Malas noticias virales


Una desgracia como la que nos asola es una ocasión única para que la verdad sea arrastrada por el suelo hasta dejarla hecha girones en los que difícilmente se reconocería. Si a eso añadimos que los medios de comunicación nos sirven de forma inmediata e invasiva, tanto la mentira compleja de un biólogo resentido, como la simple de una viandante cabreado, la atmósfera puede llegar a ser asfixiante. En un clima así se piensa mal, defectuosamente, y una de las formas más tópicas de pensar erróneamente es creer que somos la primera generación en sufrir este tipo de cosas.En el siglo IV a.C. un señor llamado Platón inventó un mito inmortal: el mito de la caverna. A grandes rasgos trata sobre un grupo de personas que todo lo que veían eran las sombras reflejadas de los objetos y sucesos cotidianos proyectados en la pared de la caverna por la luz de una hoguera a sus espalda. Estas personas están atadas y sólo pueden mirar hacia adelante. Uno de ellos sale de la caverna y ve la auténtica realidad. Cuando vuelve se pregunta Platón: «Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz ¿no lo matarían si pudieran tenerlo en sus manos? – Seguramente, responde Glaucón (el alter ego de Platón es este diálogo. En el siglo I, Cicerón contaba esta anécdota: visita Claudia a Circe en Roma y la recibe una esclava que tenía la misión de mentir diciendo que la señora no estaba en casa. Al día siguiente Claudia vuelve y en esta ocasión en el atrio está Circe que le dice «no estoy en casa». Claudia sorprendida responde «no te creo». Entonces Circe indignada la echa gritando «¿ayer creíste la mentira de mi criada y ahora no me crees a mí que soy tu amiga?» ¿Les suena este descaro en la vida pública o en las en-redes sociales?En el siglo XVI, otro señor llamado Nicolás Maquiavelo le dice a un supuesto príncipe: «Sin embargo, en nuestros días se ve por experiencia que los príncipes que han hecho grandes cosas han tenido poco en cuenta la palabra dada y han sabido burlar con astucia el ingenio de los hombres. Y al final han superado a los que se han fundado en la veracidad.»Finalmente, hace cincuenta años, una señora llamada Hannah Arendt decía: «… por extraño que resulte… el conflicto entre la verdad factual (los hechos) y la política, el cual podemos contemplar hoy a tan gran escala, tiene características muy similares. Si bien es cierto que ninguna época anterior toleró tantas opiniones diversas en asuntos religiosos o filosóficos, también lo es que la verdad factual, si se opone al provecho o el placer de un determinado grupo, es recibida hoy con una hostilidad mayor que nunca.» y enfatiza: «Las verdades factuales incómodas, si bien se toleran en los países libres, son transformadas, de forma consciente o inconsciente, en opiniones.» para rematar: «La libertad de opinión es una farsa si no se garantiza la información objetiva y no se aceptan los hechos mismos». En conclusión, malas noticias: la verdad ha sido la cenicienta desde el principio de los tiempos. Y además, el desprecio por la verdad no es sólo un mecanismo pragmático del poder, sino también un recurso de consuelo para el pueblo. Y añado, sea cual sea el nivel de cultura enciclopédica que posea el individuo o el grupo. Amar la verdad es anhelarla más que las propias creencias, pero ya lo dijo el sabio Groucho: «¿A quién va creer usted, a mí o a sus propios ojos».

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