Leída la segunda parte del Quijote, tras, obviamente la primera, llega la digestión de todo lo asimilado. El Quijote, como todas las obras maestras, ha sido objeto de análisis desde muchos puntos de vista en su inagotable apertura a interpretaciones con origen en su capacidad para una nueva lectura cuando el tiempo madura en una nueva posición intelectual. Probablemente, quien, siendo un hombre de su tiempo, lea el quijote y las glosas de las obra por parte de Unamuno, Francisco Ayala, Ortega, Américo Castro, Galdos, Vargas Llosa, Bloom, etc. aún se verá impelido a una nueva lectura, porque su perspectiva cultural, entendida como resumen complejo de su tiempo, lo obligará a añadir otro eslabón a la cadena de infinitas interpretaciones. Si, además, el intérprete tiene talento, el resultado se ofrecerá como fulminante de las futuras lecturas. Me parece que la hazaña más grandiosa de Cervantes es haber captado la esencia de la españolidad del siglo en que escribe anticipando su destino e, incluso, acelerándolo reflexivamente, al facilitar que muchos de nuestros personajes políticos y culturales adopten los rasgos de sus criaturas.

DE LA PRIMERA A LA SEGUNDA PARTE

Una vez leído el conjunto de los dos libros, la primera se muestra como la más movida; en ella ocurren las más célebres escenas de locura y trasposición de la realidad en fantasía de violencia supuestamente justa. Los ataques a los molinos, los odres de vino, los rebaños de ovejas, los agentes de la autoridad que trasladan galeotes, etc. En ella, el ingenio literario de Cervantes no complica el meta relato más allá del aviso al lector de que el relator no es el autor, pues se sirve de los textos de un «historiador» llamado Cide Hamete Benengeli y el episodio de la quema de libros de caballería. Pero en la segunda parte se añaden nuevas dimensiones, cuando don Quijote va más allá de su ataque a la realidad deformada y ataca a la ficción deformada en las figuras del retablo de maese Pedro. Además, se introduce la primera parte, como libro editado en el propio relato. La consecuencia es que don Quijote y Sancho toman conciencia de que son celebridades y como tales son reconocidas por el resto de los personajes. Por cierto que la escritura, impresión y difusión del libro de la primera parte es un prodigio de rapidez editorial. De este modo se dota de verosimilitud ficticia (valga el oxímoron) al carácter histórico del relato. Es una historia «real» cuyos antecedentes han sido registrados en un libro que todo el mundo ha leído. De esta forma ya no hay naturalidad en las relaciones, pues la pareja protagonista es esperada y manipulada pues sus respectivos temperamentos y propósitos son conocidos de antemano. Hay un proto fenómeno fan, de acoso a la celebridad. De esta forma, en la segunda parte, hay menos acción, en el sentido que lo son las de la primera parte, y, a cambio, hay recreación premeditada de las fantasías de don Quijote y Sancho por parte de los, para mí, más antipáticos personajes del libro: los duques. Unos burlones aburridos que abusan de la credulidad de don Quijote y la ambición ingenua de Sancho para provocar situaciones con los que a esas alturas de la lectura son nuestros queridos personales. El lector (al menos este lector) sufre con las burlas de Altisidora y el médico que pone a dieta a Sancho en su gobernanza.

El Quijote es muchas cosas a la vez:

EN EL CAMINO

Es un relato on the road: el camino es omnipresente. La pareja protagonista está en la ruta de la aldea originaria a la sierra Morena en la primera parte y desde la aldea a Barcelona en la segunda parte. El camino se ofrece como lugar de encuentro con la aventura justiciera del Caballero de la Triste Figura o de Los Leones. Del camino se apartan sólo para descansar buscando la sombra de las arboledas y el pasto para las cabalgaduras. El camino está marcado por las ventas que suponemos a distancias razonables para satisfacer las necesidades de reposo y alimento. Entre ellas don Quijote provoca algún desastre y, en ellas es reparado, aunque, a veces, llega con tanta excitación que provoca el entuerto en su interior para desesperación del práctico ventero. En el camino nuestra pareja encuentra amigos y enemigos, ambos reales o ficticios. En el camino, en fin, el Quijote vence y es vencido.

