Estaba leyendo el libro de Steven Pinker sobre la Ilustración cuando éste hizo referencia al libro «Pensar rápido, pensar despacio» de Daniel Kahneman y me acordé de que lo tenía y por alguna razón olvidada había quedado pospuesto tras otros libros. Lo he leído estos días y veo que merece una reseña porque es la historia de la psicología de la conducta del último medio siglo. Es la historia de la capacidad de ser humano de tomar buenas o absurdas decisiones. Daniel Kahneman es un célebre psicólogo israelí premio Nobel de economía por sus aportaciones a la toma de decisiones económicas, que trabajó en tándem con su amigo Amos Tversky, ya muerto, al que le dedica el libro.

El contenido de este libro abarca desde las decisiones para comprar el pan a la toma de posiciones políticas. Es decir, todo el espectro de nuestra acción con fundamento instintivo o reflexivo.

Este artículo tiene el equivalente a 40 páginas (un 8 % de las páginas del libro), lo que creo que es asequible para los interesados. Pero dado el carácter sistemático de su contenido voy a hacer un resumen antes a modo de vademecum de los distintos sesgos que hacen nuestra vida tan complicada y, al tiempo, tan interesante.

El contexto es la identificación de dos sistemas mentales diferenciados por sus características. Son el Sistema 1 que es intuitivo y el Sistema 2 que es reflexivo. A lo largo del libro se comprende su acción y su interacción.

  • Conflictos entre los dos sistemas. El sistema 1 (intuitivo) y el Sistema 2 (reflexivo) tropiezan ante situaciones que ejemplifican la dilatación de la respuesta ante la palabra «verde» escrita en «rojo».
  • Ilusiones. Son de tipo visual (se proporciona un ejemplo) o de tipo cognitivo, que son generadas por la empatía que experimentamos ante alguien.
  • Autocontrol. De esto se ocupa el Sistema reflexivo, pero que es muy perezoso, dejándose embaucar por la coherencia no siempre con fundamento del Sistema intuitivo.
  • Asociaciones. Las ideas forman redes que facilitan su asociación. Asociaciones que se producen fuera de nuestro control consciente.
  • Priming. Las ideas influyen sobre la acción y viceversa. Pensar en la vejez nos hace andar más despacio; andar más despacio nos trae ideas sobre la vejez.
  • Facilidad cognitiva. Es una ilusión del Sistema intuitivo (1) que nos crea la sensación de familiaridad, bondad y verdad de lo que se nos presenta. Desactiva el Sistema reflexivo (2).
  • Creatividad. Es capacidad asociativa actuando en condiciones de facilidad cognitiva.
  • Normalidad. Estado en el que entra el Sistema intuitivo (1) cuando experimenta la facilidad cognitiva. Genera seguridad confort.
  • Causalidad. Nuestro Sistema intuitivo busca sin remedio la causa de todo aquello que sucede a su alrededor. Es la consecuencia de nuestra historia evolutiva. Es la fuente de la paranoia conspirativa. El causalismo no deja lugar al azar en los acontecimientos de la realidad.
  • Creencias. A la búsqueda de certezas que dan comodidad, el Sistema intuitivo se muestra crédulo y asigna un valor de verdad con mucha rapidez si hay coherencia con ideas previas. Un alto riesgo.
  • Efecto halo. Es la tendencia a aceptar todo, sin crítica, de una persona que nos gusta.
  • WYSIATI. «What You See Is All There Is». El sistema intuitivo es un gran creador de historia a partir de la información de la que dispone. Busca coherencia con nuestras ideas previas y no reclama más información.
  • Heurística. Son esquemas construidos que facilitan las decisiones, pero que desactivan el Sistema reflexivo.
  • Pensamiento estadístico. Es la capacidad de advertir cómo funciona el azar más allá de la intuitiva media. La supervivencia no parece haber necesitado del teorema de Bayes, pero la ciencia sí. El teorema de Bayes permite conocer la probabilidad de una causa entre otras, dado un efecto.
  • Efecto ancla. Es la influencia del conocimiento de una cifra en la toma de decisiones cuantitativas. El efecto se ve reforzado por el priming.
  • Disponibilidad. Defecto de utilizar en las reflexiones la información que con más facilidad pone a nuestra disposición la memoria. En general casos llamativos, aunque no siempre representativos.
  • Representatividad. Influencia de los estereotipos en nuestras opiniones, en la medida que representan a una clase de objetos o personas. Provocan el olvido de la Tasa Base o valor conocido de la representación medida y conocida de unos rasgos en una determinada categoría. Se neutraliza rigurosamente con la aplicación del teorema de Bayes.
  • Regresión a la media. Tendencia de los valores de un fenómeno aleatorio a compensar su intensidad para que, tautológicamente, se mantenga la media del fenómeno.
  • Ilusión de entender. La coherencia que genera el Sistema intuitivo crea una ilusión de que se comprende por el mero hecho de que se ha creado una versión coherente con las ideas de que se dispone.
  • Falacia de la evidencia. Ni siquiera datos bien recogidos y coherentemente articulados garantizan un buen diagnóstico. Aunque sí una bonita teoría.
  • Falacia de la planificación. La tarea de planificación es tan dura y requiere tantos recursos, que sus autores necesitan revisión externo para no creer que han sabido prever la complejidad del proyecto.
  • Econos y humanos. Un econo es un ser ficticio que actúa racionalmente en el complejo social y económico. No existe. Existen seres humanos que pueden ser razonables, pero que raramente son racionales debido a todos los sesgos mencionados más arriba y los que se mencionan a continuación.
  • Aversión a la pérdida y efecto de dotación. El ser humano prefiere renunciar a ganancias que arriesgar lo que tiene siempre que lo aprecie y use.
  • Efecto de posibilidad y certeza. La mera probabilidad de alcanzar una ganancia invita al riesgo o a pagar un coste. La certeza invita a evitar el riesgo y asegurar lo que se tiene.
  • Teoría de las perspectivas. Conjunto teórico en el que se reúnen distintas invariantes para cubrir un espacio amplio de la conducta humana ante las ganancias y las pérdidas en condiciones de alta o baja probabilidad.
  • Vivencias adheridas. Con representaciones vívidas de los resultados, las emociones alteran la influencia de las probabilidades.
  • Olvido del denominador. La presencia de una imagen vívida produce el efecto de que olvidemos el denominador de la fracción esencial de una probabilidad: casos favorables / casos posibles.
  • Contabilidad mental. Balance continuo de nuestro estado de pérdidas y ganancias personales en términos de reputación o propiedades.
  • Revocaciones. Disonancia entre nuestros presupuestos morales y nuestras decisiones afectadas por las emociones.
  • Categorías. Es el grupo al que asignamos un dato antes de emitir un juicio, pues el grupo genera una referencia que influye sobre nuestra postura.
  • Marco. Influencia de la forma en que se nos presenta lingüísticamente un caso para nuestras creencias o decisiones.
  • El yo que experimenta y el yo que recuerda. La evaluación de nuestra vida la suele hacer el yo que recuerda los últimos episodios o los que más le impresionaron olvidando al yo que experimenta a los largo de muchos años.

Esta lista de observaciones con etiqueta son un recorrido por las invariantes de nuestra conducta, que nos podrán parecer bien o mal, pero nos conducen a falta de capacidades potenciales que no utilizamos. En todo caso, es muy bueno conocer los condicionantes de nuestra conducta para entender qué pasa, incluso cuando no podemos hacer otra cosa que dejarnos llevar. A poco que el lector preste atención, podrá comprobar que prácticamente ha experimentado todo lo que aquí se describe. Son especialmente importantes aquellas que tiene que ver con cómo construimos y mantenemos tozudamente nuestras creencias a pesar de todas la evidencias de que están equivocadas.

En el resto del artículos he tratado de aclarar algo más a base de comentarios y citas de Kahneman.

RESEÑA

Kahneman utiliza los términos Sistema 1 y Sistema 2 (tomados de Stanovich y West) para referirse, respectivamente, a dos complejos mentales con los que operamos de forma automática, a veces, y consciente el resto. Uno se ocupa de forma rápida, intuitiva y coherente de los problemas que se presentan a un organismo vivo cada día, el otro, que seguramente apareció más tardíamente en la evolución, se ocupa de los problemas con operaciones más cuidadosas y reflexivas para asuntos que desbordan la capacidad de nuestras respuestas inmediatas. En las características de estos dos sistemas tienen origen los sesgos que, a veces, enturbian los resultados que obtenemos en nuestra conducta.

«La mayor parte de nuestras impresiones y pensamientos surgen en nuestra experiencia consciente sin que sepamos cómo«. (pág. 14)

«La búsqueda espontánea de una solución intuitiva a veces fracasa: no nos viene a la mente ni una solución experta, ni una respuesta heurística. En estos casos es frecuente que nos pasemos a una forma más lenta, meditada y esforzada de pensar«. (pág. 26)

«Pensamos asociativamente, pensamos metafóricamente y pensamos causalmente con facilidad, pero hacerlo estadísticamente requiere pensar en muchas cosas a la vez, algo para lo que el sistema 1 no está diseñado«. (pág. 27)

«El Sistema 1 (Intuitivo) opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control voluntario. Ha sido diseñado por la evolución para llevar a cabo una evaluación continua de los principales problemas que un organismo tiene que resolver para sobrevivir. Se ocupa de evaluar la situación del entorno continuamente.

El sistema 2 (Reflexivo) centra la atención en las actividades mentales esforzadas que lo demandan, incluidos los cálculos complejos. Las operaciones del Sistema 2 están a menudo asociadas a la experiencia subjetiva de actuar, elegir y concentrarse». (pág. 35)

Kahneman toma prestado de Stanovich y West estos términos, que yo prefiero llama sistema intuitivo y reflexivo, por el eco que emiten desde las más remota filosofía siempre con este conflicto presente y sin resolver. Ahora los psicólogos abordan dos de los modos de la filosofía de siempre. De una parte la evidencia intuitiva que buscaba Descartes y, de otra, la reflexión basada en la lógica o en el análisis fenomenológico. En todo caso, Kahneman nos advierten que no caigamos en el error de considerar a estos dos sistemas como a dos homúnculos en el interior de nuestra mente actuando en convergencia o divergencia.

