Axel dice que: «Ya explicamos que la sociedad no existe de manera independiente de las personas que la componen, o sea la sociedad como ente en sí no es más que una ficción. No hay una «voluntad social» como no hay una inteligencia social, ni una mente social ni nada parecido. Mal puede haber entonces un «derecho social», pues algo que no existe no puede tener derechos.»
¡Qué argumento más pobre! En efecto, no ha una «señora sociedad» titular de ningún derecho. Esta es una discusión inútil pues llamar a los derechos de los individuos que constituyen la sociedad derechos «sociales» no es más que un recurso lingüístico llamado sinécdoque. Pero, claro, no es más que un pretexto para rechazar a la máquina de inventar derechos para recibir subvenciones del Estado. En España se llama a eso «chiringuitos» y uno de los más combatidos es el que se ocupa de la atención a mujeres maltratadas (sin comentarios). Pero quién distinto del Estado puede ocuparse de algo así. ¿O la idea es abandonar a las mujeres a su suerte o mala suerte de tener un marido potencialmente asesino? En torno a 60 mujeres son asesinadas y en algunos casos se incluye en el paquete criminal a lo hijos. Pero, con la misma estructura argumental, se podría decir que, si interponer al estado es enmascarar el expolio al particular, quitar al Estado de esta función es la máscara de la elusión de impuestos. Es decir volvemos al lugar de partida: a los que tenemos mucho no nos gusta que usen nuestro dinero para atender necesidades de humanos.
Axel remata su argumentación diciendo que: «... el derecho social permite instrumentalizar a unas personas para satisfacer los fines de otras, agrediendo su libertad y dignidad.»
Y yo remato diciendo que «satisfacer fines» oculta la verdad de los problemas concretos de una sociedad. Y que no hay menos violencia en usar la fiscalidad que en disolver una manifestación reivindicativa. Es decir, el estado es, precisamente, la garantía de que esas dos violencias son gestionadas civilizadamente. Este es el gran contrato social implícito que se deriva de la Revolución Francesa (burguesía contra aristocracia) y de la revolución rusa (obreros contra burguesía). Dos formas irracionales de crimen que han tenido sus reflejos menores en amotinamientos y represiones a lo largo de los siglos, si generalizamos el eje obrero-burguesía (ya obsoleto) por el de amo-siervo de antaño, que parece volver en una pirueta histórica en nuestra sociedad tecnificada bajo la especie de empleado precarios con la competencia de millones de desesperados para ocupar su puesto y bajo la especie del empresario digital anónimo al control de la red de servicios.
Ataca Axel con razón la disfuncionalidad de la conocida frase del Manifiesto Comunista «de cada cual según su capacidad y a cada cual según su necesidad«, pues no es posible juzgar algo así para todos. Precisamente el mercado fija bien lo que merece cada uno y lo que necesita cada uno. El problema es, Axel, cuando hay gente que por sus escasos o nulos ingresos, están fuera del mercado. En ese caso no queda más remedio que introducirlos con ayudas. Al fin y al cabo ese dinero vuelve a la corriente general y consume productos de empresas privadas. Situación que puede ser discutida porque es dinero que se emplea en producir y consumir en productos a cambio de ningún esfuerzo porque no hay trabajo formal para ellos. De algún modo eso compensa que otros tantos familiares de los 30 millones de millonarios del mundo obtengan todo un proyecto de vida muelle, igualmente sin ningún esfuerzo. Ningún Estado se atreverá a eliminar las prestaciones de salud, educación y pensiones, como no se atreverá a expoliar a los propietarios.
Axel propone privatizar los tres ejes de la política social de un estado: sanidad, educación y pensiones, que en los países avanzados supone más de la mitad del gasto público. Las razones sencillas: los mejores profesionales y los mejores recursos materiales están ahí. Tan eficaz ha resultado el sistema en España, que somos el segundo país del mundo, después de Japón, en esperanza de vida con un costo per cápita de 1500 euros que le coloca por debajo de la media europea y muy lejos de la sanidad de Estados Unidos. Le costará al liberalismo conseguirlo, porque el argumento de ineficacia no es de aplicación. En cuanto a la educación, ningún país occidental prohíbe que quién lo desee monte colegios tan extravagantes como deseen, pero ese sistema, y esto debería repugnarle al liberalismo, se deja mucho talento en el camino, mientras entra en bucle endogámico impulsando a los más mediocres de sus descendientes hacia carreras sin más brillo que la cartera de los padres. Por lo que respecta a las pensiones, la partida, con mucho, más importante del gasto público, no creo que donde haya un sistema público se sustituya por una privado sufriendo los pensionistas los avatares de las acciones inversoras de los grandes fondos, sin que se den terremotos sociales y políticos.
