… viene de VI

En el erudito despliegue de conocimiento de la historia de la arquitectura moderna, Kenneth Frampton usa el nombre propio del arquitecto paradigmático hasta un determinado momento, por las mismas razones que hay artistas que dan nombre a una época y hay épocas donde los árboles no dejan ver el bosque. Tratándose de historia esto ocurre, en general cuando, tras estudiar períodos ya concluidos en sus propósitos, con los principales impulsores en fases más discretas porque agotaron su fase creativa, el historiador se enfrenta al vértigo de una actualidad de la que no es fácil recortar su contorno porque el propio analista está inmerso él. Cuando se escribe esta historia crítica, en los primeros años noventa, ya hace treinta años que Mies o Kahn han construido sus últimas obras significativas. Como, por otra parte, recomendamos este libro para que todo arquitecto joven lo tenga a mano para cuando se encuentre confundido, vamos, en este último tramo de la reseña a ocuparnos de la parte más abstracta, aquella en la que el autor afronta el análisis de la arquitectura desde un punto de vista conceptual. En esta primera entrega se ocupa de los congresos del CIAM y de sus críticos los arquitectos del Team X.

CIAM I
Primer Congreso CIAM en La Sarraz. Sentado en los escalones a la izquierda el arquitecto español Fernando García Mercadal.

Empieza esta fase del libro con la declaración de la CIAM de 1928. A esa reunión constitutiva en el castillo de La Sarraz (Suiza) en junio de 1928 asisten 28 arquitectos y 24 firman el acta, dos de ellos españoles, que fueron Fernando García Mercadal (1896-1985) y Juan de Zavala Lafora(1902-1970). El promotor ideológico es Le Corbusier. En las conclusiones se pone más énfasis en la construcción que en la arquitectura. Hay una especie de conciencia antielitista que quiere encontrar las mejores técnicas para la producción de habitación en las nuevas sociedades democráticas, tras la caída del teatral velo imperial en la Europa continental. Además consideraba que la arquitectura moderna estaba supeditada a la política y la economía y que, en el futuro, su calidad dependería más de adoptar los métodos racionales de la industria que de los artesanos. También era radical en los relativo al territorio, cuando afirmaba que el urbanismo debía servir para una administración colectiva del suelo ejercida de forma planificada que permitiera la transmisión a la comunidad de plusvalías injustificadas y la modificación de las leyes de la herencia.

La última reunión de la CIAM fue en 1959. En ese periodo de 28 años hubo tres fases. Una primera, hasta 1933, más doctrinaria dominada por los arquitectos alemanes de ideología socialistas. En esta fase el problema era la vivienda mínima. En la Europa construida no cabían dignamente las masas que servían a la industria. El problema era de gran escala y era necesario teorizar sobre este aspecto habitacional. En una segunda etapa hasta 1947, fue la personalidad de Le Corbusier la dominante. Su influencia trasladó las discusiones hacia el urbanismo. Se hizo un estudio comparativo de 34 ciudades europeas y se redactó La Carta de Atenas, que, extrañamente, no se publicó hasta diez años después. Reyner Banham (1922-1988), que fue un crítico británico de la arquitectura, hace un retrato crítico de ese congreso, al que reprocha el premeditado formato de llevar a cabo un crucero desde Atenas a Marsella para aislarse de la realidad europea del momento (alemania nazi). La carta universal es una propuesta de zonificación dogmática de las ciudades con el añadido de una tipología constructiva de edificios «muy altos» separados entre sí, siguiendo el Plan Voisin del propio Le Corbusier para París con el fin de desarrollar su idea de la Ville Radieuse. El nombre del plan procede del patrocinador de la idea, el fabricante Voisin de coches de factura clásica y del «famoso» biscuter. Un patrocinador que llegó después de que Renault y Citroen rechazaran la invitación. En todo caso es coherente que se buscara el patrocinio de los fabricantes de vehículos, pues Le Corbusier promovía su uso, en general, y de esa zona de París, en particular. En las fotos que siguen se puede comprobar lo proyectado y la situación actual de la zona, cuando la salubridad moderna y las propias técnicas de rehabilitación han conseguido que París mantenga su personalidad histórica medieval venciendo las lacras asociadas a este tipo de aglomeración en tiempos más primitivos.

