08 Ago 2012
«Apoyá en el quicio de la mancebía…» cantaba famosamente Concha Piquer. El quicio de una puerta es la parte en la que se colocan las bisagras. Se dice que «se saca a alguien de quicio» cuando se le altera o se le irrita. Pues bien, a esta país lo sacó alguien de quicio cuando en vez de dejarlo crecer al ritmo que su productividad y su capacidad de ahorro hacía posible, se le invitó a vivir a crédito. El resultado es un agujero potencial de 800.000 millones de euros. Es decir, el conjunto de la deuda privada de las familias que equivale a la que, actualmente, tiene el propio Estado. Por aquí no han sacado de una bisagra. Hoy hemos oído que se ha regulado las excepciones al tope de 600.000 euros que se había puesto al sueldo de la entidades bancarias que hayan recibido ayuda. La razón se aduce es aumentar la eficiencia de la acción directiva. Si para educar o curar bastan 30.000 euros al año ¿qué misteriosa actividad es la financiera que requiere cantidades mayores que la ya exagerada de 600.000 euros para que la gente sea eficiente?. No hay misterio, sólo hay miseria y codicia. Calidad de hiena. Los médicos y profesores son gente decente y estos no. Este país está cayendo en picado por la pendiente de la inmoralidad. Por aquí nos han sacado de otra bisagra. Este país está a punto de ser sacado de su quicio ¿o no?