Parecidos sorprendentes

¿Hay parecidos entre la actitud de los que han apostado en Gran Bretaña por dejar la Unión Europea, los que han apoyado a Donald Trump de forma decisiva en Estados Unidos y los que, en nombre de la identidad, reclaman un estado independiente?

FUENTES DE CONFLICTO GENERALES

Los países democráticos suelen tener como conflicto clave el de la distribución de la riqueza. No en vano las preferencias políticas se han repartido en los último sesenta años entre los grupos «de izquierdas» y los «de derechas». Pero, naturalmente, hay otras fuentes de conflicto. Es el curioso caso de Estados Unidos que incorporó irresponsablemente cerca de un millón de africanos para su explotación laboral en el siglo XVIII para encontrarse ahora con una comunidad que ha adquirido todos los derechos de ciudadanía. También sus tropelías en el centroamérica y el cono Sur lo ha convertido en un polo de atracción de la emigración masiva de la que ahora toma conciencia. Se puede añadir la relativamente reciente fuente de conflicto que es la pérdida de identidad que la globalización de todo tipo de signos culturales ha producido al recibir los países occidentales flujos migratorios de países con economías quebradas o en conflictos bélicos llenos de crueldad entre nacionales. Países de los que también están sufriendo la forma que el despecho toma en la actualidad: el terrorismo.  Hay que añadir el efecto más duro, económicamente hablando, de la deslocalización de empresas a la búsqueda de nichos de trabajadores baratos de la que se beneficia el país en el que reside la compañía originaria, pero que no puede disfrutar aquel que ha perdido el puesto de trabajo justamente por este traslado de las factorías a otros países. Pérdida de trabajo que también se produce por la competencia de los emigrantes. También, hay que sumar dos fuentes de conflicto relativamente recientes y con fuerte carácter ideológico. Uno es la lucha contra el deterioro medioambiental y, el otro, es la pretensión de cambiar bruscamente el sistema económica capitalista. El cuadro se completa con la fuente de conflicto social basadas en los derechos más recientemente incorporados al catálogo de los rasgos de una vida civilizada: así, el matrimonio homoxesual, el divorcio, el aborto, la abolición de la pena de muerte, la igualdad de géneros, etc. Un catálogo de conflictos potenciales mediatizado, en general, por las creencias religiosas. No podemos olvidar los conflictos latentes relacionados con el propio sistema político, pues siempre habrá quien apueste por la más radical de las posiciones que sería el cambio de un sistema democrático por otro autoritario de izquierda o de derechas, como se puede comprobar en cuanto se traspasan determinados umbrales de tensión.

Resumimos las fuentes de conflicto:

  • Desigualdad económica
  • Separatismo
  • Tensiones raciales
  • Efectos de la globalización
    • Pérdida de identidad cultural
    • Pérdida de puestos de trabajo por deslocalización
    • Pérdida de puestos de trabajo por competencia de emigrantes
  • Cambio climático
  • Derechos sociales
  • Sistema económico
  • Sistema político

LA GRAN ZANJA

En los países los conflictos tienen dos fases: una más rudimentaria en la que la violencia es la ley y no cabe más conflicto que sobre quién empezó primero, como ocurre con una guerra civil. Pero cuando hay paz entonces el ser conflictivo que es el ser humano vuelve la mirada hacia otros aspectos de la vida dividiéndose de nuevo en su resolución. En este último caso, se pueden hacer dos listas de posiciones ante estos conflictos (una azul y otra amarilla), sin perjuicios de los matices de aquellos que oscilan entre los dos grupos consiguiendo distintos tipos de verde.

PAQUETE AZUL

  • A favor de:
    • Unión de la patria
    • Elitismo
    • Raza blanca (o etnia en países de otros continentes)
    • Rasgos identitarios (bandera, himno)
    • Sistema capitalista
    • Sistema financiero
    • Autoritarismo
    • Sociales
      • Pena de muerte
  • En contra de:
    • Sindicatos horizontales
    • Separatismo
    • Emigrantes
    • Deslocalización
    • Respeto ecológico
    • Democracia
    • Sociales
      • Aborto
      • Matrimonio homosexual
      • Divorcio
      • Uniones de hecho
      • Igualdad de géneros

PAQUETE AMARILLO

  • A favor de:
    • Derecho a decidir
    • Igualdad social
    • Diversidad racial
    • Libertad simbólica
    • Sistemas económicos igualitarios
    • Democracia asamblearia
    • Defensa del medio ambiente
    • Sociales
      • Aborto
      • Divorcio
      • Matrimonios distintos del heterosexual
      • Uniones de hecho
      • Igualdad de género
  • En contra de:
    • La atomización de los trabajadores
    • Del derecho a decidir
    • Las fronteras
    • La globalización
    • La deslocalización
    • El sistema económico
    • El sistema financiero
    • Sociales
      • La pena de muerte

En general las poblaciones nacionales mezclan sus posiciones y además las jerarquizan poniendo más o menos énfasis en unas u otras. En esta poliédrica realidad chapoteamos políticos, artistas, oportunistas, analistas y la gente común.

FUENTES DE CONFLICTO ESPECÍFICA: EL CASO DEL INDEPENDENTISMO

Los imperios son formas políticas y económicas de subsistencia de élites. Cuando no había tecnología que mereciera el nombre, sino, a lo sumo, artesanía y se necesitaban miles de hombres para extraer minerales o recoger cosechas, la guerra de conquista era el método para que la metrópoli acumulara riqueza para unos pocos. Naturalmente el ser humano siempre transforma el barro de las fuerzas que lo mueven en el oro de la cultura y todos los grandes imperios han generados la suya. De Grecia, Homero; de Roma, Virgilio; de España, Cervantes; de Francia, Moliere; de Britania, Shakespeare; de USA Faulkner; de China…

El lado oscuro era el sometimiento cruel y explotación económica de pueblos con características bien definidas, que de vez en cuando se rebelaban y eran reprimidos de forma sangrienta. La institución de la esclavitud era el destino de muchos de los rebeldes. En las fases estables de los imperios, y antes de que comenzara la decadencia de cada uno, florecían las artes y los oficios, siendo las únicas perturbaciones las producidas por las luchas crueles entre facciones de las élites por disfrutar del poder y sus regalos. La historia tiene sus leyes y una de ellas es que conforma las unidades políticas y cuando las estabiliza son muy difíciles de deshacer si tienen un tamaño adecuado a la época y sus técnicas de guerra. La desaparición de los imperios dejaron en el exterior a la metrópoli el desorden suficiente para que llegara el imperio sucesor y comenzara el nuevo ciclo de explotación. Las grandes metrópolis deben su esplendor a la acumulación de riqueza que experimentaron en los momentos de Gloria respectiva. Cuando desapareció el último imperio duro (el británico), todos los pueblos recuperaron la autonomía aparente para empezar a sufrir el dominio suave de la corrupción de élites locales, que garantizan la explotación de recursos naturales autóctonos, y el dominio a través de los parámetros financieros que prestan dinero para que consuman los productos imperiales y acumulen la deuda que sojuzga. El hecho es que la descolonización ha generado 193 países de los que unos 50 pertenecen al llamado Occidente. Muchos de esos países se han concretado recientemente generando una sensación de frivolidad creativa que ha tenido como consecuencia la generación de una conciencia artificial de neocolonialismo que requiere, supuestamente, una neo-emancipación. Hay casos de separación amistosa recientes como entre Noruega y Suecia o Eslovaquia y la República Checa. En el caso Eslovaco, tal parece que cuando son dos pueblos unidos artificialmente tras la Primera Guerra Mundial que fueron juguetes de las geoestrategia europea, la separación es deseada por ambas partes. En el caso noruego, la unión con Suecia es tan reciente como 1814 después de haber pasado por un período de unión con Dinamarca, de modo que la separación pacífica de 1905 fue un hecho natural. El abuso de la Unión Soviética tras la II Guerra Mundial anexionando países de su periferia produjo la natural desbandada tras la caída del régimen en 1989. Sin embargo, las naciones europeas conformadas con el cincel histórico a partir del siglo XV fueron el residuo de la hegemonía de los Habsburgo, en el caso español; de la hegemonía de Inglaterra en las Islas Británicas que, por ejemplo consiguió la unión voluntaria de Escocia en 1707; mientras que en el caso Italiano y Alemán son naciones nacidas en el siglo XIX en un proceso de unificación de territorios que se reconocían mutuamente como homogéneos, en una época en la que el país que no tenía un pasado mítico lleno de bruma y heroísmo, no tenía nobleza. Una vez liberadas las tensiones con fundamento histórico, Europa se ha dedicado a un proceso de integración que armonizara países para buscar un tamaño geoestratégico que le permita competir con otras grandes áreas económicas mundiales. Y lo hace respetando la conformación de países, al tiempo que se espera que los países heterogéneos respeten la diversidad interna. Este es el contexto en el que España se ve sorprendida por un cambio de intensidad de la reivindicación de autonomía que traspasa el umbral que hace posible la convivencia y se activa un desafío formidable del que aún no se ha salido. Un desafío que se basa en la transformación de luchas dinásticas en el siglo XVII en luchas de independencia, en reclamar una libertad cuando se es libre y en fingir que se vive en un régimen opresor, cuando, con todos sus defectos se vive en un estado de derecho reconocido internacionalmente. En resumen, el separatismo como fuente de conflicto surge de regiones en general ricas que tiran de expediente histórico para su reclamación. Unas lo hacen con más fundamento que otras, aunque todas llegan tarde en su pretensión cuando los vientos históricos soplan en otra dirección. Por ejemplo, no es lo mismo que una región italiana reclame independencia habiendo sido incorporadas en el siglo XIX, que lo haga Normandía en la Francia que inventó el concepto de nación.

FUENTES DE CONFLICTO ESPECÍFICA: EL CASO ANGLOSAJÓN

Británicos y norteamericanos son los dos últimos casos de dominio imperial. Sus poblaciones respectivas vivieron en su momento en la confortable situación de metrópolis en pleno disfrute de la explotación universal basada en el contundente uso de un ejército poderoso cuyos mitos de heroicidad se alimentaban de la represión de las poblaciones sorprendidas por su altiva presencia. Por supuesto que las élites de estos imperios se sentían confortables en la situación, pero también el pueblo trabajador vivía espiritualmente haciendo suya la gloria del imperio, aunque sólo fuera luz reflejada por sus símbolos. En general el retrato es el de un hombre o mujer blancos que imitaban en su comportamiento cotidiano los gestos de señorío de sus amos. Orgulloso de sus costumbres, de su arquitectura y de su countryside. Naturalmente confiado en que todo el entramado institucional cuidará de él o ella. Que siempre tendrá preferencia en la mente y las políticas de las respectivas élites de Londres o Washington. Pero los dos actos electorales del año 2016 muestran que esa confianza había desaparecido porque, aunque el proceso de deterioro de todo lo que constituía su entorno o, mejor, todo lo que los constituía como ciudadanos de la primera hora, se había desvanecido. De modo que cuando aquellos que no padecían estos males, pero sí tienen objetivos propios de los delirios elitistas, tiraron de catálogo de males en sus proclamas de campaña, sus palabras cayeron en tierra abonada por un denso resentimiento.

El resultado ha traído como consecuencia la superación (temporal) del eje izquierda-derecha, en el que el factor económico tiene que ver con los enfrentamientos internos por el reparto de la riqueza para dar lugar a la salida a escena de una paradójica rebelión de olvidados y agraviados que, de la lista de conflictos, dicen sufrir fundamentalmente con:

  • La desnaturalización identitaria producida por la emigración masiva.
  • La pérdida del puesto de trabajo por la globalización.
  • La pérdida de autoestima de la raza blanca al caer a niveles sociales no esperados frente a otras comunidades nunca bien asimiladas.
  • La pérdida de autoestima por la europeización en el caso británico y de la hegemonía comercial de otros países en el caso estadounidense.

Del sentimiento de relegación surgido de estos agravios se han derivado las sonoras votaciones de rechazo a la pertenencia a la Unión Europea o la elección del presidente Trump, cuyos promotores se ha limitado a prometer la curación de estas heridas de la forma más rápida y contundente posible. Promesas que se hacen en medio de una profunda crisis económica cuya salida es un cambio de paradigma social en base a cómo la tecnología hace posible las nuevas relaciones económicas entre individuos y empresas con una fuerte tendencia al trabajo autónomo y a la ausencia de todo compromiso contractual con el destino de los que antes eran trabajadores por cuenta ajena y ahora pasan a ser microempresas proveedoras.

CONVERGENCIA ENTRE CASOS

El caso es que España ha pasado a incorporarse a las sorpresas de la época al aportar «originalmente» al catálogo de respuestas a la globalización el independentismo pacífico y pegajosamente tenaz. Un movimiento que aporta la originalidad de que, al no contar con un situación empírica contra la que reclamar, se la ha inventado literalmente. Un movimiento que pretende la separación de un país sin más razón que la voluntad de una parte de la población que ha sido movilizada abusando del altísimo grado de autonomía de que goza esa parte del país. Un autonomía que ha hecho creer a los gobernantes que, puesto que ya han probado ha gobernarse, para qué seguir unidos a un grupo de regiones con menor PIB relativo. Una autonomía sobre y contra una mayoría de conciudadanos que rechazan tal independencia por los intrincados lazos que unen a Cataluña con el resto de España.

Se observa que, en el paquete de la reclamación de independencia, figuran algunos rasgos comunes con los casos de Estados Unidos y el Reino Unido. Son los del sentido de pérdida identitaria por la disolución que favorece la globalización y la molestia de una emigración cada vez más visible, a lo que se puede sumar la conciencia de ser especiales en un entorno hostil. Se añade un adanismo que borra el pasado e inventa el futuro en base a la pretensión, negada por los hechos históricos, de que será posible un nuevo país que no conozca la corrupción ni el abuso del poder. Sospecho que los dirigentes que están impulsando este movimiento no creen sus propias palabras por dos razones: una, que entre ellos ya hay curtido corruptos y, otra, que entre ellos hay, y con gran entusiasmo, partidos políticos que parten de la base de que el sistema capitalista debe ser eliminado como generador de riqueza, por lo que deben, en consecuencia aprestarse a la revolución una vez conseguida la independencia.

El rechazo a los que no comparten el relato de agravios y victimismo incorporado al sentir independentista es también un rasgo en común con los casos de Gran Bretaña y Estados Unidos. Algunos británicos, especialmente los ingleses y algunos americanos deploran que sus sociedades se hayan visto enajenadas por grupos de emigrantes que, no solamente compiten por el trabajo, sino que mantienen sus «enojosas» costumbres en su vecindad. Finalmente hay que decir que hay una característica fundamental que es común a los tres casos: se trata del desafío a la autoridad, no al autoritarismo. Es decir, que, conscientes como serán los más responsables en estos grupos de que algún tipo de orden debe organizar las sociedades, lo urgente es el desafío al orden reinante. En el caso británico es el desafío a la clase política de cualquier signo que sometió la soberanía del país al mandado europeo. En el caso estadounidense, se trata del desafío a la clase política de Washington, que ha favorecido la competencia económica internacional que ha destruído las industrias locales y los ha dejado en el paro y la indigencia. En el caso de los independentistas catalanes, como en el cualquiera de los casos ya dados (y frustrados) en Occidente, el desafío es a la estructura política, jurídica y humana que les envuelve dando la sensación subjetiva de opresión. Por supuesto que en los tres casos su voto fundamental negativo produce un efecto nulo, pues las condiciones de unos y otros no cambian, aunque lo hagan los rostros de los que han de gobernar los resultados del desafío. Por eso, tras la resaca, se volverá a la lucha eterna en las zanjas de la división ideológica. En breve, a la zanja de la desigualdad económica y a la zanja de la concepción de lo social. Una lucha que nos desgastará mientras otras dos grandes amenazas muestran sus rostros en el horizonte: la superpoblación y el deterioro de nuestra única patria común: el planeta Tierra. Amenazas de las que solamente nos puede sacar el conocimiento en su doble acepción: el de conocimiento científico y el que da la serenidad de afrontar la vida en toda su seriedad sin perdernos en brotes de ira, que nos asuran, o en brotes de frivolidad que nos distraen.

 

 

La música

JUSTIFICACIÓN

Este artículo está escrito de memoria… con las excepción de los nombres con muchas consonantes que he consultado en Internet. Este artículo no tienen cifras porque es un balance amoroso con ese fenómeno que llamamos música. No voy a hablar de bandas sonoras de la vida ni cosas de ese pelaje, advierto. Este artículo está escrito así porque quiero explorar lo que queda en mi memoria del goce estético que me produce la ondulación premeditada del aire que provoca la vibración:

  • de cuerdas golpeadas por martillos en el piano o frotadas con el arco en los violines, violas y chelos o pellizcadas con los dedos en la guitarra y el arpa;
  • de membranas deformadas por una maza en los timbales;
  • de tubos que retan al viento de los pulmones del intérprete a que busque la salida en medio de continuos cambios en la posición de los obstáculos, tubos que llamamos tubas si el aire quiere moverse en espiral, trompetas y trombones si queremos que lo hagan de forma rectilínea; clarinetes, oboes y flautas, si queremos que el aire sea acariciado por la dulce madera en vez del frío metal,
  • Y, en fin, lo más cruel para el aire: cuando lo aplastamos bruscamente entre dos finos platillos metálicos.

Pero, el aire también se ondula cuando las cuerdas vocales vibran a las órdenes de un cerebro humano dotado de ese regalo que es la capacidad, primero, de conectar con el ritmo del universo y, después, alterar la amplitud de la onda para que el oído sea suavemente retado por una secuencia de diferencias que llamamos melodía y que tanto placer puede llegar a producir (Creo que me ha salido una frase un poco larga y espesa para decir, en definitiva, que me gusta la voz humana).

