Este verano de 2016 he pasado una semana en el sur de Inglaterra. En Bournemouth, una ciudad de veraneo popular y de élite. Interesante por sus playas, su pier, su Palladium y sus tiendas. Pero este viaje ha tenido una visita interesante a Stonehenge (lugar mágico desde hace miles de años), pero sobre todo ha tenido un sorpresa: la isla de Brownsea. Cuna del movimiento Boy Scouts. En ella se celebró el campamento experimental organizado por Baden Powell y así lo reconoce una roca grabada en las proximidades. Pero ni esta isla se escogió al azar, ni es una sorpresa por su condición de cuna de los Boy Scouts. La isla por sí misma merece ser visitada y disfrutada por el bienestar que produce pasear por ella. Tuve la fortuna de contar con un día bellísimo, pero creo que esta isla será igual de atractiva en medio de una tormenta. En todo caso me cayó en suerte un día espléndido de sol mezclado con una brisa fresca que daba como resultado un bienestar que bien podría haber inspirado a William Wordsworth cuando escribió:
It was an April morning: fresh and clear
The Rivulet, delighting in its strength,
Ran with a young man’s speed; and yet the voice
Of waters which the winter had supplied
Was softened down into a vernal tone.
The spirit of enjoyment and desire,
And hopes and wishes, from all living things
Went circling, like a multitude of sounds. Such an entire contentment in the air
Browmsea está en la bahía de Poole, se llega en media hora usando el autobús desde Bournemouth. Se toma un ferry en el puerto y veinte minutos después estás en la gloria.