03 Ago 2007
La foto del admirado Gorbachov haciendo publicidad con una bolsa de viaje a su izquierda simboliza el cambio radical de valores a que nos conduce imparablemente la deriva del actual sistema económico. Un capitalismo paroxístico que invita a todo el mundo a pagar por sus proyectos el precio de quedar asociado a una marca comercial del mismo modo que la marcha nupcial de Mendelssohn, como todo el mundo sabe, es la sintonía de un detergente. Hace unos días Vidal-Beneyto nos hablaba de las cuadras político-mediáticas de izquierdas y derechas con corceles hiper-mega relevantes, suponemos que para dotar de discurso a los estólidos rostros de los magnates propietarios. En nuestro país los políticos parecen haber perdido el pudor que se le suponía a los ex, para pasar a la explotación de la propia agenda de influencias. ¿Por qué no?, al fin y al cabo es una cuestión de acostumbrarse. Cuando el primer jugador de tenis se atrevió a dar una volea fue recriminado por inelegante y ya ven. Los publicistas de nuestro país aún no han atacado el «por qué no» (PQN) de los ciudadanos normales. No me refiero a que actúen de figurantes en determinados anuncios, sino a que prestemos nuestra vestimenta diaria como soporte de publicidad. La razón no es otra que el agotamiento físico del espacio y el tiempo para colocar tanta publicidad como exige un sistema basado en la iniciativa general para montar empresas en competencia. Así pues, se anuncia un tiempo en que iremos con ropa parecida al mono de Alonso y en el que por la calle no se nos identificará solamente por el periódico que portemos o la emisora que oigamos, sino por las marcas que nos contraten. Marcas que nos eligirán por nuestro estatus previo. Todo empezará como una ayuda voluntaria, después se producirá el acomodamiento y el que renuncie no podrá tener una hipoteca. Finalmente, la publicidad ocupará nuestra alma mediante la compra de intelectuales y religiosos, cuyos mensajes irán asociados, ¿PQN?, a este o aquel vehículo, a esta o aquella ideología. Pero, esto último ¿no estará pasando ya?