(III) La tiranía de la igualdad. Axel Kaiser. Reseña (27)


… Viene de (II)

Y dice Axel: «… la idea de propiedad privada supone que si usted trabaja, los frutos de su trabajo son suyos y no de su vecino. No importa cuánto necesite su vecino lo que usted tiene, éste no tiene derecho sobre ello y, por tanto, no puede quitárselo por la fuerza.»

Completamente de acuerdo, salvo que se consideren lo impuestos como un modo de quitar por la fuerza lo ganado. Los impuestos vienen a ocuparse de una dimensión complementaria de la actividad económica a la que perfecciona al ocuparse de aquello de lo que el mercado no se ocupa (por ejemplo la contaminación) o de aquello de lo que el mercado no debe ocuparse (por ejemplo la defensa nacional). Y desde luego el ciudadano acomodado no es un extraterrestre que puede mirar a los terrícolas como los sureños miraban al negro o Aristóteles al esclavo. Sí importa lo que necesite su vecino. Además no es lógicamente correcto tratar un asunto de carácter universal (los impuestos) como si fuera un asunto entre vecinos particulares. Se confunden los dos planos para provocar la imagen de un vecino pistola en mano entrando con una patada en la puerta en casa ajena.

Dice Axel: «Los llamados «derechos sociales», como veremos, en realidad destruyen el principio de derecho de propiedad porque suponen que al menos parte de ella es del colectivo y no de quien la ha producido.«

Estoy de acuerdo con Axel si lo que se quiere decir es que si alguien, por ejemplo chusco, quiere hacerse crecer el pene no puede pretender que se financie con impuestos «inventándose» un derecho social. Una vía por la que los más favorecidos por el juego comercial verían desaparecer toda su riqueza. Axel se adelanta al contraargumento diciendo:

«Si bien es cierto que la riqueza se produce en colaboración con otros, esa colaboración sólo ocurre porque es beneficiosa para todos los involucrados, lo que significa que el argumento según el cual la riqueza es colectiva porque no se produce individualmente no tiene sustento alguno, pues quien acumula riqueza, en el proceso de acumularla y crearla tuvo que beneficiar a todos quienes participaron en el esquema de colaboración necesariamente.«

Este argumento es defectuoso, pues «beneficiar» en el proceso de acumulación de la riqueza no zanja la cuestión. Una cosa es rechazar por inútil la pretensión de fijar el precio o parte del precio por el trabajo aportado (Ricardo, Marx…) y otra muy diferente considerar que fijado el precio por el mercado se haya retribuido al trabajo su real aportación. Una cosa es la eficacia del sistema de precios en una atmósfera de oferta y demanda y otra, muy diferente, que aquel al que van los beneficios se considere su absoluto propietario. Hay una parte de ellos que va mucho más allá de sus méritos y de la que es tenedor provisional y que debe ceder sin reticencias a la gestión pública de las necesidades. Todo ello sin perjuicio de que batalle por sus representantes a la hora de fijar esas tasas de cesión al común de los obtenido por el procedimiento pactado para la eficacia del sistema. Se trata pues, no de un robo, tampoco de caridad, sino de justicia económica.

Más arriba yo he argumentado que, en efecto, desde que existe el capitalismo moderno y, aún antes, cuando los reyes necesitaban financiar sus aventuras, nadie podía abordar proyectos medianamente complejos sin la ayuda de los ahorros de muchos. Una colaboración que se compensa con el cobro de intereses o el embargo. Pues bien, también necesita de la cooperación de muchos para la producción material de la mercancía con la que comercia. A partir de ahí parece necesario modular la fuerza de su propiedad. Pero Axel dice que durante el proceso ya ha pagado (sueldos e intereses). Siendo eso verdad, no quita para que se considere que no puede desentenderse del medio social en el que vive, hasta el punto de que cuando la situación nacional se oscurece echar a correr a un paraíso fiscal, mientras se grita ¡viva la nación y su bandera! Creo que el derecho de propiedad debe ser respetado porque es un pilar básico de la vida civilizada, pero también creo que la riqueza debe «estar atenta» a las circunstancias y no pretender que sólo tiene un sentido en el que circular: hacia su aumento en manos privadas. Naturalmente la vía para esa cooperación es la fiscalidad legal, proporcional y oportuna. No hay porque grabar si no se necesita y no hay que dejar de grabar si es imprescindible. ¿Y quién toma esa decisión? Pues los gobernante elegidos que deben dar cuenta si con sus decisiones crean problemas más graves que los que pretenden resolver.

