Todos los días recibimos imputs en tal cantidad que nos obligan a una cuidadosa selección de la agobiante masa de información política, social o doméstica. Las redes sociales multiplican el efecto hasta producir la parálisis de muchos. Parálisis de la que se liberan mediante discusiones alrededor de un café, twits, artículos de Facebook o escribiendo en un blog. Naturalmente me refiero a la gente ordinaria, porque los políticos con sus declaraciones y los periodistas con sus artículos y columnas ya lo hacen por profesión. Todos, en definitiva, experimentamos la necesidad de expresarnos, de comunicar a los demás lo que pensamos acerca de cuestiones serias o frívolas. Los imputs de información se traducen en outputs una vez atraviesan nuestros patrones sentimentales e intelectuales. Dado el carácter amateur de estas expresiones las llamaré (al menos a las mías) «Ocurrencias» para no darles más seriedad de la que puedan merecer por su contenido.