus aventuras). Irónicamente se convierte en defensor de unos signos que representan su realidad vivida. Ya no hay libros de caballería que defender, sino su propia historia, que, por otra parte, es pura ficción. Pirueta genial de Cervantes. Pero don Quijote y sus aventuras son signos, por lo que nos encontramos ante una lucha entre palabras que representan palabras.
  • Don Quijote es la primera obra moderna al mostrar la cisura entre las palabras y las cosas. Mostrar «la razón cruel de las identidades y la diferencias». Al romper la relación de semejanza entre las palabras y las cosas, aquellas ya sólo pueden ser literatura y el loco puede emerger proponiendo semejanzas salvajes; toma a las personas por lo que no son, no reconoce amigos y reconoce a los extraños. Invierte todos los valores y descifra los signos y ve por todas partes semejanzas, no conoce la diferencia.
  • El poeta, en contraposición al loco, encuentra conexiones no advertidas entre las palabras y las cosas, precisamente porque aprecia las diferencias y crea nuevas metáforas. El poeta hace llegar la similitud hasta los signos, mientras el loco carga los signos con semejanzas que lo convierten en incomprensibles.

Don Quijote, para Foucault, es la dinamita que ha roto la semejanza entre signo y cosa. El nuevo mundo que don Quijote ha creado ya es el de las identidades y las diferencias.

Martín de Riquer Aproximación al Quijote (1970)

El medievalista español Martín de Riquer escribe sobre cuánto hay mentira en las tres conclusiones de don Quijote:

  • 1) Don Quijote es un caballero, 2) Todo lo que contienen los libros de caballería ocurrió en realidad y 3) En su época es posible restaurar la institución de la caballería andante.
  • Respecto de la primera considera que no cumple la ley XII del título XXI de la Segunda Partida del rey don Alfonso X, pues fue nombrado caballero por escarnio en la venta.
  • Respecto de la segunda reconoce que hubo caballeros en el siglo XV, como atestigua la crónica de don Juan II, participando en torneos, justas, pasos de armas… Una especie de deportistas de élite, pero que la literatura que inspiraron era completamente ficticia. Si Cervantes quería acabar con el éxito de los libros de caballería, lo consiguió plenamente, pues, tras la publicación de su obra, desaparecieron prácticamente por falta de interés de sus lectores.
  • Respecto de la tercera, considera que llega tarde la pretensión del personaje, pues Juan Luis Vives y Juan de Valdés habían criticado a los libros de caballería desde la gravedad de sus posiciones intelectuales, sin conseguir lo que el gran libro de Cervantes arrasó con la complicidad de su personaje central.
  • Cervantes es consciente de la importancia de su libro, pero sus contemporáneos los consideraban un libro de entretenimiento muy gracioso.
  • Considera que las novelas cortas del amante impertinente y el cautivo no están justificadas por su aislamiento respecto de la trama de la obra. Piensa que Cervantes advertido de este «defecto» de la primera parte la corrige en la segunda no soltando a los protagonistas en ningún momento.
  • Destaca como esenciales los diálogos entre los protagonistas, superando la prohibición impuesta por don Quijote a su escudero, en un rapto de mal humor. Se hacen compañía hablando y confrontando sus distintos puntos de vista.
  • El dominio de Cervantes en la creación de personajes es manifiesto. Sancho es una creación de la nada en toda su solidez literaria. También es admirable cómo Cervantes juega con su propio libro en la segunda parte, introduciendo, incluso, a un personaje de apócrifo Quijote de Avellaneda para destrozar a su rival; no faltando su propia presencia en un episodio, so pretexto de que el libro lo escribe un tercero. Cervantes juega con los estilos pastoril, morisco y de novelas ejemplares como si fuera un políglota del estilismo literario.
  • A Martín de Riquer le asombra la calidad del humor y la ironía de una escritor que está en la miseria, tiene 68 años y ha fracasado en todos sus intentos de prosperar.

Harold Bloom Cervantes, el juego del mundo (1994)

El reputado crítico literario Harold Bloom coloca a Cervantes en la cúspide del Parnaso de la literatura. Allí sólo comparte la cumbre con Dante y Shakespeare, lo que produce escalofríos. También, como otros intelectuales judíos, busca con más o menos naturalidad ascendencia hebrea a personas e ideas (véase el caso de George Steiner en Nostalgia del Absoluto). Bloom proporciona la siguiente lista de autores inmortales entre los admiradores del Quijote: Dostoievski, Fielding, Smollett, Sterne, Goethe, Thomas Mann, Stendhal, Flaubert, Melville, Mark Twain, Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, etc. Sea como sea, Bloom dice del Quijote:

  • Prefiero la posición romántica. Don Quijote no es un loco, sino un héroe. Él inspiró Moby Dick. 
  • Unamuno antepone el Quijote a Cervantes, lo que le parece un error.
  • Cervantes cuida y educa al lector obligándolo a completar el texto y a posicionarse al leer la segunda parte, puesto que ha leído la primera como el propio Quijote.
  • Considera que no hay en la literatura universal una amistad como la de pareja Quijote-Sancho, tan llena de cariño y disputas cargadas de humor.
  • Don Quijote no es ni un loco, ni un necio: está jugando en un universo propio a ser un héroe, que busca su libertad en el exilio, como piensa Unamuno.
  • Cervantes ha llevado al límite a sus estudiosos, hasta el punto que uno de ellos sugiere que la locura de Alonso Quijano proviene de su deseo sexual por su sobrina. De hecho, el propio Bloom piensa que el deseo irredento de batallas de don Quijote es una sublimación de su deseo sexual por Dulcinea.
  • Shakespeare no puede igualar los diálogos entre don Quijote y Sancho, pues los amigos y amantes de sus obras nunca acaban de escucharse mutuamente. El solipsismo del arte tiene origen en el inglés. Don Quijote y Sancho se influyen mutuamente, evoluciona juntos. Los personajes del inglés se marchitan gloriosamente en el aire de una soledad interior.
  • Cree que el capitán Ahab de Melville y don Quijote de Cervantes no son hombres teocéntricos, sino hombres divinos, impíos.
  • El Quijote solo ve honor en la victoria con las armas y, sin embargo, como le pasa al propio país cada batalla es una derrota (Cervantes vive la catástrofe de la Armada Invencible, para cuya administración trabajó en Sevilla).

Acabo citando a Bloom en este emocionante párrafo:

«Los dos héroes de Cervantes son simplemente lo dos personajes literarios más grandes de todo el canon occidental… Su fusión de necedad y sabiduría y su indiferencia sólo pueden ser igualados por los hombres y mujeres más memorables de Shakespeare. Cervantes ha conformado nuestra naturaleza tanto como Shakespeare: ya no somos capaces de ver qué hace de Don Quijote una obra tan permanentemente original, tan profundamente extraña. Y a la hora de buscar el juego del mundo en la mejor literatura, ésta es la obra en donde siempre lo encontraremos»

Mario Vargas Llosa Una novela para el siglo XXI (2015)

El premio Nobel de Literatura enfoca su comentario como ficcionista de primera clase y como político liberal (fue candidato a la presidencia de su país, Perú, y perdió frente a un fascista para vergüenza nacional. Destaco de su artículo las siguientes ideas:

  • La locura del Quijote consiste en volver a hacer realidad unos comportamientos, los de los llamados caballeros andantes, que «nunca existieron salvo en la imaginación de los autores de los libros de caballería»
  • El Quijote empieza a realizar su fantasía y los que le rodean reaccionan hablándole bruscamente, tratando de hacerle ver que la realidad es distinta a sus fantasías. Pero un loco que por su contumacia y coherencia consigue que la mayoría de los que lo rodean conviertan esas fantasías en realidad a base de representaciones de aventuras y encantamientos de caballería que les divierten más que la realidad .
  • El Quijote es un canto a la libertad del camino y el azar. Se atribuye el derecho a juzgar y condenar apostándose en mitad del camino reclamando explicaciones. Desafía a la Gran Hermandad y elogia a los alcahuetes contra toda convención social.
  • A base de encuentros casuales son mencionadas Vizcaya, Murcia, Zaragoza, Barcelona, Cartagena, Berbería… un territorio homogéneo para las aventuras soñadas, pero la patria es la aldea, los amigos y la familia. Patrias benéficas, al contrario de las patrias surgidas en el siglo XIX, junto al concepto de nación, que son colectivistas y nocivas por lo sentimientos agresivos que generan.
  • Es una novela osada en sus planteamientos formales hasta el extremo de estar en el origen de todas las novedades estilísticas de la actualidad. En especial es atrevido con la figura del narrador de la novela, que es un escritor anónimo que se sirve de una traducción de un supuestos historiador que proporciona los acontecimientos. Pero, de vez en cuando, un personaje de la novela aparece con un relato biográfico que explica su excéntrico comportamiento.
  • El tiempo en el Quijote tiene varias dimensiones. El que sitúa a los acontecimientos en el calendario dura unos siete meses, consideradas todas las salidas a la aventura. Pero además los personajes cuentan historias ya sucedidas. Pero lo más extraordinario es la inclusión en la segunda parte de los sucedido en la primera usando el artificio de que los personajes conozcan la existencia de una publicación en forma de libro de sus aventuras previas. Un atrevimiento que también funda las grandes osadías de las novelística moderna.
  • El lenguaje de la novela consigue que el castellano alcance una de sus cotas más altas.

En fin, el Quijote es un poliedro, cuyo número de caras aún desconocemos. Nuestro mundo está lleno de malandrines, magos y encantadores, por lo que el espíritu justiciero del Quijote moderado por la sensatez de Sancho, y la capacidad de ambos para transformarse, tiene un papel que jugar para entender el mundo, aún en este extraño, como todos, siglo XXI. De momento sabemos que quien lo intente caerá bajo el golpe de una «peladilla«, perdiendo la dentadura, pero ahora sabemos que hemos de levantarnos de nuevo y cabalgar.