Plan Voisin 1

Plan Voisin 2

Frampton considera los planteamientos ilustrados de la Carta de París, neocapitalistas, utópicos e irrealizables. A partir de 1937, los CIAM comprendieron la importancia de los edificios históricos y la necesidad de tener en cuenta el entorno regional de la ciudad que se planifica. En la última fase de los CIAM triunfó el idealismo sobre el materialismo de la primera fase. Se considera a la ciudad funcional estéril y se establece como objetivo trabajar para «la creación de un entorno físico que satisfaga las necesidades emocionales y materiales de las personas«. Esta idea se desarrolla en el congreso celebrado en 1951 en Hoddesdon (Inglaterra) por parte del grupo de arquitectos ingleses MARS, que presenta una ponencia llamada «el corazón de la ciudad». Un tema ya introducido por Sigfried Giedion (1888-1968) y José Luis Sert (1902-1983) en 1943 cuando dejaron escrito que «la gente quiere que los edificios que representan su vida social y colectiva presenten algo más que un simple satisfacción funcional. Quieren satisfacer sus aspiraciones de monumentalidad, de alegría, de orgullo y de entusiasmo«. Estas tensiones se manifiestan en el penúltimo CIAM celebrado en Aix-en-Provence en 1953, cuando los arquitectos jóvenes critican abiertamente los principios funcionalistas de la Carta de Atenas: vivienda, trabajo, diversión y circulación. Reclaman un trazado urbano más complejo que el idealista de la vieja guardia. De la fría Villa Radieuse se pasa a una declaración que ensalza lo complejo:

«El hombre puede identificarse inmediatamente con su propio hogar, pero no tan fácilmente con la ciudad en la que está situado. La pertenencia es una necesidad emocional básica; las ideas con las que se asocia son de lo más simple. De la pertenencia -identidad- proviene el enriquecedor sentido de la vecindad. Las calles cortas y angostas de los barrios bajos lo consiguen, mientras que las remodelaciones espaciosas con frecuencia son un fracaso«

Photograph of children playing outside [1949-54] by Nigel Henderson 1917-1985
Photograph of children playing outside [1949-54] Nigel Henderson 1917-1985
Le Corbusier reconoce la situación en una carta enviada al congreso de Dubrovnik, donde refiriéndose a los nuevos arquitectos que llegan, dice: «… sus antecesores ya no son; están acabados; ya no están sometidos al impacto directo de la situación«. La influencia del existencialismo francés en el Londres de los años cincuenta configuró el movimiento brutalista británico y ayudó a consolidar las aportaciones del Team X (llamado así por el CIAM décimo) con la ayuda gráfica del fotógrafo Nigel Henderson, verdadero cronista del Londres de la posguerra. El último se celebró en 1959.

Un enfoque beligerantemente contrario a las propuestas de Le Corbusier en los CIAM, que todavía influía negativamente al destruir el tejido urbano, que mostraban las fotos de Henderson en el East End de Londres, para construir torres, cuyo epílogo ha marcado el mortal incendio de la torre Grenfell en Notting Hill, con un número de víctimas entre los emigrantes hacinados que aún no se sabe con exactitud, pero supera los setenta. Los Smithson (Alison y Peter) (1923-2003) proponían frente a la zonificación de la Carta de Atenas, la casa, la calle, el barrio y la ciudad como eje vertebrador de un urbanismo de escala humana. Así, consideraban que por encima del sexto piso se perdía el contacto con la calle, lo que lleva a poca altura y mucha densidad. Su proyecto de Golden Lane era presentado como la alternativa a la Ville Radieuse, pero, según Frampton fracasó en su intento de reproducir los flujos callejeros de forma racional.

Golden Lane

§En estas contradicciones encuentra el filósofo Roger Scruton el fundamento de su crítica a la arquitectura moderna, que olvida o reproduce con torpeza la sabiduría inconsciente acumulada por siglos de ensayos y errores§

Entre los arquitectos críticos con la Carta de Atenas estaba Jacob Bakema (1914-1981). Sin embargo su deriva profesional no se alejó demasiado de los principios de la «Nueva Objetividad» surgido en Alemania en los años veinte. Era partidario de alineamientos de grandes de bloques de viviendas de la misma altura formando esvásticas que configuraban barrios con servicios público de baño, escuelas, etc.

Es interesante mencionar a Giancarlo de Carlo (1919-2005) que en 1968 criticaba las propuestas de los CIAM como la coartada para expoliar en las ciudades a los pobres favoreciendo la especulación salvaje. Se preguntaba porque las viviendas debían ser baratas, pequeñas e incómodas en vez de «…espaciosas, aisladas, cómodas, bien equipadas, rica en oportunidades para la intimidad, la comunicación, el intercambio y la creatividad personal…«. Denunciaba que había que reivindicar la vivienda cara, dado que el argumento de la falta de recursos no se sostenía, vistos los gastos en armamento y conflictos bélicos. Por eso, le parecía que las revueltas del 68 eran una oportunidad para mostrar las disfunciones de la teoría y la práctica de la arquitectura. El Team X se apagó sin comprender que contribuían a la destrucción del patrimonio urbano por la especulación. Una desgraciada fase de la historia de la arquitectura de la que ya no queda apenas rastro. Hoy en día, los centros urbanos tradicionales son sagrados en el mundo occidental, lo que obviamente no evita la especulación, pero ya no es la industrial ante un espacio ganado a costa de la historia de la ciudad, sino basado, inevitablemente, en una economía de mercado, que en la escasez de un casco histórico ya construido y, por tanto limitado, encuentra otra forma de ejercer sus artes.

Sigue en VIII…

 

 

 

 

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