Perfume de mujer

Simone Beauvoir y Alfonsina Storni. En portada Marie Skłodowska y Victoria Ocampo

Dado que cabe esperar que la derecha de «extrema necesidad», como les gusta llamarse a ellos, volverá con sus ítems tópicos a la carga antes o después, he hecho una inmersión en el pensamiento reaccionario de todas las épocas para estar preparado. Por supuesto que sitúo estas citas en su tiempo, al menos hasta mitad del siglo XX. Momento, a partir del cual la conformidad aún mental con estas posiciones, ya del siglo V antes de Cristo o de ayer mismo es cómplice. Desde luego los clásicos eran más elegantes que Yiannopoulos en su misoginia. Quizá me ha impresionado especialmente el punto de vista de Edmund Burke, tan fino él tratando de lo sublime. Tampoco pasa desapercibido el desdén pedante y pseudo científico de algunos de nuestros maestros de pensamiento. Las dos últimas citas procedentes de conspicuo representante de la altright y del trap, pone de manifiesto el nivel alcanzado por la cuestión en nuestros días. Se puede comprobar que estas corrientes actuales imitan el comportamiento de los machos de cierta mosca australiana que se aparea con las botellas de cerveza porque su textura es similar a la de las hembras de su especie.

Visto el despiste de filósofos, pensadores y simples varones resentidos está claro que es necesario que la humanidad supere pronto esta fase liminar en la relación entre la mujer y el hombre para poderla encerrar en una urna sin puertas. Transparente para que esta vergüenza, mayor si cabe que la de la esclavitud, pues se ejercía sobre el ser más cercano al victimario, permanezca a la vista y sin puertas para que no pueda escapar de su prisión.


Estas citas son la prueba más contundente de que la perspectiva no advertida por el sujeto se traduce en un sesgo invisible que transforma la realidad y corrompe la relación posible. Ni siquiera en la especialmente insuperable, hasta ahora, separación entre la izquierda y la derecha política se advierte con más claridad la dificultad de ver en la mujer, no un en sí extraño, sino un para sí familiar autoconsciente y en pié de igualdad.


LA MUJER DESPRECIADA.
«La mujer lo es en virtud de cierta falta de cualidades y debemos considerar el carácter de las mujeres como adoleciendo de una imperfección natural» (Aristóteles)


«La mujer es un hombre fallido, un ser ocasional» (Santo Tomás)


«La mujer figura (en el Génesis) como extraída de un hueso supernumerario de Adán». (Bossuet)


«Una mujer no es más que un animal, y no de orden superior». (Burke)


«La mujer, el ser relativo». (Michellet)


«El cuerpo del hombre tiene sentido por sí mismo, abstracción hecha del de la mujer, mientras éste último parece desprovisto de todo sentido si no se evoca al macho». (Benda)


«La reina de las hormigas da a la esposa ejemplo insuperable de recato y de modestia… arráncase las alas y reclúyese en el hogar para consagrarse, asistida de abnegadas obreras, al cuidado y multiplicación de la prole». (Ramón y Cajal)


«Insistimos una vez más en el carácter sexualmente anormal de estas mujeres que saltan al campo de las actividades masculinas y en él logran conquistar un lugar preeminente. Agitadoras, pensadoras, artistas, inventoras: en todas las que han dejado un nombre ilustre en la Historia se pueden descubrir los rasgos del sexo masculino, adormecido en las mujeres normales, y en ellas se alza con anormal pujanza, aunque sean compatibles con otros aspectos de una feminidad perfecta». (Marañón)


«En el mismo instante en que vemos a un mujer nos parece tener delante un ser cuya humanidad íntima se caracteriza, en contraste con la nuestra varonil por ser esencialmente confusa… esa intimidad que en el cuerpo femenino descubrimos y que vamos a llamar ‘mujer’ se nos presenta como una forma de humanidad inferior». (Ortega)


«Creo que lo contrario, absolutamente contrario, cuya contrariedad no es afectada en absoluto por la relación en que puede establecerse en él y su correlativo, la contrariedad que permite ser absolutamente otro es lo femenino». (Levinas)

«Bendito seas Dios nuestro señor y señor de todos lo mundos por no haberme hecho mujer». (Oración judía)

«Escuchamos con un tono de cortés indiferencia a la más brillante de ellas sabiendo perfectamente que su espíritu refleja de manera más o menos deslumbrante ideas que provienen de nosotros». (Claude Mauriac)


SUTILEZAS CONTEMPORÁNEA
«Es una verdad ampliamente conocida que una mujer fea tiene muchas más probabilidades de convertirse en feminista que una tía buena». (Yiannopoulos)


A ella le gusta que le den duro y se la coman A ella le gusta que le den duro y se la coman Y es que yo quiero la combi completa ¡Qué! chocha, culo y teta”. (Daddy Yankee)