Los psicólogos son científicos experimentales y basan sus conclusiones en experimentos y encuestas. Sin embargo, sus conclusiones llegan al final de un proceso experimental que empieza con una observación que está a disposición de todos nosotros pero que queda oculta por el velo de la costumbre. Los experimentos utilizan instrumentos que miden determinados cambios fisiológicos tales como la dilatación de la pupila, sudoración, cambio en la resistividad eléctrica de la piel y, desde luego, observaciones de la actividad cerebral mientras realizamos algún tipo de actividad mental. El cuerpo humano consume energía cuando el cerebro está activo y esta cantidad de energía es tanto mayor cuantas más áreas cerebrales se ven implicadas por la complejidad de la tarea. Cuanta más habilidad adquirimos para la realización de una tarea, la automatización consiguiente exige menos consumo de energía. La consecuencia es que el individuo sigue esta ley y ante varias formas de conseguir el mismo resultado escogerá la menos exigente de energía. Kahneman dice que «La pereza está profundamente arraigada en nuestra naturaleza» (Pág. 54). Una de las acciones que más esfuerzo requiere es pasar de una tarea a otra, lo que, por otra parte es una intuición cotidiana de nuestra experiencia. Una vez producido el cambio se requiere esfuerzo para otro ulterior.

El sistema 2 es perezoso y entra perplejidad con facilidad. Basta que queramos usarlo mientras andamos, no digamos mientras corremos, para que tenga dificultades de proceso. Se requiere disciplina para la reflexión. Si este sistema está ocupado nuestra conducta es gobernada por el sistema 1 con los que corremos el riesgo de hacer «… elecciones egoístas, (usar) un lenguaje sexista y (emitir) juicios superficiales en situaciones sociales» (Pág. 61). Esta desinhibición se manifiesta también con unas copas o una noche sin dormir.

«Nacemos preparados para percibir el mundo que nos rodea, reconocer objetos, orientar la atención, evitar pérdidas y temer a las arañas. Otra actividades mentales se vuelven rápidas y automáticas con la práctica prolongadaEl control de la atención es compartido por los dos sistemas«. (pág. 36)

«Un intensa concentración en una tarea puede volver a las personas realmente ciegas a estímulos que normalmente atraen la atención… podemos estar ciegos para la evidente, y ciegos además para nuestra ceguera«. (pág. 38)

«Cuando el Sistema 1 encuentra una dificultad, llama al Sistema 2 para que le sugiera un procedimiento más detallado y preciso que pueda resolver el problema«. (pág. 40)

Autocontrol

El autocontrol exige atención y esfuerzo y esto señala al sistema 2 como el agente del control de sí mismo. Un esfuerzo que hace que el nivel de glucosa en sangre baje. Por el contrario cuando actúa el Sistema 1 la conclusión viene primero, y los argumentos después. Pero esto requiere la capacidad, no sólo de argumentar, sino también de hallar «material relevante en la memoria y enfocar la atención cuando se necesita» (Pág. 67). El famoso experimento de Walter Mischel con los niños puso de manifiesto la correlación entre el autocontrol y la inteligencia a largo plazo.

Conflictos

Si escribimos en rojo la palabra «verde» o colocamos a la derecha la palabra «izquierda» solemos tener conflictos entre los sistemas 1 y 2.

«El conflicto entre una reacción automática y la intención de controlar es común en nuestras vidas«. (pág. 42)

Ilusiones

Hay ilusiones visuales que nos hacen pensar en que dos líneas tienen distintas longitud e ilusiones cognitivas que nos colocan en situación de vulnerabilidad debido a una empatía generada por el intuitivo Sistema 1 que no deja actuar al más reflexivo Sistema 2. Si el Sistema 2 no recibe indicios de la ilusión sufrida por el Sistema 1, se genera un sesgo que actúa de forma invisible desviando la toma de decisiones de los hechos presentes y no advertidos.

Asociaciones

«Los psicólogos conciben las ideas como nudos de una extensa red llamada memoria asociativa, en la que cada idea está vinculada a muchas otras. Hay diferentes tipos de vínculos: los de causa con sus efectos; los de las cosas con sus propiedades: los de las cosas con las categorías a que pertenecen«. (pág. 74)

Así piensan que han superado a Hume en su propuesta de cadenas de ideas sucesivas para encontrar redes de ideas multi conectadas. Según Kahneman: «sólo unas pocas ideas activadas quedan registradas en la conciencia; la mayoría de las operaciones del pensamiento asociativo son silenciosas, ocultas a nuestro yo consciente«. (pág. 74)

Priming

Dice Kahneman que «Nuestras acciones pueden ser primadas (influidas) por acontecimientos de los que no somos conscientes.» (pág. 76). Se trata de la influencia de una idea sobre una acción y viceversa. Así «Divertirnos tiende a hacernos sonreir, y sonreir tiende a hacer que nos sintamos en estado placentero«. (pág. 77). También manejar palabras como vejez o decrepitud puede hacer más lentos nuestros movimientos. Es un efecto de la asociación entre sistemas ideomotores.

«Algunos estudios sobre efectos de «priming» han hecho descubrimientos que amenazan la imagen de nosotros mismos como autores conscientes y autónomos de nuestros juicios y nuestras elecciones«. (pág. 78)

El efecto de la idea de dinero en el fenómeno del priming es especular, pues prima el individualismo; una renuencia a implicarse con otros, a depender de otros o a atender requerimientos de otros. También «Las evidencias de los estudios sobre el priming sugieren que recordar a las personas su condición de mortales aumenta la atracción por las ideas autoritarias, que pueden resultar tranquilizadoras en el contexto del terror a la muerte«. (pág. 80)

Dice Kahneman que: «Nos cuesta creer que estos resultados (sobre el priming) sean aplicables a nosotros porque no corresponde a nada que encontremos en nuestra experiencia subjetiva. Pero nuestra experiencia subjetiva consiste en gran medida en la historia que el Sistema 2 nos cuenta sobre las cosas que nos acontecen. Los fenómenos de priming brotan de nuestros Sistema 1, al cual no tenemos acceso consciente«. (pág. 81)

Facilidad cognitiva

La facilidad cognitiva es un indicador para el Sistema 1 de que no es necesario activar al Sistema 2 porque no hay riesgos, no hay novedades importantes, no hace falta reorientar la atención o hacer un esfuerzo especial. La sensación de facilidad cognitiva tiene origen en las experiencias repetidas, en la claridad de los que se expone al Sistema 1, hay una idea «en las proximidades» que influye (prima) sobre el sistema ideomotor o se está de buen humor. Como consecuencia de la sensación de facilidad cognitiva las ideas resultan familiares, las ideas parecen verdaderas y buenas, y las tareas parecen fáciles. Por el contrario si notamos que algo mal, experimentamos tensión cognitiva y el Sistema 1 se pone en alerta para acudir al Sistema 2.

La impresión de familiaridad la produce el Sistema 1, y el Sistema 2 se basa en esta impresión para emitir un juicio verdadero o falso. Esta impresión de facilidad confunde al Sistema 2 al que le puede pasar desapercibido que ha emitido un juicio falso. «Cualquier cosa que haga más fácil a la máquina asociativa funcionar sin complicaciones producirá también creencias sesgadas«. (pág. 88) De ahí que el efecto de facilidad que produce la repetición de una frase traiga consigo que los que se diga a continuación nos pille entregados a creerlo sin crítica. Dice Kahneman que los psicólogos han aportado que no se necesita decir la frase entera que presenta una idea o un hecho para hacernos creer que es verdadero.

Por eso si se quiere influir con una idea debe parecerle al destinatario verdadera y, para eso: letra clara, estructura sintáctica fácil de recordar (rima, ritmo o paradoja) y palabras sonoras; ideas familiares y una fuente de confianza son condiciones que potencian el Sistema 1 y desarman al Sistema

Ilusiones verdaderas

Kahneman presenta en su libro tres problemas que ejemplifican el proceso de facilidad cognitiva descrito más arriba: el problema del bate, el de las máquinas y el de los nenúfares:

Una oferta comercial en una tienda presenta un bate y una pelota de béisbol por 1,10 dólares. Un cliente entre en la tienda y pregunta cuánto cuesta la bola sola y el dependiente, que estaba aburrido, contesta: el bate vale un dólar más que la pelota. ¿Cuánto vale ésta?

Cinco máquinas iguales producen cinco productos en cinco minutos. ¿Cuánto tardarán cien máquinas, idénticas a las anteriores, en producir cien productos?

En un lago hay una zona cubierta con nenúfares que se reproducen a razón de el doble cada día. En 48 días el lago está cubierto completamente. ¿Cuántos días necesitaron para cubrir la mitad de la superficie del lago?

Si no conocen las respuestas verdaderas ya verán como caen en las trampas de su Sistema 1 invitado por la facilidad cognitiva del planteamiento de cada problema.

El psicólogo Robert Zajonc describió el efecto de mera exposición al que producía la repetición de un estímulo hasta convertirlo en familiar para el organismo al que se dirigía. Un organismo no puede sobrevivir si no desconfía de las novedades. Pero la repetición no nociva genera vínculos que están en origen de las sociedades primitivas, base de la estabilidad psicológica y social.

En mis clases de Metodología del Aprendizaje les decía a mis alumnos que un cazador primitivo que no fuera capaz de generar conceptos a base de abstraer las características comunes de los animales con los que se relacionaba no podría dura mucho vivo. La razón hipotética era que si perdía a un compañero porque un animal con una mancha en un costado lo atacaba y, antes de afrontar un animal parecido no construía el concepto de león, al día siguiente podría ser él el atacado por otro león que no tuviera la mancha que identificaba al primero. En este caso el concepto le haría desconfiar de cualquier animal cuyas características generales: cuatro patas, melena y rabo coincidieran con el que acabó con su compañero de caza. Se ve aquí cómo la asociación de ideas actúa, no como un opiáceo, sino como una alerta, que permite seguir vivo. Aquí no habría efecto de mera exposición porque la violencia de la primera experiencia genera un pre concepto, que se convierte en concepto (conjunto de características comunes a todos los leones) con la mera visión a distancia de otros animales de la misma especie y sirve para alertar al Sistema 1 con celeridad para evitar el peligro. Alerta que tiene origen en la acción del Sistema 2 creando el concepto por el carácter traumático de las primeras experiencias. De esta forma el organismo se defiende con el Sistema 1 rechazando las novedades y con el Sistema 2 creando conceptos, que no son otra cosa que la suma de la capacidad de abstracción y la memoria relacional.

La creatividad

El psicólogo Sarnoff Mernick creyó encontrar el fundamento de la creatividad en la idea de que ésta era «memoria asociativa» trabajando con plena facilidad cognitiva. Comprobó que ante triadas de palabras con una relación interna los sujetos encontraban la clave de la asociación si estaban de buen humor, lo que facilitaba la conexión con la intuición, se generaba confianza y se activaba la creatividad del Sistema 1. Por el contrario, la depresión, la cautela y la renuncia a la intuición para proceder de forma mecánicamente analítica van también juntas. De modo que la confianza genera creatividad con el riesgo de cometer errores lógicos. La desconfianza activa la lógica con el riesgo de frenar la imaginación.

