¿Qué está pasando?


¿Por qué Berlusconi pudo triunfar durante tantos años?, ¿Por qué Nigel Farage es el rostro  del grito británico de huída de la responsabilidad? ¿Por qué Marie Le Pen aparece como un político con posibilidades? ¿Por qué, en definitiva, Donald Trump* ha llegado hasta el tramo final de la elección a presidente de los Estados Unidos?

Farage y Le Pen son idealistas siniestros. Berlusconi y Trump son seres vulgares proyectados por su inmensa capacidad económica para utilizar los medios audiovisuales. Entre los cuatro forman un monstruo que por muchas cuchilladas que reciba siempre se levanta. En realidad no se levanta por su propia energía, sino porque, hasta ahora al menos, una parte de la sociedad los reanima. ¿Qué parte de la sociedad? aquella que cree que no tiene nada que perder si activa tal solución monstruosa. Naturalmente, sino pertenece al esquema social, racial o religioso del orden emergente será pronto una víctima de la desenvoltura del líder escogido. Pero mientras dura la excitación de la elección ¡duro con los grises gestores políticos que permiten nuestra desgracia!. ¡Lleguen los emocionantes líderes que nos dicen lo que necesitamos escuchar!.

El diletante puede pensar que el éxito de la vulgaridad o la maldad es resultado del carácter poco ilustrado de las masas. Pensar eso es un error. Este éxito está producido por el enfado profundo de esas masas. Y si los planos y grises políticos que gestionan nuestras vidas no ofrecen alternativas a los problemas de la gente, que son pobres a los que la tecnología y el desbordamiento poblacional amenaza con hacer miserables, puede pasar cualquier cosa. Nuestros planos, grises y cómodos políticos que trastean nuestras vidas no parecen ser capaces de 1) mitigar las consecuencias de los tremendos avances de la automatización, que de bendición se transforma en maldición, y 2) evitar las consecuencias de la necesidad de compartir el planeta ante el crecimiento del desorden político y la injusticia en países no occidentales. Si se dedican, en su paso por la política, a prepararse un futuro en forma de destino en las más potentes empresas o, cuando se pierde la vergüenza, directamente a robar, no podemos extrañarnos de lo que sucede.

Y lo que sucede, respondiendo a la pregunta, no es que la gente no lee y sólo ve la televisión. Piénsese que en materia de bienestar todos somos sabios. Lo que sucede es que por la incapacidad en el cumplimiento de sus obligaciones de justicia e igualdad de unos y la fuerza ciega para la acumulación de capital de otros, «los más» tienen miedo al presente y al futuro. Pero el miedo tiene un máximo que cuando se supera se transforma en resignación o ira. Estamos en el momento de la ira y la ira le da el poder al primero que la engaña. Ya sea un loco o un payaso con todos los respetos a los locos y a los payasos auténticos. Es una actitud que se parece al «pues ahora no respiro». Nos parecerá irracional pero una vez un padre puede llegar tarde por no tomarse en serio al crío.

PD.- Como se ve no ha sido necesario señalar a la derecha o a la izquierda en este reproche a la política. Porque no hay diferencia ni en el diagnóstico, ni en las soluciones. Pues entre estas opciones en las mentes de los votantes sólo se perciben diferencias de carácter mágico. En la práctica gana quien garantiza real o ficticiamente seguridad para los electores. El fracaso actual de la izquierda reside en que el miedo tiene tal tamaño y potencia que el discurso de justicia e igualdad universal (muy cristiano por otra parte) no es aceptado ni por los más sacudidos por la situación. De hecho, el pobre no vota masivamente izquierda aunque sea izquierda radical. Lo hace el universitario, el intelectual. El pobre votará a quien le garantice el pan y le elimina la competencia de otros pobres. La justicia e igualdad universal les parece un cuento chino para que se resignen a seguir en el fondo del pozo. Lo sorprendente es que la política de los países más avanzado hayan destruido las bases de la paz y la cordura social por defender los intereses de los CEO del universo económico. Si esto se debe a un enigmático y esotérico conocimiento de la verdad de las cosas, como no se den prisa su secreto será inútil. Será un leño más de la pira que se está preparando.

  • Me cuentan amigos británicos que «trump» es el nombre que se da en ciertas partes del Reino Unido a un cuesco. Me parece un acierto anticipado

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