La política ha vuelto a las conversaciones entre amigos cuando salen los viernes. Ya volvemos a parecer una escena de una película de Woody Allen con familias judías de clase media arreglando el mundo entre canapés. Música de jazz de fondo, luz amortiguada, voces calmadas, pues psicológicamente se ha salido de la crisis aunque la realidad de tantas personas sea la precariedad con o sin trabajo. En esas conversaciones, el máster de economía cursado desde 2007 por todos los ciudadanos leyendo la prensa, escuchando radio o viendo televisión nos permite ya altos vuelos y atrevernos con la estrategias globales porque somos conscientes de que vivimos tiempos de cambios decisivos. Metódicamente se parte de los problemas para proponer soluciones. Por supuesto que la conversación es más fragmentaria e irregular que lo que aquí se presenta, pero es mejor usar algún orden a mayor claridad. También se advierte que esta es una conversación entre amigos genéricos construída a partir de opiniones oídas aquí y allí.

Obviamente había propuestas contradictorias. Para la mitad de la mesa del restaurante (siempre el 50 % de los referendos) tanto problemas como soluciones son distintas pero, en mi opinión complementarias. Nuestros amigos liberales lo abreviamos a «L» y los sociales a «S».

los problemas sociales fundamentales para el grupo «L» son:

  • Un Estado ineficiente y caro.
  • Demasiados obstáculos para el mercado libre.

Las soluciones «L» son:

  • Hay que privatizar todo menos Hacienda 
  • Hay que bajar los impuestos
  • Hay que tratar bien a las grandes fortunas porque, si no se van al extranjero.

los problemas sociales fundamentales para el grupo «S» son:

  • Cómo garantizar sanidad, educación y pensiones para todos.
  • Cómo aumentar la eficacia de las administraciones públicas sin destruirlas.

La soluciones «S» son:

  • Impuestos 
  • Optimización de los recursos aplicados en las administraciones públicas

Es decir un grupo pone el énfasis en la producción y el otro en los productores. Cada uno ve las cosas desde un punto de vista, lo que tiene la ventaja, en mi opinión, de que es más fácil llegar a un acuerdo siempre que las opiniones estén bien fundadas. Abrimos la discusión utilizando como ponencia los argumentos del grupo L.

Un Estado ineficiente y caro es una percepción apoyada en «pruebas científicas» como ir al registro general y hacer cola en una fila cuando hay tres puestos de trabajo y observar cómo cuando regresa uno de los funcionarios con las bolsas de la compra se va el que estaba. Otra «prueba» un jefe intermedio encarga a un funcionario que pase a limpio unas notas y éste le dice que no maneja el tratamiento de textos, pues él ganó el puesto cuando sólo había máquinas de escribir y se la quitaron hace veinte años (no ha tenido tiempo de aprender). Hay otros modos de apoyar esta tesis. Por ejemplo estudios comparados con las administraciones públicas de los países punteros. Parece claro que todos tenemos la percepción de que los rozamientos internos en las administraciones públicas generan ineficacias pero no conocemos su valor monetario. El grupo L eliminaría a toda la clase funcionarial por «exceso de seguridad» laboral con consecuencias desmotivadoras. Los propios funcionarios hacen bromas al respecto. A Adela Cortina le oí decir con motivo de su nombramiento como doctora Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Cartagena que «El funcionario es inmortal porque no puede pasar a mejor vida» o el chiste conocido de que «Mi padre es tan rápido que sale del trabajo a las tres y está en casa a las dos». El grupo S maneja dos argumentos: 1) la reforma de las administraciones públicas no puede resultar en su destrucción porque, aunque fueron creadas para eliminar las cesantías masivas y arbitrarias ante una creciente complejidad de las operaciones de administración, hoy en día los servicios del Estado son la única forma de no caminar hacia un estado de cosas hobbesiano. Por otra parte, consideran que el sobrecosto de ineficiencia por relajación de costumbres entre los funcionarios no está demostrado que redunde en un coste superior de los servicios que el que supondría en manos privadas el beneficio sin techo de los propietarios. Es decir, se plantea la tesis de que E+P = E+B (Eficacia + Pérdidas = Eficacia + Beneficio). Si es el caso, se prefiere que el sobrecoste se «reparta» entre los funcionarios a que se concentre entre socios para alimentar la industria del lujo. Esta broma no impide ver que una administración pública debe ser eficiente, pero que la solución no debe pasar por la destrucción de ámbitos protegidos de la incertidumbre artificial del sector privado para mejor servir el interés público. Hay que introducir algún grado de meritaje sin duda y los comportamientos descarados deben ser susceptibles de un rápido expediente y pérdida ejemplar de la condición de funcionario. De todas formas, el ratio Impuestos / PIB  en % de nuestro país ocupa un lugar muy razonable en el mundo como se puede ver a continuación (fuente: Banco Mundial):

  • Estados Unidos 11.4
  • Alemania 11,5 %
  • España 14,5 %
  • Francia 23,4 %
  • Italia 23,7 %
  • Reino Unido 25,4 %
  • Suecia 27,1 %