Supongo que el liberalismo no quiere atentar contra esa forma de tomar decisiones nacionales que es la democracia, por más que, en determinados momentos, la gobernanza se ejerza de forma contraria a sus deseos y que se permitan expandir dudas sobre su virtud. Hoy en día los gobiernos llamados socialistas se palpan la ropa antes de crear desequilibrios económicos graves, lo que preocupa a los liberales pues no les permite participar de negocios millonarios potencialmente como la sanidad, la educación y las pensiones. Las consecuencias de la crisis de 2008 en España le fue atribuída a los socialistas por los liberal-conservadores, cuando la burbuja había sido creada en el período 1996-2004 por el partido liberal-conservador creando una deuda que fue primero privada, hasta que el colapso la convirtió en Pública. Ambos partidos cometieron la irresponsabilidad, uno de crear la burbuja y el otro de no pincharla. Irresponsabilidad que aún estamos pagando.

En España tuvimos una horrible guerra civil porque unos militares con nostalgia de la monarquía y sus propios privilegios se excusaron en la amenaza comunista (España no ha sido ni ha pretendido jamás ser comunista) para intentar un imposible: eliminar un espíritu matando a sus portadores. Espíritu que se encarna de nuevo en cuanto la biología cumple su misión con los dictadores, como ocurrió en Chile.

Remata Axel diciendo: «Dado que la riqueza no se extrae sino que se crea, mientras más rica sea una persona bajo las reglas de libre mercado más enriquecerá a sus conciudadanos.»

No sé qué pensarán de eso los niños que trabajan en las minas de coltán. No toda la riqueza tiene los rasgos de pureza inmarcesible en la que Axel piensa. El narcotráfico, financiado con el vicio de la gente «normal», genera ingresos extraordinarios que son restados de otros sectores y producen un efecto contaminador y tóxico sobre amplias capas de la población. Su producción se lleva a cabo en un clima fascista en su estructura y su difusión es muy complicada de frenar por las complicidades que su capacidad corruptora produce. Los mecanismos y los gestores que blanquean ese dinero están muy cerca de nosotros y sus tenedores campan por nuestras playas exhibiendo su riqueza obscena. Igual ocurre con los jeques del golfo, cuya riqueza no tiene relación alguna con el trabajo y la inteligencia. Qué decir del reparto de la riqueza soviética entre los oligarcas rusos. Todas ellas actividades sospechosas e improductivas, salvo en el hecho de que para mantener el poder adquisitivo de su riqueza invierten en los negocios blancos a través de múltiples mecanismos. En fín, Axel se debe estar refiriendo al panadero…

