El diablo en la botella


20 Jul 2012

En otro artículo empleé el cuento de Stevenson «el diablo en la botella» como imagen del último tenedor de los títulos en cualquier tipo de burbuja. Allí decía me refería a los bancos como últimos tenedores. Ahora pienso en los que todavía pueden pagar una hipoteca suscrita en el apogeo de la burbuja inmobiliaria, pues ellos se ha hecho cargo del resto de la deuda. Ellos se ha comprometido a pagar en los próximos 30 años un billón de euros que es el costo de la casa que habitan más los impuestos dilapidados por ayuntamientos, comunidades autónomas y Hacienda; más safaris, barcos, juergas y risas entre susurros entre promotores y clubes financieros; más bonos a banqueros, comisiones a bancarios, sueldos de sindicalistas y políticos de medio pelo en consejos de administración; más ciudades de la ciencia, auditorios cada 25 kilómetros, presupuestos multimillonarios en manos de políticos adictos a la coca; más… Vaya, unos héroes. Porque, claro, todo el dinero empleado en tan nobles actividades resulta que no era procedente del ahorro nacional, sino de otros engañados por planes de jubilación gestionados por amantes del riesgo ajeno y banqueros igualmente necesitados de altas rentabilidades que, ahora, asustados por su irresponsabilidad han caído sobre este país para, en su nerviosismo por recuperar el dinero, terminar de hundirlo con su prisa en forma de altos intereses.

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