Normalidad

El hábito y la confianza que se asocian a la facilidad cognitiva generan la sensación de normalidad que permita la acción del Sistema 1 en la mayoría de las ocasiones de la vida cotidiana. Con estas armas de constituye un mapa de nuestra vida actual, desde el que se crean nuestras expectativas de futuro. Pero la normalidad genera también grados de confianza que nos relajan hasta el punto de responder a la pregunta: ¿Cuántos ejemplares de cada especie introdujo Moisés en el arca? diciendo «dos», cuando fue Noé el que lo hizo. No es fácil activar el mecanismo de alarma que detecta las incongruencias de una información o situación si se presenta con con gran parte de su estructura en un formato «normal».

En el museo Thyssen de Madrid hay un cuadro de Tiepolo que representa la escena de la muerte de Jacinto ante la consternación del Dios Apolo. En la imagen a tamaño natural están las «armas» que han producido el accidente fatal. Cuando en mis clases les preguntaba a los alumnos sobre las causas de la muerte de Jacinto, escuchaba de todo menos que un golpe con una pelota de tenis era la causa. La razón es que no es fácil que lo alumnos supieran que cuando se pintó el cuadro en 1752 ya se jugaba al tenis desde al menos cien años antes. Mucho menos podía saber que el comitente del cuadro, el barón Wilhelm Friedrich Schaumburg-Lippe, era un aficionado a ese deporte y que había perdido a su amante, un músico español, un año antes.

Causalidad

No podemos evitarlo: la cosas han que tener una causa. Al fin y al cabo, cada día movemos objetos por nuestra voluntad y nos suceden cosas porque objetos o personas se cruzan con nosotros produciendo efectos en nuestras vidas. Pero padecemos una especie de espejismo en el que un acontecimiento ha de estar relacionado con otro acontecimiento que lo produce. El filósofo Hume rompió la relación metafísica entre causa y efectos proponiendo la costumbre como fuente del espejismo y, en la actualidad, decimos habitualmente que los acontecimientos tienen causas múltiples. Pero el caso es que nuestra imaginación siempre acude, buscando seguridad, a la imagen de una bola de billar golpeando a otra que sale disparada, como ejemplo incontestable de que existe la causalidad a la que acude nuestra mente para explicar el mundo. De hecho si un coche golpea a otro, el primero correrá con los gastos. Desde luego no se puede negar que nuestra experiencia cotidiana refuerza la idea de causalidad en la que creemos. Pero si cambiamos la perspectiva y vemos el mundo como un proceso dinámico en continuo proceso de mutación no es necesario fijar la imagen de la causalidad tópica, pues la dinámica de esa mutación está continuamente produciendo nuevos estados del conjunto, algunos de cuyos fragmentos llamamos efectos. Pero es nuestra mirada la que produce cortes en el flujo continuo señalando a un segmento causa y a otro efecto. La «causa» precede al «efecto», pero, en realidad, son dos miradas sucesivas a un único proceso de mutación continua o, si queremos, de «causación continua. Con esta perspectiva no es necesaria ni la explicación metafísica, ni la solución «costumbrista» de Hume. De hecho, incluso el ejemplo más sencillo para afirmar el concepto (el choque de bolas de billar) se puede interpretar como un cambio visible (hay otros invisibles) del sistema global formado por la mesa de billar, las bolas, el jugador y el taco.

Los psicólogos han probado (Michotte) que la causalidad está tan inscrita en nuestra mente que la «vemos» tan directamente «como vemos los colores«. Es decir la causalidad no sería, tanto una costumbre nuestra, como de la evolución de nuestra especie. Tiene sentido. Pero, esta necesidad de conocer las causas impulsa nuestra necesidad de conocer, lo que paradójicamente nos puede conducir a saber, tras un largo viaje causal, que el mundo es una trenza de flujos en el que cada haz actúa con cierta independencia de los otros como consecuencia de la consolidación de tendencias durante su «biografía» categorial. Tal parece que la evolución de nuestra especie que es también un flujo en continuo cambio ha fijado en nuestra mente una imagen congelada de su fluir en forma de estados sucesivos a los que llama causa y efecto. Probablemente esto haya sido necesario para poder supervivir. ¿Cómo hacerlo sin atribuir bienes o males a otros estados sucesivos con los que convivimos? Ocurre igual que con nuestras experiencias de colores, formas, sonidos, olores, sabores o sensaciones táctiles. En efecto, sería poco práctico y requería un cerebro muy distinto al nuestro, pretender administra todo el flujo de energía que nos llega si no fuera por la «simplificación» que son nuestras hermosas experiencias sensoriales. No el lo mismo gestionar un color que las ondas que lo producen. Es la astucia de la naturaleza. Sólo un organismo capaz de llevar a cabo esta transformación de los complejo a lo simple podía supervivir. El precio eran capas y capas de ilusiones verdadera que habría que ir eliminando para tener un visión mejor de la propia realidad. De estas beneficiosas simplificaciones viene nuestro poder para mirar serenamente el mundo y nuestra debilidad para poderlo mirar certeramente.

Kahneman dice que la causalidad está relacionada con nuestra «necesidad» de dotar de intenciones humanas a cualquier cosa que encontremos en la naturaleza y en nosotros mismos. La teorías conspiratorias proceden precisamente de no dejar nada que nos importe sin causa. Si es conocida bien, pero si no, se inventa una teoría ad hoc. Sin embargo, nos repugna tratar la cadena de acontecimientos que creemos que empieza con nuestra intervención consciente como un segmento de una cadena precedente fuera de nuestro control, en la sospecha de que así se mina nuestra certeza de ser agentes libres. Obviamente es compatible creer en la voluntad libre, siempre que la definamos como la elección entre las posibles acciones que nuestra inteligencia es capaz de generar para resolver la necesidad que nos «empuja» desde la cadena causal previa construida por el flujo imparable de los acontecimientos. Se podría decir que nuestra voluntad es, en realidad, un selector de opciones coherente con el mandato que nos invita a la acción o a la inacción.

Paul Bloom encuentra en esta separación entre causalidad física y acción humana la fuente de toda religión. La explicación estaría en que al separar los objetos de la acción de la mente se genere en nosotros la certeza de la existencia de entes espirituales que pueden vivir sin un soporte material. De ahí a la creencia en otra vida hay sólo un paso.

La influencia de nuestras intuiciones causales son importantes, pero no tienen aplicación inmediata a problemas complejos en los que se presentan grupos de datos relacionados de tal modo que no es posible para el Sistema 1 abordarlo, pues se necesitan cálculos y construir herramientas especiales para constituir el llamado pensamiento estadístico, que es el terreno del Sistema 2.

Creencias

El psicólogo Daniel Gilbert sostiene que antes de creer una frase necesitamos conocer su significado como si fuera verdad. Primero actúa el Sistema 1 que aborda un esbozo a trazo grueso de la situación. Gilbert cree que la incredulidad requiere de la intervención del Sistema 2. Por eso es importante que el el Sistema 2 no esté distraído, pues el Sistema 1 es crédulo. El cansancio aumenta la credulidad. Para más escándalo, Kahneman dice que:

«Contrariamente a las reglas de los filósofos de la ciencia, que aconsejan contrastar hipótesis intentado refutarlas, la gente (y los propios científicos con bastante frecuencia) busca datos que puedan ser compatibles con las creencias que actualmente tienen«. (pág. 112)

Efecto Halo

El efecto halo es «La tendencia a gustarnos o disgustarnos todo de una persona -incluyendo cosas que no hemos observado-» (pág. 112)

El efecto halo se impone a un profesor que cuando corrige tiene en mente al alumno cuyo trabajo está juzgando. Algunos alumnos intuyen la influencia de este conocimiento y procuran ser conocidos. Kahneman observó que cuando corregía el examen de un sólo alumno hasta el final la nota de las preguntas sucesivas iba siendo influida por la impresión recibida con las primeras. Por eso optó por revisar cada pregunta o cuestión para todos los alumnos al objeto de corregir el sesgo. Generalizó esta táctica a toda situación en la que hay que hacer una evaluación compleja considerando que el promedio de muchas opiniones ofrece mejor resultado si las estimaciones son independientes y, por tanto, sus errores de estimación en más o en menos no están correlacionados, lo que sería consecuencia de algún tipo de influencia mutua.

Estas ideas tienen aplicación a situaciones muy habituales hoy en día en que medio mundo está reunido decidiendo qué debe hacer el otro medio. En estas reuniones siempre hay alguien que se ofrece a hablar el primero, porque intuye que va a influir en los demás – sobre todo si los que le escuchan son subalternos -. Pero de este modo es muy difícil que la reunión, si busca nuevas ideas o soluciones a problemas, de frutos. Kahneman aconseja que se pida a los asistentes que escriban sus opiniones iniciales e independientes antes de empezar la reunión.

WYSIATI

Este acrónimo está compuesto a partir de las iniciales de las palabras que componen esta frase: «What You See Is All There Is», que significa que: «lo que ve es todo lo que hay». Con ella Kahneman quiere señalar que el Sistema 1, que es un gran constructor de historias, lo hace a partir de «lo que hay», es decir, de la información que la memoria ha puesto a su disposición. Con ésta, y sólo con ésta, da coherencia a la representación que se hace de la situación. De esta forma salta rápidamente a un conclusión, listo para que se pase a la acción (u omisión). El riesgo de esta situación es que el Sistema 2, que es perezoso, le puede dar el visto bueno a las conclusiones basadas en pocos datos del Sistema 1. Por eso apreciamos en general de una historia, no que sea completa, sino que sea coherente. Desde luego, si hemos de declarar ante la justicia siendo culpables, hay que fijarse más en la coherencia de la historia que contamos, que en dotarla de todos los datos pertinentes.

Esta acción del sistema 1 está detrás de sesgos como la confianza excesiva, el efecto marco y la ignorancia de la tasa base:

«La confianza que los individuos tienen en sus creencias depende sobre todo de la cualidad de la historia que puede contar acerca de lo que ven, aunque lo que ven sea poco» (pág. 120).

A esto se añade el efecto marco, que se refiere a «maneras diferentes de presentar la misma información (que) a menudo provocan emociones diferentes» (pág. 120). Por ejemplo no es lo mismo afirmar de una enfermedad que la probabilidad de curación es del 90 % que indicar que la tasas de mortalidad es del 10 %.

El olvido de la tasa base , como se desprende de emitir juicios dejándose llevar por una descripción vívida de una biografía antes que por la estadística bien establecida de qué características pueden contribuir al éxito en un determinado trabajo.

