12 Nov 2012
Una maldición china amenaza: «¡ojalá vivas tiempos interesantes! Pues en esas estamos, pensó Hernández, en tiempos muy interesantes. Tiempos en los que convergen la peor clase dirigente (política, sindical y empresarial) de toda la democracia, incluidas la primera y segunda república; la peor crisis económica y el peor entorno geopolítico posible. Fuera de los períodos dementes de las guerras civil y mundial, nuestra sociedad no había vivido en tanta zozobra como en estos tiempos. Una prueba más de que el ser humano adolece de la capacidad de vivir en paz, sean cual sean las posibilidades que el conocimiento ponga a nuestra disposición en forma de ciencia, tecnología y experiencia en episodios éticos (individuales) y morales (sociales). La locura nos ronda y la locura nos agrede cuando todo parece ir mejor. Algunas lacras clásicas como la codicia y la creencia en la inevitabilidad de la injusticia se unen a nuevas formas de estupidez como el desdén por el conocimiento y la seducción por algunos absurdos artefactos tecnológicos para configurar una actitud entre frívola y criminal en los resultados. Todo ello se funda en una confusión terrible entre fines y medios. En un clima intelectual según el cual no existe nada digno de servir de referencia a todo lo demás, la voces se acallan y los ecos se acrecientan. Nadie se atreve a reclamar nada en nombre de nada. En ese estado de cosas y pensamientos medios como el dinero, los bancos, la ignorancia tecnológica o la seguridad se imponen a las personas, las instituciones humanitarias, la ciencia o la libertad. Es, por tanto, el momento de reivindicar el único valor seguro a corto, medio y largo plazo: el ser humano y su armonía con la naturaleza. Estos son los fines, todo lo demás: mercado, estabilidad financiera, soberbia política, estolidez empresarial, inanidad sindical, locura revestida de alpaca, en definitiva, son medios que no debe dudarse en reformar o revolucionar para ponerlos al servicio del único fin. Un fin que conduce a la verdadera economía. El criterio es fácil de recordar (un verdadero heurístico): lo que perjudica al ser humano no es rentable (si este es el lenguaje que les tranquiliza). Lo que no se entiende en política es falso. Los sacrificios pedidos por los que viven vidas muelles es pura demencia y fariseismo ignorante. Hernández respiró y descansó.