25 May0 2010
Al presidente Zapatero se le ha acabado el crédito a más velocidad que al país. Lo ha conseguido solo. A mí me pareció que su negación de la crisis en otoño de 2007 y primer trimestre de 2008 era pura argucia electoral. Pero cuando pudimos ver que siguió con la misma canción perdí toda esperanza. Ya no hay tiempo para más pomada en forma de “se avizora el final” sin pruebas. La grandeza de un político se ve cuando comprende que su permanencia ha perdido importancia y emergen cuestiones más relevantes. Podemos estar meses lamentando con justicia la extraña condición de los especuladores que en vez de apostar por resultados de fútbol lo hacen sobre países y sus atónitos ciudadanos, pero lo que está en nuestra mano hay que hacerlo y hacerlo ya. Desvelo mi propuesta: Zapatero debe llamar a Rajoy y ofrecerle la Moncloa, quiero decir elecciones dentro de seis u ocho meses. A cambio debe pedirle ese tiempo de apoyo efectivo y convergencia de ambos partidos en políticas que devuelvan la confianza a los pobrecitos especuladores. O bien debe pedirle a su partido que ponga al frente del gobierno a Rubalcaba. Si lo hace será recordado por una hazaña que compensará su optimismo patológico. Si no, irá al basurero de la historia. Una pena, porque prometía.