Acostumbrados a tener nietas en la vega del Segura (tus primas Olivia y Claudia), hemos sido sorprendido y bendecidos por otra niña en los surcos que el Guadarrama abre en la meseta cerca de tu casa. Eso ha ocurrido un 28 de agosto, uno de esos días que dicen que hace calor. Primero, decir que que seas niña me parece muy bien, aunque esto tenga poca importancia. Hubo una época que tu no conociste donde los hombres mandaban sin mérito y querían, antes que nada, tener un hijo varón y, por supuesto, un nieto varón para mantener la continuidad de una supuesta y noble estirpe. No te preocupes que, aunque tus abuelos vienen de la bruma de los años machistas e injustos, han sabido unirse a las que pedían que las mujeres ocuparan su lugar en la sociedad en pie de igualdad con los hombres.
Tú, Lole, naces en una época apasionante en la que los cambios sociales se aceleran para, entre otras cosas, garantizar que, no sólo la vida justa, sino la vida a secas en esa bolita azul en la que vivimos sea posible. La culpa es de nuestra generación que creyó que este ritmo de uso de la naturaleza era posible para siempre. Por eso, te hemos dejado una tarea enorme de limpieza que ya sabrás perdonarnos. No somos inocentes, pero tampoco culpables. Una cosa intermedia, porque creíamos que nuestras pequeñas transgresiones no tienen importancia, pero sumadas a las de muchos millones se convierte en arrolladora.
Los niños no están esperando en una sala en la que por sorteo se os manda a nacer aquí o allá. Tu, Lole, sólo has sido posible porque una joven llamada Lara y un joven llamado Carlos de tanto que se querían se juntaron mucho. No podías haber nacido en cualquier lugar, sólo allí donde tus padre estaban cuando llamaste a la puerta diciendo: «¡ya estoy lista!. Y ese lugar ha sido al norte de una gran ciudad que se llama Madrid. Un lugar fresco, rodeado de árboles y con un río muy cerca. Un río que le dicen «de la arena». Muy cerca hay montañas que en invierno se vuelven blancas y en verano verdes. También un tren que no pita, pero que si hace «chaca-chá» (ya lo oirás). Es una invitación a viajar hacia el norte a ver mundo y hacia el sur a ver a los abuelos de Murcia. También verás que alrededor tuyo hay gatos y un perrito. Todos te mirarán con curiosidad primero y cariño después. Antes tienen que olerte y asegurarse que los vas a acariciar siempre que te lo pidan.
Tienes suerte, pues los que te han dado vida son unos padres buenos y calmados que te darán todo el amor que precises para que tú misma vayas por la vida buscando equilibrio, amistad y, al cabo, personas a la que querer sin que ningún gramo de rencor te pese en el alma. Además heredas oído para la música, si tu padre no lo estropea, creatividad de parte de tu mamá e ingenio de parte de tu papá. Pero, de más atrás sentirás que te llegan otras habilidades y toneladas de amor de parte de tus abuelos. Ahora, al nacer tienes dos abuelos y dos abuelas. Primero te harás un poco de lío, pero, luego, verás que puedes con todo. Primero seremos gente que pulula a tu alrededor, luego seremos «abus» y, más tarde, «elos». Un día sin darte cuenta nos llamarás «abuelito o abuelita» y verás que sonrisa se nos pone en la cara. Los papás de tu mamá son complutenses o, lo que es lo mismo, viven en una ciudad muy antigua que se llama Alcalá por la que pasa el río Henares. De allí te ha llegado ese libro de tela cosido con el amor de abuela, un cuadro blanco y la noticia de que tu abuelo casi toca con Fórmula Quinta. Como ves ya van dos ríos en tu vida. Pues añade otro, porque los papás de tu papa, son de Murcia por donde pasa el río Segura. Un río al que hay que ayudarle porque lleva poca agua. Tu abuela tuvo el pelo rojo y tu abuelo tuvo pelo.
Lole, tus primera semana nos has tenido a todos embelesados alrededor tuya. Todos los ríos se juntaron cerca de ti. Es como si hubiéramos montado un campamento de papás y abuelos para ver tu primera sonrisa y tus primeros llantos. Hemos comprobado, y podemos certificarlo, que eres una niña guapa, serena y cumplidora con las reclamaciones de tu cuerpecito. No lloras sin razón y pides las cosas con educación. Disfruta estos días de los que no sabrás nada hasta que veas las fotos y oigas los comentarios de la gente que nunca te fallará. Incluso hasta es posible que algún días leas esto. Ese día, aunque yo haya cogido el tren que pasa por tu casa para ir más allá de cualquier lugar, sonreiré.