UNA CRÍTICA A LOS SUPERHÉROES

La crítica de Cervantes a los libros de caballería es plenamente aplicable a toda la literatura gráfica sobre superhéroes, convertida hoy en cómics y películas. En ellas héroes justicieros están en los caminos de la Tierra o la galaxia buscando malotes que previamente han indignado cometiendo una fechorías que justifica la consiguiente explosión de violencia vengativa. Haría falta un quijote que barra de las carteleras este cine de entretenimiento sangriento y generador de fascismo soterrado. Don Quijote, por cierto, aconseja al Rey que convoque a todos los caballeros andantes para luchar contra el turco. En nuestra época la guerra de Irak fue algo así.

UN CANTO AL AMOR Y A SU RELATO

Los personajes del Quijote, incluído él mismo, están enamorados y sufren por ello. Jóvenes que no parecen ambiciosos se desgarran por el desdén de mujeres niñas bellísimas y no quieren seguir viviendo o pierden la razón desesperados por no poseerlas. En unos casos son las diferencias sociales y en otros los engaños de otros amantes, pero el relato de las desventuras siempre apasiona, hasta el punto de que el relator utiliza la posibilidad de no terminarlo si es interrumpido, hundiendo a los que escuchan en la desesperación, pues, una vez que se inicia el relato, cualquier relato, es compulsivo saber como acaba. Destacan dos mujeres irredentas: Marcela y Ana Félix. La primera reclama su derecho a no aceptar un amante y, la segunda, dirige un bajel berberisco con gran carácter y decisión. Estos relatos cautivan a los que escuchan y las interrupciones impacientan:

Prosiga vuestra merced, señora, y acabe de decirnos lo que le ha sucedido, que nos tienen a todos suspensos sus palabras y sus lágrimas (página 925)

Declaro mi amor tardío a este libro. Es la novela de las novelas. Veo en él a todos los relatos posteriores, tanto de literatura como de las formas modernas, cine, series, de hacer disfrutar al ser humano de su adicción más compulsiva: escuchar relatos.

PALADEANDO UNA OBRA MAESTRA

La llaneza en el lenguaje y su dominio

Mirad, Sancho -replicó Teresa-. después que os hicísteis miembro de caballero andante, habláis de tan rodeada manera, que no hay quien os entienda. (página 582)

… de la prolijidad se suele engendrar el fastidio… (página 753)

… llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala… (página 754)

Viome, requebrome, escuchele, enamoreme, a hurto de mi padre (página 1009)

La alegría de pecar

Todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué de deleite consigo, pero el de la envidia no trae sino disgustos, rencores y rabias. (página 603)

La necesidad de ser famoso (tan actual) 

Eso me parece, Sancho – dijo don Quijote-, a lo que sucedió a un famoso poeta de estos tiempos, el cual, habiendo hecho una maliciosa sátira contra todas las damas cortesanas, no puso ni nombró en ella a una dama que se podía dudar si lo era o no, la cual, viendo que no estaba en la lista de las demás, se quejó al poeta diciéndole que qué había visto en ella para no ponerla en el número de las otras, y que alargase la sátira y la pusiese en el ensanche: si no, que mirase para lo que había nacido. (página 604)

Quiso ver el Emperador aquel famoso templo de la Rotunda, que en la antigüedad se llamó el templo de todos los dioses, y ahora con mejor vocación se llama de todos los santos, y es el edificio que más entero ha quedado de los que alzó la gentilidad en Roma, y es el que más conserva la fama de grandiosidad y magnificencia de sus fundadores: él es de hechura de una media naranja, grandísimo en extremo, y está muy claro, sin entrarle otra luz que la que le concede una ventana, o, por mejor decir, claraboya redonda, que está en su cima; desde la cual mirando el Emperador el edificio, estaba con él y a su lado un caballero romano, declarándole los primores y sutilezas de aquella gran máquina dijo al Emperador: «Mil veces, Sacra Majestad, me vino deseo de abrazarme con Vuestra Majestad y arrojarme de aquella claraboya abajo, por dejar mi fama eterna en el mundo» (página 605)

La despensa de dichos

Es abrumadora la cantidad de frases hechas, dichos y refranes que el Quijote proporciona tomándolos del riquísimo acervo del castellano. Pero también ha dotado a la lengua de frases apodícticas inmortales. Quizá la más utilizadas se esta:

-Con la iglesia hemos dado, Sancho (página 610)

Que, por cierto, en su versión actual sustituye el «dado» por «topado» para darle un sentido que, según la nota al pie de la Real Academia, no tuvo en la intención de Cervantes. Y es el sentido de las dificultades que la Iglesia, en particular, y cualquier institución poderosa, en general, supone para quien confronte con ellas.

las fantasías de don Quijote son las que nos aplicamos todas las noches al dormirnos: las que el ser humano crea para soportar la vida. Sancho porfía para mantenerse pegado a tierra, pero, por terrenales razones, tiene la tentación de seguir a su amo, por si acaso.

