19 Oct 2008
En el Crash del 29 los potentados se suicidaban. En el del 08 se van de juerga a un resort. Ya no quedan hombres (ni mujeres). En todo caso, no puede ser que una serie de actores obscenamente codiciosos (remember Keneth Lay) y un serie de controladores obscenamente corruptos (remember Arthur Andersen), con la ayuda de generosos predicadores de la ortodoxia bancaria (remember Amusátegui y Corcóstegui) hayan creado tal clima de irresponsabilidad que comprometan la vida real de tres generaciones sin castigo. Porque ¿qué va a ser de la salud, la educación, las jubilaciones… tras este dispendio de dinero público?. Y ¿qué decir de los responsables políticos que están dando vueltas temerosas alrededor del problema sin abordarlo de frente?. Están esperando mucho para llevar a cabo la única acción posible: gestionar de forma coordinada todos los bancos del país para que el crédito vuelva a la economía real saltando por encima de los problemas particulares de cada uno de ellos. Cuanto más se tarde, más daño y más cólera. Si Paul Getty dijo aquello de que «cuando corra la sangre, ¡compra!», que sus descendientes vayan preparando el dinero. Me falta gente en la cárcel.