EL MOMENTO PAYASO
En este momento las elecciones de Estados Unidos parece que se pueden acabar despachando en el Estado de Nevada. Quizá se haga con una tirada de dados en un casino de Las Vegas. O sea, estamos en el momento «payaso». Alguna vez se sabrá hasta qué punto los politólogos norteamericanos que asesoran a Trump se inspiraron en nuestro Jesús Gil. Una mente fértil que fue capaz de ganar con mayoría absoluta en varias ocasiones en una operación a escala como fue Marbella. Un político que se exhibía en un jacuzzi rodeado de chicas jóvenes, y que le daba puñetazos a sus rivales en la dirección del fútbol español. Si ha sido así, hay que reconocer que Trump ha sido un magnífico discípulo. Un alumno que, si gana, tendrá un objetivo en su segundo mandato: no ser el «pato cojo» que se presume de todo presidente que repite. Creo que intentará cambiar la constitución americana para poder aspirar a un tercer mandato, como Evo Morales o Putin. Lo tiene todo a favor en el Tribunal Supremo y, desde luego, en un partido republicano entregado a la demagogia. Téngase en cuenta que ésto era posible hace bien poco, pues la limitación a ocho años se estableció en 1947 con la 22ª enmienda de la constitución. La razón fue la acumulación de mandatos (3) que consiguió Franklin D. Roosevelt.En definitiva, si en Italia ganó Beppe Grillo, no es de extrañar que si varias generaciones se han «educado» frente a la televisión, sean seducidos por rostros de la televisión. En esa estela creo que el «trumpismo» español acabará buscando un «popular» al que encargarle la presidencia del gobierno. Yo sugiero a Bertín Osborne. Es alto, guaperas, canta y tiene la gracia de un señorito andaluz. ¡Ah! y monta a caballo. Creo que arrasaría con su sentido común de español sensato que se complica poco la vida y tiene recetas sencillas y comprensibles para los problemas complejos. La izquierda, por su parte, puede probar con Jorge Javier Vázquez. ¿Estamos o no en un momento raro?.
DIVISIÓN
La humanidad siempre se divide aproximadamente en dos partes cuando se la interroga sobre algo concreto. Qué pocas cuestiones nos arraciman y qué poco dura esa unanimidad – se cuenta que algunos miembros de ETA se hicieron fotos celebrando el mundial de España en 2010-. Esta división es estructural y estadísticamente robusta. La razón está en que cualquier cuestión que se nos plantee tiene argumentos a favor y en contra. En consecuencia dejados a la libre reflexión la mitad optan por un tipo de argumentos y la otra mitad por los contrarios. Obviamente, para eso tiene que darse el hecho de que la probabilidad de tal adhesión parcial sea del 50 %. Incluso cuando los defensores de una opción hacen campaña eficaz a su favor, sus esfuerzos son neutralizados por la campaña del contrario. Resultado: división por la mitad.Eso ocurre en política no con un partido concreto, sino con opciones más profundamente arraigadas como lo que vagamente consideramos de izquierda o derecha. En Estados Unidos las opciones son la condición de republicano o la de demócrata. Términos ambiguos, pues los republicanos son demócratas y, que se sepa, los demócratas no son monárquicos. Pero así son estas cosas de los nombres, que una vez asignados se usan a pesar de su incoherencia. Siendo así, es raro que un partido gane por goleada al otro. Con lo que siempre se pueden dar sorpresas. Mañana curiosamente las opciones no son republicano-demócrata, sino Trump sí- Trump no. Este hombre en su elemental condición de varón primitivo levanta pasiones de amor y odio que hacen que estas elecciones sean una verdadera catarsis para esa nación. Sus rasgos son ser grosero, impertinente, ególatra, impredecible, irascible, sexista, racista, egoísta y narcisista. Se añade que es profundamente injusto en las políticas fiscales y sanitarias, pero, además, es traidor, mentiroso, vanidoso, peligroso y oso. Es amado por los que desean el peligro y odian la sofisticación de la cultura y la ciencia. Por aquellos que, en el plano irracional, necesitan emociones intensas para salir de la atonía de sus porches y sus hamacas o aquellos que, en el plano racional, necesitan mantener, como él, el soporte dinerario de sus vidas decadentes. También por aquellos que valoran una sonrosada mentira más que una pálida verdad. Como ven no he mencionado a Biden y mi alternativa favorita es Trump NO o Trump… TAMPOCO.
