01 Sep 2007
Una revelación, lo de esta mañana ha sido una revelación. En un supermercado las frutas se obtienen del siguiente modo: se cogen, se pesan, se aprieta un botón con un código (el de la hortaliza escogida) y sale una etiqueta adhesiva con el precio que se pega a la bolsa de polietileno correspondiente. Con esta bolsa se pasa por la caja y se paga. Repaso y veo que todo alrededor es igual. Los movimientos de tus deudas a través de Internet sin tener que llamar al banco. En prime time te dan información económica para juegues a la Bolsa; en los transportes te compras y picas el billete tú solo. Internet es una invitación continua a la compra directa en la que el internauta es su propio consejero, cajero y administrativo de la empresa al rellenar el formulario con los datos para la factura. El sistema está dispuesto incluso a que te montes los muebles y pronto lo cool será fabricarlos tú a partir de un bote de crudo del que tendrás que extraer los componentes con los que llevar a cabo la polimerización, inyección y moldeado de las carcasas para tus aparatos. El muy sistema está dispuesto a cedernos todas las fases del proceso excepto la propiedad del beneficio. Incluso está dispuesto, por lo visto, a cobrarnos sin hacer nada. De eso ya hay indicios con las cuotas de servicio en las facturas del agua o ADSL. Para este espiritual fin han empezado convirtiéndonos a todos (a la chita callando) en sus empleados (coja la mercancía, métala en la bolsa, pésela, etc…), pero ¿y la condición de socio de la que se habla en el título de este comentario?. Pues sí, en el mismo supermercado de esta mañana, al salir, me han ofrecido, con el compromiso de ser un empleado-cliente fiel hasta el 1,5 % de mi compra. Participación en beneficios que me convierte en empleado-cliente-socio a mi pesar. Naturalmente sospecho que ese porcentaje ha sido previamente incrementado a todos: socios y despistados.