02 Ene 2012
El nuevo ministro, pensó Hernández, es, además de economista, tautólogo. Es decir especialista en decir cosas del tipo “el todo es mayor que parte” o “la causa de la contracción es la reducción de la actividad”. Como se temía, estas personas de rostro grave y estólido, saben mandar, pero no saben dar explicaciones ¿para qué? Por eso se lían en frases vacías y términos cursis del tipo “a futuro” o “contractiva” creyendo que mientras las desciframos él se escurre. Hernández lamentó escuchar a Del Cerezo que la reforma no puede consistir solamente en “despedir eventuales” (debía estar pensando en los fijos). De esta manera el niño de Serrano de aquel genial chiste gráfico de Forges (hoy oscurecido por el cáustico Roto) que le reprochaba a su padre que “hacía tiempo que no lo llevaba a la empresa a despedir eventuales” se iba a quedar sin entretenimiento (fijo). En cuanto al reparto del sacrificio el truco es claro “ya se ha pedido 20.000 euros a los de más de 400.000 euros” ¿y a los de más de 2 millones de euros, que hemos conocido estos días, gracias a un movimiento tardío y desganado de MAFO?, dijo Hernández. -No haga usted demagogia, respondió Del Cerezo al advertir que Hernández estaba al lado de locutor, -Eso es el chocolate del loro. Hernández salto a la lámpara del estudio impulsado por la indignación y desde allí dijo: -Ya está bien de chocolates, también mi pensión es comida de loro, ¿por qué no me la dobla? -Porque ustedes son muchos, replicó Del Cerezo, con agilidad quitándose las manos de la boca. -¿Entonces su argumento es que hay que pertenecer a un grupo minoritario para esta a resguardo de cualquier compromiso con la sociedad que te enriquece?. Pues sí, pensó el ministro, pero dijo: -No hay que agobiarlos, son delicados. La prueba es que para quitarse la ansiedad están comprando más coches de lujo de los que necesitan. Y remató: -Ya padecen demasiados estrés con el diferencias entre intereses e inflación. Y continuó para sí: «y si apretamos se van de viaje”. Hernández, que había desarrollado el punto de vista omnisciente le respondió también pensando “a Belice”, pero dijo: -A Belice.