El verano no es para las bicicletas


02 Ago 2007

Ya está aquí el verano y nos sorprende en pleno despiste respecto del mundo en el que estamos y, sobretodo, el mundo que estamos preparando para los que se ocupen de nuestras cenizas. El fuego con su paradójica intervención lo convierte todo en gris a través de las espectaculares llamas. Un fenómeno que, físicamente considerado, no es más que la hiper oxigenación de la vegetación, es decir una sobre dosis, se convierte cada año en la prueba de nuestra estupidez e imprevisión. Durante evos azules (naranjas hoy) y rojos, locales y universales hay que ver repetidas las imágenes de carencias sorprendentes en los medios de extinción del fuego en los bosques. Y esto en plena prosperidad y exuberancia de fiestas de todo tipo, especialmente el tipo vanitas, en las que se va el dinero de nuestra precaución. Bosques cenicentos que son perfectos localizaciones para películas «after bomb» en las que fieros y neoprimitivos pisan sobre pisado con detestables máquinas mestizas que en nada se parecen a las bicicletas, pues, definitivamente sin sombra, el verano ya no es para las bicicletas. (Sobre la foto de portada de El País de 2/08/2007)

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