Ya está aquí. Ya ha llegado el prototipo de producción sin personas. Técnicamente no es producción, sino distribución, pero ya es sólo cuestión de tiempo. Se trata de la tienda sin empleados de la compañía Amazon, la asombrosa propietaria del Washington Post. El prototipo se ha instalado en Seattle en Estados Unidos.

DISPARATANDO CON LOS RIESGOS:

En otros artículos trataba el asunto de la distopía de la robótica y sus implicaciones, ¡pero ya está aquí!. ¿Y ahora qué? Pues sólo hay dos posibilidades. Una es pagar a la gente para que puedan comprar, como ahora, todas las mercancías producidas por los robots en función de necesidades reales o inducidas por la publicidad. Y otra, producir dos clases de mercancías: alimentos, medicinas, viviendas y ropa barata para ser pagada por una paga mínima de subsistencia entregada a la mayoría de la gente sin sitio en el sistema y mercancías caras para una élite formado por los propietarios de los sistemas robóticos. La clase media estaría formada por una pequeña cantidad de científicos y técnicos necesarios para el mantenimiento y perfeccionamiento del la Gran Máquina. Esta segunda solución podría estar basada en la necesidad de reducir la producción por razones ecológicas.

En ambos casos se necesita justificar los pagos no relacionados con la producción. En el primer caso, habría que desarrollar una economía basada en los servicios personales de todo tipo que se pueda imaginar. De este modo se cobraría en el seno de una economía de mercado en función del éxito de la propuesta de servicio. Esta economía permitiría mantener la estructura social actual en lo referente al gobierno de los miles de millones de personas sin propiedad de sistemas robóticos. Pues los propietarios se regirían por sus propias leyes.

En el segundo caso, para no violar el principio de «ganarás el pan con el sudor de tu frente» habría que buscar para la inmensa mayoría de la gente que cobra la paga de subsistencia una tarea. Parte de esta gente estaría al servicio de las élites propietarias y la clase media técnica, con especial atención a la seguridad personal. Aunque sin olvidar que hay también una línea de desarrollo de robots de servicios. El resto de la población prestarían servicios unos a otros en un bajo nivel, aunque a nadie se le escapa que, incluso en niveles de subsistencia, pronto aparecerían grupos que acapararían capital mediante técnicas más o menos ortodoxas y tratarían de ocupar un lugar entre las élites comprando sistemas robóticos. Para el mantenimiento de las élites contra toda eventualidad económica o judicial, la política sería sustituida por un gobierno corporativo no elegido, que promulgaría las leyes necesarias para mantener bajo control a varios miles de millones de personas, cuyos hijos serían examinados para comprobar si reunían las condiciones para ser formados como científicos y técnicos del sistema de mantenimiento. Aquellos que lo lograran se incorporarían para ocupar el puesto dejado por la familia de un científico o técnico desaparecido, que volvería al nivel de subsistencia sin heredar.

Estos disparates pueden llegar a ocurrir, si no se está alerta. En todo caso, si alguien está pensando en llevarlo a cabo, debe saber, que hasta ahora, tardando más o menos milenios, la gente oprimida encuentra el modo de liberarse. En el ser humano anida un mandato de libertad que no es posible sofocar sin coste. Es verdad que la tecnología va a hacer posible sistema de control muy sofisticados y que no faltarán quien esté dispuesto a ser el cancerbero de las élites. Pero tampoco debe olvidarse que el Can Cerbero del mito era el guardián del infierno.

FANTASEANDO CON SOLUCIONES:

Se argumenta a menudo que todas las revoluciones tecnológicas han aumentado la productividad y simultáneamente los puestos de trabajo. No debe olvidarse que las anteriores revoluciones tenían todavía mercados que conquistar con sus producciones masivas. Además, los incrementos de empleos afectaban a los países líderes en la producción de esa tecnología. Ya no está tan claro con esta cuarta revolución tecnológica, la de la inteligencia artificial, pues la esfera mercantil está saturada sincrónicamente, y cuando hablamos de falta de puestos trabajo afecta a toda la población mundial y sólo inventado nuevas necesidades se podría tener nuevos mercados en otra dimensión. Pero, incluso, en este caso, la robótica puede dar respuesta sin emplear a la gente en muchos de las actuales líneas productivas.

Davos 2018 acaba de empezar y ya veremos si trata la cuestión y qué conclusiones alcanza. Es sabido que uno de los temas estrella es cómo resolver la desigualdad. Pero el avance de la robotización envuelve este problema porque, una vez que las empresas se puedan desentender de los trabajadores, se tardará tiempo en comprender que no es posible un mundo sin contar con todos los seres humanos. Pero la tentación será fuerte. Algunos comportamiento en el terreno sexual de élites de países tan antiguos en el desarrollo y asentamiento de la democracia y el imperio de la ley resulta descorazonadora (el último ejemplo estos días con las «fiestas» del empresariado británico). Y qué decir de la facilidad con la que el mundo empresarial se corrompe cuando las élites políticas trabajan para su perpetuación y, en todo caso, preparan su salida del oficio público con antelación suficiente acumulando el resultado de su pillaje. Todos estos síntomas avisan de que los placeres que ofrece hoy la tecnología y siempre ofreció la posición de poder sobre las personas con pocos recursos alienta una deriva preocupante cuando las personas no puedan desarrollar sus proyectos de vida, porque sólo sean considerados cuerpos que alimentar, vestir o violar.

Naturalmente todo esto, en las previsiones modernas, aún llevará un tiempo, pues se necesita ver qué trabajos actuales son totalmente automatizables. Pero aún tardará más la adaptación humana, por lo que no debería dejarse mucho tiempo antes de empezar a enfocar adecuadamente la cuestión. Antes he mencionado Davos 2018 y sólo he escuchado una escuchado un comentario sobre este asunto y ¡era una ponencia sobre la cuarta revolución tecnológica! Pero, eso sí, no se le ha escuchado a cualquiera. Ha sido a Marc Benioff el autor del libro «capitalismo compasivo». De ahí mi preocupación al respecto. Los riesgo son grandes. Kant hablaba del «fuste torcido de la humanidad». La humanidad es un fuste torcido, lo podemos comprobar todos los días, pero es un fuste muy tenaz.

Nada de lo dicho es un alegato contra el avance de la robótica que nos aleja del mundo de la necesidad y nos puede acercar a una utopía de una humanidad culta y pacífica, aunque también a una distopía de una humanidad que precise estar estupefacta u oprimida para ser feliz.

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