El error como método

En mi corta vida ya he tenido la oportunidad de comprobar dos veces una de las formas más eficaces de evolución del lenguaje: el error en su uso.
Ya me pasó con el término «lívido», que originariamente significó «amoratado». Por eso, en las novelas policíacas, dado que a los cadáveres por estrangulamiento se les pone la piel morada, los escritores describían el rostro del finado como lívido. Pero, puesto que el lector que no ha visto nunca, probablemente, un ahorcado o estrangulado, tiene en la mente que los cadáveres que el frecuenta tienen el rostro pálido, pronto empezó a designar como «lívido» el rostro de alguien asustado al que la sangre abandona sus mejillas. El diccionario de la RAE dejó de batallar sobre 1970 y añadió una segunda acepción de «intensamente pálido». Así un cadáver puede estar morado y blanco al mismo tiempo. No sé cómo se las apañarán los forenses en sus informes. En todo caso no se puede decir que sea un ejemplo de precisión del lenguaje.
Pue bien, en este momento está ocurriendo algo parecido. En efecto, cada vez que alguien en los medios de comunicación quiere decir que algo es violento, desde unas manifestación a una explosión, dice que que es «virulenta». Esta palabra se ha puesto de moda a partir de su uso figurado en relación con las redes sociales. Lo que está bien, pues, en efecto, cuando un tuit o un vídeo, pongamos por caso, multiplica su reproducción a gran velocidad imita el modo en que un virus infecta a un organismo. Y ese uso es figuradamente correcto porque en el diccionario encontramos que «virulento» significa «Ponzoñoso, maligno, ocasionado por un virus, o que participa de la naturaleza de este.». Pero si lo que se quiere decir es que alguien «actúa con ímpetu y fuerza o se deja llevar por la ira» o que algo «implica el uso de la fuerza, física o moral» se debe decir que es «violento».
Soy consciente de que esto que acabo de escribir no tiene ningún efecto. De modo que hay que prepararse para que en poco tiempo el diccionario equipare «virulento» a «violento», lo que implica que a alguien que se enfada con facilidad o que se emplea a bofetadas lo llamaremos «virulento». Y los golpes de Rafa Nadal a la pelota serán «virulentos», por supuesto.

¿Racional o razonable?

Hoy he sabido que Sebastián Piñera, el actual presidente de Chile, va a modificar sustancialmente el sistema de pensiones de su país para aumentar su cuantía, después de que la violencia en las calles, con varias decenas de muertos, lo haya empujado a esta y a otras reformas de la aplaudida, por los liberales, supuestamente exitosa implementación de las recetas de la Escuela de Chicago durante la dictadura de Pinochet.
Esta reforma se llevó a cabo en 1980 por otro Piñera, su hermano José, que estará decepcionado estos días al ver que «su obra», que ha conseguido que algunos chilenos tengan pensiones de 300 dólares se haya venido abajo. Hay que recordar que los militares chilenos, que vieron con agrado las medidas liberales de sus jóvenes ministros, formados en Chicago, se negaron a que les afectara a ellos. Así, el régimen de pensiones basada en la capitalización de las aportaciones de cada trabajador durante su vida laboral, no se les aplicó, siguiendo ellos recibiendo sus pensiones del Estado. Lo que no debe extrañar dadas las reticencias del propio Pinochet cuando le plantearon el asunto:
«Como se acaba de expresar, yo también estoy de acuerdo con el sistema en cuanto a que debe modificarse la Ley de la Previsión. Eso lo he manifestado constantemente. Pero también he dicho que no estoy de acuerdo en el problema ese de que los capitales vayan a la parte privada. En realidad, no discrepo de ello, sino que me choca por estimar que los señores empresarios aún no están en capacidad para administrar 97 millones de dólares mensuales… Eso es lo que me produce angustia, porque día a día veo diversas cosas que suceden, y no vaya a ocurrir que de repente alguien parta con los 97 millones para el extranjero. Eso es lo que me causa cierta preocupación”.
No se conformó con esto el hemanísimo, sino que privatizó también el sistema de salud. Dada la puesta a disposición de las élites financieras de cantidades superiores a cien mil millones de dólares, tras cuarenta años de aplicación de la fórmula, se derivará, seguramente, una fuerte resistencia. Aunque el parche parece que viene por el aumento o la creación de las cotizaciones de las empresas a estos fondos. Ya veremos qué ocurre en los próximos meses.
Parece ya claro que el liberalismo adolece de necesitar la fuerza bruta para la aplicación de su racionalidad económica. Si Chile fue el comienzo, China es su alumna aventajada. Pero es que la ultraderecha emergente en Europa viene con la misma canción. Ya no es joseantoniana, adoradora del Estado, sino una conservadora propuesta sobre las costumbres envolviendo un envenenado corazón liberal. No deja de ser divertido y, sobre todo, interesante, que al final la libertad sea el núcleo de lo uno y lo otro, al acuñarse la expresión «iliberal» para definir la mezcla de liberalismo y autoritarismo. Desde luego es más fino que «fascista» y menos añejo.
Es un claro conflicto entre modelos económicos, donde los planteamientos teóricos tropiezan con el material humano real. Por supuesto que un país que aprieta por abajo a los que contribuyen a la creación de su riqueza acumula capitales destinados a su cuidado que, además de beneficiar a sus gestores, crean una prosperidad desigual basada en los escenarios urbanos y mediáticos. Pero, antes o después, se manifiesta como fuente de explosiones sociales irracionales que cumplen la función de recortar, paradójicamente, la distancia entre lo racional y lo razonable.