Otra cuestión es que los estados lleven a cabo estas misiones sin paralizar las actividad económica o endeudándose peligrosamente. Pero hay que recordad que los socialistas entregaron el gobierno el año de la crisis con una deuda del 35 % del PIB y los liberal-conservadores lo han devuelto con el 98 % además de dejar el fondo de 65.000 millones de euros del ahorro para pensiones, prácticamente en cero. Es decir, se necesitan gobiernos que haciendo una gestión económicamente eficaz, no pierdan la cara a sus responsabilidades sociales, por mucho que el mercado salive con las partidas públicas. No me canso en decir que la mayoría dinero de sanidad, educación y pensiones vuelve al mercado y que lo único que persigue el sector privado con su recepción es morder en forma de beneficios lo que ahora se gasta en servicios. Todo esto es compatible con negocios de mutuas y empresas privadas que ofrecen sobre todo rapidez (porque la gran masa está en la pública) y calidad en el servicio ambulatorio. Pero, cuando las enfermedades se complican, derivan a los servicios públicos, Del mismo modo que las operaciones sencillas (una cataratas, por ejemplo) son derivadas en el sentido contrario de la pública a la privada. En cuanto a la educación, nuestro país (España) se ha transformado radicalmente al sacar cada lustro casi un millón y medio de egresados universitarios, que ahora la crisis financiera ha dejado en el paro, favoreciendo a países que no habiendo contribuído a su formación los reciben con los brazos abiertos. Un sistema de universidades privadas dejaría en la carrera a miles de potenciales talentos o, como en Estados Unidos, los endeudaría de por vida a ellos o sus familias.
Insiste Axel en que: «La lógica de lo estatal, que es la de la imposición coercitiva, es contraria a la lógica de la voluntariedad del mercado como asignador y creador de recursos.»
Pero olvida que, entre las alternativas de la libertad, está la de escoger al Estado como prestador de servicios esenciales como crear y mantener infraestructuras comunes, sanar, educar y cuidar. Y que todo ello lo haga sin comprometer el futuro de su descendientes. Al mismo tiempo es bueno que el resto de necesidades: ciencia, tecnología, transporte, energía, alimentos, medicinas,, vestido, cobijo, confort, información y entretenimiento lo lleven a cabo empresas privadas liberando las enormes fuerzas de la ambición y la creatividad. Además de que la sanidad, educación y cuidado puedan ser ofertados por el sector privado contribuyendo a la mejora mutua entre el servicio público y el privado. De ese modo se garantiza la convivencia de las fórmulas, mientras se asegura que seguir vivo, estar educado y ser cuidado en la vejez y la enfermedad no depende de la cuenta de resultados de una empresa particular, sino del ejercicio de la libertad en el sentido más amplio de la palabra, frente al restringido de la libertad negativa que sólo contempla la acción individual y olvida la concertada. Todo ello sin olvidar que el Estado también tiene que rendir cuentas si no cuida su propio balance económico. Hay así espacio para el lucro y la aplicación de las más intensas fuerzas de la ambición, el talento y la creatividad, sin comprometer los valores «buenistas» de la compasión, acceso al conocimiento y deber de cuidado a los mayores. No se puede tener todo, Axel. Creo que es un buen compromiso entre el escila (la codicia) y el caribdis (parasitismo) de la compleja vida de una sociedad (eso que no existe). Para que esta discusión sea productiva es necesario dejar de lado los polos extremos de las dos posiciones: el comunismo al que lleva la hipertrofia del Estado y la atomización individual a la que lleva su desaparición. Ni vale llevar el Estado cerca del totalitarismo, ni reducirlo a la defensa de la propiedad. Ni la distopía igualitaria que lleva la Gulag, ni la distopía libertaria que lleva al ejercito privado y el gueto de los ricos. Con el riesgo de éste último de acabar de ser gobernado por las guardias pretorianas. La libertad sin compasión bien organizada no es humana. El totalitarismo sin libertad individual no es humano. Ambos se redimen y complementan en una democracia socio-liberal o libero-social (al gusto).