Heurística

El Sistema 1 raramente deja de ofrecer una respuesta a lo que se pregunta. Para ello cuando la cuestión es complicada la sustituye por otra más fácil, para la que tenemos respuesta gracias al uso de heurísticos (esquemas conocidos). A esto dió respuesta Pólya proponiendo directamente buscar un problema alternativo al planteado. Las preguntas difíciles las pasamos al Sistema 2, pero el Sistema 1 tiene muchos recursos para salir del paso. Un ejemplo:

Así, la pregunta «¿Cómo habría que castigar a los asesores financieros que se aprovechan de los ancianos?«, se sustituye por la pregunta «¿Cuánta indignación siento cuando pienso en los depredadores financieros?«. (pág. 134)

Es la capacidad de generar preguntas alternativas que llama Kahneman escopeta mental la que genera las preguntas alternativas con rapidez. Para que la respuesta a la pregunta original sea posible es necesario cuantificar en años de prisión equivalentes a la indignación que sentimos usando el mecanismo de equivalencia de intensidad. En este momento el Sistema 2 podría intervenir para un cálculo más frío y exacto, pero, en general, se comporta de forma perezosa.

Hay heurística de visual, del estado de ánimo y de los afectos. La heurística visual produce errores manifiestos como el de considerar a las figuras humanas del dibujo como diferentes cuando son iguales (pág. 134):

La heurística del estado de ánimo se pone de manifiesto en preguntas sobre la felicidad que van precedidas de un dato cuantificable como el número de veces que hemos sido invitados a vernos con amigos. Esta dato, como las líneas convergentes en la figura, facilitan que el Sistema 1 responda rápido de forma positiva o negativa, sin advertir que la felicidad es un complejo que no puede ser sustituido por un sólo aspecto de las relaciones sociales. En cuanto a la heurística del afecto, supone que nuestras emociones condicionan nuestra adhesión a los argumentos que se nos presentan. Así, «Nuestras preferencias políticas determinan los argumentos que consideramos convincentes» (pág. 138). Y confirma Kahneman: «La autocrítica es una de las funciones del Sistema 2. Pero en el contexto de las actitudes, el Sistema 2 es más un apologista de las emociones del Sistema 1 que un crítico. Su búsqueda de información y argumentos se ciñe generalmente a la información compatible con las creencias existentes, no con la intención de examinarlas. Aquí, un Sistema 1 activo, que busca coherencia, sugiere soluciones a un Sistema 2 poco exigente«. (pág.140)

Kahneman resume esta parte de su libro con una tabla de las características del sistema 1:

Pensamiento estadístico

Nuestra intuición y la estadística se llevan mal. Kahneman nos proporciona un ejemplo, tomado Wainer y Zwerling, que muestra esta mala relación. Lo resumo: en los estados de USA con mayor incidencia del cáncer renal son los rurales, de baja población que votan republicano. Nuestra mente busca la respuesta en la lejanía de los grandes centros de diagnóstico, el desinterés de los republicanos por la sanidad pública o vaya usted a saber. Pero resulta que los estados con menor incidencia del mismo cáncer son también rurales (obviamente distintos), de baja población y votan republicano. Con lo que podríamos también buscar causas como la vida sana en el campo, o el éxito de la política de sanidad privada de alta calidad promovida por el partido republicano. De modo que nuestras conjeturas no sirve y nuestra mente queda bloqueada. En realidad la razón es que son estados poco poblados y actúan como extracciones de muestras pequeñas con los que aumenta la probabilidad de obtener tasas extremas, ya sean altas o bajas. En efecto, las muestras pequeñas tienen más probabilidad de obtener valores extremos porque no ven compensados los valores altos o bajos con valores que bajen o eleven los valores medios. Sin embargo el resultado estadístico dispara nuestra necesidad de buscar explicaciones, cuando es un hecho netamente estadístico, matemático. No hay una causa médica.

Es Sistema 1 es muy hábil para buscar causas, pero no tiene recurso cuando se trata de fenómenos puramente estadísticos. El Sistema 1 no está a gusto con la dudas que genera la incertidumbre. Pero el pensamiento estadístico consiste precisamente en afrontar esa característica de la realidad. Ésta, en su flujo, permanente oscila en su magnitudes tratando de mantener sus características dentro de un intervalo generado por el conflicto con fenómenos de su entorno. Por ejemplo un objeto sólido modifica constantemente sus dimensiones como resultado de la temperatura. Unas mutaciones que no la cambian de categoría salvo que se produzca un desequilibrio extraordinario con ese entorno – por ejemplo, un incendio que la destruye -. Estos cambios en los sólidos no nos han preocupado durante siglos, pero la precisión de los artefactos modernos requiere de una finura que obliga a sutilezas que sólo el conocimiento estadístico del fenómeno permite. Sin embargo, algo, aunque el ser humano no quiere la incertidumbre para su vida, gusta de sentir su vértigo en los juegos de azar. Juegos en los que, precisamente, la repetición crea el peor de los sesgos: la ludopatía, la necesidad de seguir experimentado el vórtice de la incertidumbre.

Hoy en día la estadística ha cobrado un enorme interés para la generación de modelos predictivos gracias a la computación. Su reinado es el reconocimiento de la incertidumbre asociada a todo lo real incluida nuestra mente y sus divagaciones. La estadística nos ha enseñado cómo medir la probabilidad de que un suceso ocurra, lo que permite, entre cosas que dos trenes se crucen sin colisionar y sin separar sus costados dos metros. La potencia de computación es tan alta que se pueden encontrar verdaderas (y falsas) correlaciones entre casi todo. Pero una vez establecidas con muestras grandes es muy improbable que el fenómeno en el que estemos interesados nos sorprenda si se mantienen las condiciones presentes cuando se hizo la predicción. Un seguridad en nuestras acciones que tiene que estar condicionada a la certeza de que no sólo el cambio sigue su curso bajo las leyes físicas, sino que hasta es posible que estas mismas leyes cambien paulatinamente.

El Sistema 2 es capaz de dudar porque es capaz de representarse varias opciones al tiempo. Los resultados de hechos que tienen origen en muestreos aleatorios son contraintuitivos. Así, nos parece más probable la secuencia CXXCCXCX (1) de cara (C) y cruz (X) que la secuencia CCCCXXXX (2) cuando no es cierto si X y C se reparte al 50 % la probabilidad de salir. Nuestra tendencia cuando vemos una secuencia de fenómenos com (2) pensamos que no es aleatoria. Pero si hemos de escoger entre la aleatoriedad y la causalidad ante una determinada serie de acontecimientos, pensaremos en la mayoría de los casos que hay una causa tan contundente con lo es el martillazo que aplasta un huevo. Por esos tenemos que concluir que las explicaciones causales de fenómenos aleatorios son irremediablemente falsas.

Ancla

El ancla es una cifra que condiciona cualquier negociación o decisión que tomemos posteriormente. Si al querer comprar una casa dejamos que el vendedor diga una cifra, todo lo que ocurra después estará condicionado por ella. Si se compra por menos será un victoria y si no se baja una derrota. El efecto ancla se produce por que el Sistema 2 lleva a cabo una operación deliberada de ajuste cargado de incertidumbre unida a la influencia del priming (ver más arriba) en el Sistema 1. El ajuste es cuidadoso aunque no se tenga herramientas o datos precisos, pero la sugestión (priming) que sufre el Sistema 1, que quiere que un relato coherente, con la cifra ya dada explica el efecto ancla. Así, ante la pregunta sobre si Gandhi murió con más o menos de 140 años crea la imagen de una persona muy mayor que influye sobre el ajuste cuantitativo que hace el Sistema 1. Conclusión en las negociaciones: mover ficha el primero da ventaja. La conjunción del priming y el anclaje es una mala noticia para la autonomía de la decisiones porque son influencias no advertidas.

Disponibilidad

En nuestras deliberaciones estamos más predispuesto a utilizar como material de prueba de lo cierto de nuestras creencias aquello que con más facilidad acude a nuestra memoria: casos escandalosos, crímenes horrendos, nuestra aportación a la armonía matrimonial, etc. En un experimento llevado a cabo por Norbert Schwarz comprobó que a la hora de emitir un juicio sobre sí mismos influía más la facilidad con la que llegaban a la memoria ejemplos de eficacia, que el número de casos en los que esa eficacia se había puesto de manifiesto.

Así, dice Kahneman: «El mundo que imaginamos no es una réplica precisa de la realidad; nuestras expectativas sobre la frecuencia de los acontecimientos están distorsionadas por la prevalencia y la intensidad emocional de los mensajes que nos llegan». (pág. 186). Aquí está presente también la heurística de los afectos en la que las emociones tienen una gran relevancia. Así se emplea la táctica de sustitución de una pregunta complicada (¿Qué pienso?) por otra más fácil (¿Qué siento?). Paradójicamente, la personas que por daños cerebrales no experimentan emociones, toman muy buenas decisiones. Por eso a una tecnología que no nos gusta le serán atribuidos muchos más inconveniente que ventajas en su uso. Como dice Jonathan Haidt: «el ramo emocional mueve al perro racional» (pág. 187)

Slovic, a este respecto, opina que «el público tiene un concepto más rico (emotivo) de los riesgos que los expertos. Por eso se opone resueltamente a la idea de que los expertos deben mandar y sus opiniones ha de aceptarse sin objeción cuando están en conflicto con las opiniones y deseos de otros ciudadanos«. (pág. 188)

«El riesgo no existe ‘ahí fuera’ independientemente de nuestras mentes y nuestra cultura, esperando que alguien lo mida«. (pág. 189)

Es una gran verdad porque el riesgo se define como el producto de la probabilidad de que algo suceda multiplicada por la importancia que le atribuímos a las consecuencias de ese algo. Por eso una ala evaluación de riesgos en las políticas públicas puede ser muy pernicioso para la población.

Dice Kahneman que: «Legisladores y reguladores pueden ser en gran medida responsables de las inquietudes irracionales de los ciudadanos, debido tanto a sus susceptibilidades políticas como a que también ellos son propensos a los mismo sesgos cognitivos que los demás ciudadanos». (pág. 190). Es especialmente peligroso que el sesgo de disponibilidad esté activo y «… la importancia de una idea (sea) a menudo juzgada por la fluidez (y la carga emocional) con que acude a la mente«.

Por eso un flujo continuo de noticias preocupante (cascada de disponibilidad) crea con facilidad un estado de alarma no siempre justificado. En gran medida se debe este fenómeno al «olvido de la probabilidad», pues, a partir de la definición de riesgo dada más arriba, es evidente que por peligroso que sea un contagio, el riesgo se acerca a cero si uno está en otro país. Se puede decir que los grandes beneficiarios de la cascada de disponibilidad hoy en día son los terrorista, que con poco atentados con un número relativamente muy bajo de víctimas producen efectos psicológicos que afecta a países enteros. Los periodistas son vehículos de estos efectos atrapados en su necesidad de dar noticias al coste que sea.