Nada tengo que decir, por el contrario, de la riqueza ganada por el talento físico (deportistas), el talento intelectual (escritores, cineastas), el esfuerzo comercial (Inditex, ACS o Telefónica), pero tengo mis dudas con riqueza proveniente de sueldos auto concedidos por determinados príncipes de las finanzas que no arriesgan nada propio y, por los resultados, nada aportan a la salud de las empresas que dirigen. Son empleados de lujo sin control, cuyos ingresos no tienen el origen honesto del panadero de los ejemplos de Axel o el propietario de una naviera. En todo caso el respeto a la propiedad es compatible con la contribución a los gastos generales del país porque el respeto a la propiedad es resultado de un pacto cuyos términos no son absolutos. En España esto ocurre sin tensiones, con algunas piruetas para eludir impuestos de sociedades y particulares, además de episodios de evasión de reputados patriotas. El 80 % de los impuestos de España los paga la clase media que también recibe el 80 % de la renta. Las rentas altas representan un 3 % que obviamente se reparte entre menos personas (el 0,3 % de la población empleada y el 1,7 % de la población adulta). Se puede constatar que ni siquiera toda las rentas altas juntas suponen algo más que una partida media del presupuesto nacional. Es decir el expolio de las rentas altas no resuelve los problemas de la nación, además del daño que supondría una actitud de esta naturaleza para toda la clase tractora del país. Por todo ello hay que dejar que los ricos disfruten de los suyo, pero con una vigilancia extrema sobre las maniobras que algunos puedan hacer para incorporarse a esa exigua población sin méritos (haciendo trampas) o, una vez allí, en el parnaso de la riqueza, sobre las trapacerías que puedan hacer para mantenerse eludiendo sus obligaciones fiscales.

Los ejemplos de Axel: «La lógica de la colaboración en el mercado es, en este aspecto, como la de un equipo de fútbol. Maradona hizo ganar a Argentina el mundial de 1986, de eso no hay dudas. Pero no hubiera podido hacerlo sin el resto del equipo, eso también es claro. Lo que ocurre es que la contribución específica de Maradona a todo el equipo fue muchísimo mayor y determinante que la de los demás jugadores, por eso él era el mejor pagado y la estrella indiscutida. Gracias a Maradona todos se beneficiaron, pues todos fueron campeones del mundo y se hicieron mucho más ricos. De este modo Maradona colaboró poniendo su talento extraordinario al servicio del equipo, mientras los otros ponían también su parte.»

Pues muy bien… ¡Viva Maradona! y ¡Pobre Maradona! Qué desastre ha hecho con su vida y, para más ironía, buscó su curación en Cuba.

Hablemos de ricos:

En la tabla que sigue figuran las siete personas más ricas del mundo. Téngase en cuenta que esto no es el valor de su empresa, sino su fortuna personal. Creo que incluso a Axel le parecerá que esta acumulación de riqueza tiene algo de disfuncional. Tal parece, contra la situación general que, en estos casos, hay un igualmente disfuncional reparto que haría ricos a todos sus empleados. Veamos la tabla improvisada:

NombreRiqueza en
miles de millones
EmpleadosRiqueza/
empleado
Actividad
Bezos131647.000202.000Suministros
Gates96134.000716.000Software
Buffett82168.000488.000Finanzas
Arnault76134.000567.000Lujo
Slim64286.000223.000Comunic.
Ortega62162.000382.000Ropa
Ellison62105.000590.000Software
Kohler732.000218.000Plumbing

Suponiendo que estas personas sean nuevos ricos, es decir, fortunas adquiridas y no heredadas; y suponiendo que se hayan acumulado en treinta años, resultan entre 6.000 y 20.000 dólares lo ganado por empleado y año el beneficio «personal» del propietario. Si se critica esto, ¿Qué tiene que ver con la envidia? Desde luego no es mi caso, estas cantidades están fuera de mi órbita, pero creo que a pesar de que Axel piensa que un rico viene a tener las mismas cosas que una persona incorporada al sistema como casa, comida, vestido, coche, reloj, barco y jet (estos últimos públicos), la cuestión no está ahí, sino en el otro extremo, en el de la inseguridad por uno mismo y su familia . Envidiar la vida de los ricos es un error que cometen pocos y que, en mi opinión no está en el fondo de la cuestión. Las reivindicaciones sociales no debe buscar la ruina o el despojo del rico (bastante tiene con la riqueza, tanto en la fase de conquista como en la de gestión por los herederos de las miserias que suelen acompañar a la ausencia de límites).

