12 Oct 2011
Hablamos de iPHONE iPAD, Blackberry y otros instrumentos portátiles. Estas tecnologías han puesto en manos de profesionales liberales y dirigentes de todo tipo unas herramientas potentísima con la que acelerar y fundar la toma de decisiones mientras se mueven sin restricciones por el mundo. Es la cara positiva. Pero, también con estos instrumentos vemos a los jóvenes grabar palizas a compañeros o acosos a novatos, perder el tiempo eludiendo los estudios entretenidos en películas, juegos o conversaciones triviales y padecer en sus entornos microsociales por no tener la última versión del juguete. Es la cara negativa.
Veamos ahora los aspectos negativos de la cara positiva y los aspectos positivos de la cara negativa. Para lo primero, hay que decir que los profesionales portadores de estas maravillas tecnológicas cada vez viven peor empujados por una creciente demanda de productividad de 24 horas que no compensa ni la cena en un restaurante caro con una seductora mujer eventual o un seductor varón, igualmente eventual. Ese aparatito los conecta a una red vampiresca que le absorberá todos los fluidos y luego lo tirará seco. Dará igual que pertenezca a una gran empresa o a una pequeña. El modo de conducirse de las empresas integradas en tal red las impele hacía una demente productividad parecida a la de los gladiadores en el circo, luchando por su vida para divertir a unos pocos desalmados y a unos muchos embrutecidos. El que se sienta feliz en el ámbito profesional mientras abre la caja de uno de estos artefactos que sepa que se está poniendo una pulsera electrónica que los moverá como un pelele el resto de su vida. Yo no propongo que no abra la caja, sino que, al menos, mantenga el espíritu crítico que le permita contribuir a una futura emancipación.
Respecto a los aspectos positivos de la cara negativa, hay que decir las universalización de los móviles y su correlato de tercera o cuarta generación son un arma liberadora de enorme potencia. La capacidad de convocatoria o difusión de ideas es tan potente que ya habrá alguna siniestra agencia pensando cómo controlar, no los efectos de la onda, sino la onda misma. Mientras llega esto hay que tener en muy en cuenta que los artefactos móviles y el software en forma de redes sociales permite acciones de recondución de las decisiones que estaban reservadas, hasta hoy, a uno pocos e incompetentes dirigentes.
La tendencia a empujones hacia la colocación de la información en «nubes» informáticas concentra de tal modo la operatividad de la información que hará cada vez más fácil el control. «Tomando» una nube se tomará el control de toda un área socio económica. En definitiva, estas tecnologías como todas son ambivalentes, como lo fue un hacha de piedra. La novedad es que su efectos son más rápidos, más potentes, más irreversibles. Por eso hay que encontrar una actitud adecuada a este carácter ambiguo que evite los extremos de la fascinación de los pardillos o el escepticismo de los asustados por los cambios. No podemos perder de vista que todo lo que se extiende a mucha gente se convierte ipso facto en una plataforma de publicidad agobiante y pegajosa. Es necesario encontrar formas de dar a conocer la oferta de productos (y personas) distintas para poder disfrutar de la comunicación entre personas de forma limpia. Lo que se oye hasta ahora es inquietante, pues se trata de empotrar la publicidad en todo tipo de contenido, lo que nos puede llevar a alterar nuestro juicio sin que lo apreciemos por la sutileza del procedimiento.