09 Ago 2011
Escuchando al jugador del Villarreal Santiago Cazorla decir que comprendía que su club los traspasara a otro usando la expresión «estoy conforme con que me vendan» ya no me queda ninguna duda. Hemos internalizado que somos mercancias. Ahora argumentar es vender algo. Cuando se rompe una relación se vuelve «al mercado». Hay un mercado para cada dimensión de la vida. Estamos a la espera del mercado espiritual. Aquel en el que se ofrezcan o demanden sentimientos. No se entiende que en un determinado pliegue de la vida se ofrezca y se demande no implica que haya un mercado. ¡Qué estúpida reducción! Supongo que las leyes termodinámicas con sus constancias implican mercados de materia y energía, o algo así, ¿no? y, quizá, que hay un mercado de la política donde se ofrecen y demandan mentiras. En el futuro los jóvenes acudirán al mercado sentimental y apretados a su pareja musitarán apasionadamente: ¿tu compras o vendes?