Lectura energética


22 Nov 2012

Vivimos tiempos en los que se mezclan niveles de interpretación hasta hacer ininteligible la realidad y los problemas que nos proporciona. Hagamos un experimento y, en vez de analizar desde la economía y la ética, hagamos una lectura energética. Es decir, desde el balance de energía a nuestro alcance y su acontecer en manos de nuestros artefactos transformadores. El Mundo se ofrece desde el principio como una oportunidad y una amenaza. Oportunidad porque, como seres emergidos de la naturaleza de ella nos nutrimos y por ella hemos evolucionado. Pero amenaza porque cuando se rompe el equilibro y el ser humano altera el balance energético que sostiene, dentro de un rango estrecho, las posibilidades de la vida, se produce una conmoción a la búsqueda de un nuevo equilibrio. Mientras no se encuentre nuevos espacios que habitar (y con ello retrasamos la solución), el ser humano tiene que encontrar la forma de consumir como mucho la misma energía que el planeta pone a nuestra disposición en forma de sustancias, sólidas (minerales), líquidas (agua) y gaseosa (aire). El conocimiento (la energía psíquica) es una forma muy eficiente de consumir energía y puede servir para ajustar una parte del mundo (el ser humano) con el resto del mundo (el planeta y ya su entorno) . Aunque siempre nos queda el problema del residuo no reciclable y el calor que habrían que dar por perdidos a efectos del deseable equilibrio. Un tipo de residuo que, en el límite, es un no-mundo que nos acabaría sepultando en una muerte caliente. Mientras tanto, el sol generoso nos provee de energía inmerecida. Conectemos lo dicho con nuestro problemas actuales. Empecemos diciendo que el dinero es el símbolo de la energía empleada y cristalizada en los bienes producidos. Energía que utilizamos para intercambiar bienes (energía) con otros. El dinero es un medio para facilitar ese intercambio. Cuando el dinero se acumula mediante mecanismos establecidos traicionando la legitimidad que reside en los ciudadanos y tergiversando las leyes convencionales el mundo se desequilibra porque la energía es gestionada por los más incompetentes que creen en la fantástica idea de que el mundo va mejor cuando es la codicia la que toma las decisiones. La codicia es la expresión del miedo a la muerte. Miedo que se difracta en el ser humano en el afán por el poder y el placer para crear capas de protección y olvido del problema que acucia a la mente humana en contienda con el pensamiento activo a la búsqueda de soluciones. Búsqueda que, también, es traicionada cuando resulta en energía consumida en objeto frívolos generadores de necesidades artificiales. Esta situación obliga a que la salida de la crisis consista en hacer volver la energía acumulada en manos impropias a la corriente realmente productiva de vida decente para todos y estudio a la búsqueda de la armonía posible con la naturaleza.

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