04 Jun 2010
Si después de las propuestas autodestructivas del presidente Zapatero y la reacción auto destructiva de Rajoy; si después de los planes de ajuste de un Cameron recién llegado, las bolsas se desploman y las agencias nos bajan la clasificación (las torpes agencia a las que no se quién les confía lo que no puede confiarse a nadie), es que una nueva delincuencia se ha infiltrado en las sociedades avanzadas de forma subrepticia y su delito no puede ser perseguido porque no está tipificado. Delincuencia que juega a encarecer la deuda de países sólidos para extraer de la confusión algún punto más en los intereses. Ya no se trata de manadas de lobos (el lobo ataca para comer) se trata de un nuevo nihilismo, un juego de dementes bien alimentados transportados por su poder financiero a una nueva dimensión destructiva, un delirio alimentado por la fruición del dominio planetario. No son miles de pequeños accionistas que, como nubes de pájaros, dibujan absurdas formas bursátiles. Son unos pocos adictos al riesgo de los demás, verdaderos tahúres de la artificial incertidumbre creada por la multiplicación de los operadores en tiempo real. En sus armas no dibujan figuras humanas tras cada disparo, sino países enteros, sistemas monetarios regionales completos. Ha llegado el momento de reaccionar. Se necesitan leyes expropiatorias de capitales corsarios, un estado de excepción financiero que lleve a la cárcel a quienes se refugian tras legalidades obsoletas mientras se aguantan la risa por los reproches éticos. En España se paró el cinismo de los falso políticos de Batasuna, ¿a qué se espera para una ley de piratería financiera mundial? ¿Qué extraña parálisis tiene perplejos a los políticos de un continente entero? ¿Qué extraño conjuro recita la aristocracia económica para cerrar las puertas del futuro de tres generaciones sin respuesta contundente? ¿Por qué los empresarios honrados no advierten quienes son sus verdaderos aliados en esta hora? ¿Por qué los sindicatos tienen tanta grasa en sus cinturas? ¿Por qué los principales jueces de nuestro país, con la que está cayendo, pierden su tiempo a una velocidad insólita en odios africanos hacia esta especie de Dreyfus que han construído en Garzón? ¿Qué locura lleva a nuestros políticos a jugar a la ruleta rusa con la pistola aplicada a nuestra sien? ¿Qué demonios está pasando? ¿Hay alguien ahí?