Leyendo el Quijote (Libro II)

Leída la segunda parte del Quijote, tras, obviamente la primera, llega la digestión de todo lo asimilado. El Quijote, como todas las obras maestras, ha sido objeto de análisis desde muchos puntos de vista en su inagotable apertura a interpretaciones con origen en su capacidad para una nueva lectura cuando el tiempo madura en una nueva posición intelectual. Probablemente, quien, siendo un hombre de su tiempo, lea el quijote y las glosas de las obra por parte de Unamuno, Francisco Ayala, Ortega, Américo Castro, Galdos, Vargas Llosa, Bloom, etc. aún se verá impelido a una nueva lectura, porque su perspectiva cultural, entendida como resumen complejo de su tiempo, lo obligará a añadir otro eslabón a la cadena de infinitas interpretaciones. Si, además, el intérprete tiene talento, el resultado se ofrecerá como fulminante de las futuras lecturas. Me parece que la hazaña más grandiosa de Cervantes es haber captado la esencia de la españolidad del siglo en que escribe anticipando su destino e, incluso, acelerándolo reflexivamente, al facilitar que muchos de nuestros personajes políticos y culturales adopten los rasgos de sus criaturas.

DE LA PRIMERA A LA SEGUNDA PARTE

Una vez leído el conjunto de los dos libros, la primera se muestra como la más movida; en ella ocurren las más célebres escenas de locura y trasposición de la realidad en fantasía de violencia supuestamente justa. Los ataques a los molinos, los odres de vino, los rebaños de ovejas, los agentes de la autoridad que trasladan galeotes, etc. En ella, el ingenio literario de Cervantes no complica el meta relato más allá del aviso al lector de que el relator no es el autor, pues se sirve de los textos de un «historiador» llamado Cide Hamete Benengeli y el episodio de la quema de libros de caballería. Pero en la segunda parte se añaden nuevas dimensiones, cuando don Quijote va más allá de su ataque a la realidad deformada y ataca a la ficción deformada en las figuras del retablo de maese Pedro. Además, se introduce la primera parte, como libro editado en el propio relato. La consecuencia es que don Quijote y Sancho toman conciencia de que son celebridades y como tales son reconocidas por el resto de los personajes. Por cierto que la escritura, impresión y difusión del libro de la primera parte es un prodigio de rapidez editorial. De este modo se dota de verosimilitud ficticia (valga el oxímoron) al carácter histórico del relato. Es una historia «real» cuyos antecedentes han sido registrados en un libro que todo el mundo ha leído. De esta forma ya no hay naturalidad en las relaciones, pues la pareja protagonista es esperada y manipulada pues sus respectivos temperamentos y propósitos son conocidos de antemano. Hay un proto fenómeno fan, de acoso a la celebridad. De esta forma, en la segunda parte, hay menos acción, en el sentido que lo son las de la primera parte, y, a cambio, hay recreación premeditada de las fantasías de don Quijote y Sancho por parte de los, para mí, más antipáticos personajes del libro: los duques. Unos burlones aburridos que abusan de la credulidad de don Quijote y la ambición ingenua de Sancho para provocar situaciones con los que a esas alturas de la lectura son nuestros queridos personales. El lector (al menos este lector) sufre con las burlas de Altisidora y el médico que pone a dieta a Sancho en su gobernanza.

El Quijote es muchas cosas a la vez:

EN EL CAMINO

Es un relato on the road: el camino es omnipresente. La pareja protagonista está en la ruta de la aldea originaria a la sierra Morena en la primera parte y desde la aldea a Barcelona en la segunda parte. El camino se ofrece como lugar de encuentro con la aventura justiciera del Caballero de la Triste Figura o de Los Leones. Del camino se apartan sólo para descansar buscando la sombra de las arboledas y el pasto para las cabalgaduras. El camino está marcado por las ventas que suponemos a distancias razonables para satisfacer las necesidades de reposo y alimento. Entre ellas don Quijote provoca algún desastre y, en ellas es reparado, aunque, a veces, llega con tanta excitación que provoca el entuerto en su interior para desesperación del práctico ventero. En el camino nuestra pareja encuentra amigos y enemigos, ambos reales o ficticios. En el camino, en fin, el Quijote vence y es vencido.

UNA CRÍTICA A LOS SUPERHÉROES

La crítica de Cervantes a los libros de caballería es plenamente aplicable a toda la literatura gráfica sobre superhéroes, convertida hoy en cómics y películas. En ellas héroes justicieros están en los caminos de la Tierra o la galaxia buscando malotes que previamente han indignado cometiendo una fechorías que justifica la consiguiente explosión de violencia vengativa. Haría falta un quijote que barra de las carteleras este cine de entretenimiento sangriento y generador de fascismo soterrado. Don Quijote, por cierto, aconseja al Rey que convoque a todos los caballeros andantes para luchar contra el turco. En nuestra época la guerra de Irak fue algo así.

UN CANTO AL AMOR Y A SU RELATO

Los personajes del Quijote, incluído él mismo, están enamorados y sufren por ello. Jóvenes que no parecen ambiciosos se desgarran por el desdén de mujeres niñas bellísimas y no quieren seguir viviendo o pierden la razón desesperados por no poseerlas. En unos casos son las diferencias sociales y en otros los engaños de otros amantes, pero el relato de las desventuras siempre apasiona, hasta el punto de que el relator utiliza la posibilidad de no terminarlo si es interrumpido, hundiendo a los que escuchan en la desesperación, pues, una vez que se inicia el relato, cualquier relato, es compulsivo saber como acaba. Destacan dos mujeres irredentas: Marcela y Ana Félix. La primera reclama su derecho a no aceptar un amante y, la segunda, dirige un bajel berberisco con gran carácter y decisión. Estos relatos cautivan a los que escuchan y las interrupciones impacientan:

Prosiga vuestra merced, señora, y acabe de decirnos lo que le ha sucedido, que nos tienen a todos suspensos sus palabras y sus lágrimas (página 925)

Declaro mi amor tardío a este libro. Es la novela de las novelas. Veo en él a todos los relatos posteriores, tanto de literatura como de las formas modernas, cine, series, de hacer disfrutar al ser humano de su adicción más compulsiva: escuchar relatos.

PALADEANDO UNA OBRA MAESTRA

La llaneza en el lenguaje y su dominio

Mirad, Sancho -replicó Teresa-. después que os hicísteis miembro de caballero andante, habláis de tan rodeada manera, que no hay quien os entienda. (página 582)

… de la prolijidad se suele engendrar el fastidio… (página 753)

… llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala… (página 754)

Viome, requebrome, escuchele, enamoreme, a hurto de mi padre (página 1009)

La alegría de pecar

Todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué de deleite consigo, pero el de la envidia no trae sino disgustos, rencores y rabias. (página 603)

La necesidad de ser famoso (tan actual) 

Eso me parece, Sancho – dijo don Quijote-, a lo que sucedió a un famoso poeta de estos tiempos, el cual, habiendo hecho una maliciosa sátira contra todas las damas cortesanas, no puso ni nombró en ella a una dama que se podía dudar si lo era o no, la cual, viendo que no estaba en la lista de las demás, se quejó al poeta diciéndole que qué había visto en ella para no ponerla en el número de las otras, y que alargase la sátira y la pusiese en el ensanche: si no, que mirase para lo que había nacido. (página 604)

Quiso ver el Emperador aquel famoso templo de la Rotunda, que en la antigüedad se llamó el templo de todos los dioses, y ahora con mejor vocación se llama de todos los santos, y es el edificio que más entero ha quedado de los que alzó la gentilidad en Roma, y es el que más conserva la fama de grandiosidad y magnificencia de sus fundadores: él es de hechura de una media naranja, grandísimo en extremo, y está muy claro, sin entrarle otra luz que la que le concede una ventana, o, por mejor decir, claraboya redonda, que está en su cima; desde la cual mirando el Emperador el edificio, estaba con él y a su lado un caballero romano, declarándole los primores y sutilezas de aquella gran máquina dijo al Emperador: «Mil veces, Sacra Majestad, me vino deseo de abrazarme con Vuestra Majestad y arrojarme de aquella claraboya abajo, por dejar mi fama eterna en el mundo» (página 605)

La despensa de dichos

Es abrumadora la cantidad de frases hechas, dichos y refranes que el Quijote proporciona tomándolos del riquísimo acervo del castellano. Pero también ha dotado a la lengua de frases apodícticas inmortales. Quizá la más utilizadas se esta:

-Con la iglesia hemos dado, Sancho (página 610)

Que, por cierto, en su versión actual sustituye el «dado» por «topado» para darle un sentido que, según la nota al pie de la Real Academia, no tuvo en la intención de Cervantes. Y es el sentido de las dificultades que la Iglesia, en particular, y cualquier institución poderosa, en general, supone para quien confronte con ellas.

las fantasías de don Quijote son las que nos aplicamos todas las noches al dormirnos: las que el ser humano crea para soportar la vida. Sancho porfía para mantenerse pegado a tierra, pero, por terrenales razones, tiene la tentación de seguir a su amo, por si acaso.

-De parte del famoso caballero don Quijote de la Mancha, que desface los tuertos y da de comer al que ha sed y de beber al que ha hambre (página 616)

Los encantadores como gran comodín

Quijote, el pobre, cuando sus ojos no le engañan es Sancho el que lo hace por su interés, para que vea lo que no está; para ello acude a encantadores que le transforman lo maravilloso en ordinario. Claramente, Sancho, le ha cogido la medida a don Quijote.