Representatividad

Este sesgo consiste en que los estereotipos se imponen a las dudas sobre la veracidad de lo que se juzga porque se olvida de la Tasa Base. La tasa base es la incidencia, la proporción conocida de los rasgos de aquello sobre lo que se va a emitir un juicio en el conjunto. Así si el 15 % de los alumnos están matriculados en informática y el 40 % en económicas, una pregunta sobre la probabilidad de que un determinado alumno esté matriculado en una u otra carrera puede ser respondida razonablemente (la tasa base) o por el aspecto o biografía del alumno. Es decir en vez de responder por la tasa base (es más probable que esté en humanidades porque hay más alumnos), se responde por una vaga sensación de que alumno con una palestina al cuello y una barba cerrada esté interesado en la informática (cosa de frikis) antes que en económicas (cosa de pijos liberales). Es decir el sesgo de representatividad equivale a dejarse llevar por las apariencias, olvidando el dato objetivo de la estadística. La heurística de la representatividad tiene su base en que ciertos estereotipos representan bien la situación. Pero puede llevar a errores importantes cuando la tasas base es baja, es decir, cuando se trata de fenómenos improbables. Así si vemos en el parque a alguien leyendo El País qué pensaremos: ¿que es una persona sin estudios universitarios o que es un doctor universitario?. Pues, lo sensato es pensar que es una persona sin estudios universitarios que son muchos más abundantes que los doctores. Sin embargo hay un sesgo de representatividad o de apariencia que nos hace creer que debe ser el más formado entre las opciones que se nos presentan.Kahneman nos dice que «A menos que decida rechazar de inmediato la evidencia (por ejemplo, pensando que la ha recibido de un embustero), su Sistema 1 automáticamente procesará la información disponible como si fuera verdadera. Hay algo que puede hacer cuando tenga dudas sobre la calidad de la evidencia: haga que sus juicios de probabilidad estén cerca de la tasa base«. (pág. 204)

La forma más rigurosa de resolver la cuestión es con la probabilidad bayesiana que se impone a toda intuición. Siempre que tengamos una probabilidad repartida entre opciones y se dé un hecho que tiene una cierta probabilidad de ser cierto, la probabilidad de que ese hecho tenga su causa en una de las opciones no es posible resolverlo a base de intuición y memoria a corto plazo sin un gran entrenamiento y un calculadora a mano. Como Kahneman no entra en detalles ponemos ejemplos conocidos:

En una ciudad hay un 85 % de taxis verdes y un 15 % de taxis verdes. Si ocurriera un accidente y el taxi huyera sin que nadie lo viera, la probabilidad de que el taxi fuera verde sería su tasa base (85 %) y que fuera azul sería, igualmente, su tasa base (85 %). Pero un testigo afirma que el taxi involucrado es azul. Si el testigo fuera completamente fiable, como lo sería una grabación, la probabilidad de que el taxi fuera azul sería del 100 %. Pero, la fiabilidad del testigo comprobada en experimentos en circunstancias de luz distancia parecidas a las día del accidente mostraron que era fiable en un 80 % de los casos. Es decir que antes 100 taxis azules señaló 80 como azules y 20 como verdes y ante cien coches verdes señaló 80 como verdes y 20 como azules. ¿Cuál sería la probabilidad de que el testigo estuviera en lo cierto y el taxi involucrado fuera azul? Una respuesta habitual es la tasa base: 15 %. Se olvida así el testimonio del testigo y su fiabilidad. Es decir que la probabilidad de que el taxi fuera azul sólo coincidiría con la proporción de taxis azules, si no hubiera testigo.

Hecha esta objeción podría haber una respuesta más elaborada multiplicando la proporción de taxis azules por su tasa de acierto: así, 0,15 x 0,80 = 0,12 (12 %), que representa la «verdadera» proporción de taxis azules a «los ojos» del testigo. Del mismo modo, hay que comprobar cuántos taxis verdes le parecen azules al testigo. Dado que su tasa de error es del 20 %, será 0,85 x 0,20 = 0,17 (17 %). . De modo que nos encontramos con un 12 % de taxis azules que le parecen azules al testigo y un 17 % de taxis verdes que también le parecen azules al testigo. En total un 29 %. Por tanto ¿qué proporción hay de taxis azules de verdad que le parecen azules al testigo y lo son respecto del total de taxis que le parecen azules al testigo, lo sean o no?. Pues 0,12/(0,12+0,17) = 0,41 (41 %). Complementariamente la proporción de taxis que siendo verdes le parecieron azules es de 0,17/(0,12+0,17) = 0,59 (59 %). Como se ve, una vez que aparece el testigo, la probabilidad es muy distinta de la tasa base. Lo que pone de manifiesto la importancia de este tipo de razonamiento estadístico propuesto por el inglés Thomas Bayes en 1760. Este clérigo se preguntó por la probabilidad de una causa, una vez conocido su efecto (nada menos). Quizá su propuesta quede más clara con las clásicas bolas blancas y rojas. Veamos:

Tenemos tres urnas transparentes con bolas blancas y rojas unidas por un tubo que desemboca en un recipiente. Las proporciones de bolas en cada una es de 60 %, 30 % y 10 %. A su vez en la primera urna hay un 10 % de bolas rojas, en la segunda un 30 % y en la tercera un 40 %. Si cerramos lo ojos y abrimos la compuerta resulta que nos encontraremos una bola roja en el recipiente. ¿Qué probabilidad hay de que la bola provenga de una u otra urnas?

Al multiplicar la proporción de bolas totales por urna por la proporción de bolas rojas de cada una, obtenemos la proporción de bolas rojas de cada urna respecto del total de bolas rojas de las tres urnas. Es decir: 0,60 x 0,10 = 0,06 (6 %), 0,30 x 0,30 = 0,09 (9 %) y 0,10 x 0,40 = 0,04 (4 %). Luego, en ese conjunto más reducido en el que sólo hay bolas rojas, las probabilidades respectivas serán: 0,069/(0,06+0,09+0,04)= 0,06/0,19 = 0,32 (32 %); 0,09/0,19 = 0,47 (47 %) y finalmente 0,04/0,19 = 0,21 (21 %) que, obviamente suman 100 %.

Como se ve conocido el efecto: el testimonio de un testigo o que en el recipiente haya una bola roja, se puede conocer la probabilidad de la causa: que el coche sea azul o verde y que la bola provenga de esta o aquella urna. Si este ejemplo parece más artificial, piénsese en un producto defectuoso y la importancia de conocer la fábrica o el almacén de procedencia. En todo caso queda suficientemente claro que, ni siquiera con ejemplos, todo el mundo va a estar cómodo con los razonamiento probabilísticos, que son cosa del Sistema 2.

Nuestro Sistema 1 naufraga con las probabilidades. Si no, cómo se explica que sabiendo que, una tal Linda le preocupan los problemas de discriminación, a la pregunta acerca de a qué grupo de empleadas podría pertenecer Linda:

«Linda es cajera de un banco» y «Linda es cajera de banco y feminista» se responda que ésto último.

Un experimento repetido con alumnos de las mejores universidades e, incluso, con científicos pone de manifiesto la lucha de nuestra intuición que se deja llevar por el perfil de Linda y sus preocupaciones por la discriminación y no considera que las feministas son también cajeras y por tanto es más probable que Linda pertenezca al grupo de la cajeras que al grupo de las cajeras feministas que, evidentemente, es un subgrupo de las primeras. Kahneman le llama a este sesgo la Falacia de la conjunción. Entendiendo conjunción en el sentido estricto la intersección de dos conjuntos.

Otra prueba semejante es elegir qué secuencia es más probable que resulte en tiradas sucesivas de un dado que tiene cuatro caras verdes (V) y dos caras rojas (R):

RVRRR ó VRVRRR.

La mayoría de los consultados responde que la segunda es más probable porque su estructura tiene un aire más aleatorio. Sin embargo la segunda es la primer más una V al principio. Luego tiene que ser más improbable que la primera, dado que el número de combinaciones de seis elemento es mayor que el de cinco.

El interés de la falacia de conjunción es que pone de manifiesto la incapacidad de nuestros Sistema 1 y, aún del Sistema 2 de muchos, para comprender y aplicar aún la más sencilla definición de probabilidad como «nº de casos favorables / nº de casos posibles«, lo que nos lleva a dar respuesta alejadas de la realidad y tomar decisiones equivocadas basadas en esas respuestas. El Sistema 1 puede tratar con historias en las que los elementos están causalmente relacionados, pero es débil en el razonamiento estadístico. Veamos:

Kahneman razona que en el caso de los taxis como en el de las bolas el que trata de resolver el problema de la probabilidad concreta tiene dificultades, pero nada lo condiciona emocionalmente para echarle la culpa a un tipo u otro de taxi. Sin embargo si a la información dada se le sumara que los taxis verdes están involucrados en el 85 % de los accidentes, nuestro juicio inicial sería muy diferente. El estereotipo de que los taxistas verdes son peligrosos se impone. La causa se impone a la estadística. Kahneman nos advierte:

«Algunos estereotipos son perniciosamente falsos, y la construcción hostil de estereotipos puede tener consecuencias atroces, pero los hechos psicológicos no pueden evitarse: los estereotipos, verdaderos o falsos, son nuestra manera de pensar en categorías«. (pág. 223).

Los estereotipos son generalizaciones que nos ayudan a tener respuestas rápidas. También lo son los conceptos que no ayudan a «huir de lo que parece un león». Creo que la traducción que nuestro cerebro hace de los datos físicos que le llegan de nuestros sentidos, transformando ondas electromagnéticas y mecánicas en los ojos y oídos, reacciones químicas en la lengua y la nariz, así como presiones de partículas sobre nuestra piel en sensaciones de color, sonido, gusto, olor y frío o calor, además de las de placer y dolor, son resúmenes útiles, bellos y placenteros que nos permite habitar el mundo de forma razonablemente cómoda y segura. Sin embargo todos estos resúmenes nos separan de la realidad interponiendo otra realidad más práctica, pero menos rigurosa.

Finalmente Kahneman termina esta parte de su libro diciéndonos que:

«La norma social contra los estereotipos, incluida la oposición a las tipificaciones, ha sido sumamente beneficiosa para la creación de una sociedad más civilizada e igualitaria. Pero es útil recordar que el rechazo de los estereotipos válidos inevitablemente produce juicios subóptimos. La resistencia al estereotipo es una posición moral loable, pero la idea simplista de que esta resistencia no tiene coste alguno es errónea. Vale la pena pagar sus costes si el fin es lograr una sociedad mejor, pero negar que esos costes existan en beneficio de la satisfacción moral y de los políticamente correcto no es científicamente defendible. La confianza en la heurística del afecto (emociones) es común en los argumentos que tienen una carga política. Las posiciones que favorecemos no tienen coste alguno, y aquellas a las que nos oponemos no producen ningún beneficio. Deberíamos corregir esto» (pág. 224).