-De parte del famoso caballero don Quijote de la Mancha, que desface los tuertos y da de comer al que ha sed y de beber al que ha hambre (página 616)

Los encantadores como gran comodín

Quijote, el pobre, cuando sus ojos no le engañan es Sancho el que lo hace por su interés, para que vea lo que no está; para ello acude a encantadores que le transforman lo maravilloso en ordinario. Claramente, Sancho, le ha cogido la medida a don Quijote.

Porque te hago saber, Sancho. que cuando llegué a subir a Dulcinea sobre su hacanea, según tú dices, que a mi me pareció borrica, me dio un olor a ajos crudos, que me encalabrinó y atosigó el alma. (página 622)

Sancho aprende de don Quijote

-Sí, que algo se me ha de pegar de la discreción de vuestra merced, que las tierras que de suyo son estériles y secas, estercolándolas y cultivándolas vienen a dar buenos frutos. (página 632)

Digo -respondió Sancho- que confieso que conozco que no es deshonra llamar «hijo de puta» a nadie cuando cae debajo de entendimiento de alabarle. (página 642)

Fiscal has de decir – dijo don Quijote -, que no friscal, prevaricador del buen lenguaje, que Dios te confunda. (página 693)

El lenguaje puro, el propio y elegante y claro, está en los discretos cortesanos, aunque hayan nacido en Majalahonda: dije discretos porque hay muchos que no lo son, y la discreción es la gramática del buen lenguaje, que se acompasa con el uso. (página 694)

Los sucesos lo dirán, Sancho – respondió don Quijote -, que el tiempo, descubridor de todas las cosas, no se deja ninguna que no la saque a la luz del sol, aunque esté escondida en los senos de la tierra. (página 750)

No dirás de esto nada a nadie, pues pon lo tuyo en concejo, y unos dirán que es blanco y otros dirán que es negro (página 832)

… flautas, tamborinos, salterios, albogues, panderos, sonajas, zaques, rimeros, cotufas, bocací, cordellate, arcaduces, aljófar, alheña

Sancho le tiene cariño a don Quijote

– Eso no es el mío -respondió Sancho-, digo, que no tiene nada de bellaco, antes tiene un alma como un cántaro: no sabe hacer mal a nadie, sino bien a todos, ni tiene malicia alguna, un niño le hará entender que es de noche en la mitad del día, y por esta sencillez le quiero como a las telas de mi corazón, y no me amaño a dejarle, por más disparates que haga. (página 642)

Don Quijote considera que la caballería andante es una ciencia

Es una ciencia -replicó don Quijote- que encierra en sí todas o las más ciencias del mundo, a causa que el que la profesa ha de ser jurisperito y saber las leyes de la justicia distributiva y conmutativa, para dar a cada uno lo que es suyo y lo que le conviene; ha de ser teólogo, para saber dar razón de la cristiana ley que profesa, clara y distintamente, adondequiera que le fuere pedido; ha de ser médico, y principalmente herbolario, para conocer en mitad de los despoblados y desiertos las yerbas que tienen virtud de sanar las heridas, que no ha de andar el caballero andante a cada trinquete buscando quien se las cure; ha de ser astrólogo, para conocer por las estrellas cuántas horas son pasadas de la noche y en qué parte y en qué clima del mundo se halla; ha de saber las matemáticas, porque a cad paso de le ofrecerá tener necesidad de ellas, y dejando aparte que ha de estar adornado de todas las virtudes teologales y cardinales, descendiendo a otras menudencias, dique que ha de saber nadar como un caballo y aderezar la silla y el freno, y, volviendo a lo de arriba, ha de guardar la fe a Dios y a su dama; ha de ser casto en los pensamientos, honesto en las palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos y, finalmente, mantenedor de la verdad, aunque le cueste la vida defenderla. De todas estas grandes y mínimas partes se compone un buen caballero andante. (página 682)

Don Quijote y su conciencia de élite

Duerme el criado, y está velando el señor  pensando cómo le ha de sustentar, mejorar y hacer mercedes. La congoja de ver que el cielo se hace de bronce sin acudir a la tierra con el conveniente rocío no aflige al criado, sino al señor, que ha de sustentar en la esterilidad y hambre al que le sirvió en la fertilidad y abundancia.

