Ayer me encontré en el parabrisas del coche una nota que no había visto antes. Un trocito de papel blanco en el que el Profesor Ahmed, vidente y curandero por la universidad de la vida (supersticiosa) prometía trabajo serio, garantizado al 100 %. También destaca el folleto la notoriedad internacional y la experiencia del profesor. A lo que añadiría su capacidad de trabajo pues se ofrece de 9 a 21 horas, todos los días del año. Hasta aquí todo normal. Un currículo al que quizá le falta una cualidad que seguramente poseerá: la de tener coche propio y carnet de conducir clase B. Pero cuando se propone precisar sus habilidades entra en un detalle abrumador de las posibilidades de su ciencia: problemas de amor, salud, suerte, familia, mal de ojo… en realidad dice «quitar mal de ojo» para no ser confundido con quien los produce, que son los malos. Y sigue; brujería, enfermedades crónicas (resfriados abstenerse), impotencia sexual, vicios de droga y alcohol (que no debe ser una droga). Y remata con una sorprendente oferta para una limpieza total de la casa, espiritual y corporal. Lo de limpieza de la casa me confundió por un momento, pero luego comprendí que no se ofrece para quitar el polvo. El polvo lo dejará respetuosamente donde lo encuentre. Se trata de eliminar espíritus malignos (la hipoteca por ejemplo) y cosas así. El profesor remata sus capacidades hablando de una forma un tanto sospechosa de negocios nacionales e internacionales (comprar, vender, alquilar). No aclara qué es lo que limpia aquí (quizá el bolsillo del paciente). La guinda del pastel es que también puede ayudar con el juego, exámenes (como me entere que algún alumno mío ha aprobado con brujería cambio las actas) y, claro, deportes (adivinando la quiniela). Lo cierto que este amplia oferta de solución de problemas se podría haber resumido con un «sea cual sea su problema yo se lo soluciono todo». ¿Todo? No. Y de ahí mi indignación. ¿Cómo es posible que con sus amplios y tremendos poderes no se ofrezca para resolver el problema de la hucha de las pensiones? Seguro que la Ministra de Trabajo, que también cree en la brujería tendría una ayuda impagable y el profesor Ahmed podría convertirse en su asesor exclusivo.