Libertad de ex_presión


22 Sep 2012

Cuando en 2006 un defensor de la libertad de expresión dibujó unas caricaturas de Mahoma supimos hasta qué punto puede ser letal la doble estupidez: la del provocador sin causa y la del provocado sin seso. ¿Qué impulsa a un dibujante a ofender al pacífico y provocar al violento?: la vanidad. Porque si lo que pretende es defender la libertad de expresión debería aprender de una vez que ese sagrado valor está reservado para defender al ser humano de los atropellos del poder, no para exhibirse como generador de conflictos previsibles. Las libertades conquistadas en el último siglo (de intercambio, de expresión y de cátedra) son violadas en general por los fundamentalistas de mala fe para nuestra desgracia. Así, el fundamentalista de la libertad de intercambio prescinde de la necesidad de cuidado de uno seres humanos por otros; el fundamentalista de la libertad de cátedra, en vez de defender opiniones frente al opresor, la utiliza para la negligencia docente y, por fin, el fundamentalista de la libertad de expresión ocupa su tiempo en buscar formas de ser noticia en medios ajenos. Este último tiene presas fáciles en sociedades aún atrapadas en creencias mitológicas semejantes a nuestros antiguos mitos (aunque pervivan en determinadas expresiones religiosas universales o contestatarias). Aún resulta más insoportable que tras una zafia acción cinematográfica, un medio francés y otro alemán reaccionen como pirómanos psicópatas y añadan gasolina al fuego a mayor gloria de su mediocridad.

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