«Matar al padre» es una expresión del ámbito freudiano que se refiere, dejando de lado las alusiones sexuales, a la necesidad que sienten los hijos de afirmarse en sus convicciones para tener una vida autónoma ante el hecho ineludible de que una parte importante de su vida se llevará a cabo sin contar con la protección y guía que un día nos prestó.
Desde el punto de vista de padre, que hoy ejerzo en fase prácticamente periclitada porque mi edad así los establece, creo que esa figura, tanto real como simbólica, es fundamental para la salud psicológica de los hijos, lo reconozcan o no. Dejo al margen los casos patológicos de padres despegados y opresores o de padres que facilitan tanto la vida a los hijos que los dejan desmadejados, sin nervio para la vida. Nunca me sentí más padre y realizado como persona que cuando tenía 40 años y conducía mi mini con mi familia dentro.
Hoy se escucha hablar de que el varón y la mujer representamos papeles que podrían ser intercambiados. Si se refiere esta idea a que el hombre se ha visto forzado a mostrarse autoritario y la madre amorosa, creo que es verdad. Pero es que autoridad y amor no están reñidos y pueden ser proporcionados por ambos, pero de forma muy distinta. Un padre no es un amigo y menos un amigote. Pero se puede ser padre sin violencia ni explícita ni implícita; se puede ser padre amoroso sin ñoñería; se puede ser padre guía sin hacer sentir al hijo o a la hija que no tiene cualidades. Con eso basta. Un padre así no será muerto simbólicamente por sus hijos porque no habrá sido una cárcel nunca.
Una vez ví en la consulta de un pediatra una relación de actitudes de un hijo a medida que aumenta su edad. Básicamente era un previsible camino hacia la comprensión de lo que antes parecía una arbitrariedad del padre. Esa evolución la hemos sufrido todos y, por lo menos a mi, lo que me queda tras asumir uno a uno los deberes de un padre es un profundo respeto por el mío y sus circunstancias; una profunda ternura por su sufrimiento y un indestructible amor por alguien a quien ya no veré nunca más.
Hoy es el día del padre. ¡Felicidades papá!