Estoy de acuerdo, pero entonces una vez garantizado eso para el rico ¿por qué se considera un robo participar con impuestos al bienestar social? En fin… El mismo «Número 3 de la lista de Forbes, Warren Buffett, considera injusto, no ya pagar impuestos, sino que los que paga sean proporcionalmente «menores que lo de su secretaria». ¿Qué necesidad, Axel, tiene el liberalismo de comprometerse con estas situaciones tan irracionales? ¿No le basta con exigir la economía de mercado aceptando una contribución pactada a los problemas sociales mediante una fiscalidad igualmente razonable? Me permito la broma de no imaginar una catástrofe como la ocurrida por inundaciones estos días en el Levante Español, con servicios de emergencia acercándose con zodiac a los agarrados a una farola para pedirles, antes de asistirlos, la tarjeta de crédito.

TipoNúmero
(Millones)
%Riqueza total
(Billones dólares)
%Riqueza media
(Dólares)
Pobres 0320068732.200
Pobres 1 110023331430.000
Media baja360810242290.000
Media alta32199413.000.000
Billonarios0,0020944.500 millones

Debe quedar claro que estas cifras son de riqueza no de renta, aunque es resultado de las rentas ganadas en, pongamos, los últimos treinta años, lo que puede dar una idea de las rentas medias en esos años. Desde luego se puede comprobar que el peso de la riqueza mundial gravita sobre las clases medias que siendo el 9 % del a población poseen el 83 % de la riqueza, siendo los billonarios casi exóticos en su número. También nos dicen estas cifras que las clases medias de los países ricos tienen más responsabilidad si cabe que sus millonarios. La verdad de estas cifras las puede comprobar cada uno en su propio país. En el caso español con las tablas de rentas personales de la Agencia Tributaria se puede comprobar que las clases medias soportan el peso de la fiscalidad, lo que hace más incomprensible que los ricos (unos 5.000) anden haciendo piruetas para pagar menos impuestos reales y, al tiempo, reclamando con Juan Manuel Rallo a la Cabeza menos impuestos formales.

En todo caso hemos de tener en cuenta que el dinero que realmente utilizan estos millonarios en su disfrute lujoso, a pesar de su exhibición de mal gusto y vidas estrafalarias, es poco dinero en relación con la envergadura de las necesidades sociales, pues la mayoría del dinero del que son titulares está invertido. El dinero que los ricos (billonarios) gastan personalmente es irrelevante contemplada desde el PIB mundial, la población del planeta y la envergadura económica de los problemas. Añadamos que la mayoría de esa riqueza no es en metálico, sino en inversiones y por tanto no está inmediatamente a disposición, además de que su reparto mataría en el acto todo el flujo financiero del mundo. Es decir, la riqueza en la práctica no debe ser repartida, pero sí debe ser bien aplicada. Aquí está el quid de la cuestión. Y bien aplicada implica su contribución a las necesidades reales de los menos favorecidos y del conjunto de la humanidad en cuestiones como salud, alimento y medioambiente. Esta última cuestión considerada una mentira por los liberales en otra extraña pirueta, pues qué necesidad hay de comprometer los propios principios con una cuestión en la que tantos científicos han apostado su reputación? No quiero pensar que sea la voracidad por «negar» el mundo como decía Hegel hasta comerse el propio apoyo de los pies. Una voracidad por el crecimiento que choca paradójicamente con una cierta saturación del mercado y una vuelta al cierre el comercio mundial a manos de unos extraños liberales reconvertidos en nacionalistas cerrados a la competencia mundial. Quizá la Inteligencia Artificial aplicada a la robótica multiplique la productividad de tal modo que se alcancen valores de producción necesarios para subir la renta media mundial sin bajar la de los países ricos. Por que si no, no son tantos los ricos como las clases medias las que tendrán que apretarse el cinturón por el peso relativo de su renta y contribución fiscal. El peligro esté en que se hagan virar los algoritmos para que las clases medias colapsen y haya un corrimiento de la carga hacia la banda de los billonarios. De momento hay que esperar con políticas prudentes alejadas de delirios extremos liberalistas o socialistas.