¿No hay responsabilidad en el mercado que es incapaz de general los puestos de trabajo suficientes? cuando una nación llega a este punto es porque o le sobran habitantes o no es capaz de vender suficiente a los países extranjeros. Y esto depende, fundamentalmente de la capacidad de producir mercancías o servicios atractivos para los extranjeros. España exporta el 34 % de su PIB, casi el triple que Estados Unidos y trece puntos menos que Alemania. No está mal, pero se necesita dar empleo a tres millones más de personas. Animo al mercado libre a que dé una respuesta que raramente dará el Estado. Y no vale decir que con menos impuestos todo iría mejor, porque ya estamos viendo qué tipo de empleo genera en la época digital con el recurso de low-cost. Una espiral de cobro poco porque pago menos, que veremos a ver a donde nos lleva. Ahí quiero ver a los capitanes del sector privado de mi país que se están dejando mojar la oreja por falta de inversiones en investigación porque prefieren las burbujas inmobiliarias y pagar royalties.
Axel sigue apretando: «Pero que una necesidad sea más urgente que otra no transforma a la más urgente en un derecho que el resto debe financiar. Por ejemplo, usted podría necesitar con urgencia una operación que cuesta, digamos, diez millones de dólares o cien millones de dólares. ¿Le da eso derecho a que otros se la paguen? No. Suena frío, pero no lo es.«
Pues yo creo que Chile no dudó en lanzarse al rescate de los mineros… francamente, no es que suene frío, Axel, es que indica la gran falla del liberalismo: su parcialidad teórica sobre el ser que juzga, que no es unidimensional. El cerebro humano no transita por la estación intermedia del derecho cuando hay una urgencia humanitaria. Pasa directamente a la acción de rescate. Precisamente ahora en el Mediterráneo se plantea a un escala tremenda la cuestión. ¿La puesta en peligro inminente de perder la vida de los inmigrantes africanos o sirios, genera el derecho de rescate? No hay cuestión: se les rescata. Cuando los gobiernos dudan o llanamente se niegan a acoger más emigrantes no están deliberando acerca de un derecho, sino que se plantean cómo hacer frente a las oleadas de personas que pretender llegar a europa. Unos conculcando, precisamente el derecho del mar y otros negando a sus ONGs que acudan a la zona. Ante el ser humano y su sufrimiento no cabe el mero uso de la razón instrumental. Estado Unidos recibió las oleadas de emigrantes irlandeses y no se preguntó por su derecho a llegar abarrotando buques. Otra cosa es la torpeza con la que determinados problemas actuales se están enfocando en los grandes sanedrines políticos. Pero agárrate a las neuronas de la dirección del País más importante del mundo. Yo espero de los liberales más altura e ingenio en sus propuestas para mejorar la vida. El látigo romano en la minas de azufre, eso lo hace cualquiera.
Seguimos: «La libertad y la riqueza son cosas distintas. La riqueza se relaciona con los medios para perseguir un fin, en cambio la libertad es la posibilidad que existe de conseguir y crear esos medios y alcanzar el fin sin que otro se lo impida por la fuerza. No es la riqueza la que crea la libertad, sino la libertad la que crea la riqueza«
Este es un bonito juego de palabras, pero en realidad entre libertad y riqueza la relación es circular pudiendo comenzar el ciclo por donde uno desee. En efecto, la libertad de un emprendedor puede crear riqueza y su riqueza darle la libertad de consumo a las que antes no llegaba y merece, pero la riqueza heredada proporciona las dos libertades al tiempo: la de emprender y la de elegir entre opciones de consumo. A lo que la riqueza no da opción automáticamente es a las libertades civiles (votar) o sociales (matrimonio homosexual) que son conquista contra la cerrazón de los conservadores.
Naturalmente lo que dice Axel es verdad, pero no toda la verdad. Es una idea cartesiana (clara y distinta) la de que la riqueza no existe sin acción humana. Pero una vez creada, es otra idea igualmente clara y distinta que no la han producido unos pocos, sino muchos concertando impulso, inteligencia y esfuerzo, por lo que no es de recibo que la retenga sólamente una de las partes actoras. Otra cosa es que utilicemos la naturaleza humana para optimizar su producción: la ambición para el impulso (el empresario), la reputación para la inteligencia (el científico) y el temor para el esfuerzo (el trabajador). De este modo en la fase de producción el trabajador puede ser tratado como un recurso en competencia, pero en la fase de distribución debe ser tratado como un ser humano.
Riqueza y libertad no pueden ser confundidas, en efecto, pero la libertad no es unidimensional. La de creación no debe ser confundida con la libertad de elección que proporcionan los logros económicos. Si el empresario no puede especular sobre las necesidades del empleado, la humanidad si puede corregir las consecuencias de tratar a un ser humano como mercancía y ofrecer soluciones eficaces a la falta de riqueza del trabajador para proporcionarse la libertad de elección acorde con el estado de la cuestión en cada época. Una forma es ahorrarle el precio de la salud y la educación, por ejemplo.