Porque te hago saber, Sancho. que cuando llegué a subir a Dulcinea sobre su hacanea, según tú dices, que a mi me pareció borrica, me dio un olor a ajos crudos, que me encalabrinó y atosigó el alma. (página 622)

Sancho aprende de don Quijote

-Sí, que algo se me ha de pegar de la discreción de vuestra merced, que las tierras que de suyo son estériles y secas, estercolándolas y cultivándolas vienen a dar buenos frutos. (página 632)

Digo -respondió Sancho- que confieso que conozco que no es deshonra llamar «hijo de puta» a nadie cuando cae debajo de entendimiento de alabarle. (página 642)

Fiscal has de decir – dijo don Quijote -, que no friscal, prevaricador del buen lenguaje, que Dios te confunda. (página 693)

El lenguaje puro, el propio y elegante y claro, está en los discretos cortesanos, aunque hayan nacido en Majalahonda: dije discretos porque hay muchos que no lo son, y la discreción es la gramática del buen lenguaje, que se acompasa con el uso. (página 694)

Los sucesos lo dirán, Sancho – respondió don Quijote -, que el tiempo, descubridor de todas las cosas, no se deja ninguna que no la saque a la luz del sol, aunque esté escondida en los senos de la tierra. (página 750)

No dirás de esto nada a nadie, pues pon lo tuyo en concejo, y unos dirán que es blanco y otros dirán que es negro (página 832)

… flautas, tamborinos, salterios, albogues, panderos, sonajas, zaques, rimeros, cotufas, bocací, cordellate, arcaduces, aljófar, alheña

Sancho le tiene cariño a don Quijote

– Eso no es el mío -respondió Sancho-, digo, que no tiene nada de bellaco, antes tiene un alma como un cántaro: no sabe hacer mal a nadie, sino bien a todos, ni tiene malicia alguna, un niño le hará entender que es de noche en la mitad del día, y por esta sencillez le quiero como a las telas de mi corazón, y no me amaño a dejarle, por más disparates que haga. (página 642)

Don Quijote considera que la caballería andante es una ciencia

Es una ciencia -replicó don Quijote- que encierra en sí todas o las más ciencias del mundo, a causa que el que la profesa ha de ser jurisperito y saber las leyes de la justicia distributiva y conmutativa, para dar a cada uno lo que es suyo y lo que le conviene; ha de ser teólogo, para saber dar razón de la cristiana ley que profesa, clara y distintamente, adondequiera que le fuere pedido; ha de ser médico, y principalmente herbolario, para conocer en mitad de los despoblados y desiertos las yerbas que tienen virtud de sanar las heridas, que no ha de andar el caballero andante a cada trinquete buscando quien se las cure; ha de ser astrólogo, para conocer por las estrellas cuántas horas son pasadas de la noche y en qué parte y en qué clima del mundo se halla; ha de saber las matemáticas, porque a cad paso de le ofrecerá tener necesidad de ellas, y dejando aparte que ha de estar adornado de todas las virtudes teologales y cardinales, descendiendo a otras menudencias, dique que ha de saber nadar como un caballo y aderezar la silla y el freno, y, volviendo a lo de arriba, ha de guardar la fe a Dios y a su dama; ha de ser casto en los pensamientos, honesto en las palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos y, finalmente, mantenedor de la verdad, aunque le cueste la vida defenderla. De todas estas grandes y mínimas partes se compone un buen caballero andante. (página 682)

Don Quijote y su conciencia de élite

Duerme el criado, y está velando el señor  pensando cómo le ha de sustentar, mejorar y hacer mercedes. La congoja de ver que el cielo se hace de bronce sin acudir a la tierra con el conveniente rocío no aflige al criado, sino al señor, que ha de sustentar en la esterilidad y hambre al que le sirvió en la fertilidad y abundancia.

Bien predica quien bien vive – respondió Sancho -, y yo no sé otras tologías. (página 707)

¡Viva, viva el rico Camacho con la ingrata Quiteria largos y felices siglos, y muera, muera el pobre Basilio, cuya pobreza cortó las alas de su dicha y le puso en la sepultura! (página 709

Si don Quijote te coge desprevenido y eres paje tienes que escuchar

Notable espilorchería, como dice el italiano – dijo don Quijote -. Pero, con todo eso, tenga a felice ventura el haber salido de la corte con tan buena intención como lleva, porque no hay otra cosa en la tierra más honrada ni de más provecho que servir a Dios, primeramente, y luego a su rey y señor natural, especialmente en el ejercicio de las armas, por las cuales se alcanzan, si no más riquezas, a lo menos más honra que por las letras, como yo tengo dicho mucha veces; que puesto que han fundado más mayorazgos las letras que las armas, todavía llevan un no sé qué los de las armas a los de las letras, con un sí sé qué de esplendor que se halla en ellos, que los aventaja a todos. Y esto que ahora quiero decir llévelo en la memoria, que le será de mucho provecho y alivio en sus trabajos: y es que aparte la imaginación de los sucesos adversos que le podrán venir, que el peor de todos es la muerte, y como esta sea buena, el mejor de todos es morir. Preguntáronle a Julio César, aquel valerosos emperador romano, cuál era la mejor muerte: respondió que la impensada, la de repente y no prevista; y aunque respondió como gentil y ajeno de conocimiento del verdadero Dios, con todo eso dijo bien, para ahorrarse del sentimiento humano. que puesto caso que os maten en la primera facción y refriega, o ya de un tiro de artillería, o volado de una mina, ¿qué importa? Todo es morir, y acabose la obra; y según Terencio más bien parece el soldado muerto en la batalla que vivo y salvo en la huída, y tanto alcanza fama el buen soldado cuanto tiene de obediencia a sus capitanes y a los que mandar le pueden. Y advertid, hijo, que al soldado mejor le está olera pólvora que al algalia, y que si la vejez coge en este honroso ejercicio, aunque sea lleno de heridas y estropeado o cojo, a lo menos no os podrá coger sin honor, y tal, que no os podrá menoscabar la pobreza. Cuánto más  que ya viejos y estropeados, porque no es bien que se haga con ellos lo que suelen hacer los que ahorran y dan libertad a sus negros cuando ya son viejos y no pueden servir, y echándolos de casa con título de libres los hace esclavos de la hambre, de quien no piensan ahorrarse sino con la muerte. Y por ahora no os quiero decir más, sino que subáis a las ancas de este mi caballo hasta la venta, y allí cenaréis conmigo, y por la mañana seguiréis el camino, que os le dé Dios tan bueno como vuestros deseos merecen. (página 740)

Sancho le da pistas a Groucho y a Mario Moreno 

Y esas son las maravillas que dije que os había de contar, y si no os lo han parecido, no sé otras. (página 746)

Los monólogos de Sancho seguramente fueron la inspiración de Mario Moreno.  (página 828)

Muchos médicos hay en el mundo: hasta los encantadores son médicos. Pero pues todos me lo dicen, aunque yo no me lo veo, digo que soy contento de darme los tres mil y trescientos azotes, con condición que me los tengo de dar cada y cuando yo quisiere, sin que se me ponga tasa en los días ni en el tiempo, y yo procuraré salir de la deuda lo más presto que sea posible, porque goce el mundo de la hermosura de la señora Dulcinea del Toboso, pues según parece, la revés de lo que yo pensaba, en efecto es hermosa. Ha de ser también condición que no he de estar obligado a sacarme sangre con la disciplina, y que si algunos azotes fueran de mosqueo, se me han de tomar en cuenta. Iten, que si me errase en el número, el señor Merlín, pues lo sabe todo, ha de tener cuidado de contarlos y de avisarme lo que me faltan o los que me sobra. (página 828)

En las posadas todos los huéspedes se conocen y curiosean en las vidas de los demás. Muchos personajes se agolpan en una sola estancia y discuten, escuchan y hablan:

Quedó pasmado don Quijote, absorto Sancho, suspenso el primo, atónito el paje, abobado el del rebuzno, y, finalmente, espantados todos lo que oyeron las razones del titerero… (Maese Pedro). (página 746)

Cervantes el socarrón

Maese Pedro, que vio que don Quijote izquierdeaba (comenzaba a disparatar)… (página 758)

El mono de Maese Pedro adivinaba el pasado y el presente, pero no se daba maña con el futuro.

Sentaos, majagranzas, que adondequiera que yo me siente será vuestra cabacera. (página 791)

Sancho el gobernador

Ahora, yo podré poco o quitaré estas casas de juego, que a mí se me trasluce que son muy perjudiciales (página 921)

Si el gobernador sale rico de su gobierno, dicen de él que ha sido un ladrón, y si sale pobre, que ha sido un parapoco y un mentecato. (página 973)

Y Sancho, aunque aborrecía el ser gobernador, como queda dicho, todavía deseaba volver a mandar y a ser obedecido. que esta mala ventura trae consigo el mando… (página 1034)

Don Quijote y la libertad

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida… (páginia 984)

Don Quijote y la superstición

Levántase uno de estos agoreros por la mañana, sale de su casa, encuéntrase con un fraile de la orden del bienaventurado San Francisco y, como si hubiera encontrado con un grifo, vuelve las espaldas y vuélvese a su casa, Derrámasele al otro mendoza (menda) la sal encima de la mesa, y derrámasele a él la melancolía por el corazón, como si estuviera obligada la naturaleza a dar señales de las venideras desgracias con cosas tan de poco momento como las referidas (página 988)

Sancho poderoso señor de los refranes

A lo largo de la obra, Sancho se expresa con refranes provocando la ira de don Quijote. Pero, es su recurso y lo defiende en fraternal discusión.

Pero, ¡guarda!, que es de un buen parecer, y hay pastores más maliciosos que simples, y no querría que fuese por lana y volviese trasquilada; y también suelen andar los amores y los no buenos deseos por los campos como por la ciudades y por las pastoriles chozas como por los reales palacios, y quitada la causa, se quita el pecado, y ojos que no ven, corazón que no quiebra, y más vale salto de mata que ruego de hombres buenos. 

-No más refranes, Sancho –dijo don Quijote-, pues cualquiera de los que has dicho basta para dar a entender tu pensamiento, y muchas veces te he aconsejado que no seas tan pródigo de refranes y que te vayas a la mano en decirlos, pero paréceme que es predicar en el desierto, y castígame mi madre, y yo trómpogelas. 

-Paréceme –respondió Sancho– que vuesa merced es como lo que dicen: «Dijo la sartén a la caldera: Quítate allá, ojinegra». Estame reprendiendo que no diga yo refranes, y ensártalos vuesa merced de dos en dos. (página 1063)

El Quijote y Sancho pastores

Es una humorada de Cervantes que, cuando don Quijote y Sancho vuelven maltrechos a su aldea, el uno por los golpes del bachiller Carrasco en Barcelona, y el otro por azotar todos los árboles de un encinar para cumplir con el trato de desencantamiento de Dulcinea, no se les ocurra otra cosa que cumplir el año de retiro impuesto convirtiéndose en pastores en una Arcadia manchega.

CURIOSIDADES FINALES

Sancho está harto de que todos los procedimientos para desencantar supongan un castigo físico para él y propone que se lo hagan a «un cuñado».

¡Encantan a Dulcinea, y azótanme para que se desencante; muérese Altisidora de males que Dios quiso darle, y hanla de resucitar hacerme a mí veinte y cuatro mamonas y acribarme el cuerpo a alfilerazos y acardenalarme los brazos a pellizcos! ¡Esas burlas, a un cuñado, que yo soy perro viejo, y no hay conmigo tus, tus! (página 1072)

Cervantes fue contemporáneo de la expulsión de España de los moriscos. Este importante acontecimiento lo recoge en su obra magna con un episodio final en la ciudad de Barcelona y un personaje llamado Ricote que parece aludir con su nombre al hecho de que fue en el valle de Ricote en la provincia de Murcia. También hay una alusión a Cartagena como puerto militar.

