03 Feb 2009
Hace año medio pensaba que la vivienda nueva no podía bajar su precio porque estaba prensada entre el precio del suelo y la especulación con la vivienda acabada. Y no porque existiera un aspirador en forma de dinero barato, sino estructuralmente porque las viviendas serán necesarias mientras crezca la población. Cualquier ligero balanceo en la economía para un ajuste como los presumidos hasta ahora sólo colocaría los precios en una meseta de espera. Pero ante un hundimiento tan descomunal como el actual, en efecto, las viviendas han bajado en porcentajes notables, pero ofreciéndose a un mercado ¡que no puede comprarla». Es decir es una bajada para los pocos buitres que queden por ahí, que no necesitan la casa, ni la prosperidad general, sino es para evitar la molesta mendicidad o la peligrosa delincuencia. ¡Ah!, si suman ustedes las inyecciones de dinero de todos los países para sostener grandes grupos financieros, el resultado es un centenar de veces mayor que el costo inicial de las hipotecas subprime. Luego, por favor, no se hable más de ladrillo y burbujas inmobiliarias. Ha sido la titulación del crédito y la estupidez de los financieros la que ha hecho que doscientos mil millones de dólares de agujero se haya convertido en un socavón de billones, billones que ahora estarán donde no hacen falta, ¿quizá comprando viviendas baratas?