En períodos en que la fuerza esté de parte del trabajo por escasez de trabajadores, las previsiones se reducen al mínimo asistencial de los pocos excluidos y, en fases en que la fuerza esté de parte del empresario, las previsiones (sanidad, educación y pensiones) deben cubrir estas necesidades, mal que le pese al frío y distópico liberalismo, al estropearse su imagen de una sociedad-máquina. Que un padre no pueda pagarse la educación o la salud de sus hijos es una carencia de libertad, evidentemente: la de no poder elegir entre la pasividad o la solución del problema. Y la solución a esa carencia de de libertad no estará nunca en el mercado que está obligado a comportarse como si el ser humano fuera una mercancía. Sólo puede llegar de instituciones diseñadas para crear un ámbito de libertad para aquellos muchos que no pueden alcanzar la libertad por otra vía. El que la libertad que el rico posee gracias a su riqueza no puede ser cero para aquel que fingió ser mercancía para que la riqueza se creara. La libertad crea riqueza y la riqueza crea libertad. No es tan difícil de comprender. Queda para otra ocasión discutirle a Berlin su pirueta para pasar de la autonomía kantiana del individuo al totalitarismo. El paso del «por sí mismo» al «lo que el partido disponga» es más complicado de lo que Isaiah nos dice.
Dice Axel: «No podemos decir, entonces, que una persona no es libre porque le falta algún bien material que necesita.»
Claro, diremos que le falta riqueza para adquirirlo, pero no libertad para intentar adquirirla. Pero esta obviedad no puede ocultar el problema de las necesidades sociales. Es decir de muchos de los individuos que componen la sociedad.
Es cierto que en una sociedad igualitariamente pobre nadie tendría más libertad positiva (versión Berlin) que la de cambiar de posición espacial. Pero una vez descubierta la capacidad de transformar energía al servicio de la prosperidad de los seres humanos, ¿en qué se basa la idea de que la mayoría de estos deben quedar abandonados en el camino sin que puedan organizarse con instituciones públicas que los recojan y cuiden su salud, educación y ancianidad que no pueden pagarse con los salarios que el mercado precisa pagar para su funcionamiento?. El argumento de que el trabajador debe conformarse con el sueldo que el mercado le proporcione escamotea, en base a la existencia de competencia entre desesperados, la parte minúscula de ese sueldo que acumulada y mutualizada debe ir a la previsión del futuro. Por tanto nada más justo que recuperar esos recursos por otras vías civilizadas.
Axel, razona que no tener medios para que un hijo se eduque no es carecer de libertad, sino de riqueza y, eso hay que ganárselo en el mercado. Naturalmente lo hace olvidando rasgos del ser humano que de no considerarse los llevan al desastre. Uno de ellos es la imprevisión. El mercado usa esos rasgos para seducir al ciudadano para que consuma sus productos aunque sean nocivos o frívolos, pero los rechaza cuando ese ciudadano organizado en Estado reserva para lo esencial capital en forma de cuotas sociales o impuestos para que no sean absorbidos por el mercado y permitan ocuparse de aquellos a los que el mercado compensa en base exclusivamente a la competencia entre débiles.
Esto lo considera un robo, al tiempo que se invita a los ciudadanos a que rechacen estos mecanismos de prevención para poder gastar olvidando el futuro. Dicho esto precisamente por la ideología que pretende que hay que escuchar a la naturaleza humana, negándose a aceptar la necesidad de corregir la negativa capacidad de previsión. Se niega a aceptar que el ser humano acepte sus limitaciones y las trascienda creando instituciones para corregirlas. Añadamos que hay acciones del Estado imposibles para el ciudadano individual y para las empresas obligadas a buscar su beneficio: las catástrofes. Cuando ocurre una de ellas, esperar del defectuoso carácter del ser humano en general y del rico en particular una respuesta adecuada es creer en los ángeles. Lo que me recuerda que uno de los reproches a la economía planificada es que los hombres no son ángeles. Pues eso, como no somos ángeles completemos los beneficios de nuestro egoísmo con la creación de instituciones altruistas.