Dice Axel: «Los liberales, en todo caso, también aceptan la redistribución cuando se justifica desde el punto de vista de la utilidad social… No es correcto entonces decir que todo liberal se opone siempre a la redistribución, sólo quiere mantenerla a raya, pues ésta constituye una agresión a la libertad personal.» Y Axel dice que Hayek dice que: «

«No hay motivo alguno para que una sociedad que ha alcanzado un nivel general de riqueza como el de la nuestra —se refiere a Inglaterra— no pueda garantizar a todos esa primera clase de seguridad sin poner en peligro la libertad general».

Pues ya está. Llegado a este punto no hablemos más de la fiscalidad como robo ¿no

Y añade que: «Sobre este punto Locke realiza un análisis extraordinariamente avanzado que los socialistas ignoran por completo en su visión de que el mercado es un juego de suma cero donde el que tiene propiedad la tiene a expensas de otro.»

Axel repite a menudo la falacia de Montaigne sobre la riqueza como un juego de suma cero, refiriéndose a que la riqueza de uno es siempre a costa de alguien. La falacia se desmonta con el argumento de que la riqueza no es una constante, sino que se crea con la intervención del emprendedor. Quizá, Axel, debería reconocer que en tiempo de Montaigne su afirmación era más verdadera que falsa, puesto que la mayor parte de la riqueza estaba constituida por la tierra, que obviamente era un constante a los ojos de la época, aún con la reflexión de Locke. Hoy en día sin embargo, cuando alguien llega al mercado lo hace aumentando la cantidad de riqueza gracias a las innovaciones, fundamentalmente, o por el incremento de la productividad que supone. Afortunadamente, el crecimiento ha sido tan espectacular gracias a la ciencia y la tecnología (cuyos genios no siempre son bien pagados), que desde el siglo XVIII el tramo inferior cada vez tienen mejor estándar de vida en las sociedades prósperas de Oriente y Occidente. Pero es para mí un enigma porque el liberal cree que con los salarios en la fase de producción ya se ha hecho todo lo que debe en materia de contribución a las cuestiones comunes. Por otra parte quiero pensar que cuando rechazan los impuestos como un robo estarán pensando en todos los estratos de la sociedad y no sólo en los propietarios de grandes empresas o fondos de inversión. Es decir, que también quieren proteger a los médicos que los curan, los ingenieros que les facilitan sus viajes o las preciosas joyas con las que miden el tiempo o visten sus carnes.

Dijo Weber: «Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es un elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima.»

