Ayer (8/11/2016) escribía sobre la sorpresa de que Donald Trump estuviera tan cerca de la Casa Blanca. Hoy ya escribo sobre algo que ha sucedido. Ha sido elegido con ventaja en el peculiar sistema norteamericano. Los politólogos, que no han tenido mucha suerte en sus pronósticos, estudiarán el fenómeno. No podemos exigirles que sean adivinos pues se enfrentan al evento más complejo posible: el de un grupo humano tomando decisiones políticas complejas con información basura.

Muchos son los ejes que cruzan el complejo mundo de la toma de decisiones de un ser humano. Propongo cuatro para simplificar:

  1. El existencial Izquierda – Derecha;
  2. El económico Pobre – Rico;
  3. El cognitivo Letrado – Iletrado
  4. El posicional Cosmopolita – Patriota
  5. El religioso Agnóstico – Creyente

El primer eje implica, de un lado, una posición genérica al lado de la Igualdad, Libertad, Fraternidad, lema revolucionario que surge en el mismo momento histórico en que nacen los términos «izquierda»- «Derecha» en la Asamblea Francesa, y, de otro lado, una posición genérica al lado de la Desigualdad, la Libertad económica y la Fraternidad religiosa. Este eje ha funcionado durante muchas décadas con éxito hasta que los efectos de las políticas neoliberales establecidas desde los años ochenta han dejado a la socialdemocracia sin cimientos sociales por dejarse sugestionar por el peligroso brillo financiero. Supongo que creía que podría socializar los beneficios y que sólo era una cuestión de bienestar económico. Dos errores graves, porque no ha conseguido frenar el neoliberalismo y no tiene en la agenda el perfil real del Español, Varón, Blanco, Patriota, Creyente, además de Pobre o Rico. Sin darse cuenta de que el ser humano cuando tiene satisfecha una necesidad primaria pasa a ocuparse de otras, pero si alguna de ellas es pisoteada entonces cabe esperar cualquier desvarío y la solución no va a buscarse en los de siempre. Tanto la extrema izquierda como la extrema derecha se nutren de idealismo (deber ser). Pero cuando la gente está desesperada encuentra más esperanza en la impostada resolución para resolver los problemas en base a egoísmo fundamentalmente de los diestros, que en las proclamas de justicia e igualdad universales de los siniestros. Este eje da mucho juego, pues incluye a la libertad, por ejemplo. La libertad ha sido utilizada de forma torticera tantas veces que produce sonrojo. Véase la campaña para privatizar la sanidad. Una posibilidad con la que saliban algunas compañías viendo el negocio potencial. «podrá usted elegir médico», «podrá usted elegir hospital».  No suena mal ¿verdad?. Lo malo es que la condición es que previamente tendrás que tener trabajo y después ser aceptado en el seguro médico. Es que claro, la libertad más importante es la del Seguro Médico de aceptarte, ¿capisce?. Qué decir del uso de la libertad en el ámbito del negocio de la educación. En fin, tome a un pobre y pregúntele si quiere ser libre y verá su respuesta. Si no lo ve convencido dele ejemplos del irritante comportamiento del sistema nacional de Seguridad Social. Es un viejo truco, si no convence con las virtudes propias, descalifique al contrario. En todo caso la disputa izquierda – derecha es ya un estorbo. No hay más ideología legítima que la que, de una parte, estimule a la gente a ser productiva y. de otra, la cuide.  Lo que hoy sabemos que supone cuidar también al planeta. Este sencillo mensaje con el mecanismo de la democracia debería ser suficiente para una sociedad justa e igualitaria. Pero a este eje renovado que llamaríamos ahora Con la genteSin la gente se le cruzan los otros que son la fuente de todos los problemas que sufrimos.