Naturalmente que el liberalismo ofrece una salida para este problema: privatizar la previsión. Pero oculta que si el gasto público se eliminara, ese dinero ahorrado en impuestos (en los bolsillos del ciudadano, como le gusta decir a mi compatriota Rollo) pasaría rápidamente de las manos del ciudadano a las empresas que los contratan, pues, con el mero mecanismo de competencia entre trabajadores, de nuevo los sueldos bajarían a niveles que impedirían cualquier previsión. Al contrario, se invitaría a la ciudadanía al endeudamiento para absorber los excedentes de producción anticipando gastos cuyo respaldo económico no existe aún. Lo siguiente serían galeras para los morosos. «Empeña tu anillo para pagar la boda del chiquillo» anuncia una empresa de préstamos privada estos días.
Para que las rentas individuales tuvieran la misma capacidad de afrontar el futuro que el actual Estado, sería necesario doblar los sueldos medios de cada empleado, lo que no cabe esperarlo de un mercado de trabajo basado en la competencia. El Estado previsor aplica la fórmula de Speenhamland pero reteniendo el complemento del sueldo de mercado en vez de ponerlo a disposición de la imprevisión del ciudadano y de la voracidad de las empresas. Da la impresión de que el liberalismo esconde su pesimismo sobre la naturaleza humana a la que quiere usar como instrumento de una demolición del Estado previsor para después encogerse de hombros ante la desgracia ajena, aludiendo a una responsabilidad individual que sabe que no existe, porque no en vano procedemos de una naturaleza animal retozona, que no anticipa los problemas del futuro. Así, por poner un ejemplo, donde ahora vemos a discapacitados en sillas ruedas automáticas, veríamos tullidos pidiendo como en el siglo XVI. Es muy peligroso que la mutualización del riesgo se atomice. Lo realmente escandaloso es que el mundo financiero acuda al Estado a que lo saque de los problemas en que ellos mismo se han metido, sin «pagar las primas» correspondientes para este seguro generoso. La actitud de poner al Estado ante la necesidad de acudir al rescate presentando un crisis sistémica prefabricada, es una muestra de las limitaciones del liberalismo. Por la misma razón que es posible comprender la malicia de estos financieros, es necesario comprender la incapacidad previsora de la gente. Antes lo dos problemas, sólo el Estado es capaz de ofrecer soluciones anticipatorias, siempre que no se deje manipular por los interesados de una y otra parte (patronales y sindicatos). En definitiva, Axel tiene una visión sesgada del conflicto de valores y debería hacer una relectura de Berlin para comprender que su restringida visión del valor «libertad» no puede monopolizar el espacio axiológico.
Es absurdo enredarse en una lucha de quién roba más a quién. Es más productivo un acuerdo racional entre partes en el que se reconozca que el mercado de trabajo es un eficaz sistema de fijar el precio del trabajo, pero que el Estado es un eficaz sistema de completar el sueldo con servicios que la naturaleza del mercado, que convierte al ser humano en mercancía, no puede prestar sin crear graves desigualdades en cuestiones fundamentales como la salud o la educación.
El uso que hace Axel de la libertad es parcial, pues se refiere solamente a la libertad de enriquecerse y hacer uso libre de esa libertad, pero eludiendo la libertad de moderar las reglas que lo hacen posible en grado pernicioso. Un tipo de libertad que también lleva a considerar razonable la libertad de llevar armas y la del lujo aunque haya partes de la sociedad pasando dificultades de nutrición, por ejemplo. Por eso en mi opinión la mejor solución es crear unas reglas de creación de beneficios por la acción libre que limiten el enriquecimiento irracional. En el caso de los accionistas dejando que los gestores fijen la cuota de beneficio, dejando el resto para inversiones en reposiciones, investigación o respeto medioambiental. En el caso de los gestores estableciendo que sus sueldos los fijen los accionistas. De esta forma se neutralizarían unos a otros fijando precios a su trabajo o a sus riesgos más razonables.
Dice Axel, que «Otra famosa trampa conceptual que se deduce de la reflexión anterior es la de la «segregación». No es cierto el común argumento de quienes quieren estatizar la educación, a saber: que un sistema escolar basado en la libertad de elegir de los padres segregue en el sentido propio del término; lo que hace es segmentar de acuerdo a preferencias y demanda«
Axel cree que usando un eufemismo (segmentar) resuelve la cuestión de fondo. No, a pesar del cuidado que pone Axel en aclarar que defiende la igualdad jurídica, no se le debe escapar que será escasa la dignidad de una enseñanza precaria que mantenga a los pobres en trabajos mal remunerados sin permeabilidad social.