Una deprimente conclusión de Kahneman es que, aunque se advierta de los sesgos psicológicos que podemos sufrir, no corregimos nuestra conducta. Así se constata al comprobar que nos sentimos exonerados de responsabilidad de ayuda si sabemos que hay otros que también están al corriente del caso. Hay un caso paradigmático de una mujer que murió en el patio de un edificio porque cada vecino pensó que sería otro el que se ocuparía de avisar a los servicios sanitarios. Por eso concluye que «cambiar nuestras ideas sobre la naturaleza humana es difícil, y cambiar a peor las ideas sobre uno mismo todavía lo es más» (pág. 227).

Regresión a la media

Kahneman está muy orgulloso de su reacción ante un reproche que recibió de un instructor de vuelo al oirle decir que los elogios al hacer correctamente las maniobras era mejor que los reproches al hacerlo mal. El instructor le dijo que a él si le funcionaban las broncas, pues cuando la echaba, el cadete mejoraba su desempeño. Kahneman le respondió que el cadete hubiera mejorado igualmente sin la bronca, porque ante un fenómeno aleatorio, un resultado extremo (hacerlo muy bien o muy mal) es seguido de un cambio en el sentido opuesto. La razón es la llamada por su descubridor Francis Galton (1822-1911) Regresión a la media. En efecto, dado un proceso aleatorio, con su media y su dispersión. como son los resultados de la acción de una persona o la resistencia de un hormigón, cada vez que obtenemos u observamos un valor al azar, éste será probablemente seguido de un resultado de signo contrario, que es la única forma de que la media del proceso se mantenga. Como el monitor no le creyó improvisó un juego pintando un blanco en el suelo y pidiéndole a los alumnos que lanzaran monedas al blanco. Pronto se vió que la secuencia de cada uno se parecía a su desempeño en el aire, en el sentido de que resultados buenos o malos (cercanos al blanco) eran seguidos de resultados de signo contrario. El monitor había indebidamente confundido las fluctuaciones de un proceso aleatorio con el supuesto efecto de sus broncas. Las fluctuaciones aleatorias tiene explicación, pero no causa. Nuestra pretensión de que algún fenómeno concomitante sea la causa es un espejismo supersticioso. Al fin y al cabo, superstición es atribuir a un fenómeno ser la causa de otro con el que no tiene nada que ver. Por ejemplo, creer que tirar un salero en la mesa explique que al día siguiente te despidan. Por eso, en general, si no entendemos cómo funciona un fenómeno aleatorio buscaremos causas en el premio, el castigo, el talento o la estupidez, el dinero o su ausencia, etc… Para no caer en este sesgo hay que comprobar, antes que nada, si el fenómeno sobre el que queremos tener control es verdaderamente aleatorio. También hay que saber que, si el fenómeno es aleatorio, se debe a los cambios, pequeños o grandes, que se producen en sus características respecto de su formulación original, natural o diseñada. Por eso para controlarlo, la primera operación a llevar a cabo es la de reducir sus oscilaciones. Y la segunda es tratar de modificar la formulación original para que, con sus oscilaciones residuales, produzca un resultado más favorable para nuestros intereses. Un ejemplo tópico es una máquina que produce algo de calidad 1 con variaciones entre 0,7y 1,3. Si podemos ajustar la máquina para que produzca entre 0,9 y 1,1 aumenta el número de ejemplares mejores. Es el caso de los métodos aprendizaje. Después se puede mejorar a calidad 2 mejorando la materia prima. Que en el caso del aprendizaje sería seleccionar a los alumnos para sólo accedan a los estudios a partir de una determinada nota.

Kahneman considera que: «Nuestra consoladora convicción de que el mundo tiene sentido descansa sobre un fundamento seguro: nuestra capacidad casi ilimitada para ignorar nuestra ignorancia» (pág. 264). Lo que quiere decir, indirectamente, que el sentido del mundo es el conocimiento de causas. De hecho nos gustaría saber qué número va a salir en un dado que lanzamos sobre la mesa, pero no está a nuestro alcance conocer toda la cadena de sucesos que lo produce, por lo que es más interesante conocer cómo afrontar la aleatoriedad. Es decir, poner a nuestro favor esa ignorancia. Eso lo hacemos encapsulando las oscilaciones en un pasillo que llamamos Nivel de Confianza y actuamos con el paquete como si fuera un fenómeno determinista. Como hacemos con una rueda hinchada a pesar que en su interior los átomos de aire estén en un baile infinito. Del mismo modo caracterizamos a una persona una vez que determinamos entre qué posiciones oscila su humor.

La ilusión de entender

Dice Kahneman agudamente: «La maquinaria del Sistema 1, que a todo da sentido, nos hace ver el mundo más ordenado, predecible y coherente de lo que realmente es. La ilusión de que uno ha entendido el pasado alimenta la ilusión de que puede predecir y controlar el futuro. Estas ilusiones son reconfortantes. Reducen la ansiedad que experimentaríamos si reconociéramos francamente las incertidumbres de la existencia» (pág. 268).

Este punto de vista, junto con el efecto de los fenómenos aleatorios, pone en entredicho la intervención «milagrosa» de políticos y altos directivos de empresas, cuando se atribuyen éxitos que tienen origen en la aleatoriedad de los procesos de que son responsables. Para medir esta causalidad real o aparente, se utiliza el llamado Coeficiente de Correlación, que da una cifra entre 0 (ninguna influencia de las decisiones) y 1 (influencia decisiva) midiendo el grado de variación conjunta de las decisiones y los resultados. Si la prosperidad de las empresas no dependiera de las decisiones del director, el coeficiente alcanza un valor de 0,5 y en el 50 % (cara o cruz) de los casos el más incapaz podría estar dirigiendo la empresa próspera. Si el coeficiente es de 0,3 cabe esperar que aproximadamente en el 60 % de los casos la empresa más prósperas estará dirigida por el gerentes más competente.

Concluye Kahneman que «… las historias de éxitos y fracasos exageran sistemáticamente la repercusión del estilo en la dirección y de las prácticas de gestión en los resultados, por lo que su mensaje raramente resulta útil» (pág. 270).

Dice que el efecto halo hace pensar que el fracaso se debe a que el director es rígido (lo que no es descartable), aunque, en realidad es que nos parece rígido porque la empresa ha fracasado. Y concluye que la comparación entre empresas que han tenido éxito, es la comparación entre empresas que han tenido suerte. Aunque se esté seguro de que el director es competente, no es posible predecir el comportamiento de la empresa de forma más certera que tirando una moneda al aire. La consecuencia es que las diferencias entre empresas del mismo nivel tienden a reducirse por la ya conocida regresión a la media.

Falacia de la evidencia

Kahneman da un lección de humildad cuando cuenta su experiencia tratando de pronosticar en el ejército el comportamiento en combate a partir de experimentos artificiales en retaguardia. Metódico y cuidadoso en esa labor adquirió una gran seguridad en sus diagnósticos hasta que el feedback que le llegaba del frente, tiró por tierra su seguridad, la evidencia en la que estaba instalado. Tras toda su carrera como psicólogo concluye que no podemos predecir nada que merezca la pena en psicología, economía o política. «La confianza es un sentimiento que refleja la coherencia de la información y la facilidad cognitiva de su procesamiento» (pág 278).

Es un tópico de la economía que «… el precio de las acciones incorpora todo el conocimiento disponible acerca del valor de la compañía y las mejores predicciones acerca del futuro de las acciones» (pág 278). Sin embargo las oscilaciones de los precios se basan en creencias, si todos lo operadores estuvieran seguro de tal cosa, nadie haría movimientos bruscos, pues «… los precios perfectos no dejan margen a la sagacidad«. Un estudio de Terry Odean sobre 10.000 cuentas de inversores puso esto de manifiesto. Los resultados de las acciones que habían comprado o vendido los inversores contradecían cualquier pretensión de que habían sido una buena decisión. En general eran mejores los resultados de los inversores más estables y peores los que operaban en plazos cortos (Warren Buffett dice lo mismo). Irónicamente Kahneman dice que «Aunque los inversores profesionales son capaces de sacar a los aficionados una cantidad considerable de dinero, pocos inversionistas, si hay alguno, poseen la aptitud requerida para ganarle al mercado año tras año de manera sistemática» (pág, 280). Cuando se gestionan acciones, piensa que las firmas recompensan la suerte como si fuera una aptitud.

¿Qué hay detrás de esta confianza infundada? Kahneman cree que las ilusiones cognitivas son más tenaces que las ilusiones ópticas. La facilidad con la que explicamos el pasado nos hace creer que podemos predecir el futuro. Los grandes acontecimientos históricos vienen determinados por la suerte, pero esta idea nos resulta espantosa. Las terribles consecuencias de los gobiernos de Hitler, Stalin y Mao ¿las atribuimos a la mala suerte de la humanidad en el momento del sorteo biológico de la concepción o de no haber existido había una legión de otros iguales esperando a cometer las mismas atrocidades?. Sea como sea fracasamos en todos los intentos de perfilar el futuro. El estudio de Philip Tetlock sobre 284 personas columnistas profesionales sobre asuntos complejos mostró que sus errores fueron mayores que si hubieran asignado iguales probabilidades a cada uno de los resultados y tirado un dado. Tetlock no vió más acierto en los columnistas que en lectores atentos de un periódico como el The New York Times. Cuando se les hizo notar los resultados tendían a la excusa o a la atribución a acontecimientos fortuitos su error. Utilizando la terminología de Isaiah Berlin de erizos y zorros, atribuye a los primeros una actitud que pretende teorizar sobre el mundo y establecer criterios seguros sobre su porvenir. A los segundos les atribuye una actitud de reconocimiento de la complejidad y de la importancia de impredecibles interacciones entre muchas agentes y fuerzas que hace imprevisible los resultados. Aunque también cometían errores, los zorros tuvieron mejores resultados que los erizos. Aquí, a la sombra de nuestras incertidumbres no reconocidas actúan mecanismos como el priming, la coherencia, o el ancla para determinar nuestras conclusiones.