El segundo eje, Pobre-Rico, parecía hacer tándem con el primero hasta que las últimas elecciones en el mundo ponen de manifiesto que se activan el resto de los ejes debido al maltrato de amplias capas de la población que, ésta no resuelve intelectualmente sino pasionalmente, como en el referéndum británico. Es decir atendiendo a quién le diga cosas contundentes aunque las desmientan la misma mañana en que se conocieron los resultados. Ser pobre es malo, pero serlo como resultado de un sistema diseñado para eso es perverso. El sistema aludido no es la democracia, sino la ideología neoliberal y su sombra el fascismo. Del comunismo no hablo, porque no hablo de cadáveres. El espectro de Marx y Engels ya está aquí, porque su cuerpo falleció en 1989 afortunadamente. El pobre tiene miedo y es manipulable. El pobre que, en general, no tiene estudios, no tendrá tampoco una pensión razonable. El pobre no vota hasta que lo llama la extrema derecha.

El tercer eje: Letrado – Iletrado es esperanzador en el sentido de que parece que tener una alta educación vacuna, en términos muy generales, de huidas lunáticas. Se podría pensar entonces que las salidas más radicales, pero coherentes con una construcción racional de la sociedad, las protagonizan jóvenes universitarios e intelectuales como sería el caso de Podemos en nuestro país. Porque el iletrado no se calienta la cabeza: mira su situación económica y busca cualquier salida.

El cuarto eje: Cosmopolita – Patriota. Unos términos que tienen que ver con la necesidad primaria de identidad de los seres humanos que, en algunos casos, llega a ser patológica. Sobre todo si se antepone a otras necesidades o valores que, al menos hasta ahora, han tenido algún predicamento. Pues bien, hagamos un experimento mental: observe si un pobre está siendo atraído por las llamadas de justicia e igualdad universal de un partido político de izquierdas y dígale que su patria está peligro. Verá cómo inmediatamente habrá neutralizado su veleidad. De los cosmopolitas se piensa que son gente sin personalidad, frívolos ideológicos que creemos que la especie humana y el planeta que nos soporta merece algo más que que nos dediquemos a hacernos daño mutuamente mientras unos pocos astutos depredan la riqueza de todos.

Y el quinto eje: Agnóstico – Creyente. Este es un eje delicado porque atañe a las más profundas esperanzas de cada uno de nosotros. Si tus reflexiones te llevan a la condición de agnóstico o directamente a la de ateo, te liberas de ser víctima de la demagogia relacionada con tus esperanzas. Nadie puede manipularte por ahí. Pero otros pensarán que así se renuncia a lo más sagrado. Es decir, es una cuestión opinables que debe quedar para la decisión personal y nadie debe entrar ahí. Pero se entra, claro que se entra. Repita el el experimento y añada al peligro imaginario de poner en peligro la patria la ruptura del concordato y verá el resultado.

Bueno, Tramp ha tocado todos los ejes (God bless you). Pero ahora se dedicará a que sus colegas de la construcción se llenen los dumpers de dólares «reconstruyendo las infraestructuras» de los Estados Unidos, pero decepcionará a sus votantes porque tiene las manos atadas por la deuda con China. No podrá parar la apertura de las barreras mercantiles, es decir, la competencia de otros países, pues les va demasiado a las empresas estadounidenses. Pero eso sí, sus votantes perderán el seguro que les aprobó Obama para que la gente siga temiendo una situación en la que no tengan seguro privado. Bueno etc. Como se ve, un votante no se rige por un solo eje de decisión. Pero a despecho de nuestras diferencias vitales, de nuestras esperanzas, de nuestra formación  y de nuestra visión sobre el mundo, espero que no seamos tan ingenuos como para que nuestro «tramp» que se está gestando ya, tenga alguna posibilidad. Igual aquí nos administran el veneno en dosis homeopáticas y, mira por dónde, ahora sí funciona y nos curamos de nuestros ideales.

PD. Recomiendo ver el documental de Michael Moore SICKO https://www.youtube.com/watch?v=9CDLoyXarXY

Su provocación final en Guantánamo y en Cuba tiene su gracia, pero alienta la estupidez de sus enemigos. Pero, bueno es Michael Moore químicamente puro. Recuérdese la escena final de Bowling for Columbine con Charlton Heston. Demagogia significa «conducir al pueblo«. De ese punto de vista todos los políticos son demagogos. Unos conducen al pueblo a una vida en la que se vive y se envejece serenamente y otros a aquello tan clásico del valle de lágrimas.

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