03 Ago 2007

Minneapolis, «la ciudad de las aguas» según sus fundadores, ha sufrido el hundimiento del puente más antiguo de la Interestatal W-35. Este puente fue construido en 1967 por lo que, probablemente, el equipo técnico que lo construyó habrá podido contemplar el hundimiento de su criatura. En la página web de los puentes de Minneapolis figuraba, para quien quisiera leerlo, el dato de que su estructura estaba en un pobre estado de seguridad. La propia foto de esta hoja del cuaderno muestra una estructura metálica demasiado espiritual para sufrir el tránsito continuo de 140.000 vehículos diarios, a pesar de contar con un vano máximo de unos 150 m, que es una luz relativamente pequeña. El presidente Bush ha reconocido que hace dos años se comprobó la fragilidad de la estructura, pero se decidió actuar en el 2020. Esta noticia alerta sobre los problemas de infraestructuras que nuestro país está sufriendo, pues si una nación a la que le sobra el dinero como para gastarse 15 millones de dólares cada mes en una guerra estúpida y deletérea pospone la reposición de infraestructura básicas por las que discurren sus ciudadanos, ¿qué se puede esperar en países menos rumbosos?

El mantenimiento y la rehabilitación son actividades poco brillantes y que nadie inaugura. Desgraciadamente aún no han sido internalizadas en las conciencias de los políticos (ciudadano normal elegido para tomar decisiones). En España hemos tenidos casos, como la presa de Aznalcoyar o el reciente apagón de Barcelona. Muy a menudo detrás de estos casos hay presiones sobre los técnicos para poder mostrar el informe exculpatorio. En el caso de Minneapolis, seguramente alguien escribió un informe tranquilizador que ya se ha visto que ha resultado papel mojado, en aguas del Mississippi, naturalmente.