… voy de esta manera hasta alcanzar unas compañías de infantería que no están doce leguas de aquí, donde asentaré mi plaza, y no faltar´na bagajes en que caminar de allí adelante hasta el embarcadero, que dicen ha de ser en Cartagena. (página 738)

Leyendo el Quijote (libro I)

He cumplido como español con mi deber de leer la primera parte del Quijote, que se publicó en el año 1605. Lo he hecho más o menos a la edad en que Cervantes escribió la segunda parte diez años después. Tantos años mirándolo de soslayo y, por fin, hícelo para mi placer. «He esperado» a que se cumplieran los cuatro siglos de la muerte de Cervantes, que fue tal día como el 22 de abril de 1616 con 69 años de edad. Es un libro muy español: lleno de contrastes, incomprensiones y aventuras disparatadas en un palmo de territorio lleno de gente yendo y viniendo con un humor lúcido que provoca la carcajada. El Quijote, intoxicado con un supuesto deber de gallardía, actúa en el mundo real llevado por su mundo ideal mientra recibe pedradas y palos. Sancho lo sigue ambicioso y perplejo por las fantasías de su amo, que a veces lo trata como un igual (incluso llega a pensar en nombrarlo caballero) y, a veces, le recuerda su posición. Dos personajes vivos que podemos ver en las conductas de nuestros políticos o nuestros amigos. ¿Qué diferencia hay entre la locura coherente del Quijote y la pretensión de algunos de nuestros representantes para que demos por buenos algunos cuentos inverosímiles? y ¿Qué diferencia hay entre el pragmatismo a ras de suelo de Sancho y el comportamiento de algunos de nuestros empresarios que no alzan el vuelo si no hay un beneficio a la vista? Y en cuanto a las metamorfosis de unos y otros ¿Qué diferencia hay entre los ataques de cordura de Quijote y las conversaciones robadas a los políticos cuando creen que nadie les escucha? o ¿Qué diferencia hay en los manejos de Sancho para que no inhabiliten a su amo, perdiendo él la oportunidad de ser conde, y los intentos corruptores de los empresarios que quieren, contra toda teoría liberal, obtener trabajo comprando voluntades? A otra escala el Quijote y Sancho están presentes en cada uno de nosotros que a ratos somos uno y a ratos otro. Gloria a Cervantes que nos dejó este espejo para que nos miremos en él.

Una cualidad muy española es el desagradecimiento. De su amargo sabor han probado Isaac Peral, Mariano Barbacid, José Ortega, Blasco de Garay, Santiago Ramón y Cajal y tantos otros. Después que Cervantes hubiera publicado su libro, cuenta el licenciado Márquez Torres que en un encuentro con el embajador de Francia y su séquito tuvo que reconocer que su autor era «viejo, soldado, hidalgo y pobre», lo que provocó en los franceses esta respuesta: «¿Pues a tal hombre no le tiene España muy rico y sustentado del erario público?. Pues no, faltaría más. Todavía resuenan en nuestros oídos los reproches y persecuciones fiscales a nuestros cineastas y escritores (que no pueden cobrar derechos de autor sin perder su pensión).

El marco histórico de los sucesos es entre el rey de El Escorial y el rey de Velázquez. La época de Felipe III (un austria menor) fue pacífica, pero indolente, sin propósitos, con dos capas de validos y aprovechados, pues el Duque de Lerma influye en el traslado de la corte a Valladolid habiendo comprado antes inmuebles y terrenos baratos para vender caro, repitiendo la jugada a la vuelta a Madrid. Es decir, una época sanchezca o panzona. Cervantes seguramente se sentía agraviado por haber arriesgado la vida en Lepanto y sufrido un cautiverio heróico en Argel sin que, en una época en la que toda riqueza era aristocrática, tuviera premio su arte. Quizá él se sentía quijote rodeado de sanchos, lo que lo hace muy moderno.

Con motivo del cuarto centenario de la publicación de la primera parte del Quijote, la Real Academia ha publicado un edición completa, revisada, crítica y profusa en notas aclaratorias a pie de página que ayudan a entender las palabras utilizadas en el libro por follones y nobles, criados, barberos, curas y venteros. Es un libro de humor y de amor. En él aparecen las relaciones sentimentales y sus avatares en prácticamente todos los relatos insertados en la secuencia para aliviar al lector de la irrupciones fantásticas del protagonista. Es un libro denso, pero que huye de toda monotonía. He leído las opiniones de Vargas Llosa, Francisco Ayala y Martín de Riquer que viene en la edición para preparar al lector. Por ellas me entero de que el Quijote es un canto a la libertad, pues Vargas aprovecha una frase en el contexto de la historia del cautivo:

– Gracias sean dada a Dios – dijo el cautivo- por tantas mercedes como le hizo, porque no hay en la tierra, conforme mi parecer, contento que se iguale a alcanzar la libertad perdida. (página 407)

Aunque bien sé que no hay hechizos en el mundo que puedan mover y forzar la voluntad, como algunos simples piensan, que es libre nuestro albedrío y no hay yerba ni encanto que le fuerce… (página 203)

De esta forma arrima el Quijote a su sardina liberal. Me parece una exageración premeditada pues el Quijote me ha parecido, sobre todo otro juicio, un retrato divertido, y profundo de los dos modos fundamentales del ser humano: 1) el abierto a la fantasía y entregado al ideal y 2) el realista, abierto al interés personal y pragmático en la opiniones y las decisiones, como muestra estos diálogo ejemplares por lo que dicen y por lo que representan. Son los dos casos más famosos: el de los molinos y el de los odres.

¿Qué gigantes?. Dijo Sancho Panza. Aquellos que allí ves – respondió su amo – de los brazos largos… Mire vuestra merced – respondió Sancho –  que aquello que allí se parecen no son  gigantes, sino molinos de viento… Bien parece – respondió don Quijote – que no estás cursado en esto de las aventuras…» (página 75)

Y en el episodio de los odres (gigantes) de vino (sangre):

– Bien puede vuestra merced, señor Triste Figura, dormir todo lo que quisiere, sin cuidado de matar a ningún gigante ni de volver a la princesa a su reino, que ya todo está hecho y concluido» (página 384)

-Eso creo yo bien – Respondió don Quijote -, porque he tenido con el gigante la más descomunal y desaforada batalla que pienso tener en todos los días de mi vida, y de un revés, ¡zas!, le derribé la cabeza en el suelo, y fue tanta la sangre que le salió, que los arroyos corrían por la tierra como se fueran de agua.

Cómo si fueran de vino tinto, pudiera vuestra merced decir mejor – respondió Sancho -, porque quiero que sepa vuestra merced, si es que no lo sabe, que el gigante muerto es un cuero horadado, y la sangre, seis arrobas de vino tinto que encerraba en su vientre, y la cabeza cortada es la puta que me parió, y llévelo todo Satanás.

De esta bipolaridad, más potente y útil que la de Stevenson con su doctor Jekyll y mister Hyde, surge la inmortalidad del libro y de su autor. Cervantes hace compleja su obra fingiendo encontrar unos documentos donde se cuenta la historia en viejos pergaminos e intercalando historias de amor y muerte como la del pastor Crisóstomo al que su amigo Ambrosio organiza un funeral al pié de un roca leyendo un escrito del muerto en el que se queja de los desdenes de Marcela. Esta Marcela, por cierto, pronuncia un discurso de independencia de la mujer muy moderno que contrasta con la visión general de la mujer en el siglo XVII que es tanto objeto de devoción como de incomprensión. Especialmente interesante es la historia del cautivo en la que podría ser una descripción novelada de su experiencia de cinco años prisionero de los turcos.

SANCHO EL CUERDO

En la novela el loco es el Quijote y Sancho trata de que se comporte racionalmente en sus aventuras

-Señor- respondió Sancho – que el retirar no es huir, ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepuja a la esperanza y de sabios es guardarse hoy para mañana y no aventurarse todo en un día. (página 212)

-Paréceme a mí – dijo Sancho – que los caballeros que lo tal ficieron fueron provocados y tuvieron causa para hacer esas necedades y penitencias, pero vuestra merced ¿qué causa tiene para volverse loco? ¿Qué dama le ha desdeñado, o qué señales ha hallado que le den a entender que la señora Dulcinea del Toboso ha hecho alguna niñería con moro o cristiano? (página 236)

SANCHO SE CONTAGIA

Pero, una vez que el Quijote le hace las promesas a Sancho, que no quiere hacer nada por nada, de hacerlo conde y proporcionarle una ínsula, éste adopta una actitud pragmática desde la que alienta a su amo a sus aventuras para ver si cumple sus promesas siendo emperador u obispo.

Digo que tienes razón – dijo Don Quijote– y que puedes llevar a tu barbero, que los usos no vinieron todos juntos ni se inventaron a una, y puedes ser tú el primer conde que lleve tras sí a su barbero, y aún es de más confianza el hacer la barba que ensillar un caballo. (página 199)

De mis hijos y de mi mujer me pesa, pues cuando podían y debían esperar ver entrar a su padre por sus puertas hecho gobernador o visorrey de alguna ínsula o reino, le verán entrar hecho mozo de caballos… (página 488)

– ¡Adóbame esos candiles! – dijo a este punto el barbero – ¿También vos Sancho, sois de la cofradía de vuestro amo?… En mal punto os empreñastes de sus promesas y en mal hora se os entró en los cascos la ínsula que tanto deseáis.

Yo no estoy preñado de nadie – respondió Sancho -, ni soy hombre que dejaría empreñar, del rey que fuese y, aunque pobre, soy cristiano viejo y no debo nada a nadie; y si ínsulas deseo, otros desean otras cosas peores, y cada uno es hijo de sus obras; y debajo de ser hombre puede venir a ser papa, cuanto más gobernador de una ínsula, y más pudiendo ganar tantas mi señor, que le falte a quien dallas. Vuestra merced mire cómo habla, señor barbero, que no es todo hacer barbas y algo va de Pedro a Pedro.

HUMOR

El humor burbujea en los diálogos en todo momento. El Quijote y Sancho entran en el bosque por el que había desaparecido Marcela. Encuentran un arroyo, descansan comen y están casi dormidos cuando llegan unos yangüeses con sus caballos y yeguas. Rocinante cree que su oportunidad de yacer con una y va tan contento. Las yeguas lo reciben con coces y sus dueños lo derriban a palos. Llegan D. Quijote y Sancho en su defensa y reciben una gran paliza. Quedan en el suelo y Sancho dice que no quiere más peleas que «perdona la ofensas pasada o las que pueda sufrir en el futuro«. Se queja Sancho de su espalda y dice D. Quijote

Aún las tuyas deben estar hechas a tales nublados; pero las mías criadas entre sinabafas y holandas. 

