31 Dic 2010
Es necesario acabar cuanto antes con la falacia del «hombre de paja» aplicada al fin del Estado del Bienestar. Es decir, inventarse un irreconocible estado de cosas para destruirlo después, como hace Aznar, que pretende hacernos creer que tal estado es aquel en el que se quiere trabajar poco y cobrar mucho. Una pretensión que, precisamente, ha escandalizado a la sociedad española con el especial «estado del bienestar» de los controladores aéreos. Por lo visto, hay que decir muchas veces una verdad para que parezca verosímil. La verdad de que el Estado de Bienestar es sanidad, educación, justicia y vida digna en la vejez. El resto, es decir, la corrupción, los coches lujosos, el safari en Kenya o la juerga del suelo vía convenio urbanístico, ha sido un invento de nuestros próceres, lúcidos ellos, para engañarnos pagándonos un sueldo cuya mitad estaba pedida a préstamo al mismísimo diablo, en forma de mercado financiero, para simular el progreso de la sociedad que regían. El Estado de Bienestar en el que piensa Aznar es, parafraseando a Borges, estar en «permanente estado de vagancia», que es, precisamente, el que las revistas del corazón (la wikileaks de los ricos) y las páginas salmón de los periódicos (la wikileaks de los saqueadores) demuestra que practican los creadores de escasez (Anisi en el recuerdo). Las medidas que se piden tomar con firmeza ahora son resultado de un movimiento circular que antes ha creado las condiciones para que tales medidas sean inevitables. Trampa en la que resulta sonrojante que haya caído la izquierda socialista española que, primero, no tuvo valor para desenmascarar en 2004 la farsa de la riqueza infinita ni, segundo, una vez reconocida la debilidad de haber seguido con la misma locura, no sabe dar un paso atrás para que las «medidas realistas» las tomen los que disfrutan haciéndolo. Muy al contrario, está iniciando el ignominioso camino de «hacer lo que hay que hacer» dotando de coartada a la derecha que, dentro de unos meses (dicen las encuestas) reducirá a cenizas el verdadero Estado de Bienestar, el que toda sociedad moderna y austera debe tener, con el argumento de aludir continuamente a los antecedentes socialistas. Vivir para ver: reforma laboral, bajada de pensiones, empobrecimiento de funcionarios, encogimiento de la actividad promoviendo el paro, privatización de servicios indiscutibles. ¿Cuándo tendremos políticos que se entusiasmen menos la noche de la victoria y sepan decir que no a la hibris del poder cuando llega la hora de la verdad? Hora que, a veces, es la del fracaso llevado con entereza.