Muerte de un ciclista


11 Oct 2011

Nacho, que se ganaba la vida transportando pequeños paquetes con una bicicleta, quería estudiar. Un cliente llamado Aseco le recomendó que jugara para ganar el dinero que necesitaba y le presentó a un tal Bank. Perdió en el juego y entonces lo visitó un tal Embar que le dio tal paliza que le rompió las piernas del tal modo que no pudo montar en bicicleta más. Tuvo que dejar su negocio y su deuda aumentó más con los intereses. Bank se cabreó mucho y le pidió a Embar que, ya que no podía cobrar, lo matara. Embar lo hizo. Como a Bank no le había pasado nunca esto empezó a apretar a sus deudores que agobiados empezaron a tomar malas decisiones en sus apuestas y a no pagar. Bank dio mucho tarea a Embar, pero éste, que amaba su trabajo, acabó en una semana con todos. Bank se arruinó y le pidió a Embar que también acabara con él. El contable de Bank, que estaba delante, contó que Embar hizo algo que nunca había hecho antes: sonreir mientras estrangulaba a su jefe, pues hacía lo que deseaba hacer desde años atrás sin dejar de cumplir una orden. Ese día salió una noticia en la prensa que llevó la muerte de Bank a la página 35 del periódico, junto al chiste de Romeu: los mercados se hundían debido a la crisis de la deuda soberana provocada por sus manejos especulativos. Todo había ocurrido legalmente, cumpliendo órdenes.

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