Y replica Sancho:

Señor, ya que estas desgracias son de la cosecha de la caballería, dígame vuestra merced si suceden muy a menudo o tienen sus tiempos limitados en que acaecen; porque me parece a mi que a dos cosechas más quedaremos inútiles para la tercera. 

El Quijote no se ríe, es un hombre atento a ser fiel al código de la caballería andante, mientras Sancho es socarrón, cree en lo que ve, pero, al tiempo, Sus diálogos son, por contraste, muy cómicos.

-Ahora acabarás de conocer, Sancho hijo, ser verdad lo que yo otras muchas veces te he dicho de que todas las cosas de este castillo son hecha por vía de encantamiento.

Así lo creo yo – dijo Sancho- excepto aquello de la manta (Sancho fue manteado sin piedad) que realmente sucedió por vía ordinaria. (página 479)

El Quijote quiere hacer unas cuantas locuras en un retiro espiritual y manda a Sancho con una para Dulcinea y para que le diga las locuras que hace por ella:

Digo, Señor, que vuestra merced ha dicho muy bien: – que para que pueda jurar sin cargo de conciencia que le he visto hacer locuras, será bien que vea siquiera una, aunque bien grande la he visto en la quedada de vuestra merced. (página 248)

Y desnudándose con toda priesa los calzones, quedó en carnes y en pañales y luego sin más dio dos zapateras en el aire y dos tumbas la cabeza abajo y los pies en alto, descubriendo cosas que, por no verlas otras vez, volvió Sancho la rienda a Rocinante y se dio por contento y satisfecho de que podía jurar que su amo quedaba loco.

El Quijote reprende a Sancho cuando pretende bajarlo a tierra. Sancho por su parte no acepta ser menos que nadie. No en vano estamos entre el Renacimiento con su interés por el hombre y la Contrareforma con su interés por la disciplina religiosa:

-No sé esas filosofías – respondió Sancho Panza – más sólo sé que tan presto tuviese yo el condado como sabría regirle, que tanta alma tengo yo como otro, y tanto cuerpo como el que más, y tan rey sería yo de mi estado como cada uno del suyo: y siéndolo, haría lo que quisiese; y haciendo lo que quisiese, haría mi gusto; y haciendo mi gusto, estaría contento; y en estando uno contento, no tiene más que desear; y no teniendo más que desear, acabóse, y el estado venga, y a Dios y veámonos, como dijo un ciego a otro. (página 512)

LITERATURA DE LA BUENA

Ironía y dominio del lenguaje para describir las penurias del soldado:

Y a veces suele ser su desnudez tanta, que un coleto acuchillado le sirve de gala y de camisa, y en la mitad del invierno se suele reparar de las inclemencias del cielo, estando en la campaña rasa, con sólo el aliento de su boca, que, como sale de lugar vacío, tengo por averiguado que debe salir frío, contra toda naturaleza. Pues esperad que espere que llegue la noche para restaurarse de todas estas incomodidades en la cama que le aguarda, la cual, si no es por su culpa, jamás pecará de estrecha: que bien puede medir en la tierra los pies que quisiere y revolverse en ella a su sabor, sin temor que se le encojan las sábanas… (página 394)

FINAL

El problema de la post-verdad ya se plantea avant la lettre en el Quijote. Una prueba es la dura disputa por la albarda que es jaez y la bacía que es yelmo. (página 464).

Por otra parte, nos puede llenar de orgullo que Murcia está en dos de las grandes obras de la literatura: En busca del Tiempo Perdido El Quijote. En la primera con motivo de una exposición en París para ayudar en la riada de 1879 y en el Quijote con esta mención:

«Y habiendo andado como dos millas, descubrió Don Quijote un grande tropel de gente, que como después se supo, eran unos mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia.» (pág. 52)

Termino diciendo que ha merecido la pena leer este libro cuatrocientos años después. Cervantes tardó diez años en publicar la segunda parte, teniendo que aguantar la impostura de un quijote falso (el de Avellaneda) entre tanto. No tardaré tanto en abordar la parte más barroca de la obra. Pero ya estoy licenciado para ir buscando caballeros de triste figura y escuderos de panza prominente entre los contemporáneos. Estoy seguro de que no van a faltar.

Conversaciones de los viernes

La política ha vuelto a las conversaciones entre amigos cuando salen los viernes. Ya volvemos a parecer una escena de una película de Woody Allen con familias judías de clase media arreglando el mundo entre canapés. Música de jazz de fondo, luz amortiguada, voces calmadas, pues psicológicamente se ha salido de la crisis aunque la realidad de tantas personas sea la precariedad con o sin trabajo. En esas conversaciones, el máster de economía cursado desde 2007 por todos los ciudadanos leyendo la prensa, escuchando radio o viendo televisión nos permite ya altos vuelos y atrevernos con la estrategias globales porque somos conscientes de que vivimos tiempos de cambios decisivos. Metódicamente se parte de los problemas para proponer soluciones. Por supuesto que la conversación es más fragmentaria e irregular que lo que aquí se presenta, pero es mejor usar algún orden a mayor claridad. También se advierte que esta es una conversación entre amigos genéricos construída a partir de opiniones oídas aquí y allí.

Obviamente había propuestas contradictorias. Para la mitad de la mesa del restaurante (siempre el 50 % de los referendos) tanto problemas como soluciones son distintas pero, en mi opinión complementarias. Nuestros amigos liberales lo abreviamos a «L» y los sociales a «S».

los problemas sociales fundamentales para el grupo «L» son:

  • Un Estado ineficiente y caro.
  • Demasiados obstáculos para el mercado libre.

Las soluciones «L» son:

  • Hay que privatizar todo menos Hacienda 
  • Hay que bajar los impuestos
  • Hay que tratar bien a las grandes fortunas porque, si no se van al extranjero.

los problemas sociales fundamentales para el grupo «S» son:

  • Cómo garantizar sanidad, educación y pensiones para todos.
  • Cómo aumentar la eficacia de las administraciones públicas sin destruirlas.

La soluciones «S» son:

  • Impuestos 
  • Optimización de los recursos aplicados en las administraciones públicas

Es decir un grupo pone el énfasis en la producción y el otro en los productores. Cada uno ve las cosas desde un punto de vista, lo que tiene la ventaja, en mi opinión, de que es más fácil llegar a un acuerdo siempre que las opiniones estén bien fundadas. Abrimos la discusión utilizando como ponencia los argumentos del grupo L.

Un Estado ineficiente y caro es una percepción apoyada en «pruebas científicas» como ir al registro general y hacer cola en una fila cuando hay tres puestos de trabajo y observar cómo cuando regresa uno de los funcionarios con las bolsas de la compra se va el que estaba. Otra «prueba» un jefe intermedio encarga a un funcionario que pase a limpio unas notas y éste le dice que no maneja el tratamiento de textos, pues él ganó el puesto cuando sólo había máquinas de escribir y se la quitaron hace veinte años (no ha tenido tiempo de aprender). Hay otros modos de apoyar esta tesis. Por ejemplo estudios comparados con las administraciones públicas de los países punteros. Parece claro que todos tenemos la percepción de que los rozamientos internos en las administraciones públicas generan ineficacias pero no conocemos su valor monetario. El grupo L eliminaría a toda la clase funcionarial por «exceso de seguridad» laboral con consecuencias desmotivadoras. Los propios funcionarios hacen bromas al respecto. A Adela Cortina le oí decir con motivo de su nombramiento como doctora Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Cartagena que «El funcionario es inmortal porque no puede pasar a mejor vida» o el chiste conocido de que «Mi padre es tan rápido que sale del trabajo a las tres y está en casa a las dos». El grupo S maneja dos argumentos: 1) la reforma de las administraciones públicas no puede resultar en su destrucción porque, aunque fueron creadas para eliminar las cesantías masivas y arbitrarias ante una creciente complejidad de las operaciones de administración, hoy en día los servicios del Estado son la única forma de no caminar hacia un estado de cosas hobbesiano. Por otra parte, consideran que el sobrecosto de ineficiencia por relajación de costumbres entre los funcionarios no está demostrado que redunde en un coste superior de los servicios que el que supondría en manos privadas el beneficio sin techo de los propietarios. Es decir, se plantea la tesis de que E+P = E+B (Eficacia + Pérdidas = Eficacia + Beneficio). Si es el caso, se prefiere que el sobrecoste se «reparta» entre los funcionarios a que se concentre entre socios para alimentar la industria del lujo. Esta broma no impide ver que una administración pública debe ser eficiente, pero que la solución no debe pasar por la destrucción de ámbitos protegidos de la incertidumbre artificial del sector privado para mejor servir el interés público. Hay que introducir algún grado de meritaje sin duda y los comportamientos descarados deben ser susceptibles de un rápido expediente y pérdida ejemplar de la condición de funcionario. De todas formas, el ratio Impuestos / PIB  en % de nuestro país ocupa un lugar muy razonable en el mundo como se puede ver a continuación (fuente: Banco Mundial):

  • Estados Unidos 11.4
  • Alemania 11,5 %
  • España 14,5 %
  • Francia 23,4 %
  • Italia 23,7 %
  • Reino Unido 25,4 %
  • Suecia 27,1 %

Estamos a tres puntos de los países más racionalizados y lejos de los más ineficientes. No parece que nuestro problema esté ahí. Finalmente hay que decir que en el caso concreto de la sanidad y la asistencia a mayores el gran problema si se pone en manos de la iniciativa privada es el cinismo practicado por las compañías que rechazan a según qué segmentos de la población por razones tales como «haber adquirido la enfermedad antes del contrato«, los antecedentes familiares o, al límite, porque su ADN indica determinadas probabilidades de contraer ciertas enfermedades o morir «demasiado» viejo. El grupo S razona que si se optara por la privatización radical las empresas no podrían rechazar a nadie que pague sus cuotas y que el Estado tendría que pagar las cuotas de aquellas personas en paro estructural por enfermedad o ausencia de puestos de trabajo incluso con un reciclaje formativo. Su argumento fundamental es que todo el sistema económico debe estar pensado para la personas y no para un dios menor llamado beneficio.