MICRO-NANO-TECNO ELECCIONES
No seré yo el que diga que la gente ha votado mal cuando el resultado no me gusta. Pero sí seré yo el que diga -con la ayuda de la psicología de masas- que somos muy manipulables y, además, que bastan un par de semanas para dirigir su veleta de electores hacia un determinado objetivo. Y aquí es donde se explica el título de este artículo basado en la experiencia, aún en marcha, de las elecciones americanas. Este país no habrá aún resuelto su sistema de votación y conteo, pero ha desarrollado una sofisticada técnica de manipulación de electores. Los gestores de las campañas electorales nos hablan de este o aquel «target» a la hora de configurar el discurso en los mítines de sus candidatos. Es decir, los partidos ya no se dirigen a una determinada concepción de la vida, sino a un micro-nano sector identificado como «mujeres universitarias de suburbios», «latinos acomodados de Florida», «obreros desesperado de la obsoleta industria del acero» o «ansiosos que tomas Lexatín con la tostada por la mañana». Mensajes que exponen directamente en los medios de comunicación que cada uno de estos grupos utiliza habitualmente. Hoy en día decir medios incluye, además de los convencionales de prensa y televisión, a Whatsapp, Twitter, Telegram o Facebook. De esta forma pueden fragmentar sus discursos dirigiéndose directamente a lo que, más o menos patológicamente, nos preocupa. Por supuesto que de esta forma se pueden emitir discursos contradictorios, pero, hoy en día, !a quién le importa!. Cada grupo escucha lo que le supone una cremita hidratante para la sequedad de su vida y «aquí paz y allá gloria». Y el caso es que estamos entrenados en identificar al que nos «sigue la corriente» o nos «dan la razón» sospechosamente, pero parece que en política nos da igual que nos tomen por locos. Lo que queremos, como el personaje de Richard Gere en Pretty Woman en la escena de la zapatería, es que nos hagan al pelota. Pues ya lo hemos conseguido.
¿POR QUÉ?
SÍ, ¿por qué triunfan políticos que se ríen de la democracia, frivoliza con pandillas de cerveceros armados hasta los dientes, sugieren infectarse de un virus mortal y bailan tan mal? Por varias razones:
1) llevamos décadas escuchando en la publicidad cosas como «la república independiente de mi casa», «te lo mereces», «lo puedes todo». Es decir hemos convencido a mucha gente que lo que antes se llamaba pomposamente «la dignidad intransferible del individuo humano» ahora es puro narcisismo. Se ha conseguido así que la anónima masa de Ortega se convierta en millones de egos reclamando su momento de gloria. Aquí se define el ego fuerte.
2) llevamos décadas protegiendo de frustraciones a los jóvenes desde que nacen, lo que los hace muy frágiles ante las dificultades de la vida. Una fragilidad que se traduce en impaciencia, intransigencia y tendencia a adherirse a cualquier propuesta. Aquí se define el ego débil.
3) a todos estos egos fuertes y débiles, es decir, inestables, se nos ha proporcionado nada menos que un «periódico» del que somos el redactor jefe y el director. En él podemos aplaudir, felicitar, apoyar, pero también, insultar y odiar.
4) a pesar de que se ha generalizado la educación haciéndola, incluso obligatoria, la historia, con sus contenidos de ejemplaridad positiva y negativa y la filosofía, con sus contenidos de pensamiento crítico y tensión reflexiva, no son asimiladas por los educandos que, si alguna vez lo supieron, ya han olvidado los más elementales hitos históricos y las más elementales pautas lógicas. Así no se comprende la economía global, las corrientes migratorias ni la falsedad de toda identidad racial o cultural.
5) este ego, en su vanidad infundada, se vuelve suspicaz ante cualquier cosa que supere su umbral de comprensión y experimentación, ya sea la forma del planeta, el origen de los males políticos o sanitarios, la complejidad de los remedios, como las vacunas o el origen de las luces que se mueven en el cielo de noche.
6) Esta configuración del individuo que se siente omnipotente y, en realidad, se acerca a la impotencia es ideal para que la «ciencia» de la política lo manipule vendiéndole cualquier mercancía ideológica por podrida que esté. Este ego es un juguete feliz de un juego que no comprende.Ante esta nuestra debilidad, sugiero que nos protejamos de nuestras propias pretensiones confiando más en las instituciones y los métodos de control de trapacerías que en individuos providenciales, por simpáticos y energéticos que nos parezcan.