No tengo una teoría sobre la música, ni recuerdo siempre titulos o interpretes. Hago lo que puedo porque, a veces, parece que tener los metadatos de una composición te permite hacerla más tuya. Sólo estoy en posesión de un marco general a base de lecturas y una colección de 100 CDs de la Deutsche Grammophon de hace cuarenta años en la que los grandes compositores aparecen en orden cronológico. De modo, que con paciencia (lo hice una vez) aprecias la asombrosa evolución de la música desde Monteverdi a Berstein. El resto son viajes privilegiados, cadenas musicales, una colección de discos de vinilo heredada, un abono del auditorio de Murcia en lo buenos tiempos, radio clásica, spotify y youtube.

Me son especialmente divertido los períodos preparatorios de ensayo de conciertos. Internet está lleno de vídeos en los que artistas de gran nivel se muestran familiares, sin maquillajes, ni trajes de emperatriz o de húsar. Son momentos donde los seres normales comprobamos el absoluto dominio de la voz o del instrumento, interrumpiendo aquí o allá y empezando de nuevo en cualquier compás de la partitura, que suelen tener delante mostrando la complejidad de su lenguaje. Recuerdo que en Salzburgo miré la partitura que iba a usar unos minutos después Riccardo Muti para dirigir la orquesta en la ópera de Mozart La Flauta Mágica en el Grosses Festspielhaus de Salzburgo y fui consciente de que nunca accedería a ese universo porque el azar genético no me había dotado de la llave para entrar. Pero, del mismo modo que no todos podemos hacer leyes y, sin embargo, sabemos si son justas o no, podemos disfrutar de la música porque el resultado final, sea cual sea su complejidad estructural, es lo que cuenta para el ser humano corriente. Siguiendo con los ensayos, siempre me ha impresionado cuando el director en mangas de camisa dice «empezamos en tal compas» y cien maestros empiezan de forma simultánea a un gesto. Recuerdo a Solti marcando con los dedos el compás sobre un piano mientras un cantante actuaba. Con especial simpatía las risas interrumpidas por melodías fantásticas salidas de la voz de Kathleen Battle o de la trompeta barroca de Marsalis, los dos tan jóvenes y frescos preparando su extraordinario dueto de Haydn. En fin, en fin…

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Kathleen Battle y Wynton Marsalis en los ensayos de su dueto de Haydn en 1992
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Partitura (y gafas) de Riccardo Muti en el atril

Es raro que no tuviera puesta música cuando estaba en el trabajo o la tenga cuando estoy en casa, ya sea leyendo o escribiendo o simplemente cautivado por el placer de mecerme adormilado. Me refiero a música seleccionada por mí, no a la que suena en radios o televisiones obviamente. Suelo escuchar música clásica por la mañana y por la tarde, y música de Jazz por la noche, o al revés sin dogmatismos. Me encantan los crooner, tanto hombres como mujeres

LA MÚSICA y MÚSICOS

Tengo tendencia a la tonalidad menor, pero la tonalidad mayor también tiene eco en mi alma. Depende del momento. Es muy personal. En general, no me gustan los recitales en lo que se selecciona lo más lírico de distintas composiciones. Aunque tengo que reconocer que en verano en centro Europa se organizan verdaderas joyas musicales para aficionados. Me gusta el guión completo de un concierto, una historia, un relato completo, bien formal con los Allegros, Andantes, Largos Adagios o bien episódico como en las óperas u operetas. Porque, cuando me pongo sentimental, las opereta y los musicales vienen muy bien (Show Boat, por ejemplo). Repasando la música que me gusta, que no tiene mucho de original, me acuerdo, en orden cronológico y con la ambigüedad propia de los agujeros previsibles, de:

  • Monteverdi y sus madrigales bellísimos en su ingenuidad… ingenuos en su belleza. La elegancia dolorosa del Stabat Mater de Pergolesi.
  • La Pasión según San Mateo y según San Juan. Ésta última, a veces, se interpreta sin descanso, lo que, en una ocasión casi me deja en la calle, porque llegué tarde de un viaje. Afortunadamente, pude convencer a la responsable del disgusto que me llevaba y me metió en un palco en medio de un tutti.
  • El mundo ordenado de Hynd y su Farewell o la extraordinaria nº 100
  • El mundo ligero «como pompas de jabón» de Mozart hasta que la muerte lo acecha y encuentra con treinta y pocos años la negrura brillante de su Requiem. Qué suerte la nuestra de tener a disposición La Clemencia de Tito, La Flauta Mágica (para mí la más gozosa y completa), Cosi fan tutte, Figaro… donde se ve que los cantantes disfrutan al interpretar tan maravillosas melodías (Sueve sei il vento).
  • La delicada y tormentosa música de Beethoven, desde La Pastoral a la inmortal Novena. Su concierto para violín es mágico y su concierto para piano nº 5 Emperador es una garantía de que ha cambiado uno de siglo en la evolución musical.
  • El siglo XIX con las sinfonía de Mendelssohn, en una de las cuales, la cuarta, el segundo movimiento tiene ecos del Suspiros de España, mire usted por donde. Sigo con la capacidad descriptiva de Debussy o la seriedad formal de Brahms. Las óperas italianas de Verdi, Bellini, Rossini, Mascagni, Puccini… el preludio de Tristán e Isolda de Wagner… Tchaikovsky.
  • El siglo XX con la más bella música para la muerte, de Strauss, con sus Cuatro últimas canciones y, en especial, El Crepúsculo Morado; la más solemne de Elgar con Enigma; la más bucólica de William Vaughan con el Ascenso de la Alondra; la más épica de Ferde Grofé con La Suite del Gran Cañón; la tragicomedia de Bernstein con West Side Story o la delicadeza del Schoenberg del pre dodecafonismo con La Noche Transfigurada. Rusalka de Dvorak, Peer Gynt de Grieg… Pero, también, la alegría de los primeros Beatles, la fuerza de los Rolling Stone y el Boss o las novedades de Philip Glass, Tubular Bell o Santana. La dulzura de Norah Jones, el clasicismo de Diana Krall o la voz de neón de Frank Sinatra en Fly me to the Moon o el terciopelo de Tony Bennet en Body and Soul con la gran voz perdida de Amy Winehouse; la trompeta y la voz cascada de Chet Baker con My Funny Valentine o la inconfundible de Ella Fitzgerald. También me apunto a la música nostálgica y evocadora de grandes epopeyas  de Claude-Michel Schönberg en Los Miserables o de Frederick Loewe en la deliciosa My fair Lady.
The Boss
The Boss canta «Born in the IUESEI»

En fin, me queda memoria, pero no papel, pues como se ha visto, en cuestión de música soy un pánfilo (el que todo lo ama).

EL CONCIERTO

Hoy en día, la capacidad de reproducción de la música a bajos precios o, incluso, gratis tiene una potencia asombrosa. Todo un universo de música está esperando a su melómano. Pero, no hay nada como estar en el sitio, allí donde se interpreta delante tuya la pieza y estás en vilo asombrado de que no se produzca algún fallo en medio de tanta complejidad dinámica, al menos, hasta donde yo puedo advertir. Salvo piezas muy conocidas o finales apoteósicos evidentes, nunca sé cuándo termina una pieza por falta de memoria musical, por lo que espero a que los melómanos se lancen. Sí estoy seguro de que en las pausas entre movimientos no se debe aplaudir. En algunos conciertos hay estudiantes y profesores de los conservatorios locales que son una gran ayuda para el resto de oyentes. Yo me sumerjo en la atmósfera musical y disfruto. Nunca he advertido ningún fallo, supongo que porque mi umbral de fallo es muy bajo. Esto me recuerda el único chiste que conozco sobre música, del que voy a dar una versión light;

Un oyente en un concierto grita, harto de los fallos de uno de los maestros: -¡Violinista eres un imbécil!El director indignado para el concierto y se vuelve rojo de ira hacia el auditorio y grita a punto de una apoplejía: –¿Quién ha llamado violinista a este imbécil?

Siempre disfruto y padezco con los bises. Disfruto porque suelen ser composiciones de gran impacto y virtuosismo para el solista o el conjunto de la orquesta para agradecer el entusiasmo del público, pero como no está en el programa «no conozco» en muchos casos la pieza. Si tengo cerca uno de los alumnos o profesores del conservatorio, les pregunto, pero no siempre ocurre. Ya digo, saber sobre la composición me ayuda a disfrutar de esa maravilla que interpela a mi cerebro pasando por mi torpe oído.

Siempre salgo satisfecho de las salas de concierto. Aunque tengo que confesar que la única vez que estuve en el Mozarteum de Salzburgo, entré por primera vez en este hogar de la música sin preguntar por el programa y me encontré con un concierto de música de vanguardia que no pude soportar por su carácter duro, áspero, sin concesión alguna al auditorio no erudito, que no estaba dispuesto a disfrutar con el dolor. La mitad de los presentes dejamos la sala en el descanso. Seguí su itinerario y fuimos juntos a la representación de La Flauta Mágica esa misma tarde. Nadie se fue en el descanso.

De los conciertos me gusta escuchar el bullicio musical de la orquesta mientras afinan con la nota LA (creo) que da el oboe (creo). También el silencio que precede a la salida del director. Me impresiona que el director haga un gesto enigmático y aquella locura de notas empieza sin preámbulo, sin introducción, sin aviso casi. Hay directores exuberantes y otros más discretos. Algunos se mueven con gracia y otros se mueve. Pero todos consiguen transmitir la seguridad de que los profesores están siguiendo sus indicaciones. Y entonces, yo me relajo y dejo que él se ocupe. He visto a grandes directores como Previn, Gardiner o Muti y grandes solistas, como la violinista Anne Marie Mute, el bajo René Pape como Sarastro, a Rostropovich y a Narciso Yepes…

Qué bellos son los instrumentos, qué raros si no se piensa en su función. Ese fagot, el saxo, lo que llaman batería, las escobillas, la cenesta, el arpa, el piccolo, la guitarra… en fin, todos son muy raros, si no fuera porque son canales eficaces para encontrar timbres nuevos y hermosos. Madera, acero, bronce, piel… a Bach le gustaban mucho los timbales. En fin, una goce plástico, además. ¡qué delicadeza en el violín!, ¡qué brusquedad en la guitarra eléctrica!

LOS PALACIOS DE LA MÚSICA

He tenido la fortuna de ser un habitante de la llamada clase media-media y por tanto de poder conocer salas de concierto maravillosas en Múnich, Londres, Salzburgo, Viena Berlín y Murcia. En el caso de Salzburgo fue un viaje premeditado con motivo del 250 aniversario del nacimiento de Mozart. Disfrutamos de un recital en Viena, en una sala del Palacio Imperial. Algo así como el concierto de año nuevo, pero en septiembre. Pero la gozada fueron los días de estancia en Salzburgo durante la celebración del aniversario. Una ciudad impregnada de música desde el río al palacio del obispo en la cumbre. Un concierto y dos óperas fue nuestro trofeo. El palacio del festival era el Grosse Festspielhaus con un escenario de por los menos 50 metros de ancho, en el que eran posibles todos los montajes y decorados. Pues bien, mi amigo Rafael y yo en la fila 5 a 8 metros de Muti y su orquesta filarmónica de Viena y a unos 12 metros del borde del escenario, fuimos transportados al universo Mozart sin anestesia. Mucho japonés y mucho rico en smoking que se bajaron en la puerta de decenas de Audis puestos por la organización del festival para los VIPs. Nada de eso perturbó la experiencia. Desde el escenario se desprendían cadenas de melodías en solos, dúos y cuartetos absolutamente excelsos. Cadenas que nos ataron al asiento durante el tiempo fugaz que psicológicamente duró la representación. Por no morir de sobredosis sólo fuimos a dos óperas: El Fan Tutte y la Flauta para los amigos.

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Mi amigo Rafa en la fila 5. La foto es mía subido a una lámpara del techo. Fuimos con tiempo.
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Con nervios para bajar de la lámpara me tembló el pulso.
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A punto de empezar la Flauta Mágica.

 

Cosi fan tutte
Saludos al final de Cosi Fan Tutte en el fabuloso escenario del Grosse Festspielhaus. 2006

Al placer estético, en general, se le llama fruición, tiene componentes corporales que he experimentado en escasas situaciones, pues la música, si se quiere que movilice todas tus hormonas, no se puede escuchar de forma desatenta. Es necesario que el fenómeno físico se le adhieran imágenes e ideas para hacer un todo, una experiencia holística que produce efectos opiáceos sobre el conjunto de tu cuerpo. Pasa pocas veces y no siempre en la sala de conciertos. Quizá es mejor en casa, aunque la orquesta no quepa en el salón, para no montar números en la butaca del auditorio.

Desgraciadamente, no habito el planeta de la música, pero lo puedo ver en toda su luminosidad desde el mío. Lamento que, cuando en el Cumpleaños Feliz se llega a «… te deseamos todos…«, desafino y, además, no llego, pero me alegro de que, a pesar de estas limitaciones, pueda disfrutar tanto de los resultados de la actividad de sus privilegiados habitantes.

PD.- Mientras he redactado este artículo ha sonado El Mar de Debussy, el concierto para violonchelo, opus 104 de Dvorak, interpretado por Rostropovich, la Escocesa de Mendelssohn y un álbum de Norah Jones hasta el final.

¡Austeridad para todos!

Ya en siglo XVIII, el escocés Adam Smith había tratado rigurosamente la cuestión económica en su «Origen de la Riqueza de las Naciones», pero lo hizo en el estricto campo de esa especialidad. Fue en la mitad del siglo XIX cuando Marx puso a la economía en el centro de la reflexión filosófica aunque, más allá, convirtió esa reflexión en un programa político con el que violentó la realidad de tal forma con su utópica dictadura del proletariado (no hay dictadura buena), que todavía sentimos las consecuencias. Hoy en día esa operación de sacar los asuntos económicos de la academia, de la plaza de abastos o de la fábrica para ponerlos en el centro de la vida ha tenido pleno éxito. Tan es así que, tras la penúltima crisis económica en 2007, se propugna una educación financiera en el ámbito de la OCDE, no se sabe bien si para mejorar la capacidad de defensa del ciudadano ante propuestas maliciosas o para mejorar la defensa de los maliciosos ante los ciudadanos, cuando se acabe en los tribunales. El caso es que la economía lo permea todo, hasta el punto de que sus términos específicos han pasado al lenguaje popular y se emplea donde procede y donde no. Como consecuencia de esta emergencia de los económico, hay un nuevo reparto de la responsabilidad en las decisiones que los individuos y las familias han de tomar.

Así, habrá que aprender la diferencia entre balance y presupuesto para la propia economía familiar para, como dicen los expertos, no «apalancarse». También habrá que saber algo sobre cálculos actuariales, para que se tomen decisiones sensatas a la hora de contratar un plan de pensiones o un hipoteca. Bastará con una aplicación en la que meter cuota e interés y ver que pasa a tantos años, esperando que tu fondo no quiebre. También cabe, mirando el caso chileno, evitar que un Piñera español acabe con el sistema de pensiones. No menos interés habrá que poner en las noticias sobre la economías y las finanzas al objeto de hacer previsiones de gasto o reivindicaciones de actualización de ingresos. Una tarea diaria que sólo se podrá llevar a cabo con toda la eficacia cuando se libere tiempo libre porque los robots se ocupen que servirnos el café. Pero entre tanto podemos ir adquiriendo cierta capacidad cognitiva de interpretación.

Si todo esto es importante en el plano familiar, también lo es en el plano de la nación a la que uno pertenezca fiscalmente. Es decir, se impone la transparencia para que los ciudadanos sepan cómo están gestionando la riqueza común los políticos al cargo. Desde este punto de vista, es necesario que se publique de forma normalizada y sistemática no sólo el presupuesto de la nación que se aprueba en el Parlamento, sino la liquidación del mismo para saber las transferencia entre partidas o los presupuestos no ejecutados. Información que ha de estar al alcance de todos a un distancia máxima de dos golpes al ratón del ordenador. Y, muy importante, con la misma claridad debe publicarse el balance del país, en el que figuren sus activos y pasivos para ver el estado de salud o quiebra de la nación para fundamento de las políticas generales. Por tanto queda sentada la importancia de la economía como sustrato de nuestras vidas, un sustrato que hay que sacar del sótano para que luzca a la luz, pero sin corromper otro tipo de valores específicamente humanos. Por supuesto que a esta transparencia hay que añadir una gran dureza en el castigo de la corrupción de funcionarios y la evasión de impuestos de las grandes fortunas.

Como hace poco que he leído los puntos de vista de Niall Ferguson, que cree que es más importante la deuda de los países que la desigualdad, todo lo anterior no es más que un preámbulo para dar un salto a otro plano: el de la economía global desde el punto de vista de la desigualdad en la riqueza, que se denuncia que es creciente en el interior de los países y entre países. Vamos a hablar de riqueza que no es lo mismo que ingresos periódicos.

Riqueza es la suma de lo que se posee. Así, la suma de los valores inmuebles (viviendas o tierras) y muebles (dinero o acciones). La riqueza se incrementa o disminuye cada año con las rentas, compra-ventas de inmuebles, endeudamientos o apreciación-depreciación de valores financieros.

Partimos del informe Oxfam-Intermon de 2017, que nos ha ayudado a construir un cuadro a partir del original que nos permite una análisis más fino. La desigualdad que destila se refiere al planeta, como si fuera un único país, para entendernos.

Riqueza Original
Cuadro 1. Distribución de la riqueña mundial (original)
Cuadro 2. Distribución de la riqueza segregando millonarios de billonarios.

Las diferencias son las siguientes:

GLOSA DEL CUADRO

  • El 0,7 % de la población posee el nada menos que el 41 % de la riqueza mundial. Son 32 millones de adultos que poseen 99 billones de dólares. Son los millonarios.
    • De esos 32 millones, 2043 personas poseen 9 billones de dólares ello solos, con una media de 4.400 millones por cabeza.
    • El resto hasta los 32 millones de millonarios poseen 90 billones de dólares, con una media de 2,8 millones por cabeza.
  • El 91,6 % de la población posee solamente el 16,6 % de la riqueza. Son 4.273 millones de adultos que tiene que repartirse 40 billones de dólares .