Por otra parte, nos recuerda que estos colegios se reservan el derecho de admitirte no vaya a ser que a un pobre le toque la lotería. Incluso admite que siendo la financiación del colegio privado parcial (porque el Estado les subvenciona) se mantenga el derecho a la segregación (perdón, segmentación). No tengo inconveniente en que haya colegios de la Cienciología con niños y niñas por separado o, incluso, de astrólogos, creacionistas y negacionistas de las vacunas y el calentamiento global, pero Axel ¿Vamos bien por ahí?
Axel sale pronto del bucle proponiendo el vale para pobres que les permitiría ir a colegios de ricos, si no se aplica el derecho de admisión, claro. Tanta confianza tiene en lo privado que sugiere las escuelas privadas para pobres, impulsadas por profesores en paro, supongo en naves con goteras. Para ello se va a ejemplos de la India donde dice que los profesores del Estado llegan borrachos a clase. ¡Vaya nivel!
Axel: «Además, en la práctica lo que ocurre con estos esquemas de redistribución es que unos, los que pagan, son responsables por todos los demás que no pagan, lo cual es tremendamente injusto. (He aquí la verdadera injusticia social: que el rico pague servicios al pobre porque se traspasa la responsabilidad de los pobres a los ricos)«
Tantos teóricos negando la «justicia social» y ahora resulta que reaparece chapada en oro como maltrato del pobre al rico. Y eso cuando el 80 % de los impuestos los paga la clase media. Esto es muy raro.
Cita a Meltzer que dice: «Los impuestos son distorsionadores y la redistribución no es pagada en la forma más preferida por los receptores por lo que hay desincentivos y cargas excesivas —y agrega—: Las personas de más altos ingresos pagan más de lo que reciben y las personas de bajos ingresos y no trabajadores son receptores netos».
El argumento en este caso es la falta de respeto al derecho a la propiedad. Quizá, la forma de resolver esto es que no se pueda llegara a contar con esa propiedad. Es decir, en vez de que el rico considere que los impuestos son un robo porque afectan a lo que ya considera propiedad, sería mejor que no llegue a contar con ese dinero, porque se reducen las cuotas destinadas a beneficios aumentando las destinadas a inversiones y reduciendo los sueldos de los gestores. Así los impuestos irían principalmente sobre las empresas. Axel considera a los impuestos una fuente de ineficiencia, pero hace alusión al lujo como sumidero por el que se va la riqueza sin más provecho que el hedonismo. Además contraataca considerando que el Estado, intimidado por la democracia (otra fuente de desigualdad, por lo visto) genera desigualdad. La democracia sirve si no es captada por grupos de interés que disponen de los impuestos para su beneficio. Se debe referir al rescate de la banca en la crisis de 2008. Pone el ejemplo de Brasil donde el sistema judicial acoge a los que pleitean para que el Estado los provea de tratamientos caros, lo que suelen hacer lo que previamente tienen riqueza para pagarse abogados. Es una paradoja que los liberales se quejan de que los ricos usen la democracia para su beneficio. Es decir se usan los defectos del Estado para eliminarlo y desguarnecer a los que de abajo, que sin la protección del Estado sólo serían mercancía en la maquinaría productiva. Pone el ejemplo de Estados Unidos como Estado hipertrofiado al que acuden los oportunistas a beneficiarse de su enormes presupuestos. Un país donde no hay seguridad social para el pobre y donde el rico paga menos impuestos que sus empleados. Estados Unidos, considerado el epítome del liberalismo, resulta que pro domo sua es usado por Axel para criticar al Estado. Francamente, es preferible mantener a raya la corrupción con un sistema judicial efectivo que eliminar el Estado.
«Axel: «… las ideologías pueden llevar a una comprensión totalmente equivocada acerca de cómo funciona la estructura que subyace a una economía.»
Completamente de acuerdo. Incluida la ideología socialista y liberal.
Axel: «Si el socialismo fracasó es porque era una utopía que no se ajustaba a cómo funcionamos los seres humanos.»
Completamente de acuerdo.
«… una sociedad podría estar absolutamente en la miseria, tener alta mortalidad infantil, bajas expectativas de vida, carecer de agua potable, electricidad, internet, servicios sanitarios, salud, educación y alimentación básica para su población y tener un excelente índice Gini.»
Claro, y un coche encendido pero en punto muerto consume infinita gasolina por kilómetro recorrido.
Axel: «una persona que gana cien millones de dólares al año, en realidad, no vive mucho mejor, en términos absolutos, que una que gana cincuenta mil dólares al año. También el millonario sólo puede usar un automóvil al mismo tiempo, comerse un plato de comida y vivir en una casa. Claro, él tendrá un Ferrari y el otro tendrá un Mazda, uno una mansión y el otro un apartamento más modesto, y suma y sigue.»