Bien predica quien bien vive – respondió Sancho -, y yo no sé otras tologías. (página 707)

¡Viva, viva el rico Camacho con la ingrata Quiteria largos y felices siglos, y muera, muera el pobre Basilio, cuya pobreza cortó las alas de su dicha y le puso en la sepultura! (página 709

Si don Quijote te coge desprevenido y eres paje tienes que escuchar

Notable espilorchería, como dice el italiano – dijo don Quijote -. Pero, con todo eso, tenga a felice ventura el haber salido de la corte con tan buena intención como lleva, porque no hay otra cosa en la tierra más honrada ni de más provecho que servir a Dios, primeramente, y luego a su rey y señor natural, especialmente en el ejercicio de las armas, por las cuales se alcanzan, si no más riquezas, a lo menos más honra que por las letras, como yo tengo dicho mucha veces; que puesto que han fundado más mayorazgos las letras que las armas, todavía llevan un no sé qué los de las armas a los de las letras, con un sí sé qué de esplendor que se halla en ellos, que los aventaja a todos. Y esto que ahora quiero decir llévelo en la memoria, que le será de mucho provecho y alivio en sus trabajos: y es que aparte la imaginación de los sucesos adversos que le podrán venir, que el peor de todos es la muerte, y como esta sea buena, el mejor de todos es morir. Preguntáronle a Julio César, aquel valerosos emperador romano, cuál era la mejor muerte: respondió que la impensada, la de repente y no prevista; y aunque respondió como gentil y ajeno de conocimiento del verdadero Dios, con todo eso dijo bien, para ahorrarse del sentimiento humano. que puesto caso que os maten en la primera facción y refriega, o ya de un tiro de artillería, o volado de una mina, ¿qué importa? Todo es morir, y acabose la obra; y según Terencio más bien parece el soldado muerto en la batalla que vivo y salvo en la huída, y tanto alcanza fama el buen soldado cuanto tiene de obediencia a sus capitanes y a los que mandar le pueden. Y advertid, hijo, que al soldado mejor le está olera pólvora que al algalia, y que si la vejez coge en este honroso ejercicio, aunque sea lleno de heridas y estropeado o cojo, a lo menos no os podrá coger sin honor, y tal, que no os podrá menoscabar la pobreza. Cuánto más  que ya viejos y estropeados, porque no es bien que se haga con ellos lo que suelen hacer los que ahorran y dan libertad a sus negros cuando ya son viejos y no pueden servir, y echándolos de casa con título de libres los hace esclavos de la hambre, de quien no piensan ahorrarse sino con la muerte. Y por ahora no os quiero decir más, sino que subáis a las ancas de este mi caballo hasta la venta, y allí cenaréis conmigo, y por la mañana seguiréis el camino, que os le dé Dios tan bueno como vuestros deseos merecen. (página 740)

Sancho le da pistas a Groucho y a Mario Moreno 

Y esas son las maravillas que dije que os había de contar, y si no os lo han parecido, no sé otras. (página 746)

Los monólogos de Sancho seguramente fueron la inspiración de Mario Moreno.  (página 828)

Muchos médicos hay en el mundo: hasta los encantadores son médicos. Pero pues todos me lo dicen, aunque yo no me lo veo, digo que soy contento de darme los tres mil y trescientos azotes, con condición que me los tengo de dar cada y cuando yo quisiere, sin que se me ponga tasa en los días ni en el tiempo, y yo procuraré salir de la deuda lo más presto que sea posible, porque goce el mundo de la hermosura de la señora Dulcinea del Toboso, pues según parece, la revés de lo que yo pensaba, en efecto es hermosa. Ha de ser también condición que no he de estar obligado a sacarme sangre con la disciplina, y que si algunos azotes fueran de mosqueo, se me han de tomar en cuenta. Iten, que si me errase en el número, el señor Merlín, pues lo sabe todo, ha de tener cuidado de contarlos y de avisarme lo que me faltan o los que me sobra. (página 828)

En las posadas todos los huéspedes se conocen y curiosean en las vidas de los demás. Muchos personajes se agolpan en una sola estancia y discuten, escuchan y hablan:

Quedó pasmado don Quijote, absorto Sancho, suspenso el primo, atónito el paje, abobado el del rebuzno, y, finalmente, espantados todos lo que oyeron las razones del titerero… (Maese Pedro). (página 746)

Cervantes el socarrón

Maese Pedro, que vio que don Quijote izquierdeaba (comenzaba a disparatar)… (página 758)

El mono de Maese Pedro adivinaba el pasado y el presente, pero no se daba maña con el futuro.