Estamos a tres puntos de los países más racionalizados y lejos de los más ineficientes. No parece que nuestro problema esté ahí. Finalmente hay que decir que en el caso concreto de la sanidad y la asistencia a mayores el gran problema si se pone en manos de la iniciativa privada es el cinismo practicado por las compañías que rechazan a según qué segmentos de la población por razones tales como «haber adquirido la enfermedad antes del contrato«, los antecedentes familiares o, al límite, porque su ADN indica determinadas probabilidades de contraer ciertas enfermedades o morir «demasiado» viejo. El grupo S razona que si se optara por la privatización radical las empresas no podrían rechazar a nadie que pague sus cuotas y que el Estado tendría que pagar las cuotas de aquellas personas en paro estructural por enfermedad o ausencia de puestos de trabajo incluso con un reciclaje formativo. Su argumento fundamental es que todo el sistema económico debe estar pensado para la personas y no para un dios menor llamado beneficio.

Demasiados obstáculos para el mercado libreEl grupo L considera que el bienestar de un país se funda en su eficacia económica y que la estructura actual del mercado exige total flexibilidad en la conformación y destrucción de empresas y el correspondiente empleo. ¿Cómo puede mantenerse un empresa? innovando constantemente su oferta y modificando su plantilla libremente para contar siempre con personas con las competencias necesarias para optimizar los beneficios. Así los «emprendedores» se atreverán a constituir empresas con ideas nuevas sin más compromiso que pagar el salario que corresponda mientras el empleado sea necesario. Tal dinamismo permite que la empresas nazcan, produzcan y desaparezcan en cuanto su producción resulta obsoleta a los consumidores y no sea capaz de renovarse. Pero se evitan los Expedientes de Regulación de Empleo y el pago de indemnizaciones. ¿Que sobran empleados porque la producción baja o no se han adaptado a la nueva producción o servicio? se aplica un «mañana no vengas» y ya está. Simétricamente, el empleado estará siempre alerta a una oferta mejor para irse con un «mañana no vengo«. El grupo S objeta que este sistema fluido impediría idealmente las pérdidas productivas, pero tiene que ir acompañado de medidas correctoras para recoger a aquellos que no pueden encontrar trabajo porque, sencillamente, el estado de la tecnología en cada momento desequilibra la relación número de trabajadores / número de empleos. Una situación en la que no se puede culpar al trabajador de indolencia, que podría ser moderada con intercambios temporales entre empleados y no empleados. Y siempre podemos aplicar la propuesta que se hace en otro artículo.

En el terreno de las soluciones del grupo L la discusión resultó como sigue:

Privatizar todo menos Hacienda. El grupo L considera que sólo en manos del interés privado las cosas funcionan. Esta posición llega al extremo de considerar que la gobernanza hay que profesionalizarla con un mandatario – gerente que aplica al conjunto social los criterios empresariales. Un gerente que sería despedido de no cumplir objetivos en el plazo establecido. Con todo el poder para imponer, por ejemplo, un déficit cero en un sólo ejercicio. Esta medida viene acompañada de otra altamente regresiva que consiste en establecer criterios para «seleccionar quién puede votar o no«. Esta última propuesta se fundamenta con los resultados de las últimas elecciones en el mundo (Brexit, Trump, Proceso de Paz en Colombia, etc.). El grupo S se echa la manos a la cabeza y trata de minar estas aparentemente razonables medidas argumentando que ya se ha probado la figura gerencial en Italia cuando se eligió a Monti y ya ha sido despedido. También lo está «probando» Estados Unidos con Trump, un empresario sin ningún tipo de autocontrol. Un imaginario Jefe del Gobierno Gerente eliminaría el apoyo a la cultura y subcontrataría todo incluso el Ejército y la Policía poniendo en riesgo el control de la violencia y, desde luego, cualquier oposición que surgiera de las víctimas de las distintas políticas «eficaces». Si a eso se suma la selección de electores pronto caminaríamos hacia un neo feudalismo. El interés privado no tiene porque pensar en los intereses generales y caminaría hacia la destrucción del planeta a toque de trompeta. Véase la desenvoltura con la que Donald Trump va a destruir décadas de pactos de carácter ecológico. ¿Dónde se ha visto que un empresario deba moderar los resultados económicos con consideraciones de carácter ecológico o humanitario?. Por otra parte, la subcontratación de servicios tan delicados como el ejercicio de la fuerza también ha sido probado por los Estados Unidos con costes que nadie desvela porque están en la base de la deuda de ese país además de los riesgos de regresión política que supone. En fin el grupo S sale muy deprimido de esta discusión simplemente por su propio planteamiento.