La tendencia actual es a la sustitución de opinadores artificiosamente complejos por algoritmos que combinan de forma empíricamente comprobada los factores que interviene en el proceso que se quiere anticipar. Los prestamistas e inversores empiezan ya a usarlos para determinar la bondad de un negocio. Nosotros influidos por la brisa damos respuestas diferentes a los mismos datos. Las fórmulas (algoritmos) siempre responden igual. Por mi cuenta digo que en este paso al frente de las fórmula está la razón del hundimiento general de las clases medias (doctores, ingenieros, arquitectos), que eran los detentadores del conocimiento experto. Se está comprobando recientemente que, aunque la regresión múltiple que parte de datos empíricos proporcionan fórmulas potentes para la predicción, también funciona y, a veces, mejor, construyendo fórmulas con parámetros predictores a los que, tras unos ajustes, se le asigna la misma significación. Lo que tiene la ventaja de no verse afectados por las oscilaciones de los muestreos. Robyn Dawe, entre veras y risas dice que la fórmula: «veces que se hace el amor menos frecuencia de las peleas» es un predictor potente de la estabilidad marital. Las máquina no tienen nuestra simpatía, pero están empezando a sustituir nuestras decisiones a pesar de que, como opinan los psicólogos clínicos que califican el método estadístico de:

«mecánico, atomístico, aditivo, corto, árido, artificial, irreal, arbitrario, incompleto, muerto, pedantesco, fragmentario, trivial, forzado, estático, superficial, rígido, estéril, académico, pseudocientífico y ciego«, frente al método clínico que lo consideran:

«dinámico, global, valioso, holístico, sutil, empático, configurativo, modélico, organizado, rico, profundo, auténtico, sensible, refinado, real, vivo, concreto, natural, fiel al vida y comprensivo» (pág. 299)

Falacia de la planificación

Se basa en el optimismo de los planificadores que sumergidos en datos y a la búsqueda de la coherencia no pueden ver con claridad, lo que todo el que realiza feedback comprueba: el plazo de dobla y el coste se cuadriplica, además de que los cambios sobrevenidos desvían el objetivo. Es el fracaso de la racionalidad o, por lo menos, de la evaluación a priori de toda la complejidad. De vez en cuando tenemos noticias, de hasta qué punto todo pudo acabar en desastre. Naturalmente, es peor si no se planifica. Imaginen el viaje a la Luna. Kahneman propone una visión externa antes de darle el visto bueno a un proyecto complejo.

Econos y humanos

El economista Richard Thaler acuñó la expresión econos y humanos para referirse al homo economicus de la ciencia lúgubre (la economía) frente al ser real. Los psicólogos leyendo a los economistas dicen tener la sensación de estar estudiando individuos de una especie distintas. Gustav Fechner (1801-1887) le interesó la relación entre la mente y la materia. Estaba interesado en establecer las leyes que regulan la relación entre los cambios físicos como luz, sonido o dinero y los cambios en las sensaciones del color, el tono o el valor. Aventuró que esta relación era logarítmica. Cien años antes, Daniel Bernoulli anticipó en 1738 esta relación estudiando cómo influía la cantidad de dinero en la experiencia psicológica del valor, que llamó utilidad. Las respuesta psicológica a una modificación en los ingresos es inversamente proporcional a los ingresos iniciales, lo que implica que la utilidad es una función logarítmica. Bernoulli descubrió que el que tiene menos pagará con gusto un recargo para transferir el riesgo al que tiene más, que en eso consisten los seguros.

Pero Kahneman le reprocha a la teoría de la utilidad de Bernoulli el no tener en cuenta que la utilidad no depende sólo de los cambios dinerarios, sino que hay que tener en cuenta los valores de los que se parte para evaluar los cambios. No es lo mismo tener cinco millones si se viene de poseer uno que tener los mismos cinco millones viniendo de nueve. Tampoco es igual la propina que se deja después de tomar un café, que cuando se hace uno cargo el día de su cumpleaños de la factura de un restaurante con diez amigos. Por eso se buscó un teoría que tuviera en consideración los distintos marcos en los que los seres humanos toman decisiones. Una cuestión capital es que los humanos sólo buscan el riesgo en cuestiones fundamentales cuando todas sus son opciones malas. La teoría que abrazaba todas la alternativas la desarrolló con su socio Amos Tversky y la llamaron Teoría de las perspectivas. Una teoría que desmonta la pretensión de que los consumidores son seres racionales que actúan exclusivamente de acuerdo a la ley de la oferta y la demanda, salvo que se admita que la ley de la oferta y la demanda es resultado de decisiones llegadas del profundo laboratorio en el que se elaboran nuestros deseos. Así, del mismo modo que una luz tenue es percibida como suficiente en una habitación oscura, pero pasa desapercibida en una bien iluminada, no percibimos igual la diferencia entre 900 y 1000 euros que entre 100 y 200 euros.

Aversión a la pérdida

Súmese a esto la aversión a la pérdida que todos padecemos. Podemos renunciar a adquirir, pero sufrimos con la pérdida. Biológicamente, los organismo que reaccionan rápido a las amenazas tienen más probabilidades de sobrevivir. La aversión a la pérdida se reparte irregularmente. No todos la experimentan con la misma intensidad, del avaro al pródigo que, por cierto, ambos tienen un lugar en el infierno de Dante. Conocí a un gerente que prefería pagar (estamos en los años setenta) 1000 pesetas en un talón que 800 en metálico (le dolía demasiado ceder los billetes). Se puede medir la propia aversión a la pérdida estableciendo qué cantidad necesitaríamos ganar en el lanzamiento de una moneda, conocida la cantidad que perderíamos.

La expresión gráfica de la aversión a la pérdida se presenta en figura del libro Kahneman:

Como se ve cuando la ganancia se convierte en pérdida aumenta bruscamente la pendiente de la curva de valor (utilidad). Es decir, cantidades más pequeñas producen un impacto psicológico mayor, que las mismas cantidades cuando son ganancias. En los juegos con ganancias y pérdidas, la aversión descrita produce elecciones que huyen del riesgo. Complementariamente cuando un pérdida segura es comparada con una pérdida mayor que es meramente probable, se escoge el riesgo.

Efecto de Dotación

«La magia del mercado no actúa en el caso de un bien cuyos propietarios esperaban usar» (pág. 385). Es difícil que alguien venda el tiempo libre que pueda pagarse, por ejemplo. Para un comerciante los costes son parte del proceso del que esperan beneficio. Para el pobre, sin embargo, los costes son pérdidas. Aunque conocemos comerciantes disfuncionales, para los que los costes son pérdidas y ponen en peligro su empresa quitándole a sus empleados, de una forma u otra, lo que es suyo.

Efecto de posibilidad y de certeza

Tradicionalmente la expectativa ante un juego de azar era el valor medio de los resultados medidos por sus probabilidades. Bernoulli lo traducía al valor psicológico de sus resultados en forma de utilidad, que era evaluada por la probabilidad expresada en su tabla calculada con su función logarítmica de utilidad (satisfacción):

No es lo mismo pasar de no esperar nada a tener un 5 % de probabilidades de ganar un millón. La mera posibilidad invita a comprar billetes de lotería para adquirir el derecho a la posibilidad a pesar de lo escaso de la probabilidad de que acabe siendo premiado. Un aspecto de la utilidad que la tabla de Bernoulli no prevé. Sin embargo, el tránsito de un 60 a un 65 % de probabilidades de ganar la misma cantidad no es valorado igual . También es muy apreciado pasar de la mera posibilidad a la certeza, lo que ocurre cuando la probabilidad de ganar una determinada cantidad se sitúa entre el 95 y el 100 %, pero la alternativa es una cantidad menor, pero en mano. Como se ve, el efecto certeza hace que se desprecie una alta probabilidad ante la seguridad de una adquisición de menor cuantía. Esto explica los acuerdos en los pleitos cuando la cantidad ofrecida un demandado supera el umbral de certeza del demandante ante una pequeña probabilidad de perderlo todo. De nuevo emerge aquí, la aversión a la pérdida. En definitiva, contradiciendo a la teoría de la utilidad de Bernoulli, tendemos a sobreestimar riesgos pequeños (buscando la certeza) y a despreciar altas probabilidad de no alcanzar una meta (sólo por tener la posibilidad). Lo que implica que los valores decisorios (utilidad) se alejan de las probabilidades más allá de la imposibilidad (0 %) y más acá de la certeza absoluta (100 %).

Los fenómenos raros con probabilidades estimadas por debajo del 1 % son aparcados en nuestra mente como fenómenos imposibles. Pero en cuanto la probabilidad se perciben sus riesgos o beneficios son sobreestimados (epidemias o loterías). La preocupación o la ilusión sólo desaparecen si la probabilidad se reduce a cero.

Teorías de las Perspectivas

Tratando de reunir las derivadas de la teoría de Bernoulli y las propias reflexiones, Kahneman y Tversky propusieron la Teoría de las Perspectivas, cuyas implicaciones se resumen es esta tabla:

Esta tabla resume el comportamiento probable de un humano (no de un econo) ante las ganancias y las pérdidas cuando no se piensa en las consecuencias a largo plazo. Esta teoría no incorpora la desilusión y tampoco el arrepentimiento. Esta teoría se ha aceptado, no porque sea «verdadera», sin porque aporta, respecto de la teoría de la utilidad de Bernoulli aspectos como el punto de referencia y la aversión al riesgo, que le da más valor a las pérdidas que a las ganancias.

«En el cerebro de los humanos y de otros animales hay un mecanismo diseñado para dar prioridad a los eventos malos. Reduciendo a unas pocas milésimas de segundo el tiempo necesario para detectar la presencia de un predador, este circuito mejora la probabilidades de que el animal viva el tiempo suficiente para reproducirse» (pág. 392)

«la sensibilidad a los peligros se extiende al procesamiento de formulaciones de opiniones con las que estamos en radical desacuerdo» (pág. 393). Ante una idea, nuestro cerebro tarda menos de un cuarto de segundo en considerarla una «amenaza» o no. Paul Rozin comenta que una sola cucaracha arruina un cesto de cerezas, pero una cereza no arregla un cesto de cucarachas. La aversión a l pérdida, es una de las formas del predominio de lo negativo. De esta forma se defiende el Statu Quo, lo que favorece el espíritu conservador, tanto de individuos, como de instituciones. Hace las veces de una fuerza gravitatoria. En opinión de Kahneman, si las personas sufren más por las pérdidas que por las ganancias no conseguidas, aquellas deberían estar más protegidas en el derecho.

Las vivencias adheridas

El valor decisorio también se ve afectado por las emociones distorsionando su relación con las probabilidades. Es el caso de resultados muy atractivos (afectivos) o rechazables (dolor). Es decir, si nos representamos el resultado de la decisión y está condicionado emocionalmente, el papel de las probabilidades de que tales resultados se den, se reduce.