Demasiados obstáculos para el mercado libreEl grupo L considera que el bienestar de un país se funda en su eficacia económica y que la estructura actual del mercado exige total flexibilidad en la conformación y destrucción de empresas y el correspondiente empleo. ¿Cómo puede mantenerse un empresa? innovando constantemente su oferta y modificando su plantilla libremente para contar siempre con personas con las competencias necesarias para optimizar los beneficios. Así los «emprendedores» se atreverán a constituir empresas con ideas nuevas sin más compromiso que pagar el salario que corresponda mientras el empleado sea necesario. Tal dinamismo permite que la empresas nazcan, produzcan y desaparezcan en cuanto su producción resulta obsoleta a los consumidores y no sea capaz de renovarse. Pero se evitan los Expedientes de Regulación de Empleo y el pago de indemnizaciones. ¿Que sobran empleados porque la producción baja o no se han adaptado a la nueva producción o servicio? se aplica un «mañana no vengas» y ya está. Simétricamente, el empleado estará siempre alerta a una oferta mejor para irse con un «mañana no vengo«. El grupo S objeta que este sistema fluido impediría idealmente las pérdidas productivas, pero tiene que ir acompañado de medidas correctoras para recoger a aquellos que no pueden encontrar trabajo porque, sencillamente, el estado de la tecnología en cada momento desequilibra la relación número de trabajadores / número de empleos. Una situación en la que no se puede culpar al trabajador de indolencia, que podría ser moderada con intercambios temporales entre empleados y no empleados. Y siempre podemos aplicar la propuesta que se hace en otro artículo.

En el terreno de las soluciones del grupo L la discusión resultó como sigue:

Privatizar todo menos Hacienda. El grupo L considera que sólo en manos del interés privado las cosas funcionan. Esta posición llega al extremo de considerar que la gobernanza hay que profesionalizarla con un mandatario – gerente que aplica al conjunto social los criterios empresariales. Un gerente que sería despedido de no cumplir objetivos en el plazo establecido. Con todo el poder para imponer, por ejemplo, un déficit cero en un sólo ejercicio. Esta medida viene acompañada de otra altamente regresiva que consiste en establecer criterios para «seleccionar quién puede votar o no«. Esta última propuesta se fundamenta con los resultados de las últimas elecciones en el mundo (Brexit, Trump, Proceso de Paz en Colombia, etc.). El grupo S se echa la manos a la cabeza y trata de minar estas aparentemente razonables medidas argumentando que ya se ha probado la figura gerencial en Italia cuando se eligió a Monti y ya ha sido despedido. También lo está «probando» Estados Unidos con Trump, un empresario sin ningún tipo de autocontrol. Un imaginario Jefe del Gobierno Gerente eliminaría el apoyo a la cultura y subcontrataría todo incluso el Ejército y la Policía poniendo en riesgo el control de la violencia y, desde luego, cualquier oposición que surgiera de las víctimas de las distintas políticas «eficaces». Si a eso se suma la selección de electores pronto caminaríamos hacia un neo feudalismo. El interés privado no tiene porque pensar en los intereses generales y caminaría hacia la destrucción del planeta a toque de trompeta. Véase la desenvoltura con la que Donald Trump va a destruir décadas de pactos de carácter ecológico. ¿Dónde se ha visto que un empresario deba moderar los resultados económicos con consideraciones de carácter ecológico o humanitario?. Por otra parte, la subcontratación de servicios tan delicados como el ejercicio de la fuerza también ha sido probado por los Estados Unidos con costes que nadie desvela porque están en la base de la deuda de ese país además de los riesgos de regresión política que supone. En fin el grupo S sale muy deprimido de esta discusión simplemente por su propio planteamiento.

Hay que bajar los impuestosEl grupo L cree que cuanto más dinero esté en circulación es mejor. Ya ha razonado que el Estado gasta más de lo necesario. El grupo S argumenta que las cifras sobre la relación impuestos/PIB del Banco Mundial ya son una prueba de que no es así en términos generales, pero hay que añadir que los impuestos ni se baja ni se suben en abstracto. Tienen que cumplir dos criterios: 1) ser progresivos. En nuestro país los impuestos directos son 90.000 millones (el 98 % en rentas de clase media y baja) y los indirectos 80.000 millones (a todos los ciudadanos). No parecen , pues, muy progresivos. 2) alcanzar a cubrir los costos de los servicios sin generar déficit. El segundo criterio tiene que ser moderado por un pacto nacional sobre qué servicios estamos dispuestos a financiar y cuánto consumo estamos dispuestos a realizar para contribuir al equilibrio ecológico. Algunos síntomas de estado del planeta parecen invitar a una rápida inversión de los enfoques de producción mundial. Quizá haya que promover la idea de «austeridad para todos» si queremos que nuestro hogar cósmico no nos rechace por ser una especie destructora. Este planteamiento, en opinión del grupo S esto supone que la riqueza tiene que ser limitada, bien que en valores que aún despierten la codicia humana, pero que no provoquen escándalo. Añade el grupo S el argumento de que no hay inteligencia ni diligencia que merezca ser premiada con las cantidades que se pagan a algunos gestores tras hábiles manipulaciones de los consejos de administración. No se sostiene que un talento empresarial cobre 500 veces lo que un talento laboral (incluidos cirujanos y científicos). La página web de los billonarios  pone de manifiesto la locura colectiva que supone permitir que la riqueza (el esfuerzo de todos) se concentre en pocas manos a estos extremos de demencia. Aquí se ve que existe una industria del lujo obsceno que no por razones de puritanismo fanático, sino por el carácter claramente ineficaz socialmente de dirigir los recursos a estos caprichos de inmaduros. Esta página también explica porqué tantos individuos sin fortuna se acercan a las administraciones en busca de oportunidades para robar del erario público sin pudor. ¿Cuánto hay que robar para comprarse una unidad de cada uno de los artefactos «absolutamente imprescindibles» de la dichosa página? Cómo no va a haber tráfico de armas o de personas y drogas si al final del «esfuerzo» esperan estos juguetes.

Hay que tratar bien a las grandes fortunas porque, si no se van al extranjero. Este argumento es utilizado a menudo por gobernantes que piensan como el grupo L. Algunas amnistías fiscales apuntan en esa dirección. Las grandes fortunas no tiene patria. El grupo S se alegra porque quién quiere como compatriotas a quien elude el pago de impuestos o acumula dinero fuera del alcance de las necesidades de «la patria». No es extraño ver que muchos de estos individuos portan pulseritas con la bandera nacional. Al fin y al cabo, el cerebro tiene dos hemisferios: uno para el dinero y otro para las emociones. Basta con incomunicarlos para vivir feliz en la contradicción. El grupo S sabe que la solución a este problema es de carácter global, pues el único modo de que no se lleven el dinero a otra parte es «que no haya otra parte». Los patéticos intentos del G-20 de eliminar los paraísos fiscales han sido un fiasco. El Banco Mundial informa de que el PIB del mundo es de 75 billones de dólares siendo el de los países de la tabla anterior el siguiente:

  • Estados Unidos 18,0 billones ($) (56.100 $ per cápita)
  • Alemania 3,3 billones (48.000 $ per cápita)
  • Reino Unido 2,8 billones (41.800 $ per cápita)
  • Suecia 0,5 (47.800 $ per cápita)
  • Francia 2,4 billones (41.000 $ per cápita)
  • Italia 1,8 billones (37.200 $ per cápita)
  • España 1,1 billones (34.700 $ per cápita)

La productividad de España parece baja y habría que buscar las razones que probablemente sean tecnológicas pues el PIB de los países punteros se nutre de los royalties que se cobran por su alta capacidad generadora de valor gracias al talento. España entró en el siglo XX sin participar en los grandes desarrollos de la electricidad y el electromagnetismo. De soslayo es interesante conocer la producción de las grandes regiones para comprobar la gran importancia de la Unión Europea si los antagonismos viscerales no la destruyen:

  • Unión Europea 15,8 billones $
  • Estados Unidos 14,5 billones $
  • China 10,1 billones $
  • Rusia 2,8 $

Es llamativo el bajo PIB de Rusia para lo que incordia en la geoestrategia mundial. Pues bien, en los paraísos fiscales hay casi 8 billones de dólares equivalente al PIB de Alemania, Reino Unido, Suecia y España juntos. Un escándalo insoportable. Nuestros millonarios «contribuyen» con 150.000 millones de euros en paraísos fiscales. Es llamativo el bajo PIB de Rusia para lo que incordia en la geoestrategia mundial.

En definitiva, las grandes fortunas deben tributar conforme a sus ingresos. Su estatus actual de impune delincuencia debe ser corregido ayudándoles a unir sus dos hemisferios.

La cena imaginaria se agotó hacia las dos de la madrugada y todos tenían las sensación de haber moderado sus puntos de vista con los de los otros amigos. También se habló de fútbol y viajes para redondear una noche muy interesante.

Transparencia

Transparencia es la cualidad de los cuerpos que permiten ver a través de ellos. Cuando de una persona se dice que es transparente se quiere decir que sus intenciones son advertidas con claridad «a través» palabras y actos. Cuando se dice de una institución se está queriendo decir que su comportamiento gerencial y económico es conocido sin que nada quede velado a las partes interesadas. En una empresa las partes interesadas son sus accionistas y sus financiadores; en un organismo público lo son todos los nacionales del país al que pertenezca. Y aquí empiezan los problemas. Vivimos en una sociedad en la que las responsabilidades se ejercen por representación. Representación que se obtiene hasta un cierto nivel por el voto de los ciudadanos y más allá por nombramientos directos de los gobernantes elegidos. Un político tiene el derecho de que su vida privada sea respetada, pero debe aceptar que todas sus acciones públicas y sus consecuencias sean conocidas. Su agenda oficial, las decisiones que toma y las razones que le llevaron a tomarlas. Por supuesto que no debe mentir porque una mentira es un velo a la exigencia de transparencia dirigiendo la atención pública hacia donde no está la verdad de los hechos que interesen. Si todo esto es verdad para los políticos individualmente, lo es también para las instituciones públicas simples o complejas. Los propios órganos de control oficialmente establecidos deben ser transparentes mostrando los métodos y criterios que usan para juzgar la labor del resto de organismos y rindiendo cuentas cuando sean pillados en renuncios.