Sentaos, majagranzas, que adondequiera que yo me siente será vuestra cabacera. (página 791)

Sancho el gobernador

Ahora, yo podré poco o quitaré estas casas de juego, que a mí se me trasluce que son muy perjudiciales (página 921)

Si el gobernador sale rico de su gobierno, dicen de él que ha sido un ladrón, y si sale pobre, que ha sido un parapoco y un mentecato. (página 973)

Y Sancho, aunque aborrecía el ser gobernador, como queda dicho, todavía deseaba volver a mandar y a ser obedecido. que esta mala ventura trae consigo el mando… (página 1034)

Don Quijote y la libertad

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida… (páginia 984)

Don Quijote y la superstición

Levántase uno de estos agoreros por la mañana, sale de su casa, encuéntrase con un fraile de la orden del bienaventurado San Francisco y, como si hubiera encontrado con un grifo, vuelve las espaldas y vuélvese a su casa, Derrámasele al otro mendoza (menda) la sal encima de la mesa, y derrámasele a él la melancolía por el corazón, como si estuviera obligada la naturaleza a dar señales de las venideras desgracias con cosas tan de poco momento como las referidas (página 988)

Sancho poderoso señor de los refranes

A lo largo de la obra, Sancho se expresa con refranes provocando la ira de don Quijote. Pero, es su recurso y lo defiende en fraternal discusión.

Pero, ¡guarda!, que es de un buen parecer, y hay pastores más maliciosos que simples, y no querría que fuese por lana y volviese trasquilada; y también suelen andar los amores y los no buenos deseos por los campos como por la ciudades y por las pastoriles chozas como por los reales palacios, y quitada la causa, se quita el pecado, y ojos que no ven, corazón que no quiebra, y más vale salto de mata que ruego de hombres buenos. 

-No más refranes, Sancho –dijo don Quijote-, pues cualquiera de los que has dicho basta para dar a entender tu pensamiento, y muchas veces te he aconsejado que no seas tan pródigo de refranes y que te vayas a la mano en decirlos, pero paréceme que es predicar en el desierto, y castígame mi madre, y yo trómpogelas. 

-Paréceme –respondió Sancho– que vuesa merced es como lo que dicen: «Dijo la sartén a la caldera: Quítate allá, ojinegra». Estame reprendiendo que no diga yo refranes, y ensártalos vuesa merced de dos en dos. (página 1063)

El Quijote y Sancho pastores

Es una humorada de Cervantes que, cuando don Quijote y Sancho vuelven maltrechos a su aldea, el uno por los golpes del bachiller Carrasco en Barcelona, y el otro por azotar todos los árboles de un encinar para cumplir con el trato de desencantamiento de Dulcinea, no se les ocurra otra cosa que cumplir el año de retiro impuesto convirtiéndose en pastores en una Arcadia manchega.

CURIOSIDADES FINALES

Sancho está harto de que todos los procedimientos para desencantar supongan un castigo físico para él y propone que se lo hagan a «un cuñado».

¡Encantan a Dulcinea, y azótanme para que se desencante; muérese Altisidora de males que Dios quiso darle, y hanla de resucitar hacerme a mí veinte y cuatro mamonas y acribarme el cuerpo a alfilerazos y acardenalarme los brazos a pellizcos! ¡Esas burlas, a un cuñado, que yo soy perro viejo, y no hay conmigo tus, tus! (página 1072)

Cervantes fue contemporáneo de la expulsión de España de los moriscos. Este importante acontecimiento lo recoge en su obra magna con un episodio final en la ciudad de Barcelona y un personaje llamado Ricote que parece aludir con su nombre al hecho de que fue en el valle de Ricote en la provincia de Murcia. También hay una alusión a Cartagena como puerto militar.

… voy de esta manera hasta alcanzar unas compañías de infantería que no están doce leguas de aquí, donde asentaré mi plaza, y no faltar´na bagajes en que caminar de allí adelante hasta el embarcadero, que dicen ha de ser en Cartagena. (página 738)

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