Boris Johnson quiere recuperar para el Reino Unido la primacía en los mares. El Brexit no era para dotar a la NHS (National Health Service), el Sistema Nacional de Salud británico, tampoco era para que Nigel Farage fuera embajador en Estados Unidos; ni siquiera para acabar con la inmigración. No, el Brexit ha sido para que Boris Johnson se pusiera el gorro de almirante y desde la popa de un Her Majesty Ship volver a reinar sobre las olas, como dice la letra del “Rule Britannia”. Ese himno que se canta en los Proms del Albert Hall. Cualquiera que desee ver en qué consiste el orgullo nacional con clase y gracia que busque en Internet el último día del festival de los Promenade, en ese reciento circular que tanta música tiene ya en sus espaldas. En especial es recomendable la versión de 2009, en que la mezzo soprano Sarah Connolly canta espléndidamente una versión caricaturesca en las formas y potente en los musical de uno de los tres himnos oficiosos de los británicos — con el Jerusalem y el God save de Queen—. Este año 2020 la versión ha sido sobria pensando en la desgracia sobrevenida sobre el mundo con la pandemia, pero de una gran elegancia.

Cuando había público, éste coreaba el estribillo con un entusiasmo que aquí veríamos con suspicacia; estribillo en el que se proclama el reinado sobre “las olas” de los británicos y la imposibilidad de que éstos “sean esclavos”. ¿Qué más necesita el espíritu nacional para sobreponerse a cualquier menudencia política o social como las necesidades del servicio de salud o los problemas de carestía de la vida como consecuencia de la irresponsabilidad del Brexit? Pues con este jarabe quiere nutrir Johnson a la población sobre la que gobierna para evitar cualquier frivolidad social ante lo que se avecina. Dieciséis mil millones de libras para la nueva reina de los mares (la Royal Navy) es la mejor fórmula, cuando nada menos que el 47 % del PIB británico va a ver comprometida su venta ante una Unión Europea con nuevos aranceles. ¡Bien pensado, Boris!. La fórmula es vieja, pero, como los vahos de eucalipto o la leche caliente con miel, siempre funciona. ¿Qué británico va a protestar cuando vea cruzar por delante de las playas de Bournemouth a la armada británica para cercar Calais y evitar el paso de pateras invasoras? ¿Y cuándo hagan una parada “técnica” en Gibraltar para arruinar el veraneo del presidente español de turno?. ¡God save you, Boris!.

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