La mayor violencia es la no violencia


16 Jun 2011

A los que nos gusta que se diga que el rey está desnudo, nos preocupa el acoso de los últimos días a los parlamentarios y políticos de nuestro país. Dado que los medios no está interesados en noticias del tipo «perro muerde a hombre» y que las concentraciones estaban pareciéndose más a esto que a un noticia del tipo «hombre muerde a perro», la consecuencia es que la imagen que se da en los medios de la dinámica (no quiero llamarlo movimiento) 15-M se degrada. Donde esté una antisistema sujetada por los brazos por dos policías mientras muestras sus pelos enmarañados que se quiten listados de propuestas refrescantes o reproches implacables de las proclamas de los pacíficos. Estadísticamente todo grupo humano tiene sus nihilistas y sus intransigentes (veáse el congreso de los diputados). Si se pertenece al «folk» lo que se espera de ti es folklore y no que avergüences a los apoltronados. Por eso, el 15-M, que está despertando a los dormidos, debe añadir a sus imaginativos eslóganes y novedosas formas de presión, el descubrimiento de la forma de neutralizar a los «cojos manteca» y lectores de la revista Russkoe Slovo que se les han infiltrado para dar rienda suelta a sus pasiones destructivas y a su despiste ideológico. Es necesario que se conviertan en la conciencia pacífica de los errores y atropellos que nuestra generación de codiciosos ha perpetrado con su futuro. Pero debe hacerlo pacíficamente alternando iniciativas sin caer en la provocación para que los que les gusta contemplar el Apocalipsis por la tele, puedan decir «ya decía yo que estos melenudos…». En España puede votar 34,6 millones de personas. De ellas votan 22,9 millones. 14,7 se reparte entre los dos partidos principales (de momento), 0,9 millones de votos nulos y blancos y el resto (7,3 millones) para los demás partidos. Unos 11,7 millones se abstienen. El PP gana prácticamente todo el poder municipal y regional con 8,5 millones (que representa el 25 % de todos los electores). Si sumamos abstenciones, nulos y blancos hay casi tantos indiferentes, indignados, escépticos y perezosos como activos votantes de los dos partidos mayoritarios. Naturalmente nadie se puede apuntar esas voluntades, pero es un síntoma de malestar de desafección que no se puede ignorar. Por eso, el 15-M es una esperanza que debe encontrar el modo de no contaminarse con los violentos. Que los son porque son portadores del gusto por el desorden como deporte peligroso y estimulante, no porque persigan objetivos intelectuales o pragmáticos. Si no lo consiguen perdemos todos. La mayor violencia que se puede hacer a la esclerosis del sistema es la no violencia inteligentemente aplicada.

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