Identificado en (1) el problema etiquetado como «¡qué horror! no tengo problemas«; resuelto el problema en (2), puedo comprobar que hay otra amenaza en el horizonte del jubilado novato. Se trata de deslizarse por la pendiente de la comodidad hacia la actividad más placentera olvidando las demás. Encontrando que tiene que realizar un gran esfuerzo para cambiar de actividad. Es el problema que se puede etiquetar como «¡qué horror! hacer otra cosa«. Me ha surgido con la frenética semana dedicada a estructurar el blog. Un primer esfuerzo para penetrar en las entrañas de WordPress, utilizando las técnicas enseñadas a mis alumnos en mi querida Metodología del Aprendizaje, y ya estaba secuestrado por ese seductor mecanismo que es el ordenador: tan silencioso, tan limpio, tan obediente, tan sumiso. Pues bien hay que huir de la obsesión. Es necesario tener una dieta de actividades variadas. Como ocurre con la alimentación. Hay que sentir, pensar y actuar. Un ciclo virtuoso que nos ha constituído y nos constituye.