Y me parece muy bien. No echo de menos ni el Ferrari, ni el Rolex, ni la residencia con vistas a Central Park… Pero sí echo de menos inteligencia en los líderes económicos y políticos para no desviarse de los fines.
Axel: «… el verdadero problema es la pobreza y no la desigualdad.»
Pues claro…
Axel: «… es el desarrollo lo que permite ir subiendo impuestos y no el alza de impuestos lo que permite el desarrollo.»
Pues claro…
«… los impuestos, como lo demostraba North, sacan recursos del sector productivo para transferirlos esencialmente a los no productivos, es decir, en general son destrucción de riqueza porque son consumo.»
Pues claro, consumo necesario… Necesidad que debemos discutir en democracia ¿o no? ¿Llamamos a un espadón siguiendo el consejo del, por otra parte, admirable Hayek?
«Para que haya crecimiento económico, continúa Barro, lo fundamental es que exista un sólido Estado de derecho que proteja los derechos de propiedad, un consumo del Gobierno más bajo e inflación baja.»
Pues estos días todo el mundo tiene nostalgia de la inflación.
«Estados Unidos, por ejemplo, es el quinto país que más gasta por estudiante en la OCDE y sus resultados en la prueba PISA están por debajo del promedio.»
Es que tienen a lo chicos rezando, izando banderas y estudiando el génesis contra Darwin. No me extraña.
Axel: «No existe ningún estudio serio en el mundo que sostenga que subir los impuestos conduce a una reducción de la criminalidad.»
Tampoco que se conoce estudio en el que se relacionen los impuestos con la diabetes.
Axel «… es simplemente arbitrario sostener una relación positiva entre altos impuestos y mayor paz social sin considerar los millones de factores que intervienen en la conducta criminal»
Vaya Axel, si te entiendo bien ¿la inquietud social es cosa de criminales? Te concedo la duda de que con «paz social» quires decir lo que aquí entendemos por «seguridad ciudadana».
Axel: «Ésa es, como notó el escritor y ex-comunista francés Jean-François Revel, una diferencia esencial entre el liberalismo como filosofía y el socialismo como ideología: el primero acepta la realidad y propone soluciones a partir de lo que ella permite, mientras que el segundo desconoce la realidad en una búsqueda por resolver «todos los problemas» y crear un mundo perfecto que se ajuste a sus ideales de justicia.«
Completamente de acuerdo, pero ¡ojo! que desviarse de la realidad es muy fácil. De hecho es la especialidad de este ser de ficciones que es el ser humano. El liberalismo en sus pureza mecánica puede liarse bastante. Como dice Ana Belén «lía con tus besos la parte de mis sesos que manda en mi corazón«. Axel el liberalismo debe tener cuidado con los seso, el corazón y los líos.
Axel: «La desigualdad para Erhard era irrelevante: «Cuántos millonarios haya en el país no me parece ni relevante ni una medida de la conciencia social si en el mismo país más personas consiguen mayor bienestar y seguridad social (CIERTO). Seguridad social que para el excanciller dependía de los ingresos que la persona y su familia obtenía en el mercado (FALSO)… En su visión, «no existe asistencia del Estado que no implique una privación del pueblo (MIOPÍA)… En su clásica obra Bienestar para todos, Erhard explicó que cada persona «debe tener la libertad de consumir y organizar su vida según las posibilidades financieras, los deseos e ideas que tenga (LIBERTAD CONDICIONAL)… Democracia y economía libre se corresponden lógicamente tanto como dictadura y economía estatal… «Las cualidades que la clase media debe erigir como valores son: la responsabilidad personal por el propio destino, la independencia de la propia existencia, el coraje de vivir del propio desempeño y el querer afirmarse en una sociedad y un mundo libre» (CIERTO)… «me quiero validar con mi propio esfuerzo, quiero llevar el riesgo de la vida yo mismo y ser responsable de mi propio destino» (EN UTOPÍA). Según Erhard «el llamamiento no puede ser: tú, Estado, ven en mi asistencia, cuídame y ayúdame […] el llamamiento debe ser al revés: tú Estado no te metas en mis asuntos sino que dame tanta libertad y déjame tanto del producto de mi trabajo como para que yo pueda determinar mi destino y el de mi familia» (TENDENCIOSO).