Creo que la definición de Weber es correcta, aunque yo añadiría que esa violencia se ejerce, en períodos no convulsos, de forma latente pues la mayoría de los ciudadano llevan dentro de sí el sentido del orden, lo que facilita las aventuras de los desordenados. Dicho esto hay que aclarar que la definición del Estado como garante del interés general es compatible con la del Estado como detentador del monopolio de la violencia, porque en el primer caso se trata de los fines y en el segundo de los medios. No habrá político del signo que sea que niegue que su misión es el interés general y que, además, renuncie al uso de la violencia cuando sea necesario. Por eso es errónea la deriva de la argumentación de Axel hasta presentar al estado exclusivamente como alguien que ejerce la violencia para conseguir fines ilegítimos. Obviamente la legitimidad queda establecida de forma compleja en las deliberaciones públicas sobre el asunto en el seno de una democracia. Si al final se resuelve que tan medida debe aplicarse, aunque eso implique que habrá que forzar a los rebeldes en caso de que se opongan, pero esa función del Estado es la misma para la prohibición del tabaco en locales cerrados o para proteger la propiedad o, para frenar a unos huelguistas que sabotean las instalaciones de la empresa. Este uso de la violencia del estado es un pacto implícito que no es más perverso cuando se usa para un supuestos derecho social que para proteger el libre comercio. La deducción de Axel de que «… el proyecto igualitarista reposa (e) sobre el uso de la violencia y sea militarista en el sentido más puro del término.» tiene el inconveniente de que convierte en militarista y violento todo acto Estatal que no vaya conducido a proteger la propiedad, lo que no es que sea una exageración, es muy peligroso como concepto. No debe perderse de vista que la sociedad se organiza a partir de ideas que se consideran benéficas y que se materializan en instituciones. Si consideramos bueno el libre comercio y el sistema capitalista de acumulación y préstamo a interés, procedamos en consecuencia llevando a la policía a un desahucio. Pero si consideramos bueno asistir de forma reglada a las personas solas, discapacitadas y sin recursos se les financia para sobrevivir, no deberíamos ser menos diligentes para soportar el costo mediante impuestos, aunque las tareas las lleven a cabo personas o empresas en el mercado que compiten por estos servicios. Ni en un caso, ni en otro la función de control y represión, en su caso, será considerada ilegítima, violenta o, mucho menos militarista. Otra cuestión distinta será la lucha política por hacer prevalecer este o aquel supuesto derecho social. Lo que creo que, a estas alturas, no debería ser objeto de discusión es que el mejor método para crear riqueza es el libre mercado con la protección del Estado para el cumplimiento de contratos y preservación de la propiedad. Lo que si discuten los liberales mezquinamente es que los que se quedan atrás sean protegidos y la sociedad ha decidido que quien se oponga faltando a sus deberes fiscales pague debidamente. Si eso es uso de la violencia, ¿qué es un desahucio de una familia? Haga huelga la policía un par de noches e inmediatamente conoceremos el sabor acre de la violencia, el despojo y la barbarie vengativa de verdad y no esa «violencia» usada por el ministerio de Hacienda. Un razonamiento que me sorprende que además quiera pasar por moral. Creo que a los liberales les molesta ser tachados de inmorales por una sencilla razón: son seres humanos y llevan impresa esa condición, pero eso tiene solución: no se comporten como piezas de un mecanismo y contemplen al ser humano en toda su complejidad. Y no sufran, es posible cumplir sus ideales productivos y, al tiempo, no comportarse como fieras desdeñosas con sus semejantes a base de despejar balones desde su conciencia con reproches de buenismo o candidez. Basta con que se apliquen el principio de reciprocidad a sí mismos o a los propios.

Todo proyecto a la escala social necesita del estado. No es posible el libre mercado a la escala generalizada a la que se lleva a cabo hoy en día sin contar con el Estado. El sueño anarcocapitalista es una pesadilla. Sólo el tráfico fuera de la ley (drogas, armas, personas) se realiza sin apelar al Estado (por algo será). Todo el resto es bajo el amparo de convenios nacionales e internacionales. Esta protección llevaba a situaciones que hoy en día serían inaceptables como que en la Inglaterra del siglo XVIII, cuna del liberalismo, la edad de responsabilidad penal eran los siete años. No se preocupe Axel, el igualitarismo no tiene futuro como tal porque la sociedad no lo quiere mayoritariamente. Si lo quisiera no necesitaría al Estado para conseguirlo. Ya hubo motines sangrientos basados en un igualitarismo primitivo en el siglo XVI. Creo que la idea de la bondad intrínseca del libre comercio se extiende y la prueba es que los partidos socialistas apenas coquetean con pequeños avances de pequeñas conquistas para pequeños grupos sociales muy vulnerables. Más habría que preocuparse de que un liberalismo económico sin control lleve a varias generaciones de jóvenes a la desesperación por no dotarlos de los medios para tener un proyecto de vida mínimo.

Sigue en … (IV)

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.