Olvido del denominador

La presencia de una imagen vívida produce el efecto de que olvidemos el denominador de la fracción esencial de una probabilidad: casos favorables / casos posibles. Así, en un experimento en el que se ofrecía un juego con premio sacando un bola roja, o de un tarro transparente con 10 bolas blancas y una roja, o bien de otra tarro con 100 bolas blancas y 8 rojas, un 40 % de los participantes escogieron el segundo tarro. Es evidente que, en el primero, la probabilidad es 1/10 y en el segundo 8/100, que es un 20 % inferior. Por eso se considera generalmente más peligrosa una enfermedad que mata 1.243 personas de cada 10.000 a otra que mate al 24,86 % de la población. La imagen vívida de la muerte de la primera información produce el olvido del denominador que pondría de manifiesto que en el primer caso la mortalidad es del 12,43 %, justo la mitad.

Contabilidad mental

Kahneman considera que con la excepción del muy pobre, el rico que busca riqueza extra, el dinero representa el modo de medir el éxito y la autoestima. El ser humano lleva en su mente una cuenta de su progreso o deterioro material: nos negamos a reducir pérdidas si implica reconocer el fracaso; las emociones condicionan nuestra acciones, especialmente cuando actuamos en nombre de otros. Continuamente estamos tratando de controlar nuestras vidas, tratando de no incurrir en gastos comprometedores sin renunciar a los placeres a nuestro alcance. Así no es lo mismo renunciar a un partido para el que ya hemos pagado la entrada por el riesgo de nevada, que si la entrada nos la han regalado. Las cuentas mentales que nos hacemos sobre el disfrute esperado no están considerados en la teoría económica estándar. El econo no renunciaria si ya tiene la entrada (pagada o regalada), el ser humano se lo piensa.

Las emociones que actúan en nuestras cuentas mentales nos llevan a caer en falacia de los costes irrecuperables. Es muy habitual insistir en invertir (dinero o tiempo) en proyectos que se anuncian como fracasados porque no se quiere renunciar a lo avanzado. Tampoco queremos sufrir el acoso del arrepentimiento, que es una emoción muy desagradable. Tanto más desagradable cuanto más fácilmente podamos representarnos haber tomado otra decisión más razonable. La anticipación de la culpa influye en las decisiones. Kahneman cree que «Cuando nos pasamos buena parte del día anticipando e intentando evitar las emociones negativas, nos las ocasionamos» (pág. 458). Daniel Gilbert dice que «Los humanos, en general, anticipan más arrepentimiento del que realmente experimentarán, pues subestiman la eficacia de las defensas psicológicas que desplegarán» (pág, 459). A estas defensas las llaman «sistema inmunitario psicológico«.

Revocaciones

Las creencias que refrendan nuestras reflexiones morales no son consistentes con nuestras reacciones emocionales. Incluso ocurre con nuestras intuiciones morales aplicadas en situaciones diferentes. Así, conjuntamente asignaríamos la misma indemnización a alguien que ha sufrido un atraco de un tienda habitual o en una tienda distinta como consecuencia de una defunción en la primera, pero tendríamos en cuenta su «mala suerte» en el segundo caso si la juzgáramos por separado, como ocurre en la vida real. Otro ejemplo: puestos antes un caso de un niño que sufre quemaduras porque su pijama era inflamable y ante el de las cuantiosas pérdidas de un banco por los manejos de otro, concedió más indemnización al niño cuando se comparaba con la desgracia de una fría entidad bancaria, pero más al banco, cuando se consideraba por separado.

Categorías

Nuestros juicios adquieren consistencia dentro de las categorías de cosas y fenómenos. Así, no es lo mismo decir que un niño de seis es alto o que lo es un adulto de veinticinco años. Las categorías «niño» y «adulto» nos proporcionan las reglas para nuestro juicio. De hecho las revocaciones son consecuencia del cambio del marco de referencia para el juicio.

Marcos

Kahneman y Tversky llamaron efecto marco a la influencia no justificada de la forma en que expresamos algo sobre creencias y preferencias. El ejemplo que ponen ellos es:

  • ¿Aceptaría un juego que ofrece un 10 % de posibilidades de ganar 95 dólares y un 90 % de perder 5 dólares? o…
  • ¿Pagaría 5 dólares por participar en una lotería que ofrece un 10 % de posibilidades de ganar 100 dólares y un 90 % de posibilidades de no ganar nada?

La mayoría optaría por por la primera, cuando las dos son iguales. Un resultado malo se acepta con más naturalidad si está enmarcado como precio de un cupón de lotería que no resultó ganador. Así, decir que «Francia perdió la final«, no es lo mismo que decir «Italia ganó la final«. Nuestros sistemas morales están asociados a marcos que a la propia realidad. En Estados unidos se usaba el ratio de millas por galón de gasoil, en vez de nuestros litros por kilómetro. Esta forma de expresar el consumo de combustible crea un marco que dificulta las decisiones. Por ejemplo ¿En qué planteamiento el ahorro es mayor a igual distancia recorrida?

  • Pasando de un coche de 12 millas por galón a otro de 14 millas por galón o…
  • Pasando de un coche de 30 millas por galón a otro de 40 millas por galón.

Es muy posible que su intuición sea engañada. Responda sin cálculos y luego los llevan a cabo.

Los dos yoes

Los psicólogos han aclarado que la memoria de una experiencia se centra en la última fase del acontecimiento, que si es mala o buena teñirá toda la experiencia. De esta forma se matiza el concepto de utilidad e Bentham que se refería exclusivamente al placer o dolor en abstracto de una experiencia. Según Kahneman, el yo que experimenta no tiene voz porque el juicio viene monopolizado por el yo que recuerda, lo que está asociado a las últimas fase de una experiencia. El yo que recuerda tiene una larga historia evolutiva. «La evidencia presenta un desafío radical a la idea de que los humanos tenemos preferencias consistentes y sabemos cómo maximizarlas… «Queremos que el dolor sea breve y el placer dure. Pero nuestra memoria, una función del Sistema 1, ha evolucionado para representar el momento más intenso de un episodio de dolor o de placer y las sensaciones que tenemos cuando el episodio concluye. Una memoria que olvida la duración no prestará un buen servicio a nuestra preferencia por el placer duradero y el dolor breve» (pág. 501).

Ítems finales

Nuestro estado emocional está determinado por aquello a lo que estamos prestando atención. Excepcionalmente por recuerdos o ideas al margen de los acontecimientos. No es lo mismo el bienestar que se experimenta la vivir la vida que el juicio que emitimos sobre nuestras vidas al evaluarlas. Una mayor educación resulta en una evaluación de la propia vida más favorable, pero no necesariamente en un mayor bienestar experimentado. La religión influye en la evaluación de la vida pero no reduce la depresión o las preocupaciones. Ser pobre resulta deprimente. Ser rico mejora el grado de satisfacción con la propia vida, pero no aumenta el bienestar experimentado. El umbral de necesidad satisfecha lo sitúa Kahneman en los 70.000 dólares de 2013. Es fácil que el Sistema 1 sustituye la felicidad total por una pequeña parte de ella. La satisfacción con la vida viene determinado en gran medida por la genética del temperamento. «Los pensamientos sobre cualquier aspecto de la vida pueden sobresalir cuando se tiene claramente a la vista una alternativa que contraste con ellos» (pág. 526). «El error que la gente comete en la ilusión de focalización supone prestar atención a momentos seleccionados y olvidar lo que sucede en otros momentos. La mente humana es buena contando historias, pero no parece estar bien diseñada para procesar el tiempo» (pág. 530).

«El hecho central de nuestra existencia es que el tiempo es el último recurso finito, pero el yo que recuerda ignora esta realidad. El último segmento de un acontecimiento crea un sesgo que favorece período breve e intenso frente a un período de felicidad moderada. El yo que experimenta y el yo que recuerda están en un conflicto irresoluble. Racionalidad es coherencia lógica, razonable o no. Los econos son razonables, pero los humano no pueden serlo. «Un econo no es susceptible de priming, WYSIATI, marco estrecho, visión desde dentro o revocación de preferencias, cosa que los humanos no pueden en principio evitarLa gente razonable no puede ser racional por definición, pero ello no es razón para tildarla de irracional» (pág. 535). La Escuela económica de Chicago defiende la ideología de que es inmoral defender a la gente contra sus propias elecciones. «La suposición de que los agentes son racionales proporciona la base intelectual para la concepción libertaria de la política públicaen una sociedad de econos, el gobierno debe mantenerse al margen y permitir que a los econos actuar según lo que elijan mientras no perjudiquen a otros» (pág. 536). En seguida surge la pregunta de por qué existe entonces una industria de la publicidad tan agresiva. «Pero para los psicólogos conductuales la vida es más compleja que para los creyentes sinceros en la racionalidad humana». (pág. 536). Kahneman cree que los humanos necesitan protección de aquellos que explotan sus debilidades. Para él es fundamental información «clara, sencilla, destacada y comprensible«. «El Sistema 2 es quien pensamos que somos, pero a menudo aprueba o racionaliza ideas y sensaciones que han sido generadas por el Sistema 1» (pág. 540). «Nuestros pensamientos y nuestras acciones son rutinariamente guiados por el Sistema 1, y por lo general son acertados. Una de sus maravillas es el rico y detallado modelo de nuestro mundo que se conserva en nuestra memoria asociativa: en una fracción de segundo, ésta distingue lo sorprendente de los eventos normales, de inmediato genera una idea de lo que esperaba en lugar de la sorpresa y automáticamente busca una interpretación causal de las sorpresas y los eventos en el momento en que se producen. El Sistema 1 no es fácilmente educable» (pág. 541). Las instituciones son notablemente mejores que los individuos al tratar de evitar errores porque piensan más lentamente y tienen poder para imponer protocolos ordenadamente.

En definitiva, somos hijos de nuestra lenta y construcción durante centenares de miles de años. Una lenta cocción que ha dejado su huella en forma de soluciones a los problemas que comprometían la supervivencia. Nuestra principal tendencia es a construir historias coherentes que nos tranquilicen, aunque esté faltas de datos. Sin embargo, somos impresionables y recordamos mal la vida normal, la vida buena. Tenemos tendencia a engañarnos porque llevamos mal la culpa y el arrepentimiento nos lacera, por eso, odiamos perder y nos gusta ganar sin riesgo. No somos ese ser racional que los economistas más fanáticos postulan. Hacemos cosas raras, pero nos salvan las instituciones que vienen a ser nuestros sistema 2 (reflexivo) de repuesto, dado que el nuestro lo usamos poco. Las instituciones guardan en sus seno la experiencia de muchos errores cometidos y la solución que poco a poco fue alcanzada. Sabemos planificar, pero nos cuesta aceptar que la planificación contiene carencias que deben ser corregidas antes de actuar. Conocer nuestras debilidades ayuda a comportarnos mejor, pero también a abusar unos de otros. Tenemos un punto de saciedad, pero, a pesar de ellos nos gusta ir más allá de forma imprudente siguiendo la cola de un cometa llamado soberbia.

2 respuestas a “Pensar rápido, pensar despacio. Daniel Kahneman. (Reseña 28)

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.