Pero el dato de más impacto, en mi opinión, es que entre la clase media, que constituyen en conjunto el 7,7 % de la población poseen el 42,3 % de la riqueza. Son 361 millones de adultos repartidos por todo el globo constituyendo las clases medias de la sociedad, frente a los 4.273 millones de parias que forman parte minoritaria de los países occidentales y mayoritaria en los países africanos y algunos asiáticos. La tendencia a aumentar la desigualdad es resultado del crecimiento de la población en los países donde ésta es mayor, medida por la Tasa Gini (ver mapa), y a la capacidad tecnológica, junto con el dominio de las áreas del mundo con mayores recursos.

Lo que pone de manifiesto esta distribución es que una mayor igualdad reclama de las clases medias un sacrificio al que creo que se resistirán tanto como las élites económicas, siendo como sería su contribución cuantitativamente mucho mayor que la de los billonarios y equivalente a la de los millonarios. El PIB mundial es de unos 70 billones de dólares. La mitad se utiliza en capitalizar y la otra mitad de rentas. Si dividimos esos 35 billones entre la renta media de la Unión Europea resultan unos 1000 millones de personas. Por lo que, contando con la resistencia de las clases medias y ricas a reducir su renta, la desigualdad entre países no se resolverá hasta que la capacidad productiva del mundo se cuadruplique en estos momentos, lo que sólo podría ocurrir con la automatización masiva de la producción y un cambio cualitativo en el tipo de consumo para que el planeta lo soporte. Probablemente el consumo del futuro tendrá más que ver con la realidad virtual que con la material para cumplir las dos condiciones. Aunque puede haber adelantos con nuevas formas de consumo más austeras.

De modo que tantos miles de millones de personas fuera de los estándares medios de los países ricos y la inmediatez de la información explica la enorme e inexorable presión migratoria. También explica la inhibición de los dirigentes económicos y políticos en acciones para abordar el problema social de la desigualdad, porque abordarlo implicaría una reducción notable del estándar de vida occidental y un cambio radical en la producción de bienes que, en vez de dedicarse a saturar con frivolidades el recurrente mercado de los acomodados, produjera alimentos, medicamentos, ropa y entretenimiento para las masas de desfavorecidos a costa de la renta de los países ricos. Dado que esto es poco realista, pues los populismos atacarían estas políticas con muchas posibilidades de éxito, la función social de la presión fiscal sobre las grandes fortunas debería emplearse en la investigación para abordar los grandes problemas de la humanidad, desde la capacidad productiva a las enfermedades, educación o alimentación.

Cuadro 3. Tomando como referencia el cuadro 2 se ha estimado el reparto de la renta mundial sobre un PIB mundial de 80 billones de dólares.

Si tomamos como referencia la renta anual, un programa realmente radical sería incorporar la renta de los millonarios y billonarios al grupo de la clase media, lo que liberaría 15 billones de renta anual para poder dirigirlo a programas sociales. Un programa que permitiría abordar grandes inversiones en conocimiento y, desde luego abordar los casos de desesperación absoluta.

Riqueza GINI desigualdad
Imagen 1. Distribución de la tasa Gini
Riqueza GINI Ingresos 2009
Imagen 2. Distribución de los ingresos.

El informe estima en 18,5 billones de dólares los depósitos en paraísos fiscales, aproximadamente el 20 % de la riqueza acumulada de los millonarios y billonarios. El resto es de suponer que está en forma de  posesiones y valores financieros para, en el peor de los casos, neutralizar la tasa de inflación y, en el mejor de lo casos absorber rentas consiguiendo aplicar su dinero en fondos de inversión que les proporcionen intereses mayores que el crecimiento del Producto Interior Bruto o, al menos que la inflación. Para ello necesitan la cooperación de legislaciones que controlen los salarios y graven poco los capitales con impuestos. A pesar del manifiesto desequilibrio en el reparto de la riqueza, los poderosos por un efecto de pobreza psicológica relativa a los más rico de su clase, no pueden parar de buscar el incremento de sus capitales. Este estado de cosas se puede mantener por las siguientes razones:

  • Las alternativas históricas plantean soluciones rudimentarias que han conducido al crimen político y a la pobreza de las naciones y sus habitantes, incluso contando con los mismos avances tecnológicos.
  • Las alternativas actuales tienen, en el plano táctico, una tendencia cainita, en medio de vacilaciones y divisiones, que disuelve la capacidad de acción y, en el plano estratégico, una tendencia a ofrecer soluciones débiles frente al poder efectivo de la dinámica capitalistas cuando se transforma en política democrática. Aunque El éxito económico de China está tentando a dirigentes occidentales a prescindir de la democracia para tener gobiernos autoritarios. Lo que puede conducir tanto hacia situaciones de mayor desigualdad como de mayor igualdad si se apoderan del país élites de izquierdas. En cualquier caso la víctima segura serían las libertades políticas.
  • Las propuestas conservadoras no tiene peor enemigo que la corrupción, pues sus llamadas al sentido común, al cuidado de la economía y los valores tradicionales son muy efectivos para contar con apoyo en toda las capas sociales. Estas opciones siempre han considerado que las opciones de izquierda son derrochadoras y generadoras de huída de capitales inversores.
  • Las clases pobres en los países donde son mayoritarias, por sus circunstancias tan extremas, carecen de cualquier tipo de energía intelectual que les permita protagonizar revoluciones, quedando sus muestra de ira exclusivamente en motines, que pueden ser sangrientos, pero que son sofocados con rapidez por fuerzas pagadas por sus explotadores.
  • En los países occidentales, donde las clases pobres son minoritarias, la industria del entretenimiento a través de dispositivos móviles prácticamente neutraliza cualquier tipo de reivindicación, llegando su desinterés a la abstención electoral. Cualquier reivindicación son protagonizadas, en general, por clases profesionales (profesionales, educadores) que ven reducirse sus ingresos y los recursos con que ejercer. Es decir, por parte de clases medias que en vez de vivir en la esperanza de subir el estatus y el de sus hijos, ven como hay un deterioro manifiesto de su situación. Estas clases, en las que se puede unir irritación con capacidad intelectual de reivindicación inteligente, pueden constituirse en sujetos de cambio por vías parlamentarias. Una fuerza que suele fallar por la mala calidad de su transformación en acción política eficaz.

La parte de la riqueza materializada en bienes inmuebles, una vez construidos, igual da que las posean unos que otros, la cuestión es cómo evitar que se consuman recursos en mansiones megalómanas o en juguetes tecnológicos de lujo como los que ofrece la página The Billionaire Shop, cuando se necesitan tantos recursos para programas de educación y gestión que lancen economías modestas en países ricos en recursos y potencial talento, pero pobres en instituciones que los gobiernen correctamente; programas que ataquen grandes catástrofes naturales o inducidas por conflictos bélicos o programas de investigación para la búsqueda de soluciones a los viejos y nuevos problemas de la humanidad.

El informe Oxfam-Intermón proporciona sus propias recomendaciones:

Riqueza 3

Es claro que no propone un reparto de la riqueza rudimentaria, porque ya se ha visto que supone una generalización de la pobreza y, probablemente la renuncia de los más osados y necesarios narcisista que gestionan los grandes movimientos económicos del mundo a seguir impulsándolos. Pero sí se pide a las clases ricas que al menos ni eludan sus obligaciones fiscales, ni corrompan gobiernos para que éstas sean reducidas.

En realidad, lo más pro-volucionario que se podría hacer es conseguir fiscalmente que las clases más ricas estuvieran en la franja de la clase media alta del cuadro 2, con lo que la parte de los 99 billones de dólares que están en forma de dinero o valores financieros podrían difundirse hacia las capas menos favorecidas a las que habría que enseñar a invertir cualquier ahorro para que se produzcan las acumulaciones de capitales necesarias para los problemas actuales. Pero no se debe olvidar que algunos de lo que figuran en las dos últimas filas del cuadro 2 han conseguido sus fortunas a partir de la corrupción o el tráfico de estupefacientes, armas o personas. Personas de las que no cabe esperar una renuncia pacífica a sus privilegios. La gran historia ha dado muestras suficientes de los flujos de la ira popular y los reflujos de la frialdad del poderoso para, una y otra vez volver a situaciones injustas, pero con altos costes para las generaciones involucradas en términos de sufrimiento físico y psíquico. Culpar de eso al capitalismo es inútil, porque no hay sistema productivo más eficaz. Expropiar al rico es generar nuevos ricos en los aparatos del estado sin el mérito de, al menos, haber conseguido la fortuna mediante esfuerzos más o menos legales. Lo que hay que inventar es una forma de que la distribución de la riqueza tenga la forma de un trapecio con las pendientes laterales acusadas, de tal modo que los situados en la parte baja tengan cubiertas sus necesidades vitales y educacionales y cuando se llega a las capas que pueden ahorrar, estimular el que estos ahorros sean colocados en fondos, como se dice más arriba, donde se acumule el capital para que se puedan abordar las grandes empresas humanas o socorrer a los grandes damnificados por el azar natural o bélico.

Mostramos ahora como complemento un gráfico de una conferencia de Thomas Piketty en Chile. En él se puede ver con el caso extremo de Italia como el estado tiene riqueza negativa, como consecuencia de que los activos públicos valen menos que la deuda. Al mismo tiempo la riqueza privada ha aumentado porque han sido los propios italianos lo que han acudido a las rebajas del patrimonio del estado. Para reflexionar ¿no?

Riqueza Piketty

También es interesante comprobar en el gráfico que sigue, procedente de la misma fuente, las tasas que se han llegado a pagar en impuestos sobre las grandes fortunas, sin que el sistema se resquebrajara. Esto se acabó con Reagan en los años 80. Por otra parte, se puede comprobar que a principio del siglo XX no se pagaba nada:

Riqueza Piketty II

LA DESIGUALDAD EN ESPAÑA

Para comprobar si este esquema global tiene algún tipo de correspondencia con un país como España vamos a usar, como fundamento, una tabla reciente del Banco de España sobre la riqueza en los hogares.

Riqueza España 2014
Cuadro 4. Distribución de la riqueza (original Banco de España)

De esta tabla sacamos estos datos de riqueza resumidos:

Riqueza resumen España 2014
Cuadro 5. Distribución de la riqueza 2014

Se puede comprobar que la distribución de la riqueza en España, aunque el cuadro 4 indica que se está polarizando y la Tasa Gini es de las peores de Europa, es mucho mejor que en el conjunto mundial. El cuadro 5 muestra, frente al dato mundial de que el 91,6 % de la población posee solamente el 16,6 % de la riqueza, en España el 90 % de los hogares posee el 66 % de la riqueza. En gran medida se debe esto a que, a pesar de que durante un tiempo estuvo en boga criticarlo, el 80 % de los españoles viven en una vivienda de su propiedad. Por otra parte, se ve que el país vale lo que suma la riqueza de sus habitantes, esto es 4,5 billones de euros a los que habrá que sumar la riqueza del Estado que no tengo cifrada.

Naturalmente la riqueza es resultado de la acumulación a través de la herencia de los muertos y la acumulación de la renta de los vivos. Veamos cómo se distribuye la renta dineraria en España a partir de la información de la Agencia Tributaria para 2015:

Riqueza 2015 Ingresos
Cuadro 6

En el cuadro 6 se advierte una franja del 40,25 % de la población trabajadora que recibe solamente el 14,92 % de la renta, mientras que una franja del 0,42 % recibe el 3,51 % de la renta. Esto significa 3,51/0,42/14,92/40,25 = 22 veces más renta. Pero, sin embargo, cualquier intento de igualación convirtiendo a la franja más rica en clase media alta, en el tramo de ingresos 60-150, liberaría 13.710.725.350 – 82.069×71.599 = 7.834 millones de euros que divididos entre los 7,8 millones de trabajadores de los tramos por debajo de 12.000 euros supone 1.000 euros al año u 83 euros al mes (antes se diría que para tabaco) con la consecuencia de que gran parte de los impuestos se pierden por cambiar esos ingresos de tramo impositivo.

En cuanto a los impuestos, el peso de la contribución a la Hacienda gravita sobre la clase media que se hace cargo del 84,23 % del total. En cuanto a la progresividad de los impuestos se puede ver que la clase media paga 84,23/59,33/0,79/40,25 = 72 veces más que los trabajadores pobres, lo que era de esperar. ¡

Para aumentar la igualdad en España se necesita algo más que los 3.900 millones de euros de renta de los ricos, pues hay unos 5 millones de españoles que trabajan con ingresos anuales por debajo de los 9000 euros. Si sus ingresos se complementan hasta 12000 euros puede suponer 5 millones x 12.000 = 60.000  – 33.500 millones (que ya cobran) = 26500 millones al año que el país no tiene perspectiva de ganar de forma adicional porque, al no aparecer en las rentas de los dos tramos más ricos, se supone que no existen. Muy al contrario, el país tiene un déficit de unos 40.000 millones en las cuentas públicas, lo que se agrava con los intereses de la deuda acumulada (unos 35.000 millones), que está ya cercana al 100 % del PIB. Un asunto éste de gran importancia porque, tras el acelerón de gasto de los primeros ochos años del siglo, se les deja a nuestros hijos, en vez de una herencia, una púa. En definitiva que, manteniendo el estatus actual, mejorar la situación de los pobres requiere 66.500 millones de euros, si sumamos la renta que falta al déficit y los intereses de la deuda pública. Y todo ello, sin bajar un euro la propia deuda. Suponemos que parte se compensa con la economías sumergida que genera ingresos pero que no paga impuestos. Si alcanza, como dice la leyenda, el 20 % del PIB, hablamos de 200.000 millones euros que, si pagara impuestos, ayudaría bastante a aclarar la situación, porque conoceríamos mejor en qué hogares no entra una renta razonable que permita una vida que merezca el nombre.

FINAL

Desde luego, si las cosas son como estos datos y cálculos parecen decirnos, hay que buscar salidas muy sofisticadas a los problemas. Pero, si la fórmula es austeridad, debemos sentirla todos. Es decir, que una bajada de sueldos en general del X %, debe implicar un aumento semejante de los impuestos para las grandes fortunas, corrigiendo el hecho de que su disposición de liquidez les permita aumentar su patrimonio en plena crisis aprovechando el hundimiento de los precios y a costa de las clases medias y bajas que, además, perdieron sus hogares o sus ahorros por los manejos financieros. Pero, dos cosas están claras: la primera, que hay que estimular la capacidad de crear valor desatando el talento de nuestros jóvenes investigadores o de aquellos con competencia para comercializar productos o ideas. Lo que señala el camino para cualquier aumento de la fiscalidad sobre los ricos. El modelo es una economía que mejora su balanza comercial produciendo para un consumo razonable y, sobre todo para el resto del mundo. Si no, ya se ve la dificultades para mantener a tantos millones de personas con proyectos razonables de vida en un mundo lleno de tensiones de todo tipo. Y, la segunda, que no conocemos un sistema distinto al de la economía de mercado para producir, pero que algunas cosas se les debe aclarar a los que sostienen su intangibilidad, y es que, los resultados económicos del frenesí mercantil y financiero no deben dejar atrás a nadie que quiera contribuir con su esfuerzo al bien común. También está claro que los enemigos del mercado no han demostrado tener competencia para gestionar de forma planificada la economía, porque, probablemente, nadie tenga la capacidad de gobernar la complejidad de estos procesos. De modo que es mejor dejar las manos quietas y esforzarse en definir los parámetros de una vida digna y tener el coraje de trabajar para que, sin matar la ambición que mueve montañas, cabalgar el tigre para que no mate ni a la gente ni a la naturaleza.

Por otra parte, se deduce de las cifras globales del mundo que las clases medias no están, ni mucho menos, al margen de las soluciones, pues el 40 % de la riqueza y de las rentas están en sus manos, siendo el grupo de los millonarios y billonarios, antes que una fuente de reparto, una oportunidad para la ejemplaridad con la financiación de grandes programas de apoyo a tragedias humanitarias o inversiones en soluciones imaginativas para la generalización de una vida digna.

Conclusión:  como país, deberíamos irnos preparando culturalmente para convertirnos en un país sin bolsas de pobreza a base de compartir de forma generalizada, al tiempo que presionamos nuestra inteligencia y esfuerzo para participar en el gran reto mundial. Lo que implica también  cierta austeridad para pagar las deudas acumuladas. Una y otra cosa nos lleva a un estado mental en el que se puede y debe decir bien alto: ¡austeridad, sí, pero para todos!

The Great Degeneration. Niall Ferguson. Reseña (15)

Este libro es un intento serio para que el mundo fije su atención sobre lo que es relevante frente a lo que es importante, pero menos decisivo, en opinión del autor. Por ejemplo, considera que hoy se habla de globalización, los cambios en la tecnología, de desigualdad, educación y política fiscal. Los conservadores, en su opinión, tienden a subrayar las dos primeras, mientras que los «liberales» (la izquierda europea) prefieren destacar la desigualdad por falta de inversión pública en educación, lo que se explica por la reducción de impuestos que favorece a los ricos. Pero, para el autor, hay otras fuerzas actuantes que suelen pasar inadvertidas en los debates políticos. La desigualdad es creciente desde 1980 entre el 1 % de la población más rica y el resto. Pero las diferencias entre países en el grado de crecimiento y en la forma de distribuir los resultados no se pueden explicar solamente en términos económicos. Al contrario él cree que fenómenos económicos como que el crecimiento sea más alto que los intereses gracias a la tecnología o la inflación son, fundamentalmente fenómenos políticos. Igualmente piensa que la deuda de los países es consecuencias de errores de gestión. Ferguson sospecha que hay mucho de darwinismo en el funcionamiento de la economía, no tanto con las personas, cuanto en los mecanismos de financiación como «seres» de cuya correcta selección depende el futuro, pues las crisis elimina a los dinosaurios financieros y permite el desarrollo de nuevos enfoques. En su opinión, aplicar el «diseño inteligente» a las finanzas puede estar bien en el principio, pero luego hay que dejar que la realidad pula y depure. Por eso es tan complicado prever una crisis. Tanto como una epidemia o un terremoto.

Acusa a la regulación-desregulación de los años 80 el que los bancos se volvieran más osados al inflar sus balances de forma imprudente respecto a los depósitos, pero, como eso ocurrió también en Alemania o España, la culpa no puede ser de Reagan, como si Europa no hubiera demostrado sobradamente su seguidismo respecto de Estados Unidos en tantas cosas, incluidos los usos financieros.

Al principio de su libro, Niall Ferguson cita a Adams Smith en La riqueza de las naciones, cuando se refiere a un estado que no crece:

«Aunque la riqueza de un país pueda ser muy grande, si ha padecido un estado estacionario, no cabe esperar altos salarios entre los trabajadores… Es en una situación de crecimiento, mientra la sociedad está en fase de avance, mejor que cuando ha alcanzado la máxima riqueza potencial, que la situación de los empleados pobres es más feliz y confortable. En la fase estacionaria, la situación es dura y en la recesión es miserable. La mejor situación para todos los estamentos sociales es la de un estado en crecimiento. El estado estacionario es aburrido y la recesión melancólica.»

«En un país también, donde, aunque el rico o el propietario de grandes capitales disfrute de altos niveles de seguridad, el pobre o el propietario de capitales modestos pasa miedo, y bajo pretexto de hacer justicia, pueda ser saqueado en cualquier momento por funcionarios con poder… (Entonces) en las diferentes ramas productivas, la explotación de los pobres puede asegurar el monopolio de los ricos, que asegurándose el control de los negocios sólo para ellos, se aseguran grandes beneficios.»

El llamado estado estacionario es la peor situación imaginable. La tesis de Ferguson es que estamos instalándonos en una fase del capitalismo en Occidente que podríamos considera así.

¿En qué momento perdió Occidente el camino del crecimiento? ¿Cómo se ha llegado a este punto de estancamiento?. Desde luego, Ferguson, no piensa que sea por que falten estímulos.  Niall Ferguson es un historiador de la economía que considera que preocuparse de la desigualdad entre ciudadanos de un mismo país es perder el tiempo, porque lo que realmente interesa es la caída del poderío económico de los Estados Unidos respecto de China y la deuda que la actual generación va a dejar a la siguiente. Y no lo hace tanto porque considere que la desigualdad no es importante, sino porque considera que no es «lo más importante», como piensa Thomas Piketty, el economista francés. Niall es escocés, (algo tendrá que ver en su posición vital). Nació en 1964 y ha tenido un éxito extraordinario como escritor y conferenciante. Sus tesis son duras y, en el libro que se reseña, se explican en su naturaleza y en sus consecuencias. El libro es duro ya desde el título. La gran degeneración se refiere al hecho de que países (generalmente occidentales) con instituciones que ha funcionado bien están degradándose, principalmente, porque sus instituciones lo están haciendo por un fenómeno entrópico que tiene los siguientes factores principales, que el llama cuatro cajas negras:

  • Democracia
  • Capitalismo
  • Estado de Derecho
  • Sociedad civil

El buen funcionamiento de cada uno de estos aspectos de la sociedad humana están involucradas instituciones. En el caso de la democracia, son los partidos políticos y todo aquellos agentes (jueces, Juntas Electorales, Ombudsmen)  que trabajan para que las elecciones sean limpias; por supuesto, el Parlamento como sostén de la legislatura y el Gobierno como ejecutor de las políticas. Considera que el Estado de Bienestar no debe confundirse con la democracia y hace una broma sin gracia sobre su nacimiento: según él, usando la metáfora de un panal de abejas, el estado de bienestar es un invento de los zánganos para que las obreras trabajen para ellos. Zánganos que reclaman servicios que hay que financiar endeudándose y comprometiendo a las generaciones siguientes. Todo el mundo reclama ser demócrata hoy en día. En cuanto al capitalismo, pone en juego la idea de hasta qué punto las regulaciones que los gobiernos y parlamentos disponen lastra el buen funcionamiento del sistema.

En cuanto al Estado de Derecho considera que ni la democracia, ni el capitalismo pueden funcionar sin un sistema efectivo de justicia. donde las leyes puedan ser impuestas si hay infractores; los derechos individuales puedan ser respetados y las disputas resueltas en forma pacífica y racional. Considera que el Estado de Derecho generado en los países angloparlantes ha resultado el más efectivo, pero cree que está en peligro porque está derivando en una especie de sistema gobernado por los abogados antes que por las leyes. En cuanto a la sociedad civil, el mundo del voluntariado que trabaja para fines sociales sin ánimo de lucro, en clubes y organizaciones, cree que es un mundo que declina quitando uno de sus principales pilares a la estructura de una civilización. Se pregunta si las relaciones que se crean a través de las redes sociales son la forma moderna de hacerlo y se responde que no. En definitiva, estos cuatro aspectos de la vida civilizada se encarnan en instituciones y, por tanto, de éstas depende su éxito. Cada individuo pertenece o está involucrado en un gran número de instituciones, ya sea por obligación, ya sea por afición. Algún conjunto de instituciones favorecen la vida libre y creativa y otras son nocivas, como las violentas asociaciones de hooligans.

Son mucho los autores que han llegado a conclusiones parecidas, pero ninguno pone el énfasis donde lo pone Ferguson. Él cree que las instituciones fallan porque existe una especie de entropía de las instituciones buenas que devienen malas porque se quiere destruir el estado de derecho o el libre mercado. Ferguson se pregunta qué se está haciendo mal en Occidente en estos momentos. En su opinión se está actuando sobre los síntomas mientras está instalándose el estado estacionario y paralizante que Adam Smith denunció. Un estado de cosas en el que las élites se corrompen y los pobres sufren extraordinariamente.

Se está produciendo un proceso de traslación de la eficacia de las instituciones de Occidente a Oriente con espectaculares efectos económicos. Empieza su análisis con la decadencia relativa de USA que muestran las siguientes dos imagenes:

(Todas las imágenes provienen de la conferencia de Ferguson en Chile. https://www.youtube.com/watch?v=S_VIF_l4Ulc

Ferguson 19

Ferguson 2

Por eso discute la pretensión de Piketty de que es la desigualdad interna de los países la clave de los problemas actuales. Ferguson cree que ni las diferencias genéticas, ni las diferencias climáticas, ni la distribución en las materias primas, ni siquiera la práctica del imperialismo es el origen del problema. El cree que la mejor explicación de por qué Occidente desarrolló una civilización más rica que Oriente, lo que se llamó «la gran divergencia», está en el funcionamiento de las respectivas instituciones. En un caso, el de Oriente, instituciones basadas en dinastías consumidoras de recursos, bajo crecimiento y, en el de Occidente, una economía de rápido crecimiento, una sociedad civil muy activa organizándose, un gobierno meno interventor y unas relaciones impersonales reguladas por la ley incluyendo los derecho de propiedad, la justicia y, al menos en teoría, la igualdad. De este modo se pasaba de un estado natural de cosas muy frágil a uno más maduro y abierto para las relaciones entre elites. Era un paso intermedio hacia una sociedad completamente abierta como la que disfrutamos ahora, que son resultado de las dos conmociones del siglo XVIII: la revolución americana y la francesa, que abrieron las posibilidades a todos.

Fukuyama establece que las tres condiciones para esta sociedad son: un estado fuerte, la subordinación del Estado a la ley y la responsabilidad del estado con todos los ciudadanos. Acemoglu y Robinson consideran que la clave entre países fallidos y países con éxito reside en contar con derechos políticos activos que permiten el acceso de todos a las oportunidades de económicas, pasando de tener instituciones extractivas (parasitarias) a tener instituciones inclusivas (proactivas). Ferguson cita a Hernando de Soto y a su experimento relatado en el libro The Mystery of the Capital acerca de cuánto tiempo se necesita en Perú para montar un negocio o construir un edificio. Estas dificultades obligan a que los pobres sobrevivan fuera de la ley. Lo que genera propiedades ilegales que se pueden considerar capital muerto, por no entrar en el juego financiero que posibilita la actividad económica. Energía financiera que no es utilizada condenando al país a la pobreza crónica. Ferguson, también utiliza el caso de Tarek Bouazizi, el joven tunecino al que se le expropió su carrito con viandas que era su única forma de vida. Tarek se quemó enfrente de la comisaría y fue el fulminante de la revolución de Túnez que expulsó al presidente Zine Ben Alí y a su régimen. Tarek tampoco podía usar su casa como garantía para emprender un negocio mayor porque no tenía escritura. Si el estancamiento de las instituciones de estos países provoca el estancamiento económico, es razonable pensar que la revolución inglesa de 1688 fuera clave para romper con las restricciones de la actividad económica en Inglaterra que imponían élites ociosas dedicadas a parasitar a la población comerciante y trabajadora. La liberación trajo la mejora de la agricultura, la expansión del imperio y la revolución industrial.

Si todo esto es cierto, Ferguson cree hay que convenir con Adam Smith que el actual estancamiento de Occidente debe tener explicación en una degeneración de sus instituciones. Y que el éxito de Oriente reside en haber copiado con provecho el funcionamiento de las instituciones occidentales. El primer país fue Japón nada más acabada la II Guerra Mundial y, aún, bajo el control político de los Estados Unidos. Así, bromea Ferguson, los países orientales se «han bajado» las siguientes aplicaciones:

  1. Competencia económica
  2. Revolución científica
  3. Los derechos de propiedad
  4. Medicina moderna
  5. Sociedad de consumo
  6. Ética del trabajo

Han añadido una burocracia eficiente y cuentan con una enorme fuerza de trabajo bien formada. Véase la impactante diapositiva que sigue:

Ferguson 13

Como se puede ver por el informe PISA, los hijos de la clase trabajadora china tiene mejor puntuación en matemáticas que los hijos de las elites profesionales de Estados Unidos.

Ferguson rechaza el argumento de que la crisis de 2007 se deba a la desregulación que empezó con Ronald Reagan y remató Bill Clinton anulando la Glass-Steagall Act de 1933 (surgida de la Gran Crisis de 1929), dejando las manos libres para que los bancos comerciales se dedicaran a la fantasía financiera provocando y favoreciendo el endeudamiento público y privado al salir al mercado a la aventura gran parte de los depósitos de los contribuyentes. Así se acabó con la era de los bancos aburridos para pasar a la de los bancos temerarios, según afirma Paul Krugman el economista Premio Nobel.

Ferguson, aunque declara no querer lavar la cara de los bancos, considera que esta historia de la desregulación está muy equivocada. El primer argumento es que la caída de los bancos Lehman Brothers y Bear Stearns se habría producido igual con la Ley Glass-Steagall, porque eran bancos financieros. También rechaza que el crecimiento de la productividad en la posguerra se debiera a que los bancos comerciales estaban bien atados. Reconoce que hubo un gran crecimiento, pero que la mayor velocidad se alcanzó tras la llegada al poder de Reagan. En lo que, seguramente, algo tuvo que ver la mejora en la educación y la innovación tecnológica, además de la incipiente globalización. Ferguson rechaza la relación control bancario-crecimiento y la relación descontrol bancario-crisis. Él cree que la desregulación no es mala, pero la mala desregulación sí, especialmente si va acompañada de malas decisiones monetarias y fiscales, como demostró la crisis de los años 70 y la de los años 2000. Ferguson, sorprendentemente piensa que la crisis de 2007 se debe a un exceso de regulación y decisiones perniciosas y da tres razones:

  1. se incentivó con participaciones a los ejecutivos de grandes bancos de propiedad pública para que aumentaran el valor de las acciones de sus instituciones. Naturalmente, el camino que utilizaron fue el de maximizar el tamaño de las actividades de los bancos en relación a su capital.
  2. Se autorizó desde 1996 a fijar los requisitos de sus capitales sobre la base la estimación de sus riesgos internos. Evaluación que se confió a agencias privadas de rating.
  3. Los bancos centrales, liderados por la Reserva Federal, desarrollaron una peculiar doctrina monetaria, según la cual debían intervenir bajando los intereses si los precios de los activos bajaban con rapidez, pero que no debían intervenir si subían bruscamente, siempre que no afectara a la inflación. De este modo los bancos centrales se auto-excluían de un brusco calentamiento de la economía que llevara a una burbuja. Se suponía que sólo había que preocuparse de los precios del consumo, pero, por alguna oscura razón, no de la inflación de los precios de las viviendas.
  4. El Congreso de los Estados Unidos aprobó una legislación para incrementar el porcentaje de ciudadanos de bajos ingresos que eran propietarios de sus viviendas,. Con ello, produjo una distorsión del mercado de las hipotecas con la intervención de las agencias inmobiliarias oficiales (Fannie Mae y Freddie Mac). Un impulso por razones sociales y políticas para que familias de bajos ingresos se comprometieran al pago de créditos a largo plazo.
  5. El gobierno chino que gastó billones de dólares para prevenir la apreciación relativa de su moneda respecto del dólar. Lo que hizo para que los productos chinos fueran altamente competitivos en los mercados occidentales. La consecuencia no prevista fue proporcionar a los Estados Unidos de una línea de crédito enorme que favoreció una burbuja en el mercado inmobiliario.

De todo este proceso solamente es atribuible a la desregulación, según Ferguson, el mercado de derivados como los Swaps, que la agencia de seguros AIG, a través de su oficina de Londres, vendió en enormes cantidades. Pero, Ferguson no considera a esta iniciativa la primera causa de la crisis, porque los bancos son la clave de la crisis y los bancos, según nuestro autor, estaban regulados.

En su opinión, el daño hecho por los derivados no debe llevar a la eliminación de los inventos financieros, del mismo modo que no se debe eliminar a Amazon por las consecuencias que tiene sobre las pequeñas librerías. Ferguson cree que la innovación financiera no debe ser parada por la regulación financiera. Los legisladores y reguladores actuaron con indiferencia provocando consecuencias inesperadas. Tiene razón Ferguson en hacer reproches a los legisladores, porque en las audiencias que se celebraron en el Congreso de los Estados Unidos los ejecutivos involucrados pudieron aguantar el fuego graneado de los comisionados con rostro de cemento con la única frase de «no será ético, pero es legal«. Puede uno imaginarse las risotadas en privado desde cualquier resort caribeño. Pero insiste en que no es una cuestión de regulación financiera, pues ya Adam Smith en 1772 la propuso. Por eso, cree que la cuestión no es si se necesita más regulación, sino «Qué tipo de regulación financiera funcionará mejor«. Citando a Karl Kraus en su irónica definición del psicoanálisis, dice que «la regulación financiera es la enfermedad que pretende ser el remedio«. También cita John Mark, ex-jefe ejecutivo de Morgan Stanley que dijo a los legisladores: «No podemos controlarnos a nosotros mismos. Ustedes deben entrar y tomar el control en Wall Street«.

Esta pasión por la regulación la atribuye Ferguson a los enemigos del Estado de Derecho y uno de ellos es una mala ley y, Ferguson cree, la sobreactuación legislativa después de la crisis es la prueba. Páginas y páginas, reguladores y reguladores en una intrincada trama que no garantiza que se pueda evitar la próxima crisis. Ferguson no entiende cómo se compatibiliza limitar los préstamos que dan los bancos con la recuperación económica.

Si Darwin extrajo su teoría de la selección natural de la lectura de Malthus está por ver, pero, como dijo Bagehot: «La ruda y vulgar estructura del comercio inglés es el secreto de su vida; porque contiene la tendencia a la variación, que, tanto en el reino social como en el reino animal, es el fundamento del progreso«. La innovación es una mutación y no puede ser impedida, si no la vida social se paralizará y pronto acudirán las élites extractivas a vivir en la holgazanería a costa de los demás, como Smith pronosticó. La regulación post-crisis no puede abarcar toda la complejidad del sistema financiero moderno para atarlo de pies y manos. Ni siquiera es deseable. La solución que da Ferguson la basa en las reflexiones de Walter Bagehot en 1873, según las cuales la complejidad del sistema financiero de Londres era tal que iba acompañado de una gran fragilidad, porque se basaba y,  todavía se basa exclusivamente, en la confianza de un ser humano sobre otro. Confianza que cuando desaparece bruscamente por razones desconocidas, un pequeño incidente puede dañar al sistema y uno grande destruirlo. Un sistema que no tenía más paracaídas que el Banco de Inglaterra, una entidad con la mayor cantidad de capital ocioso del país. Hoy en día, ocurre del mismo modo. Todo los actores económicos están comprometidos y su fortuna va y viene. En caso de catástrofe ninguno puede ocuparse del conjunto. Por eso Bagehot propone que, en caso de crisis, el banco central debe poner liquidez a disposición de los actores económicos pero a un alto interés, para que sólo lo tomen los que realmente lo necesitan. Justamente lo contrario que se ha hecho en la crisis del 2007, que se optó por dinero barato casi a cero interés. También se ha despreciado lo que Bagehot dijo acerca de que al frente de los bancos haya gente con gran experiencia en tratar con los mercados de valores. Y en especial al frente del Banco Central, donde debe haber alguien experimentado y «aprehensivo» para que intervenga cuando vea que crece el crédito demasiado o sube en exceso el precio de los valores. También debe contar con suficiente libertad (latitude) para fijar requisitos de las reservas, tasas de interés y flujos de las compras y ventas de valores en un mercado abierto. Todo ello sazonado un buen conocimiento de la historia de las finanzas para prender del pasado. Sin olvidar, añade Ferguson, que quien transgreda las normas debe pagarlo caro. Los que ponen el énfasis en las desregulación como causa de la crisis, deben tener en cuenta, también, el clima de impunidad reinante, que procedía, no de la desregulación, sino de la ausencia de castigo.

Siempre habrá codiciosos alrededor de las actividades bancarias. Pero cometerán fraude si saben que no hay ni vigilancia, ni castigo. El fallo en aplicar la regulación, es decir, la ley, es uno de los aspectos más perturbadores desde 2007. El número de los que han pagado con cárcel sus tropelías es ridículamente bajo. He aquí de nuevo las cuestión de las instituciones que, si funcionan mal, todo va mal. Ferguson cita a Voltaire cuando dijo que «Los británicos ejecutan, de vez en cuando, a un almirante para que los demás tomen nota«. Si los banqueros pueden impunemente transgredir las leyes delante de los ojos de los reguladores, no hay esperanza. Pone el ejemplo de Angelo Mozilo que fue penalizado con 67,5 millones de dólares por fraude en las hipotecas cuando había recibido 522 millones durante su gestión como CEO de su empresa (Countrywide Financial). Y esto no puede consentirse. De modo que ni exceso de regulación, ni impunidad. El mundo financiero funcionará mejor y será menos frágil con reglas sencillas y dureza en su aplicación.

Las pistas de la degradación de las instituciones que denuncia Ferguson son:

  • La ruptura del pacto intergeneracional expresado por la deuda pública y privada de los países. En azul el incremento en impuestos para corregir la situación y en rojo el recorte en gastos necesarios para el mismo fin.

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  • Excesiva complejidad y reglamentación de la actividad, que se traduce en lentitud de la activación de iniciativas.
  • La complicación del entramado legal por la acción de los abogados. Rule of lawyers vs. Rule of law. Adviértase en la figura inferior el incremento en el número de páginas legales en los últimos 100 años.

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  • Declinación de la sociedad civil, en forma de menor interés en el apoyo del voluntariado. Este es un punto muy relevante, pues como dijo Raúl Guerra Garrido, «Hay más trabajo que puestos de trabajo«. Como se ve en la figura inferior hay una caída importante de la contribución del voluntariado en tareas sociales.

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Todos estos parámetros están en su peor momento y, por eso, sufren las instituciones y si sufren, sufre toda la sociedad. En particular discute el reproche de elitista que se hace a la existencia de clubes privados y a la existencia de colegios privados. Está de acuerdo en la existencia y proliferación de colegios públicos, pero considera que ésto tiene un límite, especialmente en sociedades donde la formación general es universal. Pero cree que el monopolio de la educación tiene los mismos problemas de cualquier monopolio: la caída de la calidad debido a la seguridad que proporciona y la ausencia de competencia. No debe costar trabajo, incluso cuando se perjudica a las propias coordenadas ideológicas, reconocer la contribución de instituciones educativas privadas al elevar los niveles de calidad. Ferguson no pone al sistema público frente a la existencia de instituciones privadas. Cree que deben existir ambas.

En la figura inferior hay una medida subjetiva de la percepción de la confianza en las instituciones norteamericanas.

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Ferguson concluye con una matriz interesante, que propuso el, afortunadamente, olvidado Secretario de Estado de George W. Bush Donald Rumsfeld. Ferguson aportó una más. Se trata de formas de información con que se cuenta o se puede contar:

  • Conocimiento que se sabe que se tiene (known knowns)
  • Conocimiento que se sabe que no se tiene (known unknowns)
  • Conocimiento que no se sabe que no se tiene (unknown unknowns)
  • Conocimiento que no se sabe que se tiene (unknown knowns) (aportación de Ferguson)

LO QUE SABEMOS QUE SABEMOS

Somos conscientes de saber, porque no va a cambiar en un futuro razonables:

  • La distribución de la inteligencia de los seres humanos
  • Los sesgos de la mente de las personas
  • El crecimiento de la población
  • Las reservas de metales y tierras raras
  • La difusión de la tecnologías
  • El aumento de la población urbana por la ventaja de su economía de escala

LO QUE SABEMOS QUE NO SABEMOS

Aquí, Ferguson, sitúa las reservas de minerales y recursos en el planeta, así como la nueva tecnología que ha de llegar en el ámbito de lo que sabemos que no sabemos. También sabemos que no podemos conocer el impacto de las crisis sobre los precios de las materias primas en el futuro. Del mismo modo, también sabemos que no sabemos los desastres naturales que pueden llegarnos en cada momento. Sin embargo, sí sabemos que el número de víctimas crece con la concentración urbana.

LO QUE NO SABEMOS QUE SABEMOS

Lo que no sabemos que no sabemos es un ámbito que por su propia naturaleza impide cualquier pronóstico, pero lo no sabemos que sabemos tiene que ver con la ignorancia de los que toman decisiones sobre lo que la historia nos enseña. Por ejemplo, acerca de las burbujas de los precios de los valores, la corrupción política, la desigualdad de ingresos o la indecisión para abordar la inflación para prevenir una crisis económica. En el ámbito político se sabe que la subida de los precios de los alimentos básicos, la existencia de un amplio segmento de jóvenes, la existencia de una clase medias emergente, una ideología destructiva, un régimen antiguo y corrupto y la debilidad del orden internacional producen disturbios como los que se pueden observar en Oriente Medio.

LA DEUDA, LOS VIEJOS Y LOS JÓVENES

La situación actual de falta de perspectiva ha derivado en un aumento de las deudas de los países occidentales, pues piden dinero prestado para gastar lo que no han ganado previamente en capacidad productiva. Parece claro que un problema como el de la desigualdad dentro de un mismo país, salvo que se traduzca en disturbios, pasa a ocupar un lugar secundario en los problemas de nuestra área geoestratégica, en opinión de Ferguson. También cree que ni la austeridad, ni los estímulos monetarios son la solución, pues las razones son más profundas. El enfoque institucional tiene la ventaja de que no deja la solución en la mano invisible del mercado, sino que apela a acciones voluntarias de carácter educativo, axiológico y político que pueden cambiar el signo de la actual decadencia.

Deuda 2016

Ferguson interpreta la deuda dramáticamente como que las actuales generaciones de votantes viven a expensas de aquellos que, son demasiado jóvenes o incluso no han nacido. Él estima que a precios actuales, la diferencia entre las obligaciones actuales y los ingresos del futuro homogeneizados es de 200 billones de dólares (unidades europeas), lo que tendrá dramáticas consecuencias sobre los impuestos y los gastos públicos del futuro. Para corregir la situación se ha estimado que se necesitaría un incremento de los ingresos por impuestos del 64 % o un corte del 40 % de los gastos del estado. Esta idea ya la había anticipado Edmund Burke en su libro Reflections on the Revolution in France de 1790:

«La sociedad es, desde luego, un contrato… no sólo entre aquellos que están vivos, sino entre los vivos, los que han muerto y aquellos que todavía han de nacer»

Ferguson cree que el gran desafío actual de las democracias maduras es cómo restaurar el contrato social entre generaciones. Un contrato, por cierto, que nunca fue explícito cuando la explotación de la población era groseramente insoportable. Es decir cuando los grandes capitales se acumularon en el siglo XIX y principios del XX. Después la productividad generada por la tecnología ha pacificado las tensiones aunque no haya paliado la desigualdad. En su opinión la igualdad económica no es una meta realista. La ambición humana es un motor del que todavía no se puede prescindir. Haciendo una caricatura, si todo el mundo quiere ser funcionario, el estancamiento y retroceso están garantizados.

Los países europeos están padeciendo déficits a largo plazo que no pueden ser eliminados por la oposición de los votantes a los recortes que supondría. Sería muy raro que el crecimiento de los países occidentales no sufra el efecto de deudas públicas por encima del 90 %. ¿Qué salidas hay? Una es de improbable aplicación. Serían los políticos convenciendo a la población de jóvenes y especialmente mayores de una política fiscal más responsable. En opinión de Ferguson se oculta o disimula este tipo de información sobre el pasivo de las naciones, por lo que no se toman las decisiones adecuadas. Propone la publicación del balance de la nación. Una hoja en la que se compruebe el pasivo y el activo del país. De esa forma, nuestro autor cree que quedaría claro cuando un déficit es para la inversión y cuando es para el consumo. Esta transparencia permitiría comprobar el estado de la cuestión intergeneracional. De no pararse la actual situación pronostica que se producirá una espiral en la que se empieza perdiendo la credibilidad, continua con el aumento del costo de los préstamos y se acaba obligados a imponer unos recortes salvajes y altos impuestos en el peor de los momentos, consiguiendo al mismo tiempo entrar en bancarrota con alta inflación. Una tercera opción es el caso de japón que tiene bajo costes de interés para su enorme deuda por el miedo de los acreedores a perderlo todo. Pero esto tiene un precio y es la ausencia de crecimiento en largos períodos. Es el estado estacionario que describió Adam Smith. Ferguson cree que la democracia no puede salvar a Occidente de la decadencia por el egoísmo y la ignorancia financiera de los votantes que culpan a los bancos y exigen más regulaciones sin moderarse ello mismo cuando corre el dinero fácil.

Decir deuda es decir que se deja para el futuro el pago de lo que se ha consumido hoy. Por tanto, Ferguson considera que Occidente está en plena decadencia económica porque está altamente endeudado, lo que para él significa decadencia política y social. Cree que incluso con cortes radicales de gastos de los estados es difícil parar los déficit. En estos momentos la deuda global de los países endeudados es de 50 billones de dólares. lo que equivale al 65 % del PIB mundial. La deuda Externa (tanto pública como privada) de Estados unidos es de 18,6 billones de dólares y la de china de 1,6 billones de dólares. La española es de 2 billones de dólares. Cada americano debe 57.000 dólares; cada chino 1100 y cada español 44.000 mil dólares.

FINAL Y RESUMEN

Ferguson cree que no hay que esperar un milagro de la tecnología y manifiesta su pesimismo por el mal uso que de ella pueden hacer los que son radicales, si no directamente locos. Los imperios retroceden cuando la violencia alcanza un determinado punto y no faltan pronósticos al respecto en el mismo corazón de los Estados Unidos. Pero sobre todo concluye que la decadencia tiene que ver con el estado estacionario de los países como Adam Smith pronosticó. Y ese estancamiento tiene que ver con la degeneración de las leyes e instituciones hasta el punto de que la elites extractivas se imponen a los procesos económicos y políticos. La deuda pública es una expresión de la forma de que los vivos explotan a los que han de vivir y los viejos a los jóvenes. La regulación de la economía es disfuncional. Los abogados se han convertido, de dinamizadores, en parásitos y, finalmente la sociedad civil se ha retraído por los intereses de las grandes corporaciones. Estos son los parámetros de la Gran Degeneración.

Este vídeo es una conferencia de Ferguson en Chile en la que guión es el libro que aquí se glosa.

 

 

 

Sorolla, paisajista en Murcia

No es todo Sorolla, pero era ya un pintor maduro, al que el pincel le iba solo. Es la primera década del siglo XX. Algunos cuadros son contemporáneos de las famosas pinturas para la Hispanic Society of America, que tuve la fortuna de ver cuando pasaron por Málaga. El caso es que tenemos en Murcia, en el MUBAM, un buen número de pinturas del Sorolla paisajista. Apenas hay figuras humanas. Bosques, peñas, cumbres, arbustos, planicies, trigales, laderas, horizontes abiertos, en otoño, en invierno, tormentas y cielos despejados. Ahí a la mano.

Además de los óleos, hay unas cuantas fotos que muestran lo verista de su arte. Nada de montajes de estudio: nada más que campo, taburete, tela, el o los pacientes modelos, a caballo, de pié, catedralicios, murales, vegetales. Deliciosas fotografías que muestran el sacrificado arte del paisajista. Me ha gustado ver la de Burgos nevado, la foto y el resultado final. Un pintor con los dedos helados pintando con firmeza la trémula piedra de la catedral. También es emocionante comprobar que los famosos cuadros de la luz mediterránea en las playas se pintaron mientras sonaba el rumor del mar y los gritos de placer de los niños. Lo que no sé es cómo conseguía que sus modelos se estuvieran quietos, aunque el premio fuera la inmortalidad.

Este es el manifiesto de la exposición:

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El regeneracionismo español de principios de siglo XX quería sacar al país de su postración imperial. Sorolla como Falla o Albéniz, Emilia Pardo Bazán, la Institución Libre de Enseñanza y el que se reconoce como promotor del nuevo espíritu Joaquín Costa, querían recuperar la autoestima nacional cada uno desde su plataforma estética o política. El paisajismo, pintado al natural, era una forma de recuperar la noción de país diverso y atractivo. Y eso hizo Sorolla, hollar con sus piés todo el territorio armado de su pincel como muestran las fotos de la exposición:

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Aquí se ve al pintor en Burgos en plena nevada. Y este fue el resultado:

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Especial interés tiene el registro pictórico que hizo Sorolla de los tipos hispanos por encargo de la Sociedad Hispana de América fundada por Archer Milton Huntington en 1904. Las fotografías que siguen son de dos posados para los cuadros de Sorolla en torno a 1914.

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En la siguiente fotografía se ve al jinete incorporado a la obra final:

Sorolla

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Como se puede comprobar en la foto que sigue, la sede de la Asociación tiene una sala dedicada a estos cuadros costumbristas que es una «capilla sixtina» del arte español. Una hazaña, la de Sorolla, que mermó su salud y, quizá, favoreció su temprana muerte por un ictus que sufrió en 1920 con 57 años, aunque murió postrado tres años después.

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Ahora una serie de paisajes, escogidos entre los que figuran en la muestra:

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Sorolla tiene como referencia cercana a Fernando de Haes, pintor de origen Belga que emigra a España y se convierte en un referente del paisajismo del natural español. Él trae a España los últimos coletazos de arte pictórico europeo preimpresionista. Véase una muestra de Haes:

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Finalmente, el contrate entre el pintor en la playa y el resultado final de uno de sus luminosos cuadros de la costa mediterránea:

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Niños en la playa. 1916

Merece la pena pasar una rato en el MUBAM disfrutando de la obra del Sorolla que nos ha visitado.

Intoxicación

A la búsqueda de explicaciones para la sorpresa de escuchar a gente libre gritar «libertad», o a ciudadanos con derechos protegidos gritar  «represión», he buscado en algunos estudios sobre las condiciones que llevan a una persona a separarse de la realidad. Entiendo por realidad a un estructura conformada por acontecimientos cuyos rasgos hemos convenido en que tienen una determinada interpretación, que puede ser probada de la forma más solvente posible y siempre con la cautela sobre su evolución cuando se dan nuevos acontecimientos.
Rasgos del sectario moderno:
  • Se le reconoce porque mantiene su posición «con alegría» más allá de los «hechos» definidos por las teorías generalmente aceptadas y probadas. Su patrón mental es tan coherente que le permite responder a cualquier argumento en contra. Tiene ejemplos, contraejemplo, símiles y contra símiles.
  • Mientras las circunstancias lo permiten sabe encontrar argumentos de contraataque dialéctico usando las mismas palabras cargadas de nobleza originaria (democracia, libertad) o evocadoras de acciones indeseables (represión, violencia).
  • Cuando los hechos se presentan contumaces como, por ejemplo, que se vive en una sociedad libre y en un marco legal con legitimidad democrática, lo niega sin rubor comparando la realidad con el ideal y cambiando la escala de los problemas. Por ejemplo, elevando un incidente leve a gran ataque a la democracia.
  • Usa metáforas o símiles amables para mostrar la bondad de sus intentenciones. Por ejemplo, usa la metáfora del hijo que se emancipa o la pareja que se divorcia cuando de independencia se trata. De este modo pretende dar un tono de normalidad al proceso a pesar de que los perjuicios que causa a millones de personas.
  • Cuando la realidad le impide conseguir sus propósitos lo difiere ad infinitum. Es decir, en caso de fracaso del intento, remite el éxito de la causa a un futuro indefinido, para que no decaiga la moral del grupo al que pertenece.
  • Usa la necesidad de aprobación por el entorno para captar a los más vulnerables, pues todos ajustamos nuestra conducta en función de las reacciones de la gente que apreciamos.
  • El fanático inculto repite las consignas simplificadas de los programadores

Es sorprendente la fascinación que las posiciones nacionalistas tienen para ciertas posiciones de la izquierda política que se sienten atraídas, como una polilla a la luz, por la palabra «libertad», y se enfurece sin remedio ante la palabra «represión».  Ante estos dos estímulos experimentan complejos bien arraigados y olvidan sus obligaciones sociales. De esta forma es fácil distraerlos de las batallas que el mundo actual reclama que, desde luego no es la fractura que debilita ante los extraordinariamente poderosos adversarios de la justicia social. No poco contribuye a esa actitud, el milenarismo, el deseo insaciable del aquí y ahora y la histórica y larga lista de promesas incumplidas. Una actitud impaciente desmentida por la historia que muestra, una y otra vez, el fracaso de lo intentos precipitados de cambio basados en simplificaciones ante una realidad compleja que burla siempre los intentos torpes.

Viene a cuento este artículo de la atmósfera tóxicas creada por los argumentos y contra argumentos acerca de las pretensiones de los independentistas catalanes en las declaraciones públicas.  Desde luego que han habido malos interlocutores en este proceso, que nos han llevado a la situación de hoy día en España. Un hecho que pagarán con su lugar en la historia y con las penas que la democracia impone a los que la turban. Esto hace referencia tanto a la osadía independentistas como a la negligencia del gobierno central que ha esperado, no pacientemente, sino indolentemente, favoreciendo la agravación del caso. Por parte de los independentistas, tal parece que ha habido en Cataluña una operación de creación, durante muchos años de vida pacífica y libre en nuestro país, de un espejismo. Una operación de convicción a gente libre de que no tiene libertad; a gente con derechos que no tiene derechos; a gente con garantías políticas y judiciales que está sometida a un régimen opresor y a gente que vive en la rutina de la vida cotidiana de que desafiar a la ley es emocionante, históricamente relevante e idealmente legítimo.
En la base de esa operación está la seguridad que las élites de cada autonomía española han adquirido en la misma acción de disfrutar del poder autonómico. Esa seguridad operativa, sumada a la ideología nacionalista de fondo, ha llevado al deseo de  independencia. Como un proceso así necesita de masas, se ha llevado a cabo una eficiente conversión al independentismo del doble de personas de las que ya militaban en él, hasta un techo actual de dos millones de un censo de 5,5 millones. El disfrute de todos los rasgos del poder soberano y el apoyo del 40 % de la población adulta ha disparado la osadía nacionalista, que estaba latente desde la invención de este ejemplar del catálogo político en el siglo XIX. Una osadía con la que se ha desafiado todo el marco legal de España con gran desparpajo. Una situación que se puede repetir con cualquiera de las regiones españolas que consideren que pueden sobrevivir económicamente sin la tutela del Estado. Un horizonte que ha aumentado el nerviosismo del gobierno central haciéndole cometer errores de bulto que aumenta el victimismo de los independentistas haciendo de su causa un tema atractivo para los medios de comunicación, con el consiguiente premio en apoyos no oficiales. Hay pocas cosas más atractivas, en el reality show en que se ha convertido el mundo, que un pueblos «luchando por su libertad».
Esta operación es muy preocupante por su eficacia, que se comprueba observando como, con las toneladas de información que se recibe todos los días, las mismas personas que fueron reprimidas por dirigentes y fuerzas de Cataluña por reclamar justamente el final de los recortes sociales, hayan aceptado el acto de prestidigitación de los mismos dirigentes para ser conducidos a la defensa de la independencia. Esa operación de ilusión colectiva es a la que habría que llamar intoxicación, lo que no es más que un símil obviamente. Son víctimas de lo que Isaiah Berlin llamó libertad positiva: ese estado de la conciencia en que se pierde la autonomía del propio pensamiento para cederlo a una meta colectiva plena de emoción y promesas promovida y gestionada por otros.
Todo esto nos desvía, en cualquier país y sea cual sea su estructura territorial y constitucional, de la verdadera lucha social y ecológica. ¿Por qué una parte tan importante de la población pone toda su energía en la aceptación de una identidad idealizada (cataluña es una mezcla infinita) y la internaliza hasta el punto de desear separarse casi físicamente de una vecindad identificada por contraste?. ¿De verdad se cree en que es posible recrear una vida civil pura, inmaculada en la que pueblo y dirección unidos caminan hacia un horizonte de plena parusía? ¿Todavía se creen en estas cosas?. ¿No se ha comprendido ya que el futuro de la humanidad en general y de cada pequeña comunidad en particular depende de complejos y sutiles pactos a los que hay que obligar a los políticos responsables?.
Quizá el episodio de independentismo de Cataluña sirva para que políticos, como Mariano Rajoy y lo que representa, aprendan una lección de realidad y no impidan la evolución social de forma dogmática. Su parálisis nos lleva ahora a posponer los cambios para que todo el mundo vuelva al marco legal con grandes perturbaciones sociales y económicas. Son esos políticos que, el gurú de la libertad, Friedrich Hayek llamó «conservadores» y de los que trató de separarse enérgicamente por su tendencia a la parálisis.
En todo caso, lo relevante, en este caso, es advertir la fuerza que tiene en la época actual la lucha pacífica de ciudadanos aunque se utilice para fines dudosos. No se habría llegado a este punto de expectación mundial sin la gente en las calles con las manos en alto. Esto tiene una fuerza ineludible, que es una pena que se use para un fin de egoísmo colectivo. Esa fuerza debería usarse para las causas sociales y ecológicas, ahora que los gobiernos no pueden ya, afortunadamente, disparar a la multitud como en los míticos asaltos al Palacio de Invierno o en la huelga de la Ford en Detroit. En este caso, el pacifismo encuentra su causa en oponerse a una tiranía ficticia intoxicado por la eficacia de la bandera identitaria. Una eficacia que ya llevó al fracaso de los movimientos pacifistas internacionales, que intentaron evitar la Gran Guerra en base a la fraternidad entre trabajadores de las distintas naciones, pero que tuvieron que contemplar como, a toque de corneta, los trabajadores y los religiosos se alinearon bajo sus respectivas banderas nacionales. Una actitud pacífica planificada que se suma a la paradójica situación de que ha sido un movimiento de arriba hacia abajo, lo que hace innecesario, derribar el poder instalado, pues ha sido el propio poder instalado el rebelde. Una situación que explica que el sea inaplicable el delito de rebelión violenta. Los resortes de poder locales estaban ya tomados y la consigna a los seguidores es la acción pacífica. Sólo quedaba el desafío al poder central que se lleva a cabo mediante operaciones bien planificadas de creación de situaciones en las que es fácil que surjan pretexto victimistas.
Decidir el propio futuro en el plano de la política es trasladar al ámbito colectivo lo que es un afán individual. Cuando se convierte a la nación en un sujeto con los mismos derechos que un individuo se hace una peligrosa transposición. La casualidad nos ha colocado aquí o allí, sin preguntarnos. Y cuando uno abre los ojos, se encuentra en una cultura y un país determinado.  Precisamente la historia debe invitarnos a que el objetivo sea la vida digna propia y de nuestro entorno, aceptando todo tipo de mestizaje que las circunstancias nos traigan. La rebelión ante el poder se justifica para reclamar esa dignidad no para favorecer que unos amos se cambien por otros, porque eso nos distrae de la lucha que nos interesa a nosotros (el pueblo) para acabar con los abusos reales que se parapetan tras la política.
El nacionalismo, en el marco de un país imperfecto pero civilizado y democrático, en el que todas las luchas sociales son posibles, es un afán en la que la vida digna individual es sustituida, mediante un acto de prestidigitación, por la dignidad de la nación, sea eso lo que sea. La justicia, como meta para la articulación de la diferencia en estructuras civilizadas, es fundamental. Es más valioso arriesgar la vida para evitar, por ejemplo, una agresión machista, que por un concepto embriagador de lo colectivo. El éxito de los líderes independentistas en convencer a dos millones de catalanes de que no son libres y están siendo perseguidos, nos ponen a todos, no ante el riesgo de perder la unidad, sino de hacerlo traumáticamente. Los materiales aceptan grandes deformaciones si las cargas se aplican lentamente y aquí se percibe una cierta aplicación de este símil. Pero, también, hay que evitar mostrarse simétricamente intoxicado. Los aplausos entusiastas de la bancada del PP al discurso del presidente Rajoy en el Senado es otra forma de nacionalismo exaltado, cuando se trataba de un asunto grave y doloroso. Aquí estamos, distraídos con el nacionalismo de aquí o allí, con el alma llena de emociones «fuertes» (tóxicas) dispuestos a rompernos la cabeza como en el cuadro de Goya. ¿Realmente en este país, aquí, ahora, era necesario poner toda la fuerza en esta batalla perturbadora de Tirios y Troyanos? Cuándo se va a entender que una sociedad es una construcción lenta y complicada que involucra a muchas generaciones y cuyos cambios necesitan de mucha calma e inteligencia. Debemos luchar contra el fanatismo que no escucha y vuelve malsano el diálogo. La situación de nuestro país requiere que, primero se vuelva al camino constitucional y se muestre las consecuencias del desafío con herramientas escrupulosamente legales. Pero, dada la responsabilidad en haber dotado a los independentistas de agravios reales que sumar a los ficticios con los que alimentan a sus seguidores, es necesario, tras la vuelta a la legalidad, crear un espacio de discusión transparente para reajustar la situación territorial de nuestro país. Las tensiones separatistas en las naciones estado occidentales tienen origen o en reclamaciones económicas, identitarias o ambas en proporciones distintas según cada militante. De modo que habrá que tratar el asunto con realismo para que se comprenda que no hay camino a la secesión (principal reclamación identitaria), pero sí a acuerdos económicos razonables (principal reclamación economicista) para una autonomía potencialmente rica pero intergrada en una nación compleja y desigual como España.
En su libro El miedo a los bárbaros, Todorov dice:
La memoria colectiva de todo grupo fundamenta su cultura. Pero la memoria es en sí misma necesariamente una construcción, es decir, una selección de hechos del pasado y su disposición en función de una jerarquía que no les corresponde por sí mismos, sino que les otorgan los miembros del grupo… La selección de los hechos y su disposición jerárquica no la llevan a cabo eruditos especialistas (es muy frecuente incluso que para los guardianes de la memoria los historiadores sean los que les impiden pensar lo que quieren), sino grupos influyentes de la sociedad que pretenden defender sus intereses…Desde el punto de vista de la civilización, como por lo demás desde el de la historia, es preciso evitar la lectura maniquea del pasado, la reducción de sociedades y de culturas enteras al papel de verdugo o víctima.»
HACIENDO FANÁTICOS
¿Cómo se llega a la condición de fanático? Steve Hassan, un ex-miembro de la sexta Moon, consiguió librarse de su condición de sectario y ha estudiado las técnicas de captación de adeptos. El punto de partida de este tipo de estudios fue la constatación de la perplejidad que produjo en Europa que miles de alemanes normales tomaran parte de proyectos tan inhumanos como los campos de concentración, donde millones de personas fueron asesinados. Desde entonces se han realizado muchos experimentos psicológicos sobre el modo de influir sobre individuos o personas. En estos estudios se ha comprobado la eficacia de las técnicas de modificación del comportamiento, la conformidad generalizada y la obediencia a la autoridadSe trata del proceso de influencia que tiene fases inconscientes, como ocurre normalmente en la transmisión de los rasgos de una cultura.
El doctor Solomon Asch probó que se duda de las propias percepciones en situaciones sociales donde el resto de individuos en los que se confía las contradicen. Por su parte, Stanley Milgram, comprobó que los individuos causan sufrimiento a otras personas si creen que la responsabilidad recae sobre la autoridad que lo ordenó.

Control del comportamiento

El control del comportamiento es la regulación de la realidad física del individuo. Incluye el control de su entorno -el lugar donde vive, qué ropas viste, qué come, cuántas horas duerme-así como su trabajo, rituales y otras acciones que realiza. En las sectas el entorno está muy regulado y se usan premios y castigos para su afirmación. Los ritos son parte de la asimilación de las rutinas de comportamiento. En caso de tibieza se producen castigos sociales. Esto es posible en régimen de internamiento, por lo que no es de aplicación al caso.

Control del pensamiento

En un anuncio reciente, se presenta a un jugador de póker al que se le recuerda que, si ha sido capaz de mentir y mentirse en otras circunstancias de la vida, puede hacerlo para engañar a los otros jugadores, mediante el uso de los mismos mecanismos mentales improvisados para salir de apuros cotidianos. Un refuerzo para el control del pensamiento es el uso de un lenguaje especializado y el uso de la técnica de interrupción del pensamiento para evitar las derivas que permitan, por ejemplo, «comprender» a quien no pertenece a la secta. Es fundamental que la ideología de la secta sea vista como la verdad y el único patrón para interpretar la realidad. Todo lo que es malo se halla en el exterior. Para ello, hay que dotar al sectario de argumentos que muestren la racionalidad de sus posiciones. Así cuando se produce una andanada de argumentos de difícil contradicción hay que:

  • Utilizar información que desacredite al interlocutor ante la audiencia.
  • Inventar un supuesto que desacredita la postura opuesta para, a continuación, atacar con fiereza.
  • Hacer afirmaciones cuya irrealidad no pueda ser probada.
  • Acudir a autoridades de parte para reforzar las afirmaciones que se hacen.
  • Afirmar la inviolabilidad de los deseos individuales y rechazar que alguien tenga derecho a mitigar o reprimir esos deseos. Es el habitual reproche «desde fuera no se entiende este sentimiento».
  • Desacreditar toda la posición del contrario en base a unos pocos ejemplos.
  • Establecer relaciones causa-efecto sin soporte estadístico.
  • Desviar la atención de la audiencia poniendo contraejemplos aunque sean anacrónicos o extemporáneos.
  • Tratar de probar la verdad de una afirmación porque mucha gente la apoya.
  • Dar por ciertos mitos fundacionales que muestren la diferencia y, en su caso, de superioridad del grupo al que se pertenece.
  • Combatir dialécticamente con plena concentración para negar cualquier crítica, incluso con la propia postura corporal, al tiempo que se bloquea cualquier información crítica a la propia postura.
  • Si se pone difícil la discusión, se debe acusar al otro de sostener también una postura sectaria simétrica que se dice no deslegitimar, y ello, sin fundamento racional alguno.

El sectario debe saber que ni la ideología de la secta ni la reputación del líder o líderes puede ser discutida. En caso contrario debe sentir la hostilidad del grupo. Por eso se le recomienda que aborte cualquier pensamiento crítico que le pueda llevar a aceptar los hechos que se les presente. Parece claro que, al menos los que se presentan como portavoces del independentismo actúan siguiendo pautas muy parecidas a las enunciadas.

Control emocional

Para el control emocional se utiliza el miedo y la culpa como mecanismos de control y, en positivo, el entusiasmo con la meta idealistas. La culpa y el miedo permite que el sectario evite la infidelidad al grupo. También hacer experimentar la eliminación de la tensión que produce liberarse de una supuesta opresión, vivir la experiencia de un logro histórico al alcance del que el sectario es partícipe. También el miedo a que el enemigo exterior identificado pueda imponer sus normas o a que la propia debilidad ideológica acarree la hostilidad de los conductores del proceso. La felicidad de la comunión con el grupo, la seguridad de estar en el camino correcto, el rechazo o el odio al adversario por su «demostrado» comportamiento hostil a los deseos del sectario, que debe mostrar en todo momento resolución y hermeticidad ante los argumentos extraños, incluidos los ataques directos al líder de la secta. Una situación que es tanto más intensa cuanto más pequeña es la comunidad en la que se vive, si ésta está entregada a las ideas sectarias.

Control de la información

Tanto para el control del pensamiento, como para el control emocional, la información es la clave. Nuestra mente reforzará o se verá debilitada por informaciones positivas o negativas acerca de las posiciones sectarias. De ahí el control que se lleva a cabo para alimentar los pensamientos de los componentes de la secta. La lucha por lo medios de transmisión de la información son claves en la fortaleza del grupo. De ahí la necesidad de contar con medios informativos favorables que muestren con crudeza los errores del extraño y suavicen los errores propios, a los que se le dará una interpretación favorable. Una técnica es fraccionar la información para que nadie tenga un visión global. Cada hecho presentado como prueba del adversario debe ser neutralizado con otro hecho favorable o bien mediante una nueva interpretación por sorprendente que resulte. De esta forma se favorece una atmósfera de relatividad de las opiniones, incluso de la orientación de los hechos que permite establecer una última línea de defensa basada en la legitimidad de cualquier opinión.

Final

La suma compleja del control del comportamiento, el pensamiento, las emociones y la información produce un efecto coactivo sobre el individuo afectado que lo convierte, por mucho tiempo, en un adepto. Naturalmente todas estas técnicas tienen más o menos éxito en función de la vulnerabilidad del potencial adepto. La inmadurez social del candidato, que puede estar a la búsqueda de su personalidad mientras abandona la tutela paterna o social, lo puede llevar a un nuevo grupo. Grupo en el que conseguir lo que él cree que es su autonomía, cuando ingenuamente acepta todo un paquete ideológico ajeno que parece ofrecerle la respuesta a sus dudas. También, si se está instalado en algunas de las formas de resentimiento, es más fácil sumarse a grupos que le ofrecen una salida a su rebeldía sin causa.

En todo caso, hay que denunciar iniciativas de creación artificial de sentimientos separatistas sea en el formato pacífico y sonriente o la versión violenta experimentada en otros casos. Afortunadamente la estrategia de los independentistas catalanes es la primera, pero eso no cambia el hecho de que están en una porfía por imponer una segregación sin contar con más de la mitad de la población. Los individuos tienen derecho a formarse su propia opinión a partir de sus antecedentes y experiencia, pero deben evitarse la intoxicación premeditada. Para ello, es bueno desvelar los mecanismos subyacentes.

 

 

 

(VI) Historia crítica de la Arquitectura moderna. Kenneth Frampton. Reseña (7)

… viene de V

Viviendo en tiempos de irresponsable destrucción de la naturaleza es refrescante encontrar en el libro de Frampton al arquitecto Alvar Aalto (1898-1976), como representante de la arquitectura orgánica por antonomasia. Comienza por mencionar el interés de Aalto por la arquitectura amada por el romanticismo, siempre en ruinas, y la evocación del gótico que tantos arquitectos (Viollet- Pugin) han considerado la forma más genuina de sinceridad arquitectónica y la madera desnuda conformando la cabaña prístina predecesora del templo clásico. El romanticismo en Finlandia se inspira en el estilo Shingle (tablillas) del norteamericano Henry Richardson y el clasicismo en el más cercano Schinkel a través de su discípulo Engel.

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Watts Sherman House. H.H Richardson. Newport 1876

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Biblioteca Central de Finlandia. Carl Ludwig Engel. Helsinki 1845

En torno a 1895 surgió en Finlandia uno de esos milagros culturales que se dan de mucho en mucho con la maduración artística del compositor Sibelius, del pintor Akseli Gallén-Kallela y el arquitecto Eliel Saarinen.

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Pintura de Akseli Gallén-Kallela.

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Estación Central de Ferrocarril de Helsinki. Eliel Saarinen 1919

Todos estaban inspirados en la epopeya popular finlandesa Kalevala en una época en la que acababa el periodo romántico de búsqueda de antecedentes épicos en todas las naciones en el marco de una efervescente nacionalismo. Posición espiritual que influyó en la música, en las artes plásticas y, por supuesto en la arquitectura, quizá el arte con más dificultades para expresarse por sus obligaciones funcionales y, por tanto, el arte que más mérito tiene cuando consigue ambas cosas: expresar el espíritu de la época y dar respuesta a un programa. Un mérito que se multiplica cuando los espacios creados son reutilizables para nuevos programas mientras se constituye en testigo del tiempo con sus propuestas formales.

A la búsqueda de un estilo nacional y dada la abundancia de granito en el país, se comisionó a un grupo de expertos a Aberdeen en 1890 para conocer las técnicas escocesas de construcción con este material. Cinco años después se construye el primer edificio con granito en el recién estrenado estilo del Romanticismo Nacional Finlandés. Lo construye Lars Sonck con algunos detalles en su iglesia de Sant Michel en Turku en el año 1895. En 1905 el granito lo cubre todo en el edificio de la compañía telefónica. Este es un edificio en el que la sintaxis de Richardson está presente.

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Telefónica. Lars Sonck. Helsinki 1905

Entre los antecedentes de Aalto no puede faltar Gunnar Asplund (1885-1940). En sus primeros años también puso su interés en distintos caminos para su arquitectura. Lo que se pone de manifiesto en sus cuatro edificios para la feria de Tampere en 1922. Hasta 1927 construye un sorprendente número de iglesias y dos edificios oficiales bajo la influencia de Asplund en los ligeros apuntes dóricos.

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Edificio de Policía. Alvar Aalto. Seinäjoki 1925

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Biblioteca de Viipuri. Alvar Aalto. 1927

En la biblioteca de Viipuri, como en la iglesia de Viinikka, Aalto acepta la influencia de Asplund. Al final de 1927 se traslada a Turku al Sur de finlandia. Tras la asistencia a un congreso sobre hormigón armado en París durante 1928, Aalto cae bajo la influencia del constructivismo, como se puede observar en el sanatorio de Paimio.

Sanatorio Paimio. Alvar Aalto. 1929

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Nordic Building Conference. Alvar Aalto 1925

Fue decisivo para su interés por el diseño de muebles conocer a Harry y Mairea Gullichsen. Se creó en 1935 una compañía (Artek Furniture Company) para la comercialización de los diseños de Aalto.

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Sillón Alvar Aalto

Sus relaciones con la industria de la madera le hace preferir este material sobre el hormigón por su capacidad expresiva. Un interés que le llevó de nuevo a las texturas que formaba parte del Movimiento Romántico Nacional de Saarinen, Gallén-Kallela y Sonck. Su propia casa en Munkkiniemi expresa esta situación.

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La casa de Alvar Aalto en Helsinki. 1936

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Pabellón de Finlandia. Alvar Aalto. París 1937

Esta vivienda es un collage de madera estriada, mampostería enfoscada y ladrillo caravista, que, también utiliza en su victoriosa propuesta para el pabellón de Finlandia en la Exposición Mundial de París en 1937 con el lema «La madera en marcha». Un verdadero despliegue de todos los tipos de ensamblaje y texturas de la madera. Pero su interés arquitectónico reside en que su disposición volumétrica anticipa lo que va a ser el estilo de Aalto en el resto de su carrera. La fórmula es la división de todo edificio en dos volúmenes con un interespacio de aspecto humano. Un buen ejemplo es el ayuntamiento de Säynätsalo.

Aalto expresa su hallazgo como una forma de «incorporar el movimiento orgánico de la gente a la forma del lugar con el objeto de crear una relación íntima del ser humano con la arquitectura». Y aquí aparece la palabra «orgánico». Este enfoque ya lo había explorado en la Biblioteca de Viipuri y en el sanatorio de Paimio. En estos edificios ya implementa el enfoque psicológico de Neutra y se preocupa de que el aire, el flujo de calor, el sonido y la luz estén al servicio de la salud de los pacientes del sanatorio y la función intelectual de la biblioteca. Y todo ello sin perder el control de las formas al servicio de la función. Esta actitud le permite pasar con suavidad de sus trabajos previos a la II Guerra Mundial hacia la producción de su última etapa. No es un método casual pues nos dice explícitamente: «Hacer una arquitectura más humana significa hacer una arquitectura mejor… que proporciona al ser humano la más armoniosa vida.» En 1938 cierra su período pre bélico con una obra maestra: La villa Mairea. La planta en «L» alude a su período de Romanticismo Nacional y la tradición racional-constructivista. En ella Mezcla la fábrica de ladrillo, la madera y la mampostería enfoscada (su paleta de texturas).

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Villa Mairea. Alvar Aalto. Noormarkku 1938

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Villa Mairea. Alvar Aalto. Noormarkku 1938

Tras la guerra Aalto entra en una etapa de madurez donde toda duda desaparece. Una etapa que inaugura con el ayuntamiento de Säinätsalo. Siendo conceptualmente igual a la villa Mairea, el perfilado de volúmenes de ladrillo es potente y sutil, orgánico y funcional. Dos edificios articulado por un espacio de circulación exquisito que evocaba los conjuntos de granjas de la región de Karelia. Aalto juega con los materiales y su simbolismo. Del pavimento profano de ladrillo en escaleras y corredores a la sagrada madera del suelo flotante de la sala de juntas.

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Ayuntamiento de Säinätsalo. Alvar Aalto. 1950

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Ayuntamiento de Säinätsalo. Alvar Aalto. 1950

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Ayuntamiento de Säinätsalo.  Transición de texturas. Alvar Aalto. 1950

Aalto no pierde de vista la escala y necesidades humanas. Da fe de ello su edificio de apartamentos para la exposición Berlinesa de Hansaviertel Interbau de 1955. En contraste con el dúplex de Le Corbusier, tan imitado, Frampton considera que la solución residencial de Aalto es la más lograda desde el final de la II Guerra Mundial. Piensa que consigue armonizar la casa unifamiliar con el escaso espacio de un apartamento.

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Apartamentos Hansaviertel. Alvar Aalto. Berlín 1955

Los hallazgos de Aalto son: la planta en U, la generosa y profunda terraza, el espacio común ligado a ella y los dos espacios privados que lo flanquean. Con su solución, a lo que se añade la luz natural de la escalera, obtiene variedad de forma sencilla evitando la habitual monotonía de apartamentos idénticos en largas filas. De esta forma escapó del ramplón y dogmático funcionalismo de la época. Su preocupación por el ser humano y sus necesidades físicas y psicológicas le ayudaban a encontrar soluciones brillantes. Según Frampton, este organicismo le acercaba a la cadena de cristal de Bruno Taut y sobre todo al trabajo de Hans Scharoun y Hugo Häring, Incorporándose a un grupo de arquitectos preocupados porque los edificios fueran donadores de vida en vez de represivos. Un logro basado en romper la tiranía de la ortogonalidad, rompiendo la trama allí dónde la peculiaridad del sitio o del programa lo hacía necesario. Frampton cita a Leonardo Benévolo para hacer justicia a Alvar Aalto:

«En los primeros edificios modernos la constancia del ángulo recto servía principalmente para generalizar el proceso de establecer compositivamente una relación geométrica a priori entre todos los elementos. Lo cual significaba que todos los conflictos podían ser resueltos con el equilibrio entre líneas, superficies y volúmenes. El uso de la oblicuidad (como en Paimio) señalaba el camino hacia el proceso contrario de hacer las formas más individuales y precisas, favoreciendo que se dieran desequilibrio y tensión que favorecía el equilibrio con los elementos y el entorno físico. Esta arquitectura pierde rigor didáctico, pero gana en calidez, riqueza y cordialidad…»

Aalto 23Una arquitectura, remata Frampton, que funde lo vernáculo con lo clásico, es decir, lo idiosincrático con lo normativo. Finalmente no hay que olvidar que su mujer, Aino Marsio-Aalto, fue una colaboradora muy apreciada, que desgraciadamente murió con 54 años en 1949, dejando a Alvar postrado. Ella se especializó en interiores tan reconocidos como el de la villa Mairea. También en diseños de objetos de cristal que aún se comercializan.

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Aino y Alvar en su estudio.

Sigue en VII…

Sociedad deliberativa

Hoy en día, el mundo civilizado se ha vuelto, afortunadamente deliberativo y conversacional. Cuando no se convence se pierde. Es una alternativa a la violencia que saludamos con alegría. Por eso, es tan importante estar listo para ser un buen combatiente de la palabra. Las discusiones en los medios de comunicación se han vuelto decisivas porque se quiere ganar los sentimientos del propio y la mente del impropio. Con las palabra se puede excitar las emociones y se puede convencer. Gracias Jürgen Habermas y Paul Grice por anticiparlo y dotarnos de pautas. El filósofo alemán reclama para la comunicación

  • Inteligibilidad. La comunicación resulta imposible si lo que se dice es incomprensible para los demás.
  • Verdad. Este es el aspecto más complicado. Quiere decir que es comprobable que hay correspondencia entre lo que se dice y lo que se significa.
  • Rectitud, es decir, hablar desde posiciones legítimas.
  • Veracidad del que habla en el que debe darse la intención de decir la verdad.

Y el filósofo inglés nos dice que una conversación debe tener:

  • Cantidad. Ni más ni menos información de la necesaria.
  • Calidad. Decir la verdad y aportar pruebas.
  • Pertinencia. Evitar la irrelevancia del contenido.
  • Modo. Hay que ser claro, preciso, breve y ordenado

Se debe identificar a los fanáticos entre los interlocutores, pues son aquellos que se ha dejado absorber por un cuerpo argumental coherente que les permite entrar en batalla sin moverse de sus posiciones armados de ejemplos y contraejemplos, metáforas y símiles y, sobre todo de una permanente sonrisa de superioridad por la autoestima que les proporciona la seguridad subjetiva de poseer un arma dialéctica imbatible. Hay que estimular el deliberar para converger entre personas inteligibles, honestas, rectas y veraces, claras y breves. Personas que parten desde posiciones autónomas como consecuencia de su propia biografía, lo que se comprueba cuando en un debate ceden sin fingir ante algunos de los argumentos presentados por otros interlocutores; que aceptan modular o rechazar algunos de los argumentos propios a medida que la conversación evoluciona. Nadie puede salir incólume de una conversación honrada. Es penoso observar el diálogo de sordos que nos presentan tan a menudo los medios de comunicación  Pero, como no es posible, ni deseable, impedir que los fanáticos participen hay que estar en condiciones de romper su armazón sofista. También es necesario estar abierto a la verdad cuando se presenta aunque conmueva nuestras convicciones. Pero, ¿Qué es la verdad y quién la posee? ¿Cómo la identificamos entre la confusión de argumentos y contraargumentos, aún dichos desde la convicción? Aclaremos que hay muchos tipos de verdad y que su estructura es muy compleja, pero aquí nos ocupamos de la verdad en la política.

PREPARÁNDOSE PARA LA CONVERSACIÓN

El ejercicio intelectual más saludable que uno puede llevar a cabo es leer o escuchar a quien está en una posición distinta a la propia. Naturalmente, opiniones que reconozcamos de forma intersubjetiva como intelectualmente solventes. Este ejercicio no es del todo agradable, pues uno sufre con el contraste entre sus opiniones y las que, de alguna forma perturban nuestra tranquilidad, al advertir que nuestra firmeza flaquea. A veces nos recuperamos de la conmoción e iniciamos el camino del cambio parcial o total de creencias. Pero, este proceso tiene que darse con un cuidadoso control sobre la autonomía intelectual,  de modo que, si eres un adulto, nadie tutele el proceso. Es un viaje solitario en el que acudes a pedir ayuda cuando te atascas en tecnicismos, pero en el que hay que asegurarse de que te afirmas o cambias en libertad. Se debe sospechar de propuestas que te proponen incorporarte a un grupo que se presenta con la pretensión de separarte de los demás o de comprometer tu libertad de opinión. El conocimiento del comportamiento de la mente humana ante argumentos seductores, generalmente orientados a dar sentido a la vida, lleva a determinados gurús a intentar y conseguir de forma generalizada adeptos a sus delirantes teorías.
Permanecer en la seguridad y confort que proporciona el retozar en las propias ideas y creencias es un derecho. Pero la aventura voluntaria de adquirir capacidad de entrar en combate intelectual, en un contexto en el que la historia experimenta algún tipo de aceleración, como ocurre hoy en día, supone empezar a ser irradiado por opiniones polifacéticas o, al menos polarizadas, lo que obliga a estar alerta. La dificultad del proceso reside en que se aborda el ejercicio desde una propia biografía cognitiva, puesto que no se puede estar, metafóricamente, en el aire y se necesita un suelo intelectual. Del mismo modo que cualquier masa vagando por el Universo está sometida a uno u otro campo gravitatorio, cualquier ser inteligente está vagando entre campos ideológicos con su correspondiente influencia en las creencias, desde que nace. Reconocido esto, es necesario una análisis metacognitivo para identificar los argumentos o sentimientos que sostienen nuestras creencias, pues se sospecha que nuestras posiciones políticas o sociales parten de una respuesta integral de nuestro cuerpo-mente que, en principio, no tiene un contorno bien definido y, luego, recibe forma mediante argumentos más o menos coherentes..
Es, pues, un proceso muy emocionante y ambivalente, pues cuando se producen coincidencias se disfruta y, cuando aparecen contradicciones bien fundadas en los argumentos del interlocutor, se sufre por la repugnancia que nos produce escuchar determinadas afirmaciones y por la merma que experimenta nuestra autoestima si comprobamos que nuestros argumentos tienen menos aceptación que los suyos. Al final del rozamiento entre ideas familiares e ideas nuevas (para nosotros) nuestros mapas conceptuales serán otros. Cuando todo ha ido bien, tendremos una perspectiva más completa y general de la realidad. Esto último es cuestionable, obviamente, porque podemos ser víctimas de la facundia del interlocutor o de una operación de caída en las manos de una secta. Cuántos libros llenan las estanterías de las librerías con textos sobre, pongamos, astrología o satanismo o cuántos captadores profesionales van de puerta en puerta con sonrisas, bien que un poco impostadas, solicitando cinco minutos de tu tiempo. Este peligro es real y nos obliga a preguntarnos cómo saber si nuestra aventura cognitiva es errónea o no. También cabe preguntarse qué es lo erróneo y qué es lo verdadero.
PROBLEMAS PARA LA VERDAD
 Hace ya un siglo que la filosofía entró con mucha fuerza, como es su obligación, en el pantanoso terreno de la cuestión de la verdad. La definición clásica de la escolástica es la adecuación de lo que se dice con la cosa a la que se hace alusión. Es decir, la primera e intuitiva respuesta a la cuestión de la verdad es el contraste con los hechos. Pero, después, se argumentó que no había forma de decir la verdad porque los hechos podían ser interpretados más que conocidos en un sentido puro y absoluto. Hoy en día nos encontramos con que, ante nuestras pruebas de una determinada afirmación, nuestro interlocutor nos hablará de «hechos alternativos». Es decir, nos presentará una nueva interpretación de los mismo hechos o sucedidos no advertidos o mencionados con el mismo énfasis por el contrario. Estas dificultades para defender la verdad ha fracturado al mundo en regiones cognitivas ocupadas por creyentes, antes que por conocedores bien informados. Así, antes que conocer por sí mismo la verdad y poder defenderla en cualquier lugar, se buscaría a aquellos que piensan como uno y, desde esa posición se argumenta y contraargumenta contra los de otra región intelectual. Este diagnóstico llevaría a considerar la fuerza o el número como los criterios de razón. Si soy más fuerte, o si somos más, tengo razón.
LA CIENCIA AL RESCATE
Pero todavía hay una esperanza: la ciencia, un ámbito en el que parece que la relación de lo que se dice con la realidad está más clara, aunque también tienen sus propias dificultades. Asi, a principio del siglo XX se pretendió contar con un principio que permitiera definir la verdad de una proposición científica. Se llamó principio de verificabilidad del Círculo de Viena y decía que «una proposición era verdadera si puede ser comprobada experimentalmente», que tuvo problemas pronto, por lo que vino en ayuda el falsacionismo de Karl Popper, según el cual «una proposición o teoría es científica si es concebible un experimento que la contradiga». Por ejemplo, la teoría de que existe el diablo no se considera científica porque no es concebible un experimento que pruebe que no existe. En todo caso, la ciencia, no suele empantanarse en estas diatribas porque su respeto por la realidad es máximo, a pesar de que, a veces, desarrolla la capacidad en sus teorías de predecir acontecimientos que luego son encontrados, bien que guiados por la propia teoría que señala dónde mirar y qué esperar ver.
La posición de la ciencia respecto de la verdad es como decimos más clara, pero no porque haya seguridad absoluta de que lo que se afirma describe la esencia de la cosa, sino porque hace tiempo que abandonó la pretensión de verdad absoluta y navega con gran inteligencia en un mar de ignorancia controlada en el que los criterios son la coherencia, la utilidad explicativa y la capacidad de generar tecnología. Una teoría que toda la comunidad científica considera verdadera, puede ser revocada por otra nueva que explica mejor todos los hechos conocidos en un determinado momento. ¿Es por ello falsa? pues no, en su momento fue verdadera y cumplió la misión que se esperaba de ella: explicar los acontecimientos conocidos y hacer posible el desarrollo de una tecnología útil. Cuando llega la nueva teoría para explicar todo lo observado, la anterior, cuya capacidad explicativa no alcanza a los nuevos sucesos, será aparcada o seguirá siendo útil en un terreno más restringido. Si es retirada, no dejará de ser verdadera juzgada históricamente en relación con los hechos conocidos cuando estaba vigente.
Se observará que parece haber un punto débil, porque hemos dicho que no hay hechos, sino interpretaciones. En efecto, la teoría es una interpretación de los hechos, por lo que los hechos y la teoría se influyen mutuamente. De modo que nos encontramos en un universo muy interesante (nunca entenderé por qué mucha gente tiene que ir al cine a ver películas de miedo para disfrutar, en vez de seguir la extraordinaria aventura de la ciencia). El nuestro es un universo en el que los hechos que suceden se explican por una teoría que, a su vez, es justificada por los mismos hechos. Sólo cuando aparecen, no hechos nuevos, sino «algo» que la teoría no explica, consideramos que necesitamos una teoría nueva porque no podemos estar en ese limbo explicativo. De modo que modificamos la teoría e iluminamos ese algo y lo pasamos a la categoría de «hecho». Ese algo nuevo ¿cómo es apercibido? pues, habitualmente porque alguien tiene una nueva mirada, producto de su idiosincrasia o biografía cognitiva, y ve lo que otros no ven; también puede ocurrir que los instrumentos que la teoría vigente permite construir proporcionan información nueva a la que los antiguos instrumentos no tenían acceso. En definitiva, teoría, hechos e instrumentos (humanos o materiales) forman una triada que gira sobre sí misma y nos permite avanzar. También hay que tener en cuenta que la ciencia siempre tiene sus fenómenos a la mano, mientras que las ciencias sociales deben tratar a menudo con episodios importantes pero sucedidos tiempo atrás.
Pero, ¿qué consideramos un avance en el conocimiento? Conocer lo que no conocíamos, interpretar de una forma más compleja lo antiguo y resolver problemas. Esto último nos llevaría a considerar a la verdad como una forma de utilidad, como afirman los pragmatistas. En realidad, la verdad es eso, pero también una forma de goce, de conocimiento que mejora nuestra relación estética con el mundo y es una forma de armonía ético-cívica. Quien no se somete a este filtro corre el riesgo de sostener teorías pasadas, esotéricas o extravagantes, lo que suele ocurrir por falta de disciplina cognitiva, falta de conocimiento de la historia de los hechos o una voluntad perezosa que prefiere los saltos mágicos al lento caminar de la búsqueda de la coherencia entre hechos, explicación y utilidad que practica la ciencia.
LA ANALOGÍA CIENTÍFICA
La teorías científicas tienen las siguientes características pertinentes para nuestra analogía:
  • Surgen de la experiencia de quien la propone y de su propia elaboración abstracta a la búsqueda de coherencia.
  • Una vez establecida debe explicar todos los acontecimientos de su campo de aplicación para convertirlos en hechos.
  • La aplicación permite generar artefactos útiles e instrumentos, así como predecir acontecimientos.
  • Los instrumentos pueden llegar a generar hechos como consecuencia de que los instrumentos advierten acontecimientos que la teoría explica.
Por su parte, las teorías sociales o políticas tienen las siguientes características análogas:
  • Surgen de la experiencia de quienes la proponen y de su propia elaboración abstracta a la búsqueda de coherencia. Ejemplo la socialdemocracia, el liberalismo, el nacionalismo.
  • Una vez establecida busca el poder para transformar la realidad conforme a sus presupuestos. 
  • La aplicación permite generar artefactos institucionales y observatorios. Propiamente no realiza predicciones en el sentido científico, sino que enuncia propósitos para sus políticas.
  • Las instituciones en su funcionamiento pueden llegar a generar hechos como consecuencia de que producen acontecimientos que la teoría explica. De no ser capaz de explicarlos, aún puede optar por reprimirlos, lo que en el ámbito de la ciencia equivaldría al ocultamiento. 

Como se ve la principal semejanza entre las teorías científica y las sociales o políticas reside en la capacidad explicativa, la relación de mutua influencia entre la explicación y lo explicado (teoría y hechos) y la principal diferencia es que la ciencia no oculta lo que contradice sus teorías y la política está siempre tentada de hacerlo.

LA VERDAD EN LA POLÍTICA
De todos los acontecimientos, el más fundamental para un individuo es su propia existencia, por lo que no es extraño que busque una teoría o creencia que lo transforme en un hecho para sí mismo y para los demás. Dada la naturaleza de ese acontecimiento que es la vida, no existen teorías completamente satisfactorias, lo que lleva a mucha gente a  la búsqueda de la magia explicativa que proporcionan determinadas sectas totalitarias o ideologías políticas milenaristas, como lo fue el comunismo o lo es todavía, por lo sufrido últimamente, el nacionalismo. Es decir, el individuo que no tiene claro el sentido de su vida es candidato a ser captado por alguno de las ofertas ideológicas que le ofrecen todas suerte de sectas u opciones totalitarias. En esta ocasión, totalitario alude a la intención de adherirse a una red de ideas que adopta en bloque sin posibilidad de aplicar el pensamiento crítico.
¿Cómo podemos saber con cierta probabilidad de acierto que una posición política es resultado de una reflexión autónoma o de la aceptación de una estructura de pensamiento externo constituido expresamente para resultar seductora?. Para disgusto de los conductistas, no se puede saber, porque se gesta en una mente inaccesible, pero, para disgusto de los constructivistas, sólo con la conducta se puede sacar alguna conclusión. Conscientes uno y otros que algo se queda en la transposición. A ver si la ciencia nos ayuda con su perpetua lucha con la verdad física de la estructura del Universo, incluida la acción del cerebro que es la mente. Pero lo que nos interesa aquí es cómo probar la verdad y utilidad de una teoría social para que reducir o eliminar el daño que pueda hacer a los individuos y a la sociedad en su conjunto. En definitiva cómo convencer de la necesidad de afirmar o refutar tal teoría.

Siguiendo con la analogía con la ciencia, habría que conseguir que las teorías sociales se sometan a los hechos que puedan contradecir su coherencia interna y comprometer su capacidad explicativa de acontecimientos nuevos, así como su competencia para mantener la eficacia de las instituciones y evitar su corrupción . Es decir, que acepte el carácter provisional de su estatuto ontológico y la necesidad de continua corrección o, cuando se justifique por la acumulación de acontecimientos no explicados o contradicciones insalvables. Del mismo modo que en la ciencia ninguna teoría puede ser sostenida hasta el final, si aparecen acontecimientos nuevos que no puede explicar, las teorías sociales o políticas deben ser abandonadas si los acontecimientos que provoca por su aplicación son perjudiciales o contradictorios. 

Toda acción es aplicación de un marco teórico o ideológico y lleva, inexorablemente, a contradicciones, porque no es posible en el plano teórico cubrir todos los aspectos de la realidad. Cuando aparecen las contradicciones no se pueden ocultar, hay que sacarlas a luz, porque son el único modo de mejorar la teoría subyacente a la acción. Teoría – Acción – Contradicciones es el equivalente en el ámbito humano a la triada Teoría – Aplicación – Acontecimientos no explicados en el ámbito de la ciencia. El único modo de mejorar las teorías sociales es mantener el espíritu crítico alerta para identificar con naturalidad las contradicciones y modificar la teoría para adaptarla. Y el espíritu crítico no reside en un colectivo, sino en cada individuo. De ahí la necesidad casi sagrada de que el individuo esté dotado de la capacidad de análisis en positivo y de eludir las falacias en negativo.
Hemos visto que la ciencia sigue un patrón que la convierte en un sistema eficaz y abierto de captación de conocimiento nuevo. Se sirve de un sistema hipotético-deductivo en el que no se atiende tanto a la verdad, como a una relación eficaz entre teoría y hechos. Relación de  mutua influencia y no dogmática generadora de técnicas y tecnologías eficaces temporalmente. Una temporalidad estructural que le permite ir dejando en los museos tanto ideas ya sobrepasadas por los hechos y hechos ya sobrepasados por las teorías, como artefactos tecnológicos que con el tiempo pierden eficacia y ganan nobleza. En este esquema, las emociones participan, no en los resultados, sino a través del compromiso del científico, que sufre con el procesos de búsqueda y disfruta con los hallazgos.
Desgraciadamente, en el ámbito social ocurre a menudo que las ideas cuando son contradichas, si sus defensores están en el poder, despiertan la capacidad de mentir, y envolver en confusión sus declaraciones para seguir en el poder.
UN EJEMPLO DE ACTUALIDAD
Veamos un ejemplo de teoría que está de plena actualidad en el ámbito de la gestión de los asuntos humanos, al que se puede aplicar el esquema científico, aunque todo es más complicado. Veamos:
  • Existe una teoría. «las naciones sin estado tienen el derecho a decidir la independencia de las estructuras políticas en las que estén integrados«.
  • Existen hechos captados por la teoría que la justifica. Por ejemplo, hay ciudadanos que lo reclaman. Este es un hecho explicado por la teoría.
  • Hay tecnología generada. Por ejemplo, mecanismos plebiscitarios que miden el apoyo a la teoría.

Como se puede ver en el ejemplo, los hechos y la teoría se legitiman mutuamente, así, aunque la teoría necesita contar con coherencia interna para que quien la defienda pueda responder a cualquier ataque argumental, también, debe poder predecir y explicar por qué hay gente que lo desea; al tiempo que que haya gente que lo desea refuerza lo que la teoría predice. Si se dan estas condiciones en esta teoría ¿es verdadera en el sentido que lo son las científicas?. Pues, aunque las semejanzas formales son tan esperanzadoras, es bastante más complicado, porque los «objetos» fundamentales de la teoría, que es la base de los «hechos» son, al mismo tiempo, los «sujetos» que han de generar los «hechos» que la teoría explicará y los sujetos que han de  juzgar a la teoría. Entremos en detalle con el ejemplo. La teoría política del derecho a decidir se apoya en los siguientes dos grandes supuestos:

  1. Hay colectivos nacionales que llamamos nación que constituyen una unidad lingüística, cultural e idiomática que los diferencia de otros colectivos.
  2. Esa unidad esencial justifica, si así es expresado por los individuos que la componen, la segregación de unidades mayores en la que esté integrada.
  3. Corolarios:
    1. No es necesario que las situación no tenga antecedentes en la relación con la estructura política en la que está integrado tal colectivo. Aunque los hechos del pasado sirven para reforzar la teoría.
    2. No es necesario que se ejerza violencia política arbitraria sobre el colectivo.
    3. No es necesario que tal colectivo no haya tenido personalidad política diferenciada con anterioridad.
    4. No es necesario que haya existido un antecedente de incorporación voluntaria previa, como fue la incorporación de Escocia al Reino Unido en 1707.
    5. No es necesario que la entidad mayor hubiera incorporado a la menor de forma violenta en pasados antecedentes coloniales.
    6. No es necesario que el sentimiento de incomodidad por estar integrados tenga una historia previa de generaciones que hayan experimentado lo mismo. Es igual de legítimo si surge en el seno de una determinada generación por elaboraciones ideológicas espontáneas.
    7. Se tiene el derecho de que, cuando sea reclamado, se organice un referéndum vinculante para comprobar si hay mayoría de independentistas. En caso positivo se producirá la segregación, en caso contrario se repetirá el referéndum periódicamente.
    8. Si la ley general no contempla el referéndum, se cambiará la ley.

Para defender esta teoría es necesario blindarla lógicamente y probarla con «hechos». Los argumentos básicos son los siguientes:

  1. El individuo humano es un ser libre y tal libertad es un axioma existencial.
  2. La libertad política es una transposición cultural de la libertad física, que se experimenta con idéntica fuerza.
  3. El ser humano es un ser social y cuando se reconoce en una sociedad de iguales identifica un «nosotros», cuyos derechos pasan a formar parte del panel de valores de su individualidad. Ya no quiere sólo tener libertad política en abstracto, sino concretamente en su colectivo sin interferencias de otros colectivos. Ser libre en un ámbito político que va más allá del «nosotros» es experimentado como insoportable y requiere el conflicto con «ellos».
  4. La razón del surgimiento del sentimiento identitario es la autoconciencia de estar prisioneros en una estructura opresora. No es necesario demostrar la opresión con casos de violencia física pública, torturas o desapariciones.

Los «acontecimientos» captados desde esta teoría política son:

  1. Todos experimentamos el deseo de libertad espontáneamente. La teoría lo convierte en un hecho al explicar como específico un sentimiento que, en realidad, experimenta un individuo en cualquier régimen, ya sea basado en la ciudadanía o en la identidad.
  2. Todos los pueblos se han rebelado, con mayor o menor éxito, contra la opresión de otros. La teoría lo convierte en hecho al considerarlo un derecho al construir un relato opresivo con o sin fundamento.
  3. Todos los individuos incorporan a su subjetividad, como si fueran propios, la defensa del colectivo al que creen que pertenecen. La teoría lo convierte en hecho mediante la hipertrofia de los rasgos distintivos de la identidad que se defiende.

Ya se comprende que si se aceptan los dos principios básicos de la teoría, en cualquier discusión parcial, los defensores de la misma son imbatibles argumentalmente. Pero se debe ser capaz de neutralizar los argumentos en base a hechos cuya naturaleza pueda ser compartida intersubjetivamente, incluso por el defensor de la teoría. Pero, para eso, hay que elegir hechos cercanos a los fenómenos físicos al objeto de que su negación sea imposible sin ser acusado de delirio. Por ejemplo la intervención de las fuerzas policiales o no, el encarcelamiento arbitrario o no, la existencia de división de poderes o no, la existencia de legislación garante o no, etc. Un tipo de argumentos que se puede reforzar evitando que se compare la realidad con la idealidad, comparación en la que la realidad siempre sale perdiendo. En todo caso, con la mejor de las referencias conocidas y aceptadas por todos. Es habitual escuchar que las leyes fundamentales, como cualquier otra ley, están para cambiarlas, lo que es cierto pero no al ritmo que se cambia el reglamento de una asociación. Aquí se trata de toda la armazón legal de una nación y los retoques tienen que ser cuidadosos y pactados con amplias mayorías. No basta con voluntad general (Rousseau) de una porción

También hay que saber neutralizar las metáforas y símiles. Una de las más utilizadas es la de que la petición de separación es como un divorcio. Un asunto que debe activarse en cuanto uno de los cónyuges lo solicita y que hay que llevar a cabo civilizadamente para la división del patrimonio y la custodia de hijos. Ese símil sirve para una nación como Escocia que se unió voluntariamente al Reino Unido en 1707, después de cruentas luchas. Pero no en el caso de Cataluña, pues el símil más apropiado en este caso es el de mutilación del cuerpo social y político de España de uno de sus miembros más necesarios para el conjunto por historia y entrelazamiento social y económico.

Si la teoría se aplica a un caso en el que el Estado de Derecho no puede ser negado sin caer en el absurdo, se pueden construir contraargumentos como mostrar la contradicción de que se pida libertad por parte del que es libre o se pidan derechos que se poseen de forma consolidada.

También es habitual aludir a la incomprensión de la profundidad de los sentimientos identitarios, cuya nobleza no admite discusión. El contraargumento es el infantilismo de colocar el sentir por delante del razonar en las implicaciones dimensiones sociales y económicas de las sociedades actuales que camina más hacia el mestizaje que a la pureza identitaria. También se puede aludir al carácter fractal de la realidad que se manifiesta en que cualquier sociedad reproduce los defectos estructurales que poseen otras, se proceda de ellas o no. En realidad se sabe, pero se prefieren compartir o combatir socialmente con los iguales, los pertenecientes a la misma tribu. Eso explica que partidos políticos con programas sociales radicales prefieran antes seguir su instinto nacionalista.

Cuando la idea que se implanta en una mente individual es la de la independencia, es porque se aspira, en menor o mayor grado, a seleccionar los compatriotas. Es porque no se tiene sentido cosmopolita, ni de mestizaje. En su versión ligera (no racista), lo identitario aspira a que, sea cual sea la procedencia el novicio, éste deba aceptar rápidamente los signos externos de la cultura autóctona, el primero de los cuales es el idioma. Hay también en esta idea un rechazo a la ocupación territorial por el extraño, incluso aunque la historia proporcione las pruebas que, el mismo, descienden de ocupantes violentos de tal territorio en el pasado. El independentista grita, «quiero que mi pueblo sea libre», cuando en realidad está gritando «quiero que mi pueblo sea puro». La reclamación de poder que acompaña a esta actitud es para llevar a cabo esa acción depuradora más o menos violenta.
Una característica moderna de las opciones independentistas es el uso de la lucha no violenta, entre otras cosas porque suelen ser grupos humanos minoritarios respecto a las poblaciones y al poder de los estados en los que están integrados. Esta forma de lucha teorizada por Gene Sharp ha sido concebida, en general, para librarse de poderes tiránicos, pero no en circunstancias de estados democráticos y con una estructura legal y jurídica perfectamente funcional. En estos casos, el sentimiento identitario de vivir entre iguales en grado máximo, unido al egoísmo colectivo, normalmente de grupos relativamente ricos, es explotado por élites que ven en la independencia el acceso a un estatuto político supremo respecto a la situación subalterna de partida. Si, además, se parte de una situación de amplia autonomía, las élites tienen a su disposición medios que les puede hacer creer que crear un estado nuevo es una tarea fácil y llevarlos a forzar la situación en una operación anómala de arriba hacia abajo.
El uso de la palabra libertad es clave porque es una llamada a sentimientos muy elementales de capacidad de acción física transpuesto a acción política, cuya ausencia es intolerable. Pero, cuando de episodios políticos identitarios se trata, la libertad que se reclama es para el colectivo al que se pertenece, lo que no tiene otra intención que reclamar herramientas de poder tan autónomo como sea posible. La palabra libertad puede aludir a la acciones físicas, psíquicas, sociales (políticas o económicas). En los asuntos humanos, son las sociales las más importantes, aunque todo pasa por la mente individual, pero cuando los individuos aceptan someter su propio criterio a doctrinas colectivistas desaparece como tal. Por eso, es necesario, para que se libere, darle al individuo pistas para que se arme ante la estereotipación de las ideas y pueda analizar cada una de ellas, no desde el prejuicio, sino desde su propia situación en la red de asociaciones ideológicas.
FINAL
La idea de libertad más prometedora es la que se deriva de la capacidad de juzgar cada hecho por sí mismo y en su contexto, en vez de asumir sin crítica cualquier paquete completo de ideas interrelacionadas para rendir nuestra capacidad de análisis y someterla a unos fines heterónomos. En el ámbito humano es tóxico juzgar desde teorías omnicomprensivas, porque no existen aunque se finja que sí. Todos debemos prepararnos para ser competentes en deliberar para tomar decisiones y para neutralizar con hechos argumentos perjudiciales para la convivencia social. También para soportar que ideas que hemos sostenido tengan que ser abandonadas cuando se muestran incoherentes o incapaces de explicar los acontecimientos sociales.
Las teorías científicas, las teorías históricas y la justicia, buscan la verdad, con las limitaciones mencionadas más arriba de establecimiento de los hechos. Las teorías sociales y políticas, por su parte, buscan o deben buscar el bien. Pero, dado que la capacidad de forzar argumentos es una habilidad del ser humano que crea una sensación de relativismo insoportable, el argumento fundamental de nuestra biografía discursiva es que ninguna teoría o argumento del ámbito social o político puede/debe sostenerse si su desarrollo y aplicación implica conculcar leyes democráticas, causar daño físico o mental a las personas y violar el principio de sostenibilidad de los recursos naturales. Como se ve, la aplicación de este principio no nos sitúa en un plano absoluto, pero evita la arbitrariedad basada en el relativismo de las opiniones. Lo que hacemos, en realidad, es situar convencionalmente el punto de reposo, el cero de nuestra actividad discursiva, en el bienestar de nuestra especie y el planeta que habitamos.