De todas las dimensiones de la transparencia pública la que hace referencia al dinero de los contribuyentes es decisiva porque ya es sabido que el dinero es el símbolo del esfuerzo y por tanto cuando se tira se está, además de impidiendo que se emplee mejor, despreciando el esfuerzo de los ciudadanos ya realizado. Hay numerosas razones para que no siempre se advierta la tropelía del dispendio público. Una de ellas es la falacia de que «lo que es de todos, no es de nadie». También contribuye la fascinación que paradójicamente experimenta el ciudadano que sufre las carencias de su sueldo mensual por el brillo de la parafernalia oficial incluidos los  trajes de alpaca de los políticos. Algunos ciudadanos piensan al respecto poniéndose en el lugar del político que «no puede ir vestido de cualquier manera, no puede ser transportado en un vehículo innoble, ni comer brócoli«. Un presidente de Francia llevaba consigo un peluquero cobrando 10.000 euros al mes para que su flequillo estuviese siempre en el sitio.

Si el dinero es el símbolo del esfuerzo es necesario saber con detalle qué se hace con el esfuerzo de los ciudadanos y quienes contribuyen con su esfuerzo al sostén de los servicios públicos. Hemos de pensar que nuestros representantes electos cuentan con toda la información para aceptar u oponerse a los propósitos de quien gobierne, pero este grado de transparencia se ve muy a menudo enturbiado por los pactos e intereses no siempre claros de algunos políticos. Por ello es muy interesante el papel que cumplen los medios de comunicación en su función de vigilancia de todo lo noticiable, es decir, todo lo que tenga el aroma de incumplimiento culpable.

Es muy habitual en los enfrentamiento verbales de políticos de izquierdas y derechas escuchar a éstos últimos el reproche de quién paga las políticas sociales de aquellos. Reproche que ilumina la cuestión de la transparencia que planteamos aquí. En efecto, cuando un gobierno propone al Parlamento los Presupuestos Generales del Estado está poniendo en números lo que pretende hacer en el año natural siguiente. Cualquiera que quiera conocer estos propósitos los tiene a su disposición en cuanto se aprueban en este enlace. Pero más interesante que el presupuesto es la liquidación, donde figuran las cantidades realmente aplicadas a cada concepto. La ley establece que con el borrador de presupuestos que se presenta en Las Cortes, debe figurar la liquidación del ejercicio anterior. Hoy en día tanto los partidos políticos como los medios de comunicación cuentan con especialistas que pueden mirar con lupa estos documentos y, en su caso, detectar lo que sea pertinente y comunicarlo. Tanto un documento como otro deben ir acompañados de las memorias donde se justifican las estrategias seguidas. De modo que a este respecto no parece haber más problema que la mayor o menor dificultad de un ciudadano para moverse en el universo documental de la administración pública. El portal de transparencia está activo y no se conocen quejas de su funcionamiento.

Siendo esto así, ¿cómo es posible que una entidad pública con una misión claramente establecida pueda comprar empresas con sobreprecio para el correspondiente reparto de comisiones? ¿Cómo es posible que un consejero de comunidad autónoma conceda contratos pactando con la empresa adjudicataria una comisión? Siempre se ha dicho que el sargento o brigada que tomaba a su cargo la gestión de los fondos para alimentar a los reclutas cambiaba de coche. En las empresas de vigila con celo los movimientos de los responsables de compras por si pacta con los proveedores, ¿Por qué en el ámbito público se escapan este tipo de acciones delictivas? Pues porque el grado de transparencia no es suficiente y los organismos de control no controlan. Ya dijo Deming que el control 100 % no es posible por cansancio del vigilante. En los últimos tiempos hemos observado el enorme cansancio del Banco Central y de las Comisión encargada del control del Mercado de Valores. El grado de transparencia plus exigiría que la institución tuvieran su propio portal de transparencia con enlace al general en el que figurasen las actas de todas las reuniones del máximo órgano decisorio. Hasta ahora es la labor de filtración de funcionarios escandalizados y el eco que tiene en los medios de comunicación lo que nos preserva del latrocinio. Pero es la toma de conciencia del ciudadano lo que permitiría realmente mantener la vigilancia del sistema. Para ello es necesario que a los jóvenes se le forme en la interpretación de la información clave para el buen gobierno esperando que la propaganda no desvíe su voto del camino coherente con el conocimiento que obtiene de la lectura que realice. En otro artículo proponía la misión de controlar al sistema capitalistas en su funcionamiento eficiente cuando se extienda la pérdida de puestos de trabajo para los humanos por la intervención de los robots. Se argumentaba que los parados estructurales derivados de los robots debían cobrar un sueldo que quedaría justificado por su diligencia en mantener a las empresas en un alto grado de eficiencia. Con mayor razón esto debería darse en el sector público. Pues para esos es imprescindible que aumentar la transparencia a grados aún no vislumbrados.

¡Ay, Europa!

En año 800 Carlo Magno hincó su rodilla ante el Papa y fue coronado emperador por el Papa León III. En la entrada de la actual basílica de San Pedro en el Vaticano un punto rojo marca el lugar del suceso. Después de la caída del Imperio Romano esta fue la siguiente ocasión en que el continente europeo experimentó la pulsión de unidad. El monarca Maximiliano se coronó emperador del Sacro Imperio Romano Germánico con la venia del enérgico Papa Julio II (el comitente de la capilla Sixtina) en 1508. El siguiente en experimentar la unidad europea fue Carlos V, nieto de Maximiliano y padre del siguiente emperador Felipe II. La reforma de Lutero fragmentó el imperio y dió paso a la emergencia en el siglo XVI de los estados nación. Fundamentalmente España, Francia e Inglaterra. Alemania e Italia no existían como naciones. Eran archipiélagos de principados. La división religiosa mezclada con los intereses políticos mantuvieron el continente en guerra hasta 1648. Y a partir de 1789 la Francia revolucionaria se transformó en imperio en 1804 y generalizó la guerra en todo el continente en una versión cruenta a gran escala. Los conflictos bélicos continuaron con conflictos regionales como la unificación de Italia en 1860 o enfrentamientos internacionales por razones de dominio, como en 1871 entre Alemania, convertida ya en un Reich, y Francia. En 1914 la emergencia de Alemania como potencia se ejerce ejecutando el ultimátum a Serbia provocando la Gran Guerra y en el terrible período 1936 – 1945 con la guerra civil española y la devastadora II Guerra Mundial, un conflicto conducido por un demente, cuyos horrores provocaron, por reacción probablemente, el período de paz y convergencia más esperanzador que ha conocido la humanidad en las sociedades occidentales. Una paz occidental destacando entre conflictos orientales en Corea, Palestina, Vietnam, Irak y Siria, además de una violencia post bélica soterrada y axfisiante con la URSS y guerras «anónimas» en Somalia o Sudán. Y europa en paz porque parecía haberse encontrado la fórmula en la creación de los E.E.U.U. de Europa. Aquello europeos amantes de la paz imponían sus tesis conciliadoras y un largo proceso de construcción civilizada comenzaba incluso con los indómitos british del norte (Britannia rule the waves) que, a pesar de mantener las distancias, contribuyó con su dinamismo a la construcción de una Unión Europea más que prometedora hasta las primera década del siglo XXI.

Como tantas veces ha ocurrido en la historia, lo establecido es minado por corrientes opositoras y por la propia indolencia que el éxito provoca. En este caso el proyecto de Unión Europea ha padecido, de parte de los propios, con el egoísmo de las naciones miembros que no han querido llevar la unión más allá de contar con una única moneda y se han empeñado en modelos de reparto de la riqueza rayanos con la ruptura de la paz social y, de parte de los descontentos, de una persistente propaganda sobre la burocracia comunitaria y los riesgos supuestos de la inmigración. Lo países que lideran la Unión no se deciden a mutualizar las finanzas como si fueran una gran nación. Los residuos de pertenencia a una nación trabajadora y ahorradora que sospecha de unirse a los pobres y holgazanes del sur es un lastre que no permite comprender que estos son minucias respecto a los errores y horrores de las políticas neoliberales y de la desunión. Una acción concertada evitaría las burbujas y racionalizaría las inversiones. Una legislación común y coercitiva permitiría que el Norte que ahorra pueda invertir con prudencia en el Sur evitando las burbujas por préstamos mal usados. Pero nada será posible sin una unión política y aquí no hay medias tintas. Hay que romper el techo de hormigón que impide que las mentes acepten unas elecciones generales en el conjunto europeo con un gobierno único como en otras áreas del mundo. Nada perturba mi ánimo si el presidente de la Unión Europea fuera un holandés y el jefe de gobierno un húngaro. Aquellos que los votos de todos los europeos eligieran. Y ese gobierno debería establecer las grandes estrategias del continente con el correspondiente control parlamentario. España sería como Francia o Eslovaquia una región autónoma de ese conjunto. Hoy en día es perfectamente posible una gestión a esa escala gracias a la tecnología. Que un francés le quite un puesto de trabajo a un español en España no debería crear más problemas que el hecho de que un gaditano lo haga con un vallisoletano.

Los enemigos de estas utopía son un grupo diverso formado por intereses políticos teóricamente contrapuestos. De una parte, las posturas más oscuras de la política de extrema derecha de cada país, herederas, generación tras generación, de las aspiraciones de que una nación se comporte como un individuo xenófobo, racista, egoísta y homófobo cuando sólo una minoría padece estos terribles defectos. De otra parte, las posturas más despistadas de la política de extrema izquierda de cada país, herederas, generación, tras generación, de las aspiraciones de que una nación se homogenice en torno a determinados valores mediante métodos que la historias ha descartado por inaceptables, cuando la mayoría de la población los rechaza. Es especialmente dolorosa su incapacidad de pacto pragmático con otras versiones de la izquierda perdiendo oportunidad valiosísimas de poder llevar a cabo cambios reales. Y ambas posturas coinciden en rechazar la globalización y el cosmopolitismo por la versión que de ellas han dado los actuales gobernantes nacionales y comunitarios. El grupo de extrema derecha fundamentalmente por el odio al extraño y el grupo de extrema izquierda por la elemental reivindicación de justicia social. Es lamentable que siendo ese el objetivo gestionen políticamente tan torpemente dando la sensación de que, dada lo complejo de progresar luchando civilizadamente con los intereses creados, se opta por un «cuanto peor mejor«.  O al menos, eso se desprende de la actitud del candidato de Francia Insumisa y Podemos en España.

Es históricamente un error volver a una Europa con las fronteras de 1945 y las actitudes de 1914. Naturalmente es posible, pero cómo explicarse esta reacción y que tanto horror no haya escarmentado a los ciudadano europeos de seguir los impulsos del bolsillo por fuera y las tripas por dentro. Quizá se enseña a los jóvenes la historia viva como si fuera historia muerta. Es decir, lo ocurrido hace sesenta años  como lo ocurrido hace seiscientos años. No es extraño que sea así, cuando en la política cotidiana se considera que lo ocurrido hace dos meses es ya el pasado, sobre todo si es un asunto enojoso para el interpelado.

