18 Dic 2010
Acabo de oír a Antonio Garrigues en la Ser. Ha hablado de actitudes de los españoles ante la crisis y considera que no tenemos derecho a quejarnos, pues crisis es oportunidad y el que no es feliz es porque no quiere, aunque no es fácil una vez que se toma la decisión. Sostiene que no hay derecho a quejarse porque aunque percibamos un deterioro no estamos objetivamente mal. Supongo que parapetado detrás de un búnker de cristal stadip económico se pueden dar lecciones de ataraxia. Señor Walker no sé con quién habla usted. Se lo hiciera con los españoles que han sido engañados por sus líderes políticos, económicos y mediáticos. Los mismos españoles que ven que sus hijos van a tener, no menos oportunidades que sus padres de tener una vida digna, entiéndase educación, sanidad y una vejez, también digna, sino ninguna oportunidad en manos de las aves rapaces que han levantado el vuelo esta última crisis, ya veríamos que impresión recibía. ¿No hay derecho a quejarse que todos ustedes tan bien informados no hayan movido un dedo para decir el orteguiano ¡no es esto, no es esto! y vengan ahora a predicar felicidad? ¿No hay derecho a quejarse de que el país se haya deslizado hacia la bancarrota entre el fru-fru de los trajes de caros tejidos en el parlamento, el Banco de España y los clubes financieros? Le parece inmoral quejarse, ¿quizá le parece moral el silencio cómplice de toda la élite haciendo creer al país que el dinero circulantes era resultado de nuestra capacidad de trabajo e inteligencia, cuando, en realidad, era el resultado de una operación de prestidigitación para quedarse con un «bonus» en forma de regalía parlamentaria, honorarios en conflictos financieros, intereses bancarios o estímulos de los gestores empresariales de un nominal que no era nuestro sino de los detestables mercados? Sr Walker, los que nos quejamos les exigimos silencio.