Axel: «Y es que la deuda de Alemania supera en cuatro veces su PIB igual que en Suecia e Inglaterra, mientras en Francia supera cinco veces el PIB»
¿Esos datos de dónde salen? Yo consulto las tablas que hay en Internet y las cifras en % de la deuda sobre el PIB que he encontrado son estas muy alejadas de los valores escandalosos que das, ¿incluyes la deuda privada de empresas y familias?:
País | Trading economics 2018 | Expansión 2018 | OCDE 2015 |
Alemania | 60,9 | 60,9 | 79 |
Suecia | 38,8 | 38,8 | 62 |
Inglaterra | 84,7 | 86,8 | 109 |
Francia | 98,4 | 98,4 | 121 |
USA | 106,1 | 106,2 | 137 |
Axel: «Kotlikoff dice que hay una verdadera «guerra de generaciones» en que la generación actual, para recibir todo tipo de beneficios del Gobierno, está destruyendo el futuro de sus hijos y nietos que deberán pagar deudas astronómicas llevando a un deterioro considerable en su calidad de vida«
Esta sí es una cuestión preocupante, pero no parece que alcance los valores dramáticos que anuncias. En todo caso, sí creo que los países no deben gastarse mucho más de lo que generan una vez que se han alcanzado cotas de bienestar razonables. Por eso me resultó tan escandaloso el modo en que el mercado, precisamente el mercado, ofreciera hipotecas a insolventes en la primera década de siglo XXI. ¿Cabe mayor irresponsabilidad? Y eso sí, El Estado mirando complaciente…
Axel: «Pues es mucho más fácil, cuando falta dinero, endeudar a los países para seguir financiando la fiesta de derechos que cortar beneficios o seguir subiendo todavía más los impuestos»
Eso ocurre porque los políticos no se atreven a decir la verdad de las posibilidades de gasto en cada generación. En mi país los liberal-conservadores prendieron la mecha de la burbuja liberando suelo y abaratando la energía y los socialistas siguieron la juerga. Tal para cual.
Axel: «los países que mantienen barreras al libre comercio debieran eliminarlas completamente.»
Esto debería leerlo Donald Trump. Es más fácil que un liberal se vuelva proteccionista que un camello pase por el ojo de una aguja. Bueno la frase era otra, pero es que Cristo no se puso de acuerdo con Calvino..
Axel: «La llamada «centroderecha» debiera decir «toda la eficiencia posible dentro de lo que permite una sociedad de personas libres y dignas».»
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«Se trata de potenciar al individuo frente al poder de la autoridad para que pueda resistirlo y no hacer del poder que tiene la autoridad lo más eficiente posible. Desde tiempos inmemoriales el programa del liberalismo clásico ha sido precisamente la limitación del poder del gobernante sobre los gobernados. Por eso combatió con tanta determinación el absolutismo y luego el socialismo en todas sus versiones.»
Y es de agradecer, pero, quizá puso menos empeño en luchar contra el fascismo trasnochado ante el caramelo de aplicar sus teorías en un país, primero maniatado y, después, martirizado.
«Urge, por lo mismo, una clase política sin complejos y dispuesta a asumir el desafío de proponer un proyecto realmente distinto al de la izquierda. Para ello será necesario dar una batalla sin cuartel en el ámbito de las ideas y la cultura de manera que sean las ideas liberales las que constituyan la hegemonía. Eso requerirá, a su vez, de personas comprometidas con el valor de la libertad: empresarios, profesionales, académicos, periodistas y muchos otros.»
Pues muy bien… la cultura es muy buen campo de batalla. ¡Que gane el mejor!, pero los liberales deberían dejar de combatir contra cadáveres (ya saben, espectros que recorren el mundo). Es una pérdida de tiempo. No se preocupen, los Monederos del mundo no gobernarán… y, si lo hicieran me llamas al combate, Axel… al de las ideas.
Te felicito por todo el empeño que has puesto en tus entregas y en todas tus reflexiones. Te escribo desde la Ciudad de México. Yo no tengo el libro, pero Axel en sus presentaciones en Youtube menciona que en el libro cita un estudio publicado por tres autores, si bien recuerdo profesores del MIT, Harvard y Chicago. Ese estudio, dice Axel, muestra con datos que el aumento del gasto del Estado NO mejora los niveles de igualdad en la población necesitada, al contrario, puede empeorar esos niveles. ¿Podrías localizar ese estudio citado en el libro y dar el nombre de los autores y el título? Quiero analizar ese estudio, pues si da evidencia, ahí habría prueba de que el Estado derrocha los recursos, y no beneficia como debiera a los ciudadanos con los apoyos sociales asistencialistas.
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No lo tengo, pero Axel seguro que estará encantado de darte la referencia.
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