«Ninguna descripción del desarrollo reciente de la arquitectura puede dejar de mencionar el papel ambivalente que ha desempeñado la profesión desde mediados de los años sesenta; ambivalente no sólo en el sentido de que aunque manifestaba actuar en defensa del interés público, algunas veces ha contribuído a favorecer sin sentido crítico el ámbito de la tecnología optimizada, sino también en el sentido de que muchos de sus miembros más inteligentes ha abandonado el ejercicio profesional tradicional, bien para recurrir a la acción social directa o bien para recrearse en la arquitectura como una forma de arte»
Esto dice Kenneth Frampton cuando analiza la situación en los años noventa. Piensa que desde Piranesi o la cadena de cristal de Bruno Taut, no se había recreado la arquitectura en proyectos irrealizables. Insiste recordando que los proyectos de Ledoux eran realizables, si se hubiera contado con los medios actuales en la época; que Boullée era un constructor y que la realización de algunos de los proyectos urbanos de Le Corbusier se podían haber realizado de contar con el poder suficiente como le ocurrió Haussmann con Napoleón III. El medio kilómetro de las Torres Shear o del World Trade Center demuestran que, incluso la torre de una milla de Wright en 1956 sería realizable. Pero estos son obras excepcionales que no son referencia para el resto de la arquitectura. Frampton cita a Tafuri cuando éste explica la situación como una forma de expiar en soledad creativa la ambivalencia a la que se refería el autor en la frase que figura al principio del artículo.
Archigram – Metabolistas – De la utopía a la realización.
Situados en este marco, destaca Buckminster Fuller (1895-1983) como referente del grupo inglés Archigram en 1960. Fuller era visto como el «ángel salvador» por el crítico Reyner Bentham. Archigram se centró en proponer irónicas formas futuristas sin la pretensión de que fueran apropiadas para su realización. Destaca el proyecto de «ciudades andantes» dibujadas por Ron Herron (1930-1994). Artefactos recorriendo la ciudad destruída o por destruir que se protege del cataclismo como con la cúpula geodésica para Manhattan de Fuller.

También es un ejemplo de este enfoque la «ciudad para enchufar» de Peter Cook (1936), quien, por cierto sostiene que sus proyectos eran muy ingleses, pues ni eran optimistas ni pesimistas. Por eso, quizá se define como un «creativo cínico». Su visión desenfadada de la arquitectura la deja clara en esta frase:
«A menudo será parte de la labor del arquitecto investigar las posibilidades de un emplazamiento; en otras palabras, usar el ingenio de la concepción arquitectónica para sacar el máximo beneficio de una parcela de terreno. En el pasado, esto se habría considerado un uso inmoral del talento de un artista. Ahora simplemente forma parte de la sofisticación del conjunto de entorno y del proceso constructivo, en el que las finanzas pueden llegar a ser un elemento creativo en el diseño»

Esto los distinguía del discípulo declarado de Fuller, Cedric Price (1934-2003) cuyo proyecto para una «casa de la diversión» era perfectamente realizable y ambiguo en sus espacios como para servir para el fin propuesto o como centro de educación universitaria.

Estos arquitectos estaban sumergidos en atmósfera de cataclismo telúrico que buscaba en la tecnología la salvación sin preocuparse de los efectos sociales o ecológicos de sus proyectos, lo que contrasta con la ideología del maestro Fuller y sus visionarias preocupaciones por el planeta.
Frampton cree que hay un paralelismo entre Archigram y los metabolistas japoneses que, agobiados por el crecimiento de la población y la escasez de espacio, ya en los años cincuenta hicieron propuestas de tanques prefabricados de Kisho Kurokawa (1934-2007) que se enchufaban a grandes rascacielos helicoidales. También las imaginativas ciudades marinas de Kiyonori Kikutake (1928-2011).
La arquitectura metabólica finalizó su andadura, según Frampton, en la vaciedad ideológica de la Expo de Osaka en 1970. La nueva generación de arquitectos japoneses se conocieron por el apoyo de arquitectos a medio camino entre ambos grupos: Arata Isozaki (1931) y Kazuo Shinohara (1925-2006). El primero se ganó la reputación con el edificio para el Banco Fukuoka en 1971:

En su rol de analista de la arquitectura participó en la exposición «el laberinto eléctrico» en Milán en 1968, lo que le hizo conectar con corrientes europeas como Archigram y Hans Hollein (1934-2013). De Archigram tomó la exuberante tecnología exhibida por este grupo y Hollein el gusto por la selección de materiales y su combinación creativa. Isozaki manifestó estas influencias en otro edificio para el banco Fukuoka:

Una arquitectura, dice Frampton, brillante en contraste con la pérdida del espacio de oscuridad del que se lamenta Junichiro Tanizaki (1886-1965) en su célebre Elogio de las sombras. Una recuperación del clima doméstico japonés que Isozaki quiere recuperar sin compartir el carácter reaccionario del pensamiento de Tanizaki en su intención de recuperara los aspectos tradicionales de la vida japonesa.
En los años posteriores, Isozaki trabaja en obras atectónicas como el museo de Gunma en el que la construcción queda cubierta por las superficies grises abstractas y tectónicas como el Club de Campo Fujimi donde las bóvedas quedan a la vista como expresión de sincera de los métodos constructivos empleados.


Isozaki a diferencia de los metabolistas no tenía esperanza de que fuera posible establecer una relación entre el objeto arquitectónico y el tejido urbano. Así, tanto isozaki, como la nueva generación formada por Tadao Ando (1941), Toyo Ito (1941) y otros diseñaron edificios introspectivos. De alguna manera Toyo Ito representaba todas las características de ese enfoque. Ito es pesimista respecto de la megápolis y su sentido, considerándola un síntoma de desvarío general. Cree que hay que ocuparse de hacer una obra cerrada y estética, llena de poesía y en contraste con el desorden del entorno al que caracteriza como un «no lugar».
§Estos puntos de vista los expone Ito en su libro Escritos de la colección Arquilectura del COAATMU, en cuya presentación en la Escuela de Arquitectura de Alicante tuve la ocasión de estar con él durante una comida con el Rector y el director de la Escuela José María Torres Nadal. Un rato delicioso en el que fue interesante escuchar sus posiciones sobre la arquitectura del momento.
En la foto Toyo Ito parece un joven universitario pero tiene ya 60 años. El libro que tengo en la mano es el aludido y a la derecha figura la amable dedicatoria que me hizo§
Dejando la anécdota, hay que decir que Ito fue coherente con su visión crítica e hizo edificios bellísimos como el PMT en Nagoya, un edificio hermético y estoico en opinión de Frampton, o la Mediateca de Sensei, un edificio arbóreo, cuya idea le surgió según explica en su libro cuando viajaba en coche hacia un aeropuerto y disfrutó de las vistas cambiantes de los mismos objetos arquitectónicos por la velocidad y cambio de punto de vista que le ofrecía el vehículo. Al llegar al aeropuerto ya envió un fax con los primeros bocetos. Una joya arquitectónica que resistió el terrible terremoto de 2011.

Ito dijo en 1978:
«La riqueza aparente de una ciudad japonesa no consiste en una acumulación histórica de edificios, sino que surge más bien de la nostalgia por nuestro pasado arquitectónico perdido, que se mezcla indiscriminadamente con las imágenes superficiales del presente. Detrás del deseo inagotable de satisfacción nostálgica se encuentra un vacío sin sustancia alguna. Lo que deseo obtener con mi arquitectura no es otro objeto nostálgico, sino más bien cierta superficialidad de expresión, con el fin de revelar la naturaleza del hueco que se esconde detrás«
Frampton encuentra que toda esta exhibición de superficies bidimensionales tiene su origen en Fuller y su insistencia en los juegos estructurales geodésicos. Su tipo Dimaxion marca una tipología cuya influencia en Japón es notable y no menos importante en Gran Bretaña desde Cedric Price de Archigram a los arquitectos Richard Rogers (1933) y Norman Foster (1935).