¡Ay, la izquierda!

No sé si todo el mundo estará de acuerdo pero creo que consideramos, actualmente, de izquierda moderada o socialdemocracia a aquel pensamiento que se caracteriza principalmente por tener una visión laica de la vida con fe en las posibilidades del ser humano y su transformación sin posponer nada a «otra vida». Sus presupuestos serían los siguientes:

  1. Aceptar el mercado como sistema de producción de riqueza evitando su acumulación en pocas manos.
  2. Proponer el reparto de la riqueza entre los agentes que la producen dejando espacio al mérito personal.
  3. Combatir todo tipo de corrupción política y económica persiguiendo el fraude fiscal y promoviendo la eliminación de capital inactivo en paraísos fiscales.
  4. Sostener sistemas de asistencias sanitaria universales y gratuitas controlando el abuso.
  5. Sostener sistemas educativos públicos universales y gratuitos desalentando el parasitismo y promoviendo una visión pacífica, democrática y proactiva de la vida en sociedad.
  6. En asuntos sociales como la igualdad de género, aborto, pena de muerte y relaciones personales, adoptar posturas a favor de la igualdad de derechos y felicidad del individuo sin tener en cuenta su religión o raza.
  7. Promover la investigación científica como fuente de futuros recursos.
  8. Promover la defensa del medio ambiente como soporte imprescindible de la vida.
  9. Evitar la conversión en mercancía de los bienes comunes tales como el agua, el aire, el sol, los polos terrestres, los mares…
  10. Contribuir a la paz mundial con la eliminación de la explotación generadora de inestabilidad mundial y desalentando la formación de sistemas de gobierno dictatoriales.

Y, quizá, estemos de acuerdo en que se considera izquierda extrema a aquella que no comparte el primer punto del listado anterior pues, sin proporcionar alternativas conocidas, rechazan el capitalismos como estructura económica.

Naturalmente la derecha vendría definida por una visión trágica de la vida, según la cual el ser humano no tiene remedio «en este mundo» por lo que hay que disciplinarlo mientras llega un esotérico juicio final por altísimas instancias extrahumanas. Todavía la derecha moderada comparte algunos de los puntos del decálogo, pero la derecha extrema propone la sustitución por los conceptos de competencia sin limitación, privatización sin mecanismos de control, prohibición de comportamientos sociales heterodoxos, explotación del medio ambiente y de los bienes comunes, además de una gestión interesada de los conflictos mundiales.

Siendo esto así, en una visión tópica, parece que todo ser humano «compasivo y cooperador» optaría por apoyar políticamente a la izquierda y todo ser humano «conservador e individualista» optaría por apoyar políticamente a la derecha. Pero esto no sucede. Se han dado alternancias hasta ahora que dejan perplejo a los grupos humanos y lo expresan en forma de desesperación, pero también al propio planeta que lo expresa en forma catástrofes. Las sociedades, como muestran los últimos referéndum se dividen por la mitad con un grupo central que, según el éxito de las campañas y los últimos episodios, hacen caer la balanza a un lado o a otro. En esta actitud ejerce su influencia sobre el ánimo grandes conceptos de valor como la seguridad física o económica, la libertad, la compasión, la justicia o la igualdad. Cada uno se fabrica para sí una lista de valores en un determinado orden jerárquico que guía su voto. La derecha pone el énfasis en la libertad y la izquierda en la igualdad.

En esa alternancia, desde la II Guerra Mundial hasta principio del siglo actual, la socialdemocracia ha sido la opción política predominante porque la explosión de la capacidad productiva basada en la tecnología y la fuerza del New Deal con su capacidad para compartir la riqueza como fundamento de paz social ha mantenido su inercia en el mundo occidental hasta el final del siglo XX. Una situación en la que la derecha no combatió el crecimiento de los presupuestos estatales para servicios sociales debido a la Guerra Fría, por lo que la izquierda podía darle sentido a su valor central de igualdad con grandes presupuestos a su disposición. Una vez creado el hábito social de disfrutar de los servicios sociales, la derecha ideológica aceptó este estado de cosas hasta los años 80 en que empezó a tener la impresión de que el parasitismo se había instalado en la sociedad desplazando grandes capitales fuera del alcance de las minorías que gestionaban el sistema económico. Una vez elaborada la teoría sobre la situación, se trataba de llevarla a la práctica eliminando todas las barreras legales que impedían que los capitales fluyeran del control social al control privado. Para eso era necesaria la complicidad de la política. A esa tarea se aplicaron durante veinte años. La caída del muro incluso hizo que la propuesta se acelerara. Entre tanto la izquierda adormecida en el éxito no advirtió el peligro, hasta el punto de que creyó que la situación era irreversible y que, incluso, se podía ser político de izquierdas y rico porque la sociedad estaba ya satisfecha con el grado de igualdad alcanzado y su éxito electoral ya sólo dependía de la brillantez de los candidatos para seducir a los electores. Al acabar el siglo la derecha ya tenía listas las armas legales y económicas para dar el golpe. Cada país lo hizo a su manera. En España el mecanismo fue triple: 1) abaratar la energía artificialmente trasladando al Estado el diferencial entre costos y precios; 2) liberalizar el suelo para construir sin limitación alguna y 3) promover el crédito fácil a partir, no del ahorro nacional, sino de los capitales ociosos de países ricos. Este mecanismo creó la burbuja inmobiliaria que endeudó al Estado a las empresas y a las familias a cambio de millones de metros cuadrados de viviendas en lugares inverosímiles que han lastrado la riqueza nacional. Pero el efecto más perverso y, probablemente buscado, fue el de desacreditar a la izquierda que, por méritos propios, no quiso parar el desastre cuando un terrible atentado le dió la oportunidad de gobernar que no hubieran tenido nunca en las condiciones de borrachera financiera que se estaban viviendo. Así dieron lugar a cargar con la culpa de la catástrofe de 2008 como si hubiera sido, no sólo un cómplice ingenuo, sino promotores irresponsable de la misma. De este modo el cuatrienio 2011-2015 fue aprovechado por la derecha para desmontar el estado de cosas que se había consolidado durante cincuenta años. Y se hizo con el contundente argumento de que estábamos endeudados y no había dinero para alegrías. Una situación promovida por la derecha y tolerada por la izquierda «cueste lo que cueste, me cueste lo que me cueste«.

De modo que una izquierda moderada, vista como un cómplice del atentado económico, es castigada por su estupidez política y se vuelve completamente inútil como factor de vuelta a la sensatez. Entendiendo por sensatez la búsqueda del equilibrio entre las necesidades sociales y el riesgo de catástrofe mundial por la sobreexplotación del planeta y el crecimiento exponencial de la población con la consiguiente necesidad de compartir recursos. Muy al contrario, en su despiste, ahora se encuentra desacreditada y trabajando para su hundimiento definitivo al no encontrar un discurso alternativo al de una derecha que va a mantener el rumbo acientífico de la negación del riesgo planetario mientras los propietarios de los mecanismos económicos abducen mayores proporciones de capital y corrompen a la clases política en un ¡sálvese quien pueda! universal.

Pero, dado que las oscilaciones de las marcas políticas no se corresponden con las oscilaciones de base del electorado, el hueco dejado por la socialdemocracia es ocupado por la izquierda extrema que ve la oportunidad de acercarse a su sueño eterno (que no sé cual es). Y lo hace con la grosería propia de los extremos. Hasta el punto de que aún mantiene el «cuanto peor mejor» de otras épocas y prefiere apoyar disimuladamente a la derecha extrema, para crear, en su delirio, las condiciones de lucha cósmica ante un enemigo bien perfilado.

Y aquí estamos la gente, viendo el espectáculo de malos actores que simulan ser los dueños de su destino y el nuestro. Seguros de sí mismos con discursos vibrantes y celebrando un carnaval en el que ya nadie es lo que parece y nadie parece lo que es. Estas dos izquierdas se neutralizan, se cogen del cuello mutuamente, se golpean y se traicionan mostrando una incapacidad total de control de la situación. La derecha observa satisfecha, pues va a poder limpiar su imagen manchada por la corrupción a base de ir tirando por la borda los pocos sinvergüenzas que el sistema judicial puede alcanzar lastrado por las maniobras dilatorias de quien, por creer en la visión trágica de la vida, piensan que esto no es más que una muestra de la «naturaleza humana». La izquierda moderada ayuda con su propia corrupción donde tiene poder y la izquierda extrema con sus incoherencias detectadas por su histriónico enfoque puritano que es imposible de cumplir hasta por sus propios dirigentes.

La consecuencia de tanta incompetencia es que aquellos que votan a izquierdas mientras perciben que les benefician sus políticas han decidido prescindir de ella para «probar a ver» cómo les irá con el neofascismo.  Al fin y al cabo, sólo hace sesenta años que las máquinas de gobierno dictatorial llegaron casi a la perfección con sus capacidad para crear la ficción de seguridad para todos si se renuncia a la seguridad de cada uno. Que derecha y derecha extrema coincidan en el individualismo personal y el patriotismo nacional es natural, pero que los votantes de la izquierda (mientras hubo dinero para ser generosos) pasen a ser votantes de la derecha es una lección muy dura. Pero sobre todo es un enorme peligro que trae al mundo la victoria del darwinismo social con la consecuencia de renuncia del ser humano a diferenciarse del mundo biológico. El enorme lastre de nuestra naturaleza animal ha sido neutralizado durante quinientos años por una visión de la capacidad de la cultura para diferenciarnos como especie. Mucho esfuerzo y sangre se ha derramado para conseguirlo. Cuando al final del siglo XX hacíamos cumbre, el siguiente paso ha mostrado un abismo insondable. Mientras se cae no duele y, por eso, grandes capas de la sociedad se permiten jugar con la idea de tentar al diablo y dejan caer su papeleta a favor de monstruos sin apreciar que apuntalan sistemas a los que no les gustan las papeletas precisamente. El dinero no tiene color político. Si se permite su alianza con el extremismo trágico de la derecha extrema que cree que el ser humano debe ser sojuzgado, las distopías de Blade Runner o Elysium se van a quedar cortas en su anticipación del mundo futuro. Toda la inteligencia emocional debe activarse antes de que sea tarde. La humanidad quizá volverá a encontrar el camino, pero ¿a costa de cuántas generaciones?