¿Mi voto? Al más simpático


01 Nov 2011

-Borja ¿a quién le vas a votar?, dijo Alfredo. Borja, meditó y dijo – Al más simpático.-¡Qué horror!, dijo Alfred (para los amigos) ¿por qué?. – Pues porque si tu y yo que hemos estudios en la London School of Economics no tenemos ni idea de lo que hay hacer, ¿Cómo puedo esperar que Salguido o Mortero lo arreglen? Esto se arreglará o no espontáneamente. De modo que voy a elegir al que tenga mejor jeta para mí.

Es un tema de conversación radiofónica estos días si el PP ha presentado o no su programa o, si es el caso, si resulta más o menos ambiguo. Una preocupación estéril a la vista de ausencia total de influencia en los acontecimientos de los poderes regionales (España es una región autónoma de Europa) y la incapacidad moral y técnica de los poderes que sí tienen influencia. También se oyen voces indignadas por la persistencia de la mentira calculada de los políticos en campaña. Aunque las que más sorprenden son las que comprenden la ambigüedad, cuando no la mentira, en nombre de la astucia política más elemental. Es decir, se ponen en el lugar del mentiroso porque, obviamente, ellos harían lo mismo. Curiosa empatía del gobernado con el que gobierna. Es como si la verdad fuera un estorbo que complica las cosas y produce malestar a todos.

Visto lo visto, ¿qué sentido tiene elegir a un político por lo que promete? ¡fuera máscaras! hay que elegir al que te cae más simpático. De hecho es lo que ocurre. Nadie lee los programas y sólo presta atención a lo que se dice en campaña si es una burrada suficientemente fuera de lo normal y destaca sobre la atonía general de ruido, banderitas y decorados horteras (de telediario galáctico). Reglas para elegir al que te cae mejor. Primero, eliminas a los que te caen mal con claridad y, después, entre los que quedan (si quedan) les miras la cara y ves, en función de tu gustos, si parece una buena persona o un cabrón redomado (hemos quedado que sin máscaras). Luego hay que hacer una selección más refinada en la que eliges buenas personas con carácter o el tipo cordero destinado al sacrificio. En el lado perverso, si es tu caso, mira a ver si le tiene manía a algún sector económico en el tu tengas intereses. Con estos criterios al final puede que no te quede candidato. En ese caso, entras en la cabina del colegio electoral y escoges la papeleta con los ojos cerrados.

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