Hay que bajar los impuestosEl grupo L cree que cuanto más dinero esté en circulación es mejor. Ya ha razonado que el Estado gasta más de lo necesario. El grupo S argumenta que las cifras sobre la relación impuestos/PIB del Banco Mundial ya son una prueba de que no es así en términos generales, pero hay que añadir que los impuestos ni se baja ni se suben en abstracto. Tienen que cumplir dos criterios: 1) ser progresivos. En nuestro país los impuestos directos son 90.000 millones (el 98 % en rentas de clase media y baja) y los indirectos 80.000 millones (a todos los ciudadanos). No parecen , pues, muy progresivos. 2) alcanzar a cubrir los costos de los servicios sin generar déficit. El segundo criterio tiene que ser moderado por un pacto nacional sobre qué servicios estamos dispuestos a financiar y cuánto consumo estamos dispuestos a realizar para contribuir al equilibrio ecológico. Algunos síntomas de estado del planeta parecen invitar a una rápida inversión de los enfoques de producción mundial. Quizá haya que promover la idea de «austeridad para todos» si queremos que nuestro hogar cósmico no nos rechace por ser una especie destructora. Este planteamiento, en opinión del grupo S esto supone que la riqueza tiene que ser limitada, bien que en valores que aún despierten la codicia humana, pero que no provoquen escándalo. Añade el grupo S el argumento de que no hay inteligencia ni diligencia que merezca ser premiada con las cantidades que se pagan a algunos gestores tras hábiles manipulaciones de los consejos de administración. No se sostiene que un talento empresarial cobre 500 veces lo que un talento laboral (incluidos cirujanos y científicos). La página web de los billonarios  pone de manifiesto la locura colectiva que supone permitir que la riqueza (el esfuerzo de todos) se concentre en pocas manos a estos extremos de demencia. Aquí se ve que existe una industria del lujo obsceno que no por razones de puritanismo fanático, sino por el carácter claramente ineficaz socialmente de dirigir los recursos a estos caprichos de inmaduros. Esta página también explica porqué tantos individuos sin fortuna se acercan a las administraciones en busca de oportunidades para robar del erario público sin pudor. ¿Cuánto hay que robar para comprarse una unidad de cada uno de los artefactos «absolutamente imprescindibles» de la dichosa página? Cómo no va a haber tráfico de armas o de personas y drogas si al final del «esfuerzo» esperan estos juguetes.

Hay que tratar bien a las grandes fortunas porque, si no se van al extranjero. Este argumento es utilizado a menudo por gobernantes que piensan como el grupo L. Algunas amnistías fiscales apuntan en esa dirección. Las grandes fortunas no tiene patria. El grupo S se alegra porque quién quiere como compatriotas a quien elude el pago de impuestos o acumula dinero fuera del alcance de las necesidades de «la patria». No es extraño ver que muchos de estos individuos portan pulseritas con la bandera nacional. Al fin y al cabo, el cerebro tiene dos hemisferios: uno para el dinero y otro para las emociones. Basta con incomunicarlos para vivir feliz en la contradicción. El grupo S sabe que la solución a este problema es de carácter global, pues el único modo de que no se lleven el dinero a otra parte es «que no haya otra parte». Los patéticos intentos del G-20 de eliminar los paraísos fiscales han sido un fiasco. El Banco Mundial informa de que el PIB del mundo es de 75 billones de dólares siendo el de los países de la tabla anterior el siguiente:

  • Estados Unidos 18,0 billones ($) (56.100 $ per cápita)
  • Alemania 3,3 billones (48.000 $ per cápita)
  • Reino Unido 2,8 billones (41.800 $ per cápita)
  • Suecia 0,5 (47.800 $ per cápita)
  • Francia 2,4 billones (41.000 $ per cápita)
  • Italia 1,8 billones (37.200 $ per cápita)
  • España 1,1 billones (34.700 $ per cápita)

La productividad de España parece baja y habría que buscar las razones que probablemente sean tecnológicas pues el PIB de los países punteros se nutre de los royalties que se cobran por su alta capacidad generadora de valor gracias al talento. España entró en el siglo XX sin participar en los grandes desarrollos de la electricidad y el electromagnetismo. De soslayo es interesante conocer la producción de las grandes regiones para comprobar la gran importancia de la Unión Europea si los antagonismos viscerales no la destruyen:

  • Unión Europea 15,8 billones $
  • Estados Unidos 14,5 billones $
  • China 10,1 billones $
  • Rusia 2,8 $

Es llamativo el bajo PIB de Rusia para lo que incordia en la geoestrategia mundial. Pues bien, en los paraísos fiscales hay casi 8 billones de dólares equivalente al PIB de Alemania, Reino Unido, Suecia y España juntos. Un escándalo insoportable. Nuestros millonarios «contribuyen» con 150.000 millones de euros en paraísos fiscales. Es llamativo el bajo PIB de Rusia para lo que incordia en la geoestrategia mundial.

En definitiva, las grandes fortunas deben tributar conforme a sus ingresos. Su estatus actual de impune delincuencia debe ser corregido ayudándoles a unir sus dos hemisferios.

La cena imaginaria se agotó hacia las dos de la madrugada y todos tenían las sensación de haber moderado sus puntos de vista con los de los otros amigos. También se habló de fútbol y viajes para redondear una noche muy interesante.

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