A Frampton le parece que el paradigma de esta arquitectura tecnológica y culpable de tecnolatría, en palabras de Claude Schnaidt (1931-2007), es el edificio Pompidou de Renzo Piano y Richard Rogers. El edificio materializa lo que Archigram había pensado. Muestra el músculo tecnológico imitando a las plantas industriales de forma hiperbólica. Su carácter sensacional en el momento de su construcción lo hizo muy popular (dentro de unos años su tecnología será vintage y habrá que estudiar de nuevo el efecto que produce sobre ojos renovados). Su programa es indeterminado y se presenta como un contenedor sin programa de contenidos. Fue necesario construir otro «edificio» en el interior para proporcionar la superficies verticales y horizontales necesarias para los propósitos expositivos. Tal parece que las enormes luces de 50 metros que pretendían proporcionar flexibilidad resultaron excesivas lo que llevó a particiones para espacios más moderados. Su carácter autista por lo que respecta a su entorno urbano es perfectamente coherente con el diseño tipo Dymaxion del que procede, en opinión de Frampton. Es irónico que el final de la escalera mecánica ofrezca una vistas de París que hace que los visitantes estén más interesados en ellas (un paisaje urbano en las antípodas de lo que representa el propio edificio) que en los contenidos que alberga.
De este periódo, Frampton extrae, en general, una visión pesimista del desafío de la arquitectura para servir a la sociedad. Se apoya en el crítico Alemán ya mencionado. Dice Schnaidt citado por nuestro autor:
«En los días en que los pioneros de la arquitectura moderna eran jóvenes, pensaban, como William Morris, que la arquitectura debería ser un arte del pueblo. En lugar de complacerse en los gustos de unos cuantos privilegiados, querían satisfacer las exigencias de la sociedad… pero no habían contado con el instinto comercial de la burguesía, que no tardó en arrogarse sus teorías y en presionarles para ponerlas a su servicio con el propósito de ganar dinero… La arquitectura moderna, que quería participar en la liberación de la humanidad creando un nuevo entorno para vivir, se transformó en una gigantesca empresa para la degradación del hábitat humano… Su filosofía consiste en que incluso los conceptos más audaces en arquitectura y urbanismo son viables con los medios tecnológicos modernos. Esto es lo que hay tras su búsqueda de algo que se parezca a las naves espaciales, cajones de embalaje, sistemas de archivadores, refinerías o islas artificiales… Esta confianza ilimitada en las posibilidades de la tecnología va acompañada de un sorprendente grado de falsa preocupación por el futuro del ser humano…«
A pesar de esta situación, Frampton recuerda que la vanguardia arquitectónica de los años sesenta no había abdicado de sus responsabilidad social, pero también dice que su efectividad fue escasa. Menciona el caso del grupo italiano Superstudio con su utópica propuesta de ausencia de calles y plazas. Este grupo lo fundaron Adolfo Natalini y Cristiano Toraldo di Francia en 1966. Natalini dejó dicho que:
«… si el diseño es meramente una invitación al consumo, entonces debemos rechazarlo; si la arquitectura es meramente la codificación del modelo burgués de propiedad y sociedad, entonces debemos rechazar la arquitectura; si la arquitectura y la planificación de las ciudades es meramente la formalización de las injustas divisiones de la sociedad, entonces debemos rechazar la planificación de las ciudades y sus ciudades… hasta que todas las actividades de diseño tengan como objetivo la satisfacción de las necesidades primarias. Hasta ese momento podemos vivir sin arquitectura…»

§En mi opinión son demasiados rechazos en una sola frase. Rechazos que son coherentes, por otra parte, con los movimientos sociales e ideológicos de la época. Época que se ha caracterizado por la negatividad aplicada al contrario, pero que ha sido incapaz de ofrecer ni una sóla medida positiva en el ámbito económico, sobre todo dada su convicción de que de este plano emanaban los demás. El medio siglo transcurrido ha demostrado que el capitalismo con sus feroces fauces abiertas ha sido capaz de comerse todas las ideologías redentoras de cualquier ámbito social cuando del beneficio se trataba. Sin embargo,ha tenido que transigir, no sin hacer el correspondiente negocio, con el éxito de tales ideologías en el ámbito social. Precisamente ahora los ideologos de la derecha se han percibido de ello y están empezando a minar los logros en el terreno más eficaz: el del lenguaje. Por eso han emprendido una batalla contra lo políticamente correcto. La arquitectura tiene que estar atenta a esta deriva§
§Esta parte del libro de Frampton debería servir para que los estudiantes y jóvenes arquitectos consideren que sus posibilidades de verdadera aportación dependen en gran medida del conocimiento de la historia de la arquitectura en su contexto social para conocer y explicarse, tantos los períodos continuistas, como los de radical ruptura, que su disciplina ha experimentado a lo largo de los siglos. ¿Debe la arquitectura practicar saltos al vacío o debe ser contemporánea sin dejar de pisar el suelo de sus antecedentes?