El humor fundamentalmente es una expresión de confianza extrema de nuestra mente cuando percibe que las cosas terribles le suceden a otros y están tan lejanas que no nos van a afectar en nuestra cotidianidad. No es raro escuchar grandes risotadas en los tanatorios avanzada la noche. Es la alegría de sentirse vivos en medio de la muerte. Algo deberíamos sospechar cuando el resbalón de alguien provoca en nosotros la risa antes que el reflejo de auxilio. Pero quedamos justificados cuando nos reímos de nuestra propia desgracia, cuando somos capaces de distanciarnos y ver que somos cómicos en nuestra pretensión de pasar por solemnes, importantes, majestuosos conociendo de primera mano nuestras limitaciones. El humor tiene tanto prestigio que, a veces, se le acerca con la pretensión de pasar por humorístico lo que no lo es. Hoy en día se presenta el problemas de la definición de la barrera de lo humorístico cuando una cultura se ríe de otra.  Examinemos ejemplos de razones por las que reímos:

  • la sorpresa producida por
    • el uso no esperado del significado de las palabras (“Te vendo un coche. ¿para qué quiero un coche vendado?”).
    • el cambio desvergonzado de código ético (“Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo más”)
    • el cambio de la jerarquía de valores (“Se empieza cometiendo un crimen y se acaba siendo impuntual”)
    • el desvelamiento de circunstancias de contexto no advertidas en la descripción previa (“un cliente de un hotel llama repetidamente al recepcionista por teléfono preguntándole la hora en que se abría el bar con signos crecientes de estar bebido. Cuando éste desesperado dice que va a abrirlo para que entre, el cliente le responde que lo que quiere es salir, pues llevaba allí toda la noche”)
  • El perjuicio (ridículo, desaire, defectos físicos, racismo, machismo…) de alguien en el relato (“Te voy a contar un chiste que te van a crecer las orejas de la risa. ¡ah!, perdona, ya te lo han contado”)

A la primera forma la llamamos humor más o menos inteligente. A la segunda no. Si estas situaciones llevan asociado el sexo se multiplica el efecto por la condición, aún hoy en día, de tabú de su ejercicio. Naturalmente, no hablamos solo de chistes (que son micro relatos), sino de cuando se pasa a la acción creando situaciones que ponen en ridículo objetivamente a alguien para general regocijo (las novatadas, por ejemplo). A pesar del carácter de la mayor parte del humor que provocamos con nuestros relatos o cuando actuamos con esta intención, el humor enerva (primera acepción del DRAE) nuestra tensa relación con la existencia. Al representarnos la desgracia desde una distancia prudencial sentimos alegría.  Es ejemplar la turbia alegría del señor Bolena padre de Ana, esposa de Enrique VIII, cuando le comunican, en la serie de TV Los Tudor, que «sólo» va a cortarse la cabeza de su hija y no la suya. Naturalmente la desgracia verdaderamente seria (enfermedades) sólo se soporta en el relato y no en la acción bromista. Es la alegría de estar al margen de lo que se nos representa. El género comedia en cualquier expresión artística es universal y cuando es urdido con inspiración provoca en nosotros una conmoción que se extiende por todo el cuerpo hasta el punto de que llamamos “desternillarse” de risa a tal reacción. “Desternillarse” es literalmente romperse los cartílagos, quedarse hecho un guiñapo en el suelo. En el otro extremo, la fina ironía marcando el contraste de palabra y evidencia empírica acota el espectro de nuestra comicidad. La ironía en su versión más leve la aplicamos sobre nosotros mismos para ganarnos el prestigio de la autocrítica. Esta versión sospechosa del humor debe ser compensada por el hecho de que usamos el mismo mecanismo (la risa o la sonrisa) para la alegría basada en el buen acontecer como la sorpresa de ver a un amigo o a un amante de forma inesperada; la alegría de un nacimiento, una caricia o la buena fortuna provocan reacciones similares que completan el panorama del humor, del humor bueno.

EL HUMOR SEGÚN EL MUY SERIO DE SIGMUND FREUD

Freud escribió un libro llamado «El chiste y su relación con el inconsciente» en el que teoriza sobre el origen del chiste a partir de su teoría sobre la interpretación de los sueños publicada en 1900. En el distingue entre chanza, ironía y chiste. Fija su atención sobre los chistes a los que clasifica en inocentes y tendenciosos. Los inocentes tienen origen en la técnica usada para provocar el efecto deseado de sorpresa y los tendenciosos en la intención hostil con la que se concibe para eludir el obstáculo de lo socialmente correcto y poder dar salida a las propias inclinaciones. Expresarse con libertad para poder decir lo que se desea decir por molesto que sea para las clases de personas aludidas ya sean cornudos, mujeres, homosexuales, negros o rojos. Pone el ejemplo que conocemos en versión española protagonizado por Alfonso XIII y un guardia de palacio.

El monarca está haciendo una ronda nocturna y encuentra a un guardia con enorme parecido a él y le pregunta «¿Su madre sirvió en palacio?» el guardia responde «No, majestad, fue mi padre».

Añadimos el chiste que corría por USA cuando el presidente Obama autorizó a la NSA la interceptación de los teléfonos de la gente corriente:

Obama visita una escuela y se acerca a un alumno. «¿Por qué dibujas un teléfono?». El alumno responde: «Porque mi padre dice que el gobierno nos está escuchando a todos». Obama cabreado le dice «No es tu padre».

