13 Feb 2011
El dinero es un intermediario entre nosotros y los bienes que nos atraen. Pero el mismo dinero tiene su atractivo por la seguridad que proporciona. Pero sabemos que es un amante esquivo y traicionero. Que se lo digan a los alemanes que lo utilizaban en los años treinta para mantener sus calderas en uso. Es decir es un intermediario que, a veces, pierde completamente su valor y que, por otra parte, siempre está oscilando en relación a los bienes y a otras monedas. Esto lo saben bien los banqueros y grandes gestores del dinero ajeno. Por eso, aprovechando que pueden tomar decisiones que avalan los consejero bien suavizados por dietas suculentas y las asambleas bien engrasadas con dividendos y regalos, se ponen sueldos obscenos que desbordan toda proporción con sus supuestos méritos como gestores. Y lo hacen por miedo Hobbesiano protegiéndose de las dentelladas de la inflación o del euribor. Por otra parte cualquier desfase entre productividad de un país y sus gastos e inversiones a la larga sólo puede compensarse con deuda, como hemos descubierto ahora los ciudadanos de a pié. La deuda que otros han contraído por nosotros con financiadores internacionales la vamos a devolver a sugerencia de Markel (El País, 13/02/2011) devaluando los sueldos. A mí me parece bien. Tendremos que pagar como comunidad los pagarés firmados. Esto es lo que hace todo grupo decente. Pero eso sí, aclaremos algunas deudas, digo dudas: ¿quienes dirigían los principales bancos y cajas emisores de hipotecas irresponsables? ¿quiénes controlaban los flujos globales de deuda desde el gobierno?, vengan aquí, vacíen sus bolsillos, abandonen sus poltronas, hagan un máster y empiecen desde abajo. Devalúen también sus sueldos y pensiones, bonos y golden puñetas. Expliquen sus decisiones, pidan perdón. Señores legisladores limiten los beneficios y sueldos de todos aquellos que de forma directa o indirecta llevan a cabo sus negocios arriesgando con gran valor nuestro dinero. Señores gobernantes, rojos o azules, dejen de escurrir el bulto, que el día que sus falta de resolución y sentido del servicio a la ciudadanía pueda ser expresada con escaños de la abstención se quedan sólos en el hemiciclo con los votos de su clientela. Estoy de acuerdo en devaluar los sueldos. Estoy de acuerdo en pagar mi cuota parte de sacrificio para que nuestros hijos hereden un país sensato, pero ¡todo a una!, Fuenteovejuna.