07 Sep 2011
Hablaba Iñaki esta mañana de la relación entre deuda y futuro en relación con una discusión de intelectuales en Le Monde. La idea básica es que se ha acumulado tanta deuda que no se va a poder devolver, por lo que el progreso basado en la deuda tendrá que ser cambiado por otro modelo. Al respecto pienso que si la fantasmagoría del futuro se sustituyera por un presente mutante se vería la cosa con más claridad. Si hacemos la fotografía de un instante del planeta en un momento determinado podemos ver bienes y dinero. El dinero está depositado o prestado y con ese dinero la humanidad ha producido más bienes y sacado a parte de la gente hacia delante. El problema no está en poder devolver la deuda, pues hay que acabar con intereses abusivos basados en argumento tan falaz como «es el mercado». Si en el futuro no va a quedar más remedio que trabajar con los propios ahorros y cambiar hábitos de vida y eliminar toda frivolidad real o ficticia (de revista), pues que los acreedores esperen pacientemente. No creo que haya tribunales que puedan embargar un país. La estafa global perpetrada por algunos que han acumulado el dinero y que, una vez que se lo han llevado con precios abusivos, ahora lo ofrecen a intereses abusivos, mientras pretenden mantener baja la inflación debe ser contrarrestada con un «siéntese y espere a cobrar». Naturalmente eso implica no contar con créditos y, por tanto, ajustarse a los propios ingresos. Pues, ¡a trabajar!. Seguramente que esas dificultades obligarán a mirar en qué se gasta y en qué se invierte. Quizá entonces se preste atención a la ciencia y a la investigación. Y los ricos que tomen pulpo en otro país si deciden irse. Es decir recuperar el futuro es renunciar a vivir en el presente una vida cuché que ninguna sociedad debe permitirse. Me puedo imaginar con qué ironía contemplarán nuestras «dificultades» los hambrientos del mundo.