También se usa el humor para eludir obstáculos internos del sujeto que lo emite, que expresa humorísticamente lo que no puede decirle directamente a un interlocutor, como le gustaría hacer dado su temperamento. De esta forma se evita el «estancamiento psíquico» según Freud. La superación del obstáculo de la convección produce placer por ahorro de gasto psíquico, según Freud. Sobre los chistes inocentes considera que el placer proviene de la aplicación de la técnica verbal correspondiente. Técnica que básicamente consiste en jugar con la sinonimia, la ambigüedad y el carácter  convencional de los signos, lo que permite separar el sonido de las palabras de sus significado para jugar con ambos por separado produciendo sorpresa cuando todo vuelve a encajar en la mente del escuchante. Encaje que supone reconocimiento como familiar de algo que se nos presentaba como nuevo produciendo el correspondiente placer.

Cree que los chistes basados en equívocos con el uso del lenguaje tienen origen remoto en los juegos de los niños cuando están aprendiendo a hablar y provocan su alegría y el regocijo de los que le rodean por sus equivocaciones por carencia de los matices de contexto que hacen significativa una palabra a través del concepto asociado. Por otra parte, los chistes cuyo contenido es disparatado evocan también el período de los juegos en la infancia. Para Freud el chiste inocente produce placer igualmente por el ahorro psíquico que supone la capacidad del chiste de trasladarnos de un campo semántico a otro instantáneamente.

Hay chistes donde se mezclan el escarnio con la sorpresa lo que produce el doble placer y la carcajada. Un ejemplo:

Una mujer se confiesa: «Padre me acuso de haber besado a D. Jerónimo el cura de San Andrés». «Hija mía en penitencia reza tres avemarías». El cura vacila un momento y le dice a la feligresa: «… pero en otra ocasión recuerda que tu parroquia es esta». 

Es curiosa la idea de Freud según la cual el que crea un chiste utiliza inconscientemente los mismo mecanismos que crean nuestros sueños a partir de la realidad recordada. El humor en sus distintas formas es una alegría a la mano que alivia de la pesadumbre:

Chanza: «Las mujeres tienen dos labios superiores» (Jardiel Poncela)

Ironía: Decirle a un obeso que come con afán «¡Que! ¿pasando hambre?»

Chiste inocente: El policía al conductor «Está usted tan borracho que no puede ni andar«; «Por eso voy en coche agente«.

Chiste tendencioso: «Si fuera usted mi marido, le prepararía un té envenenado»; «Si fuera usted mi mujer, me lo tomaría sin pensarlo» (Winston Churchill)

FINAL

En resumen hay alegría en el vencimiento de obstáculos intelectuales y en dar rienda suela a los malos sentimientos respecto de terceros. Cuando ambos placeres se unen en un formato humorístico la carcajada es inevitable porque la primera habilidad es origen de los mecanismos de supervivencia y el desahogo es la eliminación figurada de un adversario individual o colectivo, lo que también está relacionado con la supervivencia. Probablemente la primera alegría salvaje sería la de la victoria en un enfrentamiento a muerte. La capacidad de la mente humana para recrear, simbolizar, comprimir y expandir las experiencias crean el género humorístico ya como diversión premeditada que ha sufrido grandes cambios en el contenido pero ninguno en su expresión. Tenemos que reconocer que todavía quedan posos densos de aquella alegría salvaje cuando Tarantino es capaz de hacer reír a millones de personas cuando un bache provoca la muerte por un disparo en la cabeza de un joven a manos de los protagonistas de Pulp Fiction.

A continuación se proporcionan enlaces a artículos pretendidamente humorísticos y algunos chistes de un rombo (símbolo de su inocencia):

  • Dios y el diablo tiene una disputa por las fronteras entre el Cielo y el Infierno. Después de una larga discusión Dios le dice al diablo: «¡Pues si no aceptas mi propuesta, te demandaré!«. El diablo socarrón lo mira y le espeta: «¿Y de dónde vas a sacar un abogado?«.
  • Le dicen a Groucho: «Esto deberías hacerlo por la posteridad! y Groucho responde «¿Y qué ha hecho la posteridad por mí?«
  • En un juicio (New Yorker): «Es verdad señoría, mi marido me pegaba por la infancia que había tenido, pero yo lo maté por la que tuve yo«.
  • Tira de la revista Non Sequitor: En el directorio de una clínica psiquiátrica: «1ª planta, culpa de la madre; 2ª planta, culpa del padre; 3ª planta, culpa de la sociedad«
  • Una entrevista en Canal Sur a una señora por la calle:
    • ¿Qué edad tiene?
    • 73 años
    • ¿Estado Civil?
    • Duda y responde: … de Jaén.
  • En Nueva York atropellan a un peatón cada hora… «¡pobre, estará hecho polvo!»
  • Una madre a su hijo escandalizada: «no me importa que no creas en Dios, pero ¡ateo! ¿cómo puedes ser ateo?»

Estamos cenando con unos amigos un viernes por la noche. Cada uno llevamos dos copas (vivimos a tiro de piedra del restaurante) No hay amenazas en el horizonte, todos son risas de seguridad, fraternidad, amistad. Si en ese momento alguien cuenta un chiste nos desternillamos sumergidos en nuestra felicidad (y seguridad) ayudados por las copas (el gran desinhibidor). Todo está bien, luego juguemos con la desgracia de forma humorística para sentir el escalofrío y que además de estar vivos, estamos seguros.

Un periodista encastrado en una unidad de combate está rodeado de polvo y ruido de explosiones. Está viendo morir a jóvenes soldados a su alrededor por la masiva presencia de fuerzas enemigas y de repente sin control sobre su reacción piensa en aquel chiste de indios y vaqueros «¡Por cada cabellera que me traigáis os daré 100 dólares. A la mañana siguiente, un cazador de recompensas se despierta rodeado de 1500 indios y grita ¡soy rico!«. No puede evitar sonreír y sonrojarse al tiempo. El humor emerge en cualquier circunstancia. Es la